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Por primera vez por LadyHenry

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Por primera vez...

Maldita sea vociferó un furioso Kazahaya, por enésima vez había tenido que travestirse para hacer uno de esos trabajitos tan particulares que les encargaba Kakei, tenía la ligera sospecha de que disfrutaba viéndolo sufrir, de otra manera no acababa de explicarse cómo era que siempre acababa con ropa femenina en esas misiones.

 Por una vez le podía tocar a Rikuo pensó, y se lo hizo saber, mostrando  su malestar y con toda la dignidad que podía tener un chico vestido de criada ( zapatos con tacón bajo que estilizaban la silueta de sus interminables piernas, falda de vuelo negra por la rodilla sobre la cual lucía un delantal blanco con encajes, blusa del mismo color abotonada hasta el cuello y para guinda del pastel una cofia que adornaba su cabeza), se dirigió a la salita trastera de la droguería donde se encontraban, Kakei, Saiga y Rikuo.

Al verlo una malévola sonrisa se formó en el imperturbable rostro de Kakei, Saiga al notar esta reacción le acompañó con una risueña mueca, mientras  en Rikuo el único indicio de turbación fue una mirada capaz de penetrar el más grueso muro de hormigón, reía con los ojos, su color verde brillaba con una fuerza arrolladora, parecía emitir pequeños destellos cuya intensidad desconcentraba a Kazahaya que no era capaz de hacer otra cosa que no fuera mantener aquella desafiante mirada, que le decía "ni lo sueñes baby".

A pesar de la desastrosa bienvenida Kazahaya se armó de valor y comenzó su alegato:

-No es justo-dijo temblando a causa de la rabia y frustración-siempre tengo que travestirme yo, por una maldita vez podría hacerlo Rikuo.

Todos estallaron en sonoras carcajadas, ver al muchacho con esas pintas y hablando cual doncella afligida era demasiado, Rikuo estaba disfrutando de lo lindo, adoraba hacer rabiar a su compañero, verlo enfadado y fuera de control le complacía sobremanera, cuando consiguieron dejar de reír, cosa nada fácil teniendo en cuenta que el rostro enojado de Kudo estaba tan rojo que parecía a punto de reventar, expusieron sus argumentos:

-Verás, no es nada personal, pero Rikuo es más alto, de complexión fuerte, no da el pego, parecería una vulgar travestona, simplemente es demasiado masculino, en cambio tú posees una apariencia más frágil y delicada-aseguró Kakei en tono imparcial.

-¿Me estás llamando nenaza?

-Para nada, sólo dice que  puestos a elegir a uno tú encajas mejor, y de lo que aquí se trata es de hacer el trabajo lo mejor posible-apostilló Saiga.

Mientras tanto Rikuo no paraba de carcajearse, era tan divertida la situación que no podía ni quería evitarlo.

-Bueno chicos tenemos cosas que hacer, espero haber resuelto las dudas de Kazahaya, aunque si quieres discutirlo con Rikuo me parece bien, eso sí el trabajo tiene que estar hecho hoy.

-Me temo que eso va a ser costoso si Rikuo no para de reírse de esa manera.

-Vamos Rikuo colabora un poco.

-Está bien jajaja ahora lo discutimos jajaja...

-Hasta la noche, daos prisa en resolver este asunto, os quiero aquí antes de las doce. Buena suerte-se despidió Kakei saliendo junto a Saiga.

Una vez fuera, los dos rieron calmadamente:

-¿Crees que está vez sucederá o seguirán con ese tira y afloja?-preguntó Saiga en tono socarrón.

-Por el bien y la tranquilidad de todos esperemos que sí.

-Vamos, que soy yo, he visto como ponías esa sonrisita de "vaya, vaya, ya era hora".

-Entonces ¿para qué preguntas?

-Para saber los detalles...

-Eso mejor se los preguntas a los afectados más tarde.

-Tienes razón, ver su cara al oírlo no tendrá precio.

Y así se fueron, dejando solos a los chicos, para que tuvieran intimidad.

Mientras tanto en la trastienda, Kazahaya continuaba con su particular batalla:

-Deja de reírte como si fueras una maldita hiena ¡presta atención!

-Es que es tan absurdo... jajaja

-¿Es absurdo que esté harto de tener que ser el que más pringa?

-Eso es discutible, y lo absurdo es que te plantees que cambiemos los roles, Kakei tiene razón tú tienes pinta de chica y yo no, así de sencillo.

-¡¿QUÉ?! ¿Qué has dicho?...Yo no tengo pinta de chica, y Kakei no dijo eso. Lo que ocurre es que tú pareces un garrulo y ni siquiera cabrías en la ropa ¡pedazo de mastodonte!

Rikuo se levantó acercándose hasta donde se encontraba Kazahaya, al ver su expresión entre furibunda y divertida éste fue dando pasos hacia atrás, hasta topar con la pared, quedando atrapado entre Rikuo y ésta:

-¿Cómo acabas de llamarme?-dijo en un tono cortante y tan bajito que podría haber sido un susurro.

-Tú me llamaste afeminado...no te pongas sensible ahora-reprochó Kudo.

-No, yo dije que tenías pinta de chica, y es cierto sólo fíjate bien: tus cabellos están algo largos y son sedosos y brillantes-dijo mientras acariciaba uno de sus mechones -tu mirada clara enmarcada en esos grandes ojos-tus labios carnosos y rojos-señaló acariciándolos con un leve y sensual roce-y tus esbeltas piernas-al decir esto último bajó una de sus manos deslizándola  desde la rodilla de Kazahaya subiendo con premeditada lentitud hasta llegar por debajo de su falda.

Kazahaya estaba completamente estupefacto, inmóvil observaba como Rikuo iba tocando cada una de las partes de su cuerpo que nombraba, había aguantado bien la provocación, estaba seguro de que lo hacía para molestarle, y a pesar del irrefrenable escalofrío que había recorrido todo su ser cuando sus manos llegaron hasta más arriba de la falda, no opuso resistencia, ni se dejó intimidar. Ante esta reacción Rikuo sonrió satisfecho, Kazahaya estaba temblando, con presionarle un poco más estallaría en gritos de reproche e insultos y él iba a pasarlo en grande, se deleitaría con cada una de sus expresiones de vergüenza, apuro y enfado, así que prosiguió con su particular tortura. Sus manos se dedicaron a acariciar el interior del muslo, mientras le hablaba en un tono sugerente:

-¿Ves Kudo? Hasta el tacto de tu piel es tan suave-llegado a ese punto empezó a extrañarle que no lo parase ni le gritara pervertido.

-Puede que tengas razón, mis rasgos son menos duros que los tuyos, esa mandíbula fuerte-contraatacó Kazahaya rozando el rostro de Rikuo-tu pelo corto y de ese color tan oscuro-pasó su mano por encima de la oreja adentrándose en los cabellos del más alto-tus brazos fuertes y musculosos-dijo al palparlos haciendo notar sus bíceps- y tu espalda ancha-siguió con su caricia pasando ambos brazos por el cuello para terminar perdiéndose en la espalda de Rikuo, eliminando la poca distancia que quedaba entre sus cuerpos-te hacen ver tan fuerte, sin mencionar lo alto que eres-terminó susurrando en la oreja mientras la rozaba pudorosamente.

La escena había ido mucho más lejos de lo cualquiera de los dos tenía planeado, los esquemas de Rikuo se desbarataron por completo cuando Kazahaya  decidió seguir el juego, no quería rendirse y darle esa satisfacción, no se lo iba a poner fácil, seguiría hasta que el otro diera marcha atrás, pero éste no mostraba el menos indicio de hacer algo así. Kazahaya estaba sorprendido de su aguante, se había atrevido a tocar a Rikuo con la misma impudicia que él le había acariciado, y no le había disgustado lo más mínimo sentir como éste se estremecía bajo el contacto de sus manos, especialmente cuando sus labios habían tocado el lóbulo de su oreja.

Así que allí estaban entrelazados, Rikuo sujetándole por las piernas y él colgado a su cuello, sus respiraciones comenzaban a agitarse, los latidos de sus respectivos corazones retumbaban acelerados al unísono, las pupilas dilatadas cubrían casi la totalidad de sus iris tan claros, la proximidad hacía patente el calor exorbitado de sus cuerpos, y llegó ese punto en el que se decide si se para o se sigue adelante, ambos se miraron desafiantes, retando al otro a terminar con el juego a entregarle la victoria, Rikuo se negaba en rotundo a dejarse intimidar por un chico tan inocente y Kazahaya no estaba dispuesto a desperdiciar todo el esfuerzo que le había costado llegar hasta allí, esta vez no permitiría que le ganara, que se mofara de él por ser ingenuo.

-Sí definitivamente ese uniforme te favorece, pero seguro que estarías mejor sin él-espetó en un último intento de asustarlo.

-¿En serio? Pues entonces ¿por qué no me lo quitas?-sonrió victorioso.

-Si es lo que quieres será un auténtico placer-devolvió la jugada-y empezó por quitarle la cofia, para después comenzar a desabotonar la blusa con agilidad, sin dejar de sostener una de las piernas de Kudo.

-Creo que es injusto por mi parte dejarte todo el trabajo yo te ayudaré a ti-si se creía que con eso iba a asustarle va listo, ya se podían quedar como dios los trajo al mundo que no iba a retractarse, deslizó una de sus manos del cuello de Rikuo para bajar la cremallera de la sudadera.

Y las prendas fueron cayendo, la sudadera, la camiseta, la blusa y la cofia... Se miraban entre sorprendidos y dudosos, llegó el momento de seguir, Rikuo bajó la cremallera de la falda mientras Kazahaya hacía lo propio con su bragueta, fuera falda y pantalones, de pronto Rikuo subió una pierna tomándola por el muslo para deslizar el zapato de tacón, después tomó la otra y terminó de descalzarlo, ahora sólo quedaban los bóxers.

Se miraron curiosos, ya se habían visto sin demasiada ropa, pero esta vez era diferente. Rikuo se asombraba de la fragilidad del cuerpo de Kazahaya, era tan ligero a penas pesaba, tan fácil de manejar y el otro sentía tan fuertes los brazos del mayor.

-Tiemblas-afirmó Rikuo.

-Es normal, sin ropa hace frío-dijo un sonrojado Kazahaya.

-Entonces tendremos que solucionarlo-murmuró al acercarse y tomarlo entre sus brazos.

Lejos de oponer resistencia se entregó al abrazo, una última mirada antes de caer en la tentación, no habría ganadores ni perdedores, solo piel, caricias, labios... de repente el juego había pasado a un segundo plano, al fundirse en el abrazo terminaron por perder el control, ahora las alargadas piernas de Kazahaya rodeaban la cintura de Rikuo, que levantó su barbilla para mirarlo frente a frente, y al observar su expresión suplicante , la turbación de su mirada y esos labios enrojecidos y entreabiertos por la sorpresa y la duda no pudo contenerse más ¡a la mierda con todo!

 Acortó la poca distancia que entre ambos había en un beso, notó como vibraba ese esbelto cuerpo que sujetaba, el calor de los labios y el beso se fue prolongando más pasando de la cautela al desenfreno, la calidez que emanaba de Kazahaya incentivaba el descontrol de Rikuo, sus lenguas se engancharon con sensualidad, el ritmo era lento e intenso se estaban saboreando, la falta de aire hizo que se separaran por breves instantes para tomar aliento, Rikuo aprovechó el paréntesis para llegar al sillón, colocó a Kudo estirado bajo su cuerpo, ahora tendrían total libertad de movimientos.

Empezó a recorrer el torso de Rikuo mientras éste le colocaba tumbado, a continuación sintió como éste recorría su cuello con pequeños besos, succionando cada vez más fuerte al oír los pequeños gemidos que emitía, después llegó a su oreja repasando el lóbulo y los bordes con la lengua y fueron a más, escuchar la respiración entrecortada de Kazahaya le excitaba más que cualquier expresión de enojo que tanto le gustaba sacarle, sentir como recorría su espalda con caricias que se convertían en suaves rasguños lo enloquecía, y volvían a besarse con fervor, mientas Rikuo deslizaba su boca hacia el pecho del menor, cuando sintió la humedad de la lengua mientras le lamía con una lentitud tortuosa  se revolvió de placer, y gimió :

-Ri... kuo ahhh...

Fue música para esos oídos entregados a dar placer, y siguió más y más abajo, acariciando las  interminables piernas, cuando notó que Kazahaya se relajó siguió hasta la entrepierna acariciando su miembro rígido antes de comenzar a lamerlo con fruición, no tardó en notar la alborotada respuesta, empezó a contonear sus caderas al ritmo que Rikuo le marcaba, sus gemidos iban en aumento, intentaba que disminuyera el compás atrapando los cabellos del moreno como  la advertencia que su boca no conseguía pronunciar a causa de los estragos que el placer le provocaban, pero no le hizo caso, es más aumentó el ritmo, hasta que escuchó su nombre en un sonoro quejido y notó como se derramaba en su boca.

Kazahaya avergonzado y agitado aún por las corrientes eléctricas que recorrían su espalda notó la manera en que el moreno le observaba con deleite, y es que esa visión de agitación, pudor y satisfacción le resultaba enajenante, se acercó tomándole por la nuca hasta que se fundieron en un beso lánguido, en el que un abatido Kazahaya notó su propio sabor, no le había dado tiempo a recuperarse cuando notó como Rikuo utilizaba lo que quedaba del líquido para lubricarle, y los jadeos volvieron, al sentir como esos largos y hábiles dedos se adentraban en su interior, el moreno estaba al límite, notar como  el otro respondía a su estimulación le fascinaba, poco a poco fue introduciéndose en el interior de Kudo, percibiendo como éste se iba amoldando a la invasión, hasta que ya estuvo preparado del todo, y el dolor se desvaneció ante el goce, poco a poco inició de nuevo el movimiento de sus caderas, empezando despacio hasta llegar al desenfreno, ahora era el moreno el que imponía su ritmo cada vez más agitado, las manos del menor se aferraban a los bordes del sillón en un intento de recuperar fuerzas mientas sus jadeos se unían a los de Rikuo, todo se desvaneció excepto el calor que se extendía por sus miembros, los movimientos cada vez más certeros , profundos y rápidos se perdían en un mar de sensaciones placenteras hasta que tras volver a oír su nombre en un quedo gemido ambos  se vaciaron extenuados.

 Tardaron varios minutos en acompasar su pulso, la agitación había sido muy intensa y les costaba recuperarse, con delicadeza Rikuo se separó de Kazahaya logrando un breve y desganado gemido que acalló con un pequeño y dulce beso, al notar sus labios hinchados y enfebrecidos se demoró un poco más, momento que el otro aprovechó para abrazarle, formaban una maraña que era difícil descifrar.

Permanecieron así un buen rato, tratando de asimilar lo sucedido, cuando de pronto un despertador sonó con fuerza sobresaltándolos, apartándose un poco Rikuo miró la hora, eran las cinco les quedaban siete horas para hacer el trabajo.

-Tenemos que levantarnos nos quedan siete horas.

-¿Tendré que ponerme ese dichoso uniforme verdad?

-Creía que habíamos aclarado ese tema, sabes que te queda condenadamente bien-dijo en un tono demasiado incitante.

-No hace falta que te acerques tanto ¡no estoy sordo! ¡Y deja de decir tonterías!

-Está bien, teniendo en cuenta que he sido yo el que te lo ha quitado tendré que volver a ponértelo-consiguió decir conteniendo la risa.

-Ya estoy mayorcito para vestirme solo gracias.

-No parecías disgustado cuando antes te presté ayuda.

-¡Te voy a dar yo ayuda desgraciado!

-No te alteres ahora, tenemos cosas que hacer.

El teléfono sonó, sin que nadie descolgara hasta que saltó el contestador:

-Chicos debéis daros prisa para llegar a tiempo, tenéis diez minutos para salir, y arreglaros bien, no quiero que nadie se lleve una mala impresión.

Ambos se miraron de reojo, preguntándose a qué se debía ese tono divertido de Kakei, Rikuo suspiró resignado, mientras que Kazahaya maldecía la hora en la que había ido a dar con ese atajo de pervertidos.

 Una vez estuvieron preparados, salieron, el aspecto llamativo de Kazahaya provocó que muchos se giraran a mirarle y le dedicaran comentarios subidos de tono, antes de que el menor empezara a blasfemar Rikuo lo tomó por la cintura mirando amenazadoramente al resto, Kazahaya guardó silencio, quería decirle que él solito podía defenderse, que por mucha falda que llevara no era ninguna nenita, pero al ver la expresión seria y comedida del moreno se sintió seguro, no estaba tan mal dejarse cuidar... no se sentía nada mal entre sus brazos...

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Notas finales: Lapsus corregidos ^^

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