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El cadáver en la nevera por Zombies After Midnight

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Notas del fanfic:

 

Notas del capitulo:

 

Titulo: Sereno

Autor: Zombies After Midnight

Fandom: South Park

Personajes/Parejas: Kenny

Prompt: n/a

Series: n/a

Contador de Palabras: 637 (aprox.)

Clasificación: PG-13

Disclaimer: ©® Matt Stone & Trey Parker. Ellos son los genios detrás de todo, no yo.

Advertencias: KennyAngst, Muerte de un personaje

Notas del Autor: Historias cortas sobre Kenny McCormick. Me ha andado volando por la cabeza desde hace algún tiempo.

Resumen: Así son las cosas en South Park.

 

 

 

 

Hoy, cuando despertarse, de alguna manera sabías que iba a pasar. No podías quejarte: seis meses, ¡era un récord! Sólo podías esperar que no fuera muy doloroso, al menos no como la última vez, cuando un cretino te pasó encima con su Monster Truck y, para colmo, quedaste con vida. El transporte al hospital fue una pesadilla, y la estadía, tu pase al infierno. "Así son las cosas en South Park." pensaste resignado, y tenías razón.

No supiste cómo pasó. Eras un buen conductor. De vez en cuando enloquecías bajo los efectos del alcohol, pero ese era el detalle: no habías bebido. Tus oídos dolieron cuando el rechinido de las llantas llegó a ellos, tu quijada se tensó y tu corazón se aceleró de golpe. No te gustaba esa parte, cuando la adrenalina subía y sentías una horrible opresión en el pecho y convulsiones en el estómago. Giraste el volante con desesperación, en un último intento por recuperar el control del carro. Una voz interior repetía incansablemente lo inútil que era tratar de evitarlo.

Golpeaste algo sólido y se oyó algo así como un '¡Tunk!' sofocado, y por un segundo pensaste que estabas salvado. Tonto tú, justo en ese momento notaste que el carro se inclinaba hacia adelante y caía (aunque no podías sentirlo, tu cerebro no carburaba debidamente). Te sentiste afortunado al comprobar que seguías con vida una vez que el vehículo tocó fondo. Oh, pero no había tocado fondo, todavía no. El agua comenzó a asomarse por las ventanillas, subiendo a una velocidad increíble. Comenzaste a hiperventilarte y a tirar de la manija, aún podías salir de ahí. Pero no pudiste, la puerta estaba atorada por la presión del agua y de tu boca salieron tantas maldiciones como te fue posible decir (o gritar, estabas tan asustado...).

En tu vida habías muerto tantas veces que la gente solía pensar que ya era algo normal, que ya ni te preocupaba ni te molestaba, pero no era cierto. La muerte no era un juego para ti, la muerte era algo temido, odiado y a la vez respetado por ti. El agua empezó a entrar en forma de potentes chorritos una vez que sobrepasó el nivel de las ventanas, e inconcientemente tus maldiciones se habían convertido en oraciones. Tenías los pies húmedos, y la sensación se extendió hasta llegar a tus rodillas. El auto se inundaba con espantosa velocidad, apenas dándote tiempo para pensar. Cuando te llegó al estómago comenzaste a sentir presión en tu propio cuerpo, el respirar se volvió más difícil, pero extrañamente te sentiste más tranquilo.

Cuando morías lentamente, como esta vez, siempre había un momento en el que una intensa calma se deslizaba por tu cuerpo como una inyección de morfina. Te sentías como aquellas pocas veces en que mamá te cuidaba de niño, cuando te enfermabas y ella te acariciaba el cabello y se quedaba contigo toda la noche. Quizás la sensación era amor, o calor, o algo sumamente parecido; era como ir al cielo por unos instantes. Despertaste del trance. El agua te llegaba al cuello, fría y diferente, y sentías el pecho comprimido, dolía respirar. Tomaste todo el aire que pudiste (por instinto, más bien, pues ya sabías que no ibas a vivir) y de pronto estabas sepultado en líquido.

Tus pulmones ardían, una burbuja solitaria y descolorida se escapó de tus labios y la miraste partir con algo de envidia. Ya no había por qué retrasarlo, aspiraste en busca de oxígeno; el agua llenó tus pulmones y fue un poquito doloroso. La presión aumentó en todo tu cuerpo, por un segundo pensaste que explotarías. Pero no pasó nada, no hubo nada, sólo una calma perturbadora y la sensación de unos brazos a tu alrededor, apretando y sofocándote de la manera más hermosa. "Así son las cosas en South Park." pensaste resignado, y tenías razón.

 

 

 

 

Notas finales: *gasp* ¡Oh Dios mío, maté a Kenny!

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