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Insane. por Evil Onigiri

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Notas del fanfic:

Los personajes utilizados pertenecen a Margaret Weiss y Tracy Hickman. Yo los uso sin ánimo de lucro en un contexto totalmente distinto al de la Dragonlance.

INSANE

"Let's go insane again"
(Volvámonos locos de nuevo)
Insane-Scars on  Broadway.

 

Tal vez sí que estaba loco.

Podía decir, sin temor a equivocarse, que lo único que podía hacer que estuviese así eran o unas insospechadas y recién descubiertas tendencias masoquistas o la locura en estado puro devorando su racionalidad y dejando tan sólo la cáscara vacía de la impulsividad. Si no era una de esas dos causas, acabaría por admitir que verdaderamente el corazón tenía algo que ver.

No había mariposas en el estómago, tampoco temblores, ni siquiera nerviosismo...mucho menos fantasiosas ilusiones acerca de un futuro feliz rallando lo anodino, lo puramente apastelado y ñoño de todo sueño amoroso. No. Sólo había confianza ciega y pura aderezada con un profundo respeto y acompañada por la siempre conveniente admiración.

Porque esa mirada dorada verdaderamente le calaba, le hacía sentir demasiado vulnerable ante aquel que había sido su maestro y que tan frágil era ante un mundo demasiado grande. Ese era el oculto y desfasado tormento, el handicap que le hacía revolverse y adoptar esa sempiterna mueca austera de odio y rencor. Un mundo cruel que él no podía llegar a tener, un mundo que no comprendía y que por encima de todo...no le comprendía a él. Y para eso estaba él allí, para que le mostrara cosas de ese mundo al que odiaba y para demostrarle que no era tan malo y que aún quedaba una pizca de piedad en ese lugar moribundo y contaminado.

Dalamar tenía dieciocho años. Raistlin, ventidós. Se conocieron una tarde lluviosa frente a la puerta de un depresivo bar. Desde ese día, Raistlin le había enseñado muchas cosas que él creía conocer pero que sin duda no había siquiera llegado a desvelar y él...le hizo compañía y le escuchó. Su simbiosis era perfecta, a cambio de ser confidente y amigo recibió grandes cantidades de valiosa información.

Contempló su reflejo en el espejo, devolviéndose una sonrisa escéptica e irónica acompañada de un enarque de cejas casi imperceptible. Los ojos castaños y almendrados dejaban ver, con clara diversión, el hecho de lo imposible de su situación. Se había dejado el pelo suelto y éste caía sobre sus hombros dócil y liso, brillando dentro de su negra oscuridad, haciendo contraste con lo marmóreo de su piel. El escepticismo de la sonrisa se transformó en silenciosa aceptación y un suspiro se escapó lánguido de sus labios. Era la hora. La hora de Mo.

Mo era el bar, el bar en el que se conocieron. Hacía rato que había llegado y que estaba sentado frente a la barra sin nada mejor que hacer que ver un desfasado programa de tertulia en el anticuado y destartalado televisor.

-Está bien saber que queda gente puntual-.Una tos siguió a las secas palabras y se giró en su asiento para mirar al recién llegado, y como siempre disgustado con el mundo y todos sus habitantes, Raistlin Majere. Sin nada que denotase debilidad salvo esa tos furtiva, Raistlin se sentó en un taburete libre a su lado.

El camarero, diligente, les miraba tras unos cristales enormes y redondos. Se llamaba Mo, como su bar, y era un hombre que vivía obsesionado con la limpieza.

-No tomaré nada-.El hombre asintió y miró a Raistlin, que sólo negó con la cabeza antes de clavar la mirada dorada directamente en él. Solían hablar ahí, en ese bar, disfrutando de la relativa intimidad que el barullo ofrecía a dos personas que hablaban de temas como el metano en el fondo del mar o la inteligencia de las esponjas de mar. Estudiaba biología marina y Raistlin siempre tenía información nueva y fascinante que darle.

Hacía casi un mes que se había descubierto observando el pelo extraña y fantasmalmente blanco de Raistlin. En ese periodo de tiempo, además de su fría inteligencia y su carácter analítico había empezado a ver más allá. Había dejado de ser un tutor improvisado para convertirse en un ser humano, un ser humano que al parecer no sentía nada que no fuese odio o desasosiego y que se quebraba más y más con cada acceso de tos.

Raistlin había llegado a ser para él mucho más de lo que habría deseado sin apenas darse cuenta.

-¿Qué crees que pasaría si la corteza marina se moviese de forma muy brusca?

-Lo que pasa siempre que lo hace, Dalamar. Un tsunami. Supongo que sabes lo que es eso.

-Me refería a...algo así a escala mundial. ¿Podría acabarse la vida por eso?-.Observó a Raistlin meditar una respuesta y de forma inconsciente y no planeada se inclinó hacia él.

-Es posible. Aunque muy improbable-.A su vez, sin que él lo esperara, Raistlin también se inclinó en su dirección-.¿Hace cuánto que nos encontramos aquí cada semana, Dalamar?-Hizo rápidos cálculos mentales, llegando a la conclusión de que llevaban más o menos un año encontrándose allí en un tácito y mutuo acuerdo no verbal.

-¿Un año?-Raistlin asintió, sacó una cajetilla de su bolsillo y de ésta extrajo un cigarro.

-Exactamente un año, Dalamar-.Se llevó el cigarrillo a los labios y lo encendió, dando una profunda calada. Personalmente, sabía que Raistlin ya era lo suficientemente mayorcito como para saber qué le convenía y qué no...pero no le gustaba verle fumar, menos aún oír sus toses cada dos por tres-.Antes de que me des la charla sobre lo que el humo le hace a mis pulmones...te recuerdo que ya venían defectuosos de serie.

Y mucho antes de que pudiese abrir al menos la boca, algo cayó en sus manos. Bajó la vista, lo suficientemente intrigado, y se encontró con un antiguo y delgado ejemplar de dos de los relatos de Edgar Allan Poe. "Cómo escribir un artículo de Blackwood" y "Una situación comprometida". Creyó recordar haber mencionado alguna vez que de todos los relatos publicados del escritor, esos eran sus favoritos. El gesto, desprendido y generoso, le resultó ligeramente sospechoso viniendo de alguien como Raistlin y al principio en los ojos ligeramente pardos apareció la sombra de la duda...que se desvaneció al instante ante la perspectiva de que verdaderamente no fuese a pedirle nada a cambio.

-Gracias. Yo no he traido nada...-Raistlin le hizo callar con un dedo mientras exhalaba con lentitud el humo, pareciendo que casi lo saboreara entre calada y calada.

-Feliz aniversario de lo que quiera que tengamos. Francamente, Dalamar, no sé lo que nos traemos entre manos pero tiene que haber una razón de peso para que estemos aquí cada semana-.Su corazón palpitó con fuerza una vez, sólo una, al tiempo que su cerebro maquinaba y le hacía comprender que eso sería lo más parecido a una confesión romántica que podría oír viniendo de ese hombre. No se sonrojó, ni se puso nervioso. Ni siquiera se le secó la garganta o se le pegó la lengua al paladar. Sólo le invadió una suave sensación de placidez, de bienestar casi etéreo que se expandió por su cuerpo deslizándose como el humo que flotaba entre él y Raistlin.

Abrió el libro por una página al azar y sonrió. Estaba gastado, como si tuviese muchos años. Maltrecho y de hojas amarillentas que crujían entre sus dedos, lleno de polvo que le hizo estornudar. Aún así, no podía tener más valor.

-¿Era necesario esto?-Raistlin le miró con una sonrisa torcida y se encogió de hombros. Creyó recordar que esa era la primera vez que no pudo darle una respuesta concreta. El camarero, curioso dentro de su limpio esplendor, se acercó de nuevo a intentar el pedido y de nuevo fue despechado sin ninguna petición en especial-.Confesiones de un comedor de opio...

-¿Te lo acabo de dar y ya lo estás citando?-Fue su turno de encogerse de hombros y sonreír, cerrando el libro con cuidado mientras observaba con curiosidad el humo ascender-.Por otro año más...supongo-.Raistlin alzó el cigarrillo en gesto de brindis y él asintió con la cabeza, haciendo bailotear su pelo oscuro sobre los hombros.

Una mano suave, tan precaria y delicada como la salud de su poseedor y tan fina como todos sus rasgos se deslizó con cuidado por un mechón desprendido en ese asentimiento de detrás de su oreja y lo soltó justo antes de llegar a las puntas. Al alzar la mirada, volvió a encontrarse con los ojos dorados. Siempre brillando con amargura, con esa desazón que era todo Raistlin y que le cubría como lo hacía su piel.

Y entonces, sólo un beso. Discreto, tan efímero que rayaba lo irreal y que voló lejos tan rápido como llegó a sus labios. Un beso con sabor a tabaco, a amargura y a una nueva perspectiva que empezaba a surgir de entre las desesperantes sombras. Un beso que consiguió electrizar toda su piel y que le arrancó a su pecho un nuevo latido exaltado que se replegó y volvió a su rutinaria discreción con premura.

Ni una palabra más antes de mirarse a los ojos con la complicidad de quien participa en un juego clandestino y abandonar sus asientos a la vez bajo la atenta y suspicaz mirada de Mo.

-¿Hasta la semana que viene, entonces?-Raistlin dio una última calada al cigarro y aplastó el filtro contra una farola para arrojarlo después a la papelera que colgaba del poste. En ningún momento se dignó a mirarle mientras sus pasos se dejaban llevar sin pensar hasta el campus de su universidad.

-Y muchas semanas más, Dalamar...y muchas semanas más-.Con las manos en los bolsillos, Raistlin le dejó en la puerta del campus y pasó de largo. Como si no le conociera, como si no fuesen nada.

Una mueca se formó en su rostro. No de desasosiego, tampoco de tristeza al verle marchar. Una mueca divertida, del que sabe cómo es alguien y no espera otra cosa. Negó suavemente con la cabeza tras observar su figura alejarse y entró al campus apretando al pequeño libro bajo su brazo.

Tal vez sí que estaba loco.

Pero si él lo estaba, Raistlin también.

Notas finales:

Como ya dije en un review de "El Síndrome del Amigo Perfecto" hoy iba a subir un par de one-shots.

Ese par se convirtió en uno cuando mi ordenador eliminó el otro.

En fin...mientras lo reescribo y escribo el próximo capítulo de "El Síndrome del Amigo Perfecto" dejo aquí este pequeño trabajo que no sé cómo ni de dónde surgió. Simplemente, escribí las ideas que se me vinieron a la cabeza y salió.

La pareja en sí no es muy popular y de hecho la saqué del universo de la Dragonlance para que al menos no se los tragase el canon.

Agradecería los reviews críticos (si es que recibo reviews...cosa que si no esperaba con "El Síndrome del Amigo Perfecto" con este trabajo me parece casi imposible.)

Para los que lo hayáis leído, muchas gracias por dedicarle un poco de tiempo a este pequeño proyecto.


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