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Mucho más que un simple deseo por zandaleesol

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Título: “Mucho Más Que Un Simple Deseo”

Pareja: Harry/Severus

Disclaimer: Los personajes todos pertenecen a J.K. Rowling.


¡¡Respuesta al desafío de la Mazmorra del Snarry!!

1


Cuando despertó le dolía todo el cuerpo, aquella cama era horriblemente dura, era casi impensado que el héroe del mundo mágico estuviese durmiendo en un refugio para los desposeídos; pero no estaba en el mundo mágico ahora, estaba en el muggle y en aquel lugar era sólo uno número más. La noche pasada cuando había dejado Privet Drive, no imaginó que buscar un alojamiento en el aquel Londres muggle le resultaría difícil a esa hora de la noche y sin nada de dinero en los bolsillos, definitivamente aquello no había sido una gran idea. Pero no se extrañaba últimamente estaba tan deprimido que su cerebro no funcionaba muy bien y todo por culpa del rechazo de su profesor, una ingenuidad y un torpeza creer que Snape sentía algo por él, nada de eso, le había roto las ilusiones de golpe y sin compasión, sin embargo, no dejaba de amarlo y soñar con él.


Se removió en el duro colchón, no creía que fuese posible que estuviese durmiendo de esa forma tan indigna, aquel sitio apestaba, con un movimiento mínimo se levantó, no quería despertar a nadie; tomó su Saeta de Fuego, con la que había dormido abrazado, un hombre de aspecto miserable vaciaba su vejiga en un orinal repugnante que estaba al tope, Harry meneó la cabeza.


Un hombre que salía de que lo que parecía ser una ducha, se le quedó viendo con cierta curiosidad.


—Oye chico, esa escoba es muy extraña ¿Eres barredor de plazas?


Harry casi sin comprender miró su Saeta de Fuego, su escoba la más exclusiva y admirada en el mundo mágico pasaba por una escoba para barrer plazas.


—No, no barro plazas… la uso para volar.


El hombre le miró serio primero, pero luego rió mostrando la falta de dientes en aquella sonrisa burlona.


—Entonces eres una bruja —dijo el hombre riendo con ganas de su propia gracia.

—No, soy mago —dijo Harry saliendo del cuarto apestoso.


Trató de pasar inadvertido había bastante gente haciendo fila para alcanzar algo de comida, recién su estómago recordó que la última comida en casa de sus parientes había sido una ensalada, se preguntaba que haría para conseguir algo de comer. Salió del refugio y caminó por las calles de ese Londres caluroso, uno que otro transeúnte se quedaba mirando la curiosa escoba, inclusive un hombre que conducía un auto muggle deportivo último modelo se le quedo viendo cuando cruzaba la calle, pero la mayoría era indiferente.


Su estómago gruñía y lo hizo más al recordar la exquisita tortilla de papas que preparaba la señora Weasley, sino comía algo pronto caería desmayado, no tenía más alternativa, debía llegar a Charing Croos, donde se encontraba el “Caldero Chorreante” la entrada al callejón Diagon, si pensaba sobrevivir por su cuenta necesitaba sacar dinero de su cámara en Gringotts.

2

Severus se encontraba otra vez en el despacho del director, no podía aceptar que el anciano mago no manifestara ninguna preocupación por la desaparición de Harry.


—Severus… no entiendo por qué deseas que busque a Harry, él es mayor de edad, no puedo seguir obligándolo a hacer cosas que él no desea.

—Esto no se trata de que sea mayor o no, no se trata de eso… Harry… se fue por un motivo… yo lo sé…

—¿Tú sabes por qué Harry tomó una decisión tan drástica?

—Bueno la verdad… creo que ha sido mi culpa.

—Severus no debes decir eso, tú no eres responsable de las decisiones que toma Harry.

—Estoy seguro que esto tiene que ver con el hecho de que yo… bueno… hice una tontería.

—No te entiendo Severus.

—Profesor yo… yo cometí el error más grande de mi vida… Harry… cuando estaba en San Mungo… yo… él me dijo que me amaba y yo…

—Y tú lo rechazaste.

—¿Cómo lo sabe? ¿A caso Harry le dijo algo?

—No, Harry no me dijo nada, pero yo sé que él te ama desde hace mucho… y por la distancia que pusiste tan repentinamente entre ustedes supuse que lo habías rechazado a pesar de que también lo amas.


Severus bajó la vista al suelo con actitud avergonzada y culpable.


—Pero puedo ver que ahora estás arrepentido.

—Muchísimo.

—Eso significa que remediarás el asunto.

—¿Usted cree que esté a tiempo de hacerlo?

—Sí, estoy seguro, si hay algo en lo que puedes confiara Severus son en los sentimientos de Harry, a pesar de ser tan joven, él siente como nadie.

—Entonces debo buscarlo y decirle que… que le digo…

—Que lo amas, eso bastará.

—¿Me ayudará a encontrarlo? No imagino donde pueda estar.

—Sí enviaré a Fawkes para que encuentre a Harry.

—Gracias.


El director sonrió, se levantó de su asiento y se dirigió al lugar donde descansaba su fénix.


—Busca a Harry.

El despacho se iluminó con el fogonazo del ave desapareciendo.

3


Harry debió caminar bastante para llegar a Charing Cross, tenía los pies doloridos y un hambre descomunal, entró al Caldero Chorreante necesitaba con urgencia ir a Gringotts. La taberna estaba llena de gente a esa hora, naturalmente fue recocido por todos, debió estrechar muchas manos agradecidas de que hubiese acabado con Voldemort, se sintió incómodo como siempre por esto, cuando finalmente se vio liberado de tanto saludo se dirigió a la parte trasera de la taberna, sacó su varita y tocó el ladrillo adecuado, ante él se abrió la entrada al callejón Diagon por última vez, sacaría dinero que le permitiera sobrevivir en algún sitio muggle donde nadie supiera quien era.


Sin embargo, pensó que después de todo no había prisa, decidió dar una vuelta por última vez por aquel sitio que siempre le había resultado tan fascinante, caminó sin prisa por las calles adoquinadas, la emoción de estar ahí en ese lugar le había hecho olvidar por un instante su apetito, pero al pasar los la heladería Florean Fortescue lo recordó y era una excelente excusa para comer todo el helado que deseara además el calor daba pie para ello.


Después de sentirse ahíto de tanto helado, esperaba que su estómago no sufriera las consecuencias de su exceso, dio otra vuelta por el callejón, aquel era casi un rito de despedida pues estaría ausente no sabía por cuanto tiempo. Se paró fuera de la tienda de Artículos de Calidad Para el Juego del Quiddich, eso lo llevó a pensar en la escuela, el curso anterior no habían jugado pues los avatares de la guerra no lo habían permitido, a duras penas habían continuado estudiando. Le hubiese gustado regresar y volver a jugar Quiddich para ganar la copa por última vez para su casa, pero no podía regresar ya había tomado una decisión. Un niño pequeño que colgaba distraídamente del brazo de su padre que estaba fascinado observando los artículos de juego, le sonrió a Harry, él le correspondió, de pronto el niño le señaló con su manita el cielo, Harry miró en dirección de la mano del niño, había algo ahí, miró con atención, un ave misteriosa surcaba el cielo desplegando continuos círculos, Harry la observó un segundo, pero luego regreso su vista hacia el niño y volvió a sonreírle.


Finalmente Harry entró a Gringotts, le tomó más de una hora bajar a su cámara tomar dinero e intercambiarlo por dinero muggle, pero cuando estuvo listo, dando un suspiro se dispuso a salir del banco, cuando llegaba a la puerta, una voz que el conocía demasiado bien le llamó por su nombre.


—Señor Harry Potter, sería tan amable de explicar por qué abandonó la casa de sus parientes sin decirle a nadie.


Harry se volteó y se encontró de lleno con el rostro el hombre que estaba seguro jamás volvería a ver en su vida, Severus Snape.


—Pro… profesor… eh… yo… que hace aquí.

—¿Qué cree usted que hago?

—Hmm… vino al banco…

—Muy gracioso señor Potter… venga conmigo.

—¿A dónde?

—Usted y yo tenemos una conversación pendiente.

—No que yo sepa… usted…

—Venga conmigo o lo llevaré arrastrando.


El tono del profesor era casi amenazante, Harry dudó un instante, pero Snape ya había alcanzado la puerta de Gringotts y se volvió a mirarlo, como Harry continuaba sin moverse el hombre le lanzó una mirada de advertencia. Harry miró en derredor preocupado, no quería pasar una vergüenza así es que silenciosamente siguió al hombre fuera del banco. Snape no volvió a decir nada mientras caminaban, pero Harry se fijó que cargaba en sus manos una maceta con arbusto muy extraño, quiso preguntar pero se abstuvo. Cuando llegaron a la parte donde ya había menos comercio y por ende menos gente Snape se detuvo abruptamente, miró en derredor y luego jaló al chico y lo arrastró hacia una callejuela lateral solitaria, Harry se sorprendió a la vez que se puso muy nervioso.


—¿Qué sucede? ¿Por qué?

—Hace demasiadas preguntas —dijo Snape mientras depositaba ese arbusto extraño en el suelo

—Tengo derecho a…


No terminó la frase porque Snape lo aprisionó contra la pared bruscamente y sin permiso alguno le devoró los labios. Harry estaba totalmente atontado sin comprender pero sintiéndose de maravilla, era eso lo que había soñado miles de veces. Respondió al beso con todo el deseo que le despertaba ese amor que sentía, a pesar de que no entendía nada. Después de un instante el profesor se apartó, luego de una mirada indefinible según le pareció a Harry habló.


—Lamento todo lo que dije aquel día en San Mungo, tuve miedo yo… me asuste cuando dijo que me… amaba.

—Lo amo —dijo Harry sin una pizca de resentimiento ni orgullo

—¿Aún me ama a pesar de mi estupidez?

—Siempre.

—Harry… yo… te amo… crees que podríamos…

—Sí.

—¿Eso significa que me perdonas?

—Si, si no lo hiciera estaría demostrando que son un mocoso caprichoso, hormonal y…

—Harry por favor no me recuerdes todo lo que dije aquel día, lo lamento tanto.

—No lo hago con la intención de hacerlo sentir mal profesor, lo hago sólo porque me alegra que se diera cuenta de que se equivocaba, yo sé lo quiero en la vida, te quiero a ti Severus Snape.

—Y yo te quiero a ti Harry Potter —dijo el profesor besando otra vez los labios del chico


Luego el profesor se apartó y miró hacia el extraño arbusto que estaba en la maceta.


—¿Qué es eso?

—Tú regalo de cumpleaños.

—Está bromeando.

—¿Bromeando? ¿Desde cuando yo hago bromas?

—Supongo que no es un arbusto cualquiera.

—Es cierto, no lo es, dijo la vendedora que era un arbusto que proporcionaba bienestar

—¿En serio? ¿Y que clase de bienestar?

—Supongo que de todo tipo.

—Eso suena interesante… y a parte de regalarme este arbusto ¿Qué más hará profesor para agasajarme?

—Se me ocurren un par de cosas… todas… muy malas.

—De verdad… diga una.

—Pienso llevarte a Hogwarts, más exactamente a las mazmorras… ya que no tienes hogar… te gustaría quedarte conmigo durante el resto de las vacaciones.

—¿Y qué dirá de eso el profesor Dumbledore?

—Estará encantado con la idea.

—Acepto quedarme con usted profesor el resto de las vacaciones.

—Eso no será suficiente… ahora estás condenado de por vida a soportarme… porque jamás te dejaré ir otra vez.

—Bien… ¿Nos vamos? Estoy ansioso por saber si este arbusto tiene las propiedades que dijo la vendedora.

—Y si no las tiene no importa, porque estaremos juntos para proporcionarnos todo el bienestar que haga falta —dijo el profesor con un tono muy sugerente.


Harry sonrió complacido, besó al hombre una vez más y luego lo arrastró a la parte concurrida del callejón con bastante prisa, deseaba llegar a Hogwarts cuanto antes, para comenzar a disfrutar de una vida llena sólo de cosas placenteras junto a ese hombre que lo había conquistado sin él comprender muy bien como, pero que contra todo pronóstico lo amaba.

FIN


Nota de Autora: el ave misteriosa es Fawkes, lo que pasa que Harry es tan cegaton que no la reconoce porque volaba muy alto.

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