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Entre sombras de Sospecha por maryluz_mty

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Category: Shonen Ai, AU.
Raiting: PG-13.

Disclaimer: Yo no poseo a los personajes de GW, esta solo es una historia de fanáticos para fanáticos.

Warnings: Religión. El tema de la religión es tratado en este fic yaoi, ya que hay sacerdotes. Si alguien tiene problemas con algo de esto, les pido por favor, no lo lean.

-- Dialogo -
“Pensamientos “

Sssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssss

CAPITULO 1

Sssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssss

El viento silbó lastimero arrastrando los trozos de basura que atestaban las calles de aquel vecindario de mala muerte.

Un aroma nauseabundo inundaba aquel callejón infestado de roedores, animales callejeros, vagabundos y drogadictos, ocultos entre el cúmulo de basura abandonada en los enormes contenedores que jamás eran vaciados.

Un quejido se elevó al fondo de aquel lugar. Pero ningún otro sonido. Solo el rechinido de los sucios dientes apretarse de forma fuerte, ahogando un grito en su garganta, mientras cerraba los ojos por el dolor. La sangre de su cuerpo comenzaba a circular de forma inversa, vaciándose por completo de su cuerpo a través de dos pequeños orificios hechos en su moreno y sucio cuello.

Las nubes en el cielo se abrieron lo suficiente como para mostrar una enorme luna llena que iluminó por completo aquel callejón dejando ver un par de siluetas oscuras, muy cerca una de la otra. Uno de ellos cerró sus ojos ante la luz, que centellaron de un color rojo sangre por un momento.

Apretó por última vez dando el sorbo final, al tiempo en que el corazón de su victima dejó de latir. Soltando el cuerpo inerte de su abrazo mortal, este cayó de forma precipitada al sucio suelo dejando escuchar un fuerte golpe.

Una sonrisa de satisfacción se dibujo en el desfigurado rostro de la criatura nocturna, una gota de sangre resbaló por su labio manchando el piso. Con su mano limpió sus labios al tiempo en que escuchaba algo a sus espaldas.

Giró bruscamente topándose con la imagen de una asustada mujer madura. Abrió la boca mostrando sus colmillos enrojecidos por la sangre de su victima, dispuesto a alimentarse por segunda ocasión en una noche.

La mujer frente a él temblaba de miedo, jamás había visto a un hombre como ese y escurriendo sangre por la comisura de los labios, haciéndole temblar el corazón y helándole la sangre. Comenzó a hurgar torpemente entre sus ropas buscando algo con que defenderse, mientras la criatura caminaba sigilosa hasta ella. Sintió el frío del metal entre sus dedos y lo sacó a toda prisa para ponerlo frente al hombre.

La criatura sonrió de forma irónica, cuan tontos eran los humanos al pensar que una simple cruz podría detenerle. La mujer seguía aferrando con ambas manos el crucifijo, mientras murmuraba algo ininteligible. Rezos, posiblemente. Pero nada iba a detenerle. Dio un par de pasos para acercarse a la mujer, cuando sus finos oídos escucharon algo. Siseo una maldición y retrocedió apoyando sus manos entre los maderos amontonados a los lados de la basura haciéndolos caer, para perderse entre la oscuridad del callejón.

Al tiempo en que la criatura desapareció, el gritó que no había podido soltar salió de la garganta de la mujer.

Sssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssss

Una mujer nerviosa, entre sollozos, relataba lo que había visto sin orden aparente. La policía tomaba notas de todo, pero no tenían una idea clara de lo que había pasado. Lo único claro era que un hombre había aparecido muerto en un callejón, justo al lado de la iglesia del barrio.

La policía cerco el lugar con un par de cintas amarillas y cubrió con plásticos el cadáver para evitar que alguien le viera. La evidencia era nula. No había huellas, no había arma homicida y el hombre estaba muerto. Solo porque la mujer decía que había sido asesinado se contemplaba esa posibilidad. Pero no había sospechosos, era imposible de creer que hubiese sido lo que la mujer decía: Un Vampiro.

¡IMPOSIBLE!.

Un auto de vidrios ahumados detuvo su andar frente a aquel alboroto de sirenas y luces encendidas. Sin bajar del auto dejo vagar la vista reconociendo el lugar. Un barrio donde se mataba gratis, donde la vida de los pandilleros y los vagabundos se encontraba en cada esquina. No había luz que iluminara esas calles. Las farolas tenían los focos rotos, seguramente quebrados por los delincuentes que se juntaban en ese lugar, con el objetivo de no ser reconocidos. Frente a la escena del crimen, había un edifico oscuro y algo lúgubre, medio descuidado. Sobre sus tejas descansaba una cruz enorme.

-- Una iglesia

Abrió los ojos ante la posibilidad. Sería el segundo crimen en dos semanas que se cometiera frente a una iglesia. Aun que bien podría tratarse de una casualidad.

Abrió la portezuela del auto y bajo de forma segura. Con las manos en las bolsas del pantalón camino hasta el callejón sin dejar de observar cada detalle. Tenía que prestar atención a todo. La policía siempre pasaba algo por alto y ese era un lujo que él no podía darse. Había tenido suerte de estar allí poco después de que se había cometido el crimen. No, no podía decir que era suerte. La hija del comisionado Darlian, le había llamado informándole de lo sucedido, creyendo que con mantenerlo informado lograría salir con él. Que equivocada estaba la niña si creía que con esa información lograría comprarle.

-- Deténgase, no puede pasar.

La voz gruesa de un hombre vestido de traje le franqueo el paso. Enfoco sus ojos azules buscando alguna placa sobre el saco. No vestía como el resto de los policías, por lo que este debería ser un superior.

-- Capitán Broden – dijo de forma firme haciendo que el hombre se sorprendiera al haber mencionado su nombre.

-- ¿Como sabe quien soy? – pregunto intrigado.

-- La placa sobre sale de su pantalón capitán – dijo señalando la insignia.

-- Es usted muy observador. ¿Pero dígame quien es?

-- Soy…

-- Inspector, ¡Inspector Yuy!

La voz entrecortada de un chico les hizo voltear a ambos. Llegaba corriendo hasta ellos y se detenía respirando de forma acelerada debido a la carrera.

-- Lamento llegar tarde inspector, he venido en cuanto escuche su mensaje – dijo el rubio sonriendo de forma luminosa a los dos hombres.

-- ¿Inspector? – pregunto el capitán Broden.

-- Agente especial del FBI, Heero Yuy – dijo presentándose al hombre y mostrando su identificación – y el es mi compañero Quatre Winner. Queremos echar un vistazo a la victima.

-- ¡Claro!, claro inspector – dijo el capitán levantando la cinta amarilla para que pasaran – aun que he de confesar que no hay ninguna pista. Nos inclinamos en pensar que el hombre murió por causas naturales, era un vagabundo que vivía en estos callejones – dijo Broden caminando a un lado de los dos agentes.

-- Hn – dijo Heero fríamente a forma de respuesta.

El capitán Broden levanto el plástico para que pudieran ver el cadáver. El hombre estaba de lado, más pálido de lo que generalmente se ve un muerto, parecía como si hubiese pasado mucho tiempo en una congeladora y su piel se hubiera puesto azul debido al frío. Sus ojos por completo desorbitados, al parecer lo último que vio le había causado un miedo terrible. El rigor mortis estaba presente demasiado pronto, como si hubiese muerto hacía días y sin embargo no estaba descompuesto.

Heero sacó una pluma de la bolsa de su camisa y poniéndose en cuclillas señalo algo con la punta.

-- ¿Habían visto esto capitán? – el hombre se puso en cuclillas a un lado de Heero y pudo ver aquello que señalaba el agente. Eran un par de orificios pequeños, semejantes a los colmillos de algún perro, aun que la longitud entre cada abertura era menor a la mordida canina.

-- Seguramente se lo hicieron las ratas, en este callejón hay muchas – pero Heero negó con la cabeza. Había dos motivos para pensar así.

-- Las ratas morderían los dedos, la nariz, pero no el cuello, a menos que este tuviera alguna herida reciente. Además, las mordeduras de ratas se ven como arañazos, no de esta forma.

Broden cabeceo de forma afirmativa. Mando llamar a uno de sus agentes y le hizo las mismas observaciones que Heero menciono solo segundos antes.

-- ¿El mismo modus operandi inspector Yuy? – menciono Quatre viendo a Heero que aun permanecía en cuclillas observando de forma detenida el cadáver.

-- Me temo que si Quatre – dijo levantándose – sigamos revisando lo que la policía encontró, después habrá que ir con el forense y presenciar la autopsia.

-- ¿AU-TOP-SIA? – dijo Quatre de forma pausada, haciendo que Heero entrecerrara los ojos.

-- Si no tienes estomago para esto, deberías buscarte otra profesión – dijo de forma fría para después darse la vuelta para seguir averiguando por su cuenta.

Quatre bajo la vista de forma triste. Recién se había graduado de policía y debido a sus altas notas y rendimiento, había sido enviado al FBI bajo las órdenes del hombre que tenía una reputación intachable en el departamento. Era el más duro y frío, jamás dejaba un caso sin resolver. Cuando leyó su currículum, se quedo impresionado de la cantidad de casos que había resuelto y la enorme suma en las que se requirió su conocimiento y experiencia. Se imaginaba que sería un hombre mayor, quizá rayando los 50 o 60 años, ya que los conocimientos del inspector eran notorios en cada caso. Pero cuando lo vio, se dio cuenta que Heero era solo dos años mayor que él. Y ya contaba con el grado de inspector. Tenía una memoria fotográfica y era muy tenaz.

Se sentía honrado de trabajar con él, pero en ocasiones como está, cuando tenía que ir al forense, era cuando pensaba que Heero tenía razón y debería cambiar de profesión.

-- Quatre, ven aquí.

La voz de Heero lo sacó de sus pensamientos y corrió a toda prisa hasta el final del callejón. Heero observaba, de nuevo en cuclillas, unos trozos de madera que se encontraban tirados en el piso.

-- ¿Traes bolsas de evidencias? – pregunto Heero volteando a ver a Quatre.

-- Claro inspector – dijo sacando una de la bolsa de su saco y abriéndola. Heero tomo con su pañuelo un trozo de madera y lo levanto para meterlo dentro de la bolsa. Quatre lo selló – ¿una huella? – pregunto Quatre al ver la marca de una mano cubierta de sangre fresca marcada en la madera que Heero había guardado.

-- Quiero que comparen la sangre con la gota que se encontró a un lado de la victima. Y que la huella sea comparada también. Si no coincide con la de la victima, es posible que tengamos la huella del criminal o la de otro testigo.

-- ¡Eso sería fantástico Inspector! – dijo Quatre emocionado.

-- Puede que nuestro asesino haya cometido su segundo error – dijo Heero regresando su vista al cadáver.

-- ¿Segundo?, el primero sería dejar una huella tan visible como esta, de ser la del asesino, ¿pero cual sería el segundo? – cuestiono Quatre sin entender.

-- Desafiarme en mi propio distrito – dijo Heero caminando hasta donde el policía seguía interrogando a la mujer.

Sssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssss

A penas había salido el sol y uno de los hombres del FBI ya se encontraba sentado en su escritorio con varios papeles y fotografías en la mano. El resto del personal aun no llegaba, solo el conserje barría los pisos de forma distraída, sin prestar atención al agente estudiando algunas notas.

La puerta se abrió y un chico rubio entro dando los buenos días al conserje. Traía entre sus manos algunos sobres que dejo sobre el escritorio donde su superior seguía leyendo.

-- Buenos días Heero – dijo de forma cortes, obteniendo del agente solo una inclinación de cabeza – ¿a caso no has ido a dormir?

-- Dormí aquí - dijo sin darle importancia al asunto. Quatre se sentó en la silla frente al escritorio y le miro de forma reprobatoria.

-- Sabes, deberías tener vida propia. Buscarte una novia – Heero solo enarco una ceja ante el comentario – o novio… - dijo Quatre de forma baja sonrojándose y bajando la mirada.

-- Hay cosas más importantes, como encontrar a este asesino – dijo Heero tomando los sobres de color manila que Quatre había dejado sobre el escritorio y vaciando el contenido – ¿que es esto? – Quatre tomo las notas y las acomodo frente a Heero.

-- Estuve en la estación de policía antes de llegar aquí. Me han entregado copias de las declaraciones de la mujer, los vagabundos que solían estar con la victima y los dos sacerdotes de la iglesia.

Heero tomo las copias y se puso a hojearlas. Las preguntas básicas eran las mismas en cada declaración. Al parecer esos hombres solo agarraban el manual de interrogatorios y aplicaban las encuestas por igual a todos. Fueran testigos o no. Incluso podía ver que las últimas declaraciones en lugar de firma tenían una huella digital. Eso significaba que los vagabundos que estaban con la victima no sabían leer. O quizá estaban tan intoxicados que no habían podido sostener un lápiz.

Había que hacer otra clase de preguntas. Había dos declaraciones que llamaban su atención. Una era la de la mujer que decía haber visto a la victima y al victimario. Y la otra era la del sacerdote, párroco de la iglesia.

-- Vamos Quatre – dijo Heero tomando su saco y las copias de los interrogatorios.

-- ¿A donde vamos? – pregunto siguiéndolo.

-- Quiero verificar algo con dos de los testigos – fue la fría respuesta con la que Quatre se conformo.

Sssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssss

De día el vecindario se veía un poco menos aterrador que en la noche, pero solo un poco. Aun seguían las cintas amarillas franqueando el paso a los curiosos. Las marcas de tiza en el suelo mostraban el lugar donde el cadáver fue encontrado. Una serie de círculos con números indicaban los lugares donde fueron encontradas las evidencias.

En esta ocasión, muy pocas evidencias.

Heero se detuvo frente a la iglesia mientras introducía en su boca un cigarro. Había estado hablando con la mujer que había visto al asesino, pero repitió la misma historia. Fue un Vampiro.

¿Vampiros?

Jamás había creído en esas historias y por más convencida que se encontraba la mujer no comenzaría ahora a creer en esos cuentos de terror para niños. El vampirismo se consideraba una enfermedad en Europa, pero no del tipo que hace asesinar a alguien vaciando su sangre del cuerpo a través de orificios en el cuello. Seguramente el asesino estaba tratando de despistar a la policía. Porque ya llevaba dos muertos, contando el de la noche anterior, serían tres. El primero a 200 kilómetros de allí y hace tres meses. Pero estaba seguro que había sido la misma persona, su intuición así lo decía, y esta pocas veces le fallaba.

No era un vampiro, era un humano…

Camino por la parte principal de la iglesia empujando la enorme reja de metal que se encontraba semi abierta. Pudo percatarse que había una cadena con un pesado candado colgando de ella. Eso significaba que la iglesia no estaba abierta las 24 horas. Y no los culpaba. Seguramente los mal vivientes del barrio la usarían de escondite después de haber cometido algún hurto o crimen y por eso cerraban.

Se detuvo frente a la enorme puerta de madera que fungía como puerta principal de la iglesia. Esta estaba sumamente podrida, seguramente producto de las lluvias. Dado el lugar donde se encontraba, era un verdadero milagro que la siguiera conservando. Siguió caminando hasta traspasarla. El escaso sol de la mañana moría a muy pocos centímetros de la entrada dejando por completo a oscuras el interior. Unas luces mortecinas medio inundaban el pasillo que conducía al interior del lugar, pero tenía que hacer esfuerzos enormes para acostumbrarse a la oscuridad reinante. Sus pasos sonaban con un sordo eco en todo el lugar. El rojo, el negro y el amarillo eran los colores que más se podían notar. El rojo de la alfombra raída, el negro que parecía cubrir las paredes y las bancas y el amarillo que desprendían un sin fin de velas encendidas.

Si que el lugar era lúgubre… parecía estar entrando en medio de una pesadilla y no de una iglesia. Sabía que los lugares de Fe, como las iglesias, debían causar paz y tranquilidad a sus feligreses, pero estaba muy lejos de sentirse tranquilo en ese lugar.

Había un sonido extraño que provenía del frente, murmullos podía distinguir. Pero las columnas que atravesaban por completo el techo del lugar le impedían ver las primeras bancas. Siguió caminando con paso firme pero pausado hasta que pudo ver una figura hincada en la segunda hilera de bancas, frente a un enorme cristo. Dio dos pasos más hasta que pudo verle de forma clara.

El cigarro amenazo con caerse de sus labios cuando su boca se abrió con asombro al ver a la persona que rezaba hincado en aquella banca.

Mantenía ambas manos entrelazadas al estar rezando con tanto fervor. Sus ojos permanecían fuertemente cerrados, sus labios se movían de forma lenta y sensual al estar pronunciando los rezos y sobre su frente, varios mechones de cabello caían de forma rebelde. Pero lo que más llamaba su atención, era el largo cabello castaño que descansaba atado en una sola trenza. Vestía totalmente de negro… ¿a caso era un feligrés?

Comenzó a toser cuando el humo del cigarro se acumulo en su boca y esto hizo que aquella criatura tan magnifica que estaba hincada en las primeras bancas, abriera los ojos y se girara para ver al intruso.

Cuando lo vio levantarse, sintió como si le hubiesen dado un fuerte golpe. La persona frente a él usaba sotana… era un sacerdote. …l que se vanagloriaba de ser un magnifico observador, no se había percatado del alzacuellos blanco que sobresalía por debajo de la camisa.

Levanto la vista hasta toparse con unos ojos violetas brillantes. Le observaba detenidamente mientras una enrome sonrisa se dibujaba en sus labios. ¿Como podía una criatura tan bella ser un sacerdote?...

-- ¿Puedo ayudarles en algo?

Heero giro la vista para ver a quien más se dirigía, él había entrado solo a la iglesia, pero se sorprendió al ver a Quatre a un costado suyo. ¿En que momento el rubio había entrado que no se había dado cuenta de su presencia?

-- Buscamos al padre Roberts, ¿es usted? – pregunto Quatre cuando Heero no abrió la boca para decir nada.

-- No, yo soy Duo Maxwell, soy el seminarista asignado para ayudarle al padre Roberts hasta que me ordene. Pero ahora el padre no podrá atenderles, esta descansando. Si gustan venir más tarde o quizá yo pueda ayudarles en algo. ¿Me puede decir quienes son?

-- Somos… - comenzó Quatre, pero la mano de Heero en su hombro le hizo callar.

-- Somos de la policía e investigamos el asesinato de anoche – dijo Heero de forma firme dejando escapar el humo del cigarro que sostenía entre sus labios. Pudo ver como las cejas del seminarista se arqueaban con disgusto, al parecer algo de lo que había dicho le había inquietado. ¿Sabría esta criatura algo del asesino? Eso iba a averiguarlo muy pronto.

-- Puedo pedirle un favor agente – dijo Duo viendo directamente a Heero.

Heero se quedo en silenció viendo como el joven seminarista se acercaba a él y se detenía a menos de un paso de distancia de su cuerpo. Pudo ver de forma detenida esa mirada cristalina, parecía tan pura e inocente.

Entonces sintió como el seminarista levantaba la mano y arrancaba de sus labios el cigarro encendido para arrojarlo al suelo y apagarlo con su zapato.

-- Pero que demonios… - dijo Heero de forma precipitada haciendo que Quatre esbozara una enorme sonrisa y retuviera una carcajada en su garganta.

-- El humo del cigarro daña a nuestros santos – dijo mostrando las hermosas pinturas que colgaban en la pared – además, puede causarle cáncer a usted y aquellos que no fumamos. Así que e de pedirle que cuando entre a un lugar sagrado como este, deje sus maldiciones y sus cigarros afuera.

-- Hn – dijo Heero a modo de respuesta frunciendo el ceño. El joven seminarista le había tomado por sorpresa y eso era algo que nadie lograba. Le intrigaba el porque lo había conseguido aun sin buscarlo. Porque estaba seguro que el seminarista no lo había sorprendido a propósito.

-- Todo lo que sabemos del Nejo, se lo hemos dicho ya a la policía – dijo Duo sacando a Heero de sus pensamientos – no creo que haya algo más en lo que podamos ayudarles.

-- ¿Podemos hablar en un sitió donde no haya eco? – Pregunto Heero sin despegar la vista de la esbelta figura del seminarista – quizá pueda responder algunas preguntas que la policía no tomo en cuenta.

-- Claro agente, síganme, iremos a la sacristía – dijo señalando con la mano indicándoles el camino al lugar.

Heero observo detenidamente el interior de la iglesia mientras caminaba detrás del seminarista. No cabía duda que si él fuera católico, ese lugar no le inspiraría confianza.

Duo abrió la puerta de una oficina sumamente reducida y les hizo pasar, un escritorio y un par de sillas ocupaban el centro, pero le hacía lucir estrecha y amontonada. Una figura de un santo adoraban la orilla del escritorio y en la pared de atrás, un enorme retrato del papa. El seminarista tomo asiento al frente del escritorio y les invito a sentarse. Quatre tomo asiento rápidamente, mientras Heero observaba cada movimiento y ademán que hacía el joven frente a ellos con sus finas manos.

-- ¿No quiere sentarse agente? – cuestiono el seminarista viendo fijamente la mirada cobalto del agente. Heero cabeceo en acuerdo y tomo asiento sin despegar la vista de sus manos - ¿ustedes dirán en que puedo ayudarles? – cuestiono el joven de forma servicial.

-- ¿Donde estaba usted anoche cuando ocurrió el crimen? – pregunto Heero de forma firme levantando la mirada para ver la expresión del joven seminarista. Pero este sonrió de forma luminosa sosteniendo la mirada del agente.

-- Aquí, por supuesto – comento sin inmutarse.

-- ¿Escucho algo extraño?, ¿Algún forcejeo o grito? – cuestiono esta vez Quatre. El joven de ojos violetas se giro para verle y le sonrió de la misma forma.

-- ¿Ha vivido usted en estos barrios? – Cuestiono de forma dulce, Quatre negó con la cabeza – en este barrio el día que no hay peleas, disparos o gritos, es para preocuparse. Anoche escuchamos los mismos ruidos de todas las noches y los mismos gritos. El señor Peteres, que vive enfrente, de nuevo se peleo con su esposa, así que los gritos de la mujer al hombre se podían escuchar hasta media cuadra. La pandilla de los locos, volvió a retar a la pandilla de los Crazy por usar su nombre, así que estuvimos escuchando como corrían de un lado a otro lanzándose piedras. Estos son los ruidos comunes a los que estamos acostumbrados. Y no, no escuchamos nada extraño anoche.

-- El padre Roberts afirma haber visto por la ventana una sombra que corría alejándose del callejón donde encontraron a la victima. ¿Qué puede decirme de eso? – Duo parpadeo viendo los ojos cobalto del agente frente a él.

-- Se me hace difícil de creer que el padre Roberts haya visto algo. Yo estuve todo el tiempo con él y no vimos nada.

-- ¿Quiere decir que el padre miente? – cuestiono Quatre. Duo volteo a verle frunciendo el seño.

-- No, no he dicho eso. Anoche estuvimos atendiendo el comedor de los pobres hasta muy entrada la noche. En ningún momento el padre Roberts salió del salón comedor, yo tuve que salir al almacén por unas mantas extras, pero el padre no abandono el lugar y eso se lo pueden confirmar los hombres que vienen cada noche.

-- ¿A que hora salió del comedor?

-- Alrededor de las 11 u 11:30, no me fije.

-- ¿Cuanto tiempo se tardó en volver?

-- No se, solo lo que me tarde en caminar del salón al almacén.

-- ¿El salón esta en la parte trasera de la iglesia? – Duo cabeceo en acuerdo – ¿Donde queda el almacén?

-- Cerca del callejón

-- ¿Y no escucho nada extraño? – cuestiono Quatre

-- Solo lo que ya le dije

-- ¿Desde hace cuanto ayuda al padre Roberts en esta iglesia?

-- Desde hace 2 semanas, vengo de la Iglesia de St George que esta a dos horas de aquí.

Heero se paro a la carrera de la silla con los ojos muy abiertos por la sorpresa. El joven seminarista que estaba frente a él había estado en la misma iglesia donde se había cometido el segundo crimen.

-- ¿Sucede algo agente? – cuestiono Duo de forma nerviosa viendo la reacción del hombre frente a él.

-- ¿Que día salió de St George?

-- ¿Heero? – cuestiono Quatre jalando la manga del sacó de su jefe, pero este se soltó de forma brusca y sin dejar de ver los ojos violetas del seminarista volvió a preguntar.

-- ¿Que día salió de St George?

-- El 16 por la noche

-- ¿Y Llegó aquí esa misma noche?

-- No, no, llegue el 17 por la mañana, tuve que ir al arzobispado para recoger mi nombramiento en esta iglesia. ¿Por qué me hace tantas preguntas?

-- ¿Supo que asesinaron a un vagabundo en esa iglesia el 16 en la noche?

-- Si, me entere por los diarios… pero un momento, ¿usted esta sospechando de mi?

-- Que casualidad que a 2 semanas de su arribo a esta iglesia haya muerto otro vagabundo, ¿no lo cree?

-- ¡Pero como se atreve!, soy un sacerdote, no un asesino.

-- Es un seminarista – recalco Heero – y no sería la primera vez que un ministro de Fe se ve involucrado en un crimen – Duo solo apretó los labios con molestia sin dejar de ver el azul de hielo de los ojos del agente que parecía estarle tatuando en el rostro la placa de asesino. Tomo entre sus manos la taza de café que el padre Roberts siempre tenía cerca, le daban ganas de arrojársela a la cara a ese hombre, pero tenía que calmarse, no podía dejarse consumir por la ira.

-- ¡Heero basta!, estas haciendo acusaciones sin pruebas y sabes muy bien que todo mundo es inocente hasta que se demuestra lo contrario.

-- Hn – dijo Heero de forma fría alejándose del escritorio y dándole la espalda al joven seminarista.

¿Por qué había reaccionado de esa forma?, jamás se había sentido tan violento con alguien. Había tratado con asesinos en serie, violadores, ladrones, terroristas y los más locos suicidas y ninguno de ellos había logrado hacerle perder los estribos. Y ahora, de buenas a primeras, un simple jovencito vestido de sotana le hacía lanzar acusaciones injustificadas sobre él. Porque sabía que para acusar a alguien primero debes tener pruebas y él no tenía ninguna. Solo su agudeza y en esta ocasión había fallado cada una de las veces en que se dejo vencer por esa mirada violeta y esa sonrisa clara.

-- Disculpe al agente Yuy – dijo Quatre de forma apenada levantándose de la silla para seguir a Heero. El joven seminarista hizo lo mismo sonriendo de forma amplia.

-- No tengo que disculpar nada, se que su trabajo es encontrar a ese asesino y evitar que cometa más – Heero solo lo observo de reojo sin decir nada – si hay algo más en lo que pueda ayudarles, no duden en volver por aquí.

Heero se giro regresando hasta el escritorio donde Duo había estado sentado y tomó la carpeta de las declaraciones que Quatre había olvidado.

-- No olvides esto Quatre – señalo al rubio, quien se sonrojo apenado. Sin embargo Duo le dio un pequeño golpe en el hombro en señal de apoyo.

-- Todos somos humanos – dijo sonriendo haciendo que Quatre sonriera de forma luminosa.

-- Gracias por su tiempo, Seminarista Maxwell – dijo Heero caminando por un lado de ambos jóvenes que permanecían parados en el umbral de la puerta.

Heero sintió un ligero tirón en su brazo izquierdo y giro de forma rápida para ver que le impedía moverse. Se sorprendió al ver muy cerca de si el cuerpo del seminarista. Sus ojos estaban cerrados y sonreía de forma luminosa. Sintió un ligero cosquilleo provenir desde el lugar donde la mano del joven seminarista le sostenía, para después subir por su brazo y recorrer por entero su cuerpo.

-- Agente, ¿conoce los mandamientos? – pregunto el joven junto a él sin soltarle, pero entre abriendo los ojos dejando asomar esa mirada violeta tan llena de luz.

-- No soy católico, pero se que son 10 y estos rigen la vida de todos ustedes. Se considera un pecado mortal romper uno de esos mandamientos.

-- Entonces supongo que habrá escuchado el de “No robaras” – Heero frunció el seño al sentir como la delgada mano del seminarista se introducía a la bolsa de su saco y sacaba la taza con la que había estado jugando momentos antes – puede comprar este mismo tipo de tazas en la tienda de junto. 50 centavos no es un preció muy alto para un hombre como usted, ¿Verdad?.

Heero se soltó de forma brusca del agarre del seminarista y salió a toda prisa de la iglesia sintiéndose un completo estúpido. En todos los años de carrera en el FBI era la primera vez que alguien le hacía sentir de esa forma. Ni el más listo de los estafadores había podido vencerle. ¿Por qué este jovencito le hacía reaccionar como nadie lo había hecho antes?

-- Ahora tengo que buscar otra forma de conseguir sus huellas – dijo en voz alta haciéndole notar a Quatre cual había sido el problema al perder aquella taza.

-- Pero yo no creo… - comenzó el rubio, pero al ver la mirada furiosa que Heero le dirigió prefirió guardar silencio. El joven seminarista se veía tan amable y tan recto que se le hacía difícil de creer que tuviera algo que ver con el asesinato de la noche anterior o el de hacía 2 semanas.

-- Ve ahora mismo a la policía y averigua si la huella que encontramos coincide con la del muerto. Si no es así, asegúrate de que busquen en su base de datos alguna huella que coincida con la que encontramos. Yo estaré en la oficina tratando de conseguir la historia de ese seminarista y después iré a la morgue. Te espero allá.

-- Si inspector – dijo Quatre a la carrera dándose prisa en subir a su auto y arrancar a toda velocidad.

Heero se giro al sentir que alguien le observaba, trato de dirigir su vista hasta el lugar desde donde sentía estaba siendo observado. Levanto la vista hasta la parte alta de la iglesia, pero no vio nada. Quizá solo había sido su imaginación. Pero una segunda vista hasta el lugar le permitió ver la inconfundible figura del seminarista oculta tras el vitral de uno de los santos. El vidrio estaba quebrado y por el agujero pudo ver los ojos violetas que le veían fijamente.

Abrió la puerta del auto y arranco a toda velocidad para alejarse lo más que pudiera de esa presencia que le hacía temblar.

¿Podría ser el seminarista Duo Maxwell el asesino que estaba buscando?

Sssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssss

Continuara...
Notas finales: Tema dificil, pero espero les guste. La próxima actualización la hare en una semana.

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