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Rueda de Agua por Eiri_Shuichi

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Notas del capitulo: Dedicada a mi planta Apola XD y con explicacion al final
 

Siempre pasaba por ahí, desde que era pequeño, camino o de regreso a la escuela, con el peso de los libros a sus espaldas, siempre, sin excepción, veía a la mujer alta, de cabello castaño y mirada gris, con sus vestidos sencillos regando con pasión todas y cada una de las plantas de la tienda que, hermosas y coloridas se exponían a la vista y admiración de los transeúntes que, al igual que él, no podían ignorar su belleza.

Durante su niñez y adolescencia solía ir corriendo y, en ese punto preciso, la fragancia dulce le llenaba los pulmones por una o dos bocanadas que lo animaban; así, conforme él iba creciendo la mujer envejecía pero las flores, las plantas, los pequeños árboles que algún día se asomarían esplendorosos; ellos parecían inmunes al paso del tiempo pues no había época del año en que dejaran de adornar la pequeña avenida sobre la cual el establecimiento se levantara pequeño pero llamativo con el verdor y las motas como un arco iris terrenal.

Así fue, al menos, hasta que alcanzo la edad en que el colegio le exigía usar transporte público volviéndose obsoleto el correr o andar a bici, de manera que su ruta cambió y así, su vista matutina dejo de ser esplendorosa por unos segundos para convertirse en monótona y gris, sin embargo, como suele suceder en un mundo tan grande, repleto de cosas y personas que el cerebro registra, el recuerdo de aquella tienda se perdió en alguno de los miles de archivos en su memoria; no podía recordarlo y, sin embargo, no lo había olvidado.

El tiempo paso porque él no es paciente, más bien demasiado preciso y cruel, haciendo que los días transcurrieran a la misma velocidad de siempre sin importar que ese joven que tiempo atrás fuera un niño, sin importar que Abel ignorara algo tan dulce de su vida, después de todo, ¿acaso no todas las personas ignoran recuerdos de sus vidas siempre?

Así pues, Abel siguió adelante y consiguió una beca en el extranjero, acepto de inmediato y haciendo sus maletas se fue por largos años a estudiar como tanto había soñado.

Pero el destino es caprichoso y reta al tiempo a menudo de manera que, en una de sus muchas jugarretas, despertó en Abel esa vieja memoria corta y efímera pero acogedora planeando egoísta un futuro que incluso el tiempo, hubiera considerado modificar.

 

Cuarenta y ocho meses después, Abel recorría pacíficamente las calles que antes frecuentara; era ya un hombre adulto, un profesionista, con un futuro brillante y un primer empleo oficial decente, su vida no podía ser más dichosa aunque, a veces, su corazón se llenara de nostalgia al remembrar un dulce aroma mezclado que le llenaba los sentidos tan familiarmente que era imposible no echarlo en menos.

Así fue como, sin darse cuenta, había llegado a la bifurcación que tomara muchos años atrás para ir al colegio y, entusiasmado por el alma de niño que aún vivía en su interior, echo a correr como en los viejos tiempos, cerro los ojos y, otra vez, la dulce fragancia de flores le lleno los pulmones como un aliento de vida; se detuvo atónito, con los ojos cerrados, esperando ansioso ver una vez más a esa mujer de cabello café y ojos grises regando las plantas con cariño pero cual fue su sorpresa al encontrarse con una joven y hermosa pelirroja de ojos verdes como las hojas de un retoño.

Se acerco por primera vez en toda su vida y la observo a detalle hasta que su mirada tuvo por respuesta una sonrosa acompañada por la melodiosa voz de la joven cuyo aroma restaba exquisitez a las flores al ser más magnífico que el de ninguna de ellas.

 

-Si, yo... solía venir aquí hace mucho tiempo y me preguntaba por la mujer que solía trabajar aquí

-Ya veo- su semblante se volvió triste con aquellas palabras pero se recupero pronto -así que usted conocía a mi madre; lamento decirle que murió hace ya un año y ahora mi hermano y yo nos hacemos cargo de este negocio

-Lamento mucho su perdida

-Esta bien, creó que mi madre nos hablo de usted

-¿De mí?- eso le impresionaba considerando que en ninguna ocasión había hablado con aquella mujer cuya alma debía descansar ya en el paraíso

-Si, bueno, es que nos describió a alguien muy parecido a usted; alto, delgado, castaño, de ojos azules y profundos... y también dijo que hacía tiempo no lo veía- sonrió con las palabras de la pelirroja al descubrir que aquella vendedora lo había observado por tanto tiempo -mi nombre es Venus

-Mucho gusto, Abel

-¿Quisiera conocer a mi hermano Van?, seguro estará encantado de ver al joven del que mamá hablaba tanto, por favor, pase; esta en el invernadero tras la puerta al fondo del pasillo, lamento no poder guiarle pero alguien debe atender

-No hay problema- no sabía por qué, en realidad no había razón para seguir, fácilmente podía decir que tenía algo que hacer y no volver jamás pero igual siguió las instrucciones y abrió la puerta entrando a un cuarto inmenso, con techo de cristal, caluroso y húmedo, repleto de árboles y plantas tan diversas como no hubiera visto nunca antes. Camino entre raíces y enredaderas olvidando la razón de estar ahí, fascinado por lo que sus ojos podían ver.

 

-¿Quién eres?- una voz serena, calmada, madura pero joven y, por sobre todo, masculina llamo su atención; giro el rostro y se encontró con un joven, de ojos entre verde y azul, de tez tan blanca como la porcelana y cabello oscuro; demasiado hermoso

-Abel, soy amigo de tu difunta madre

-Ah, ya veo- el joven giro el rostro y siguió con su labor, podando algunas plantas que Abel no pudo reconocer

-Supongo que tú eres su hijo, ¿cuál es tu nombre?

-¿Acaso no dijo que era amigo de mi madre?

-Hace tiempo que no nos veíamos y... no pudimos hablar mucho

-Entiendo; soy Van, creo que ya conociste a mi hermana

-Sí, así es...- ambos guardaron silencio, Abel no dejaba de observar al joven, no importaba si trataba de disimular, algo en él lo atraía, lo llamaba... sentía como si lo sedujera aún sin decir o hacer nada

-¿Gusta algo de beber?- le pregunto secándose en sudor del rostro con la muñeca y levantándose para dirigirse a una mesa de jardín tras el mayor -tomé, solo tengo agua

-Esta bien, de cualquier manera este lugar es muy caluroso

-Es cuestión de acostumbrarse, además... cada quien tiene resistencias distintas

-Creo que si- el castaño intento apartar la mirada del menor y cayó en la cuenta de un estanque a unos cuantos pasos dentro del cual, algunas ramas extrañas a su parecer parecían asomarse -¿Qué es eso?

-Esas son Aldrovandas; son plantas carnívoras

-¿Carnívoras?

-Sí, son más que un mito; estas en particular son acuáticas

-Interesante... este lugar es realmente fascinante

-Sí, mi madre dedico toda su vida a este lugar y estas plantas, cada una de ellas... era una mujer excepcional

-Muy linda sí... y veo que hizo bien con sus dos hijos, parece haberlos cuidado con el mismo amor

-Sí, lo hizo- sonrió dulce y melancólico a la vez el de cabello oscuro -puso especial cuidado en nosotros dos, éramos por así decirlo su mejor proyecto

-Seguro la hicieron muy feliz

-Y ella a nosotros- bebió Van seguido de su visitante que, al instante de probar la bebida no pudo evitar sentir un mal sabor de boca

-¡Qué cosa!, ¿seguro que es agua?

-Sí, pero es normal que le sepa extraña... cosa del invernadero

-¿Seguro?

-Tranquilo, no nos ha hecho daño nunca

-Supongo... pero igual es mejor buscarle una solución

-Lo tendré en cuenta...- dejó el vaso en la mesa y se acerco al mayor lentamente, mirando al piso hasta quedar a centímetros de distancia, lo cogió con las manos por la cintura y lo miro a los ojos sin importarle la gran diferencia de estaturas -dígame, ¿qué clase de amigo era?

-¿Qué... qué quieres decir?

-Es que, a mí también me gustaría ser su amigo- coló su mano por la espalda del castaño que, pese al escalofrió, se sintió incapaz de apartarse de aquella mirada entremezclada -¿quisiera usted ser mi amigo?- sus palabras iban cargada de desbordante sensualidad que rápido atraparon al mayor que apenas si podía respirar -¿le gusto Abel?- lo había sentado, casi tumbado a la mesa para alcanzar su cuello que lamió en clara provocación para dirigirse a morder ligeramente la oreja -¿le parezco atractivo?

 

Abel simplemente estaba acorralado, no podía alejar ese cuerpo joven y esbelto de si sin importar lo que su sentido común, a punto de estallar, le dijera; había algo en él, algo que llamaba su atención más que ninguna otra cosa en el mundo, se acerco también y le beso profundamente mientras su piel sentía como si cientos de espinas le perforaran; como si no pudiera moverse más.

 

Dos semanas después, la pelirroja regaba felizmente cada una de las plantas, con regocijo al ver que no parecía molestarles el que ahora fuera ella y no la anciana quien cuidara de ellas, entonces, un ruido llamo su atención, viró hacía adentró del local, precisamente hacía el pasillo que daba al invernadero y sonrió al ver a su hermano salir con tranquilidad, la misma que solía mostrar siempre.

 

-Comenzaba a preocuparme por ti, tardaste el doble de lo normal

-Normalmente no tengo presas tan grandes

-Cierto, ¿satisfecho?- pregunto dulce colocando su mano en la mejilla del otro

-Mucho- tomo la mano y la beso, con los ojos resplandecientes -ahora es tu turno, aunque no será fácil pagarte por tan buena presa

-Tranquilo; por cierto, Dros no debe tardar mucho

-¿Al fin la ha encontrado?

-Creo que no, pero lo importante es que sigamos juntos; así lo querría ella

-Tienes razón; Venus, deberías tomar un poco más de sol, tu cabello ya no esta tan intenso como la última vez

-Sí, pero sabes que no puedo tomar sol directamente, debo hacerlo en el invernadero

-Ve, yo me encargo

-Que suerte la nuestra- le sonrió antes de marchar al invernadero -no todos tienen esta oportunidad, pero extraño que nos cuiden- suspiro -tengo mucha sed, no olvides conseguir agua destilada

-No lo haré

 

Y es que, en situaciones como esas, quien hubiera pensado que la dulce mujer de cabello castaño y ojos grises no sabía cuidar plantas... sino que había conseguido transformarlas en algo más humano... en algo más peligroso.

Que lastima que Abel lo supiera demasiado tarde.

 

 

 

 

FIN

Notas finales:  

Bueno, aclaro:

Venu: Venus atrapamoscas

Van: Aldrovanda o Rueda de agua

Dros: En realidad no se especifica, pero tambien viene d ese tipo

Todas son plantas carnivoras y tambien a eso se debe la referencia del agua destilada; igual, no espero q nadie entienda el fic (yo no lo haria XD)

 

PD: Si, se lo comio XD literalmente, no en el sexoso


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