Una promesa existe para ser cumplida...
El sol brillaba en lo alto del cielo con todo su esplendor, pero dentro de dos corazones la lluvia caía con toda su fuerza y es que al fin había llegado el día en que ambos se separaban y tomaban caminos diferentes para probablemente nunca volverse a encontrar. La vida era injusta, pero como dicen "todo pasa por una razón".
Una casa, un letrero de "se vende" en la parte delantera del jardín, un auto encendido con tres personas abordo esperando por la cuarta, dos jóvenes de 17 años que estaban un poco más lejos, probablemente tardarían un poco y es que sabían que decir adiós nunca ha sido cosa fácil.
Los ojos de distinto color, dos diferentes miradas, pero ambas mostrando un mismo sentimiento, dolor. Sabían que sería difícil pero realmente nunca pensaron que les costaría tanto alejarse el uno del otro, dejando atrás quince años de memorias y recuerdos.
Los suspiros, las respiraciones y el motor del auto esperando un poco más adelante era lo único que rompía la atmósfera de silencio que se había formado. Ambos memorizando el cuerpo y cada uno de los rasgos de la persona que tenían en frente, para nunca dejar ir esa última imagen, para nunca olvidar todo lo que los unió.
Que ironía, el destino los había juntado un día y ahora ese mismo destino se empeñaba en separarlos. El tiempo y la cercanía fue lo que una vez los hizo unidos, y ahora era el mismo tiempo y la distancia lo que probablemente terminaría por separarlos.
Dos amigos de toda la vida. Dos personas totalmente distintas. Ambos enamorados del otro y ambos sin saber que eran correspondidos, pero ya no valía decirlo ahora, era muy tarde para hacer el intento, después de todo eso solo haría más grande la herida.
Ambas mentes viajaban unas semanas atrás, el día en que ambos supieron que su separación llegaría, "Promete que no llorarás", "Promete que tú tampoco lo harás, teme". Una promesa que ambos sellaron aquella noche y que ahora llegaba el momento de cumplirla.
Nuevas miradas, pequeñas frases de despedida y un abrazo que quisieran que fuese eterno en el que mostraban indirectamente cada uno de sus sentimientos, pero ni una sola lágrima, ni una sola gota de agua salada resbalaba por sus mejillas. No había vuelta atrás, no podían hacer nada y llorar no ayudaría, el destino ya estaba escrito.
El abrazo terminó, lo vio alejarse hasta entrar al automóvil y comenzar su nuevo camino, no miró hacia atrás ni una sola vez después de romper el contacto y no lo culpaba por eso. Se quedo mirando el horizonte hasta perder de vista el coche azul marino. Se tiró al piso, e hizo una mueca parecida a una sonrisa. Había cumplido su promesa, pero el no haber llorado no significaba que volvería a sonreír.
Y Uchiha Sasuke se fue sin volver la mirada, sin haber derramado una sola lágrima por la persona más importante en su vida, después de todo él jamás le rompía una promesa, ya que sabía perfectamente que para Uzumaki Naruto valía más una pequeña promesa que mil lágrimas que pudieran derramarse...
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