Las luces de la ciudad y los destellos de la luna iluminan la oscura habitación llena de sollozos provenientes de uno de los gemelos. Su corazón se ha destrozado por completo. Siente un enorme vacío en su ser. Quisiera estar a lado de la persona que amó durante tanto tiempo, pero jamás se decidió por decirle cuanto le amaba y deseaba. Quisiera regresar el tiempo y decirle sobre sus sentimientos y evitar lo sucedido.
Como le gustaría tener a esa persona entre sus brazos, ser feliz a su lado, llenarle de dulces, tiernos y húmedos besos por todo su cuerpo. Pero eso ahora es un sueño, sólo eso,…un sueño.
Todo eso acabó por su maldito egoísmo. Le importaba más lo que pensaran sobre él, sin importarle lo que su hermano sintiera.
Siente ser el peor ser sobre la faz de la tierra.
Sentado en el piso, a lado de la cama con sus piernas recogidas y rodeadas por sus brazos y su rostro entre sus rodillas ahora los cientos de sollozos que salen de sí.
Levanta su rostro y viendo hacia la ventana que está delante de él. Su vista se dirige hacia una estrella, pero no cualquiera, sino la más brillante que hay. Suspira.
“porque no me di cuenta de los cambios de actitud que tuvo después de lo que le dije”,” soy un maldito estúpido que no aceptó ante su hermano el amor y deseo que éste me despertaba cada vez que le veía, oía, e incluso, olía. Como olvidar su dulce y agradable colonia”,” quisiera retroceder el tiempo y evitar que aquella situación sucediera”,”siempre le quise y amé, pero jamás se lo dije por temor a su reacción. Para que tiempo después él me confesara sus sentimientos hacía mi, y en lugar de recibirlo con los brazos abiertos lo rechacé. Le huía cada vez que se acercaba a mi, e incluso le dije que asco me daba aquello de tener algo que ver con mi propio hermano, mi gemelo, a sabiendas que yo sentía lo mismo hacia él, pero mi egoísmo pudo más que mi amor haciéndome una mala jugada e hizo que dijera cosas que no sentía, palabras vacías y dolorosas”- piensa el gemelo
Queda dormido sumido en sus sentimientos, dolorosos, pero a final de cuentas eran suyos.
Los rayos del sol comienzan a calentar la habitación.
Algo hace que salga disparado de la cama. Es el hecho de amanecer en la cama y cubierto por mantas mullidas y calientes.
No sabe ni como llegó ahí. Lo último que recuerda fue que se quedó dormido sentado en el piso, ahogando los sollozos que no paraban de salir.
Sus pies lo dirigen a la habitación de su madre.
Se acerca a la puerta golpeando suavemente con los nudillos. No encuentra respuesta, hasta que una voz femenina y conocida le llama desde la cocina.
-tom, cariño, baja a desayunar
-mamá…voy- baja de dos en dos las escaleras
Atravesando la puerta del comedor- eh…mamá…- el tono del gemelo era algo nervioso, el cual preocupó algo a Simone
-si hijo, que sucede…me preocupas
-tú…-tragó saliva- tú me subiste a la cama anoche y me cubriste con las mantas- la expresión en su rostro era entre asustado, nervioso, miedo, en fin, tenía de todo, menos alegría, caso que preocupó a la rubia mujer
-no hijo. Anoche llegué muy cansada, y lo que más quería era ir a mi habitación a desacatar…porque?
-no…por nada- toma asiento en una de las sillas altas de la cocina, apoyando sus codos sobre la mesa alta también, y su cabeza sobre los puños que forman sus manos.
-toma- le acerca una taza de café y un plato con waffles- come algo. Hasta parece que no hayas comido en días, mírate, estás pálido y con ojeras- era verdad, no comía por tristeza, pero ahora no podía dejarse vencer, tenía que comer para tomar fuerzas para ir a visitarle
-si, lo sé. Pero solo tomaré el café. No tengo mucho apetito
-eso no. Te comes todo o sino hago que te lo comas a como de lugar- con dos tonos de voz arriba de lo normal
-esta bien. Hoy no es día para discutir- dice tomando la taza entre sus manos dando un pequeño sorbo- a que hora iremos?
-en una hora- acercándose a su único hijo. Pasando una mano atrás de la cabeza tocándole el hombro en señal de consuelo- avísales a Andreas, Georg y Gustav
-si- otro sorbo pasa por su garganta- mamá- su tono se ha tornado serio y la vista se ha dirigido hasta cruzarla con su madre- porque hizo eso?
-ya hijo, olvídalo- tratando nuevamente de consolarlo
Baja la taza pero aún con la vista hacia abajo- como me pides que olvide a mi hermano, mi gemelo, como olvidar que pro mi culpa hizo lo que hizo- sabía perfectamente el motivo, pero su madre no sabía el porque
-tú no tuviste la culpa- apretando suavemente de su hombro
-si que la tuve. No debí tratarle así- levanta su rostro para ver a su madre. Sus ojos se han llenado de lágrimas. Una traviesa lágrima escapa, resbalando por su mejilla
Alza una mano limpiar aquella lágrima que resbala por la mejilla de su hijo- sé que ha sido un año doloroso, pero juntos podremos hacer que los que viene sean menos dolorosos
Se levanta de su asiento y abraza efusivamente a su madre, ocultando su rostro entre el hueco formado entre el hombro y el cuello. Deja salir todas las lágrimas que estaban siendo reprimidas- si, lo haremos juntos- ella se aferra a ese abrazo. Sabe que ambos lo necesitaban más que nada
También una lágrima está queriendo salir, pero no la deja para demostrarle a su hijo las pocas fuerzas que le quedan. Suavemente se separa de él- termina tu desayuno- limpia las lágrimas del rostro de su hijo- cuando termines, iremos a visitarlo
-si. Solo termino y les llamo- vuelve nuevamente a sentarse. Con el tenedor en su mano, toma un trozo de waffle. Lo lleva a su boca, lo mastica pero le cuesta pasarlo ya que el nudo en su garganta se lo impide
Simone le mira con algo de pena y tristeza, pero para no seguir viéndolo así, se macha hacia su habitación andando escaleras arriba.
Ha terminado de desayunar. Levanta el plato de la mesa y la taza, llevando ambas cosas al fregadero para ser lavados, pero algo no le deja. Recuerda que tiene cosas más importantes que hacer.
Hace lo mismo que su madre. Se dirige hacia la escalera como si los pies le pesaran los arrastra por la alfombra que hay saliendo de la cocina. Pero al llegar al primer escalón algo le detiene dirigiendo su vista hacia la mesita de centro de la sala.
Un portarretrato con la foto de él y su hermano. Camina hasta quedar frente a ella. La toma con ambas manos, le mira por varios minutos. Las lágrimas hacen nuevamente acto de presencia. Su gemelo y él abrazados, mejilla contra mejilla y sonriendo, recuerda bien lo que pasó el día que fue tomada la fotografía.
Era su cumpleaños número 15.