Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Oso de Felpa por Natsumi Mizuki

[Reviews - 25]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

 

Hi, hi. Anteriormente ya había colgado esta misma historia en la página de Slasheaven, pero hoy me decidí a subirla aquí también, espero que os guste ^^

De un tiempo acá me he leído varias historias de estos gemelos y sobra decir que he quedado prendada, a ver qué tal resulta este inusual e inocente experimento.

¡Besitos! =3  Y que el Twincest esté con vosotras.

Notas del capitulo:

 

Debo añadir que todo lo relatado en esta historia es producto de mi retorcida imaginación, ningún suceso tuvo lugar en la vida real (aunque yo aún tengo mis sospechas).

 

 

 

*******************

Oso de Felpa

*******************

Por Natsumi Mizuki

 

Bill Kaulitz era un curioso niño de ocho años, y como la mayoría de los niños de su edad, tenía un inseparable muñeco de felpa en forma de oso. El muñeco era de un bonito color blanco y llevaba un listón anudado al cuello, un regalo que su madre le había obsequiado en su último cumpleaños.

Bill se sentía orgulloso de ver al simpático oso colocado todos los días sobre su cama, y no sentía vergüenza alguna al admitir que de vez en cuando dormía abrazado de él, principalmente cuando en las noches la tormenta no dejaba de caer al otro lado de la ventana y el cielo era atravesado por furiosos relámpagos.  A Bill no le agradaban los relámpagos en lo más mínimo, pero procuraba no decir nada al respecto, pues Tom, su gemelo y hermano mayor, solía burlarse constantemente de él por tener un temor tan burdo.

Algo que en definitiva caracterizaba al pequeño Bill, era su interminable energía e hiperactividad, siempre saltando y canturreando feliz y causando bullicio por donde quiera que pasase. Sentía una afinidad especial por la música y, desde que recordaba, deseaba convertirse en un reconocido músico.

 Ese día, Bill se encontraba escribiendo la letra de alguna nueva canción sobre el escritorio de su habitación. Parecía muy concentrado y de vez en cuando hacía algún gesto gracioso como arrugar la nariz o  fruncir el ceño, todo con tal de encontrar un poco de inspiración.

Había perdido el hilo en la última oración que había escrito sobre el papel y no lograba encontrar una palabra que describiera correctamente los sentimientos que deseaba transmitir.

Volvió a fruncir los labios y justo cuando parecía que había encontrado lo que buscaba, Tom apareció de algún lugar inexacto y le sobresaltó gritándole al oído.

-¡Tomi! - Lloriqueó Bill haciendo una línea dispareja con el bolígrafo, tachando de paso un par de letras - No vuelvas a hacer eso.

-Pero es que me aburro - se justificó Tom con una sonrisa traviesa - Me aburro mucho.

Bill arrugó el entrecejo e hizo un mohín disgustado, volviendo a mirar el papel e intentando ignorar a su hermano. No le parecía justo que por el mero hecho de no encontrar nada productivo que hacer, Tom viniera de pronto y  le interrumpiera eso que desde hacía mucho no podía terminar.

-Ve a jugar a otro lado; estoy ocupado - Dijo intentado arreglar aquel manchón accidental.

Eso no le hizo ninguna gracia a Tom. Hacía unos minutos se encontraba sentado a lo largo del sillón de la sala cambiando frenéticamente los canales de la televisión, y al no encontrar nada decente, había subido a su habitación para molestar un poco a su hermano pequeño. Pero realmente no le agradaba que Bill tomara esa clase de actitudes, centrándose tanto en su música y dejándole a un lado. Incluso podía asegurar que de alguna forma, parecía comportarse con madurez mientras él parecía el hermano menor y juguetón.

-Soy yo el hermano mayor - Dijo alzando la voz y arrebatando el pedazo de hoja en el que Bill escribía - Así que debes ser bueno y hacer caso a lo que te diga.

Bill abrió la boca para protestar, pero sólo pudo dejar escapar un balbuceo incoherente. Detestaba que Tom se tomara tan enserio aquello, si en realidad sólo eran escasos diez minutos los que le hacían mayor, algo que para su entendimiento, debía significar un valor titánico  para su hermano, pues siempre que tenía oportunidad se lo recordaba.

-Devuélveme mi canción, Tomi - Pidió con tono paciente, estirándose para coger con la manos el papel. Tom retrocedió un par de pasos y alejó la hoja, consciente de que sólo lograría molestar más a Bill  - Por favor - Repitió levantándose y acercándose a él, teniendo que pararse en la punta de los pies para estirarse un poco más y quitarle la canción.

-No - Rió y comenzó a agitar la hoja en el aire, estirándose también para alejarla más de Bill.

Bill infló las mejillas y bufó enojado, rindiéndose al saber que no podría quitársela.

-Está bien, como quieras - Suspiró resignado y volvió a sentarse frente al escritorio, sacando otra hoja en blanco de uno de los cajones y reescribiendo lo que había puesto en la que le había quitado Tom.

De nuevo volvía a centrarse en la canción, olvidando que Tom estaba aburrido y deseaba jugar un poco. Tom contrajo el rostro en una mueca entre graciosa y de enfado, y dejó caer la hoja al suelo con rencor. Se cruzó de brazos y se dejó caer pesadamente sobre la cama de Bill, sin importarle hacerla rechinar de lo fuerte que lo había hecho.

-Eres un amargado, Bill - Resopló aún enfadado.

Bill no respondió, se encontraba demasiado ocupado tarareando los versos que había escrito con tanto esmero y buscando un ritmo acorde para poder cantar.

Entonces, Tom giró bruscamente el rostro, aún recostado sobre la cama, y lo que encontró a un lado suyo le hizo sonreír con malicia.   

-¿Bill? -preguntó incorporándose.

-¿Si, Tomi? - respondió sin dejar de tararear, ajeno a lo que cruzaba por la mente de su hermano.

-¿Qué sucedería si algo malo le pasara al Señor Oso?

Bill dejó de cantar y ladeó la cabeza, sin entender.

-¿Qué quieres decir?

-Nada en particular. Sólo tengo curiosidad.

En ese momento, Bill notó el tono ladino con el que Tom se refería a su muñeco preferido.

-Tomi... no querrás decir que...

 -¡Exactamente, eso quiero decir! - Gritó y de un salto se levantó de la cama, tomando al pequeño oso y dejando atónito a Bill mientras salía corriendo de la habitación.

-¡Tom, regresa en este instante! - Chilló siguiéndole, olvidándose por completo que debía terminar de escribir una canción.

Tom sonrió complacido mientras bajaba las escaleras, satisfecho de haber conseguido la atención total de su hermano pequeño. Continúo corriendo por toda la casa, seguido de Bill, que le suplicaba que se detuviera. Cuando se dio cuenta, se encontraba de nuevo en su habitación, sin ninguna opción para escabullirse.

-¡Tomi! - Le llamó Bill entrando a la alcoba, con la respiración agitada de tanto correr y las mejillas rojas.

Tom miró alternativamente a su hermano y al oso de felpa, intentando pensar rápido y encontrar una solución. Pero no se le ocurrió nada, y Bill ya se encontraba intentando arrebatarle al oso; así que lo único que pudo hacer fue abrir la ventana y lanzar al muñeco dos pisos abajo. 

Al principio le pareció una idea brillante y sobretodo desesperada, pero cuando se giró y vio los ojos llorosos de Bill, automáticamente se le borró la sonrisa del rostro.

Afuera llovía, y justamente el oso de felpa había ido a caer en un enorme charco de lodo.

-Bill... - susurró, alargando la mano para acariciarle la mejilla.

-¡Detente! -   Gritó encogiéndose, y las lágrimas comenzaron a correr por su rostro.

Tom se mordió el labio. Sabía que había hecho mal, y  ahora no era precisamente un buen momento para darse cuenta. 

-Lo siento - Agachó el rostro y bajó la mano que había alargado, colocándola a su propio costado.

Bill no respondió, pero tampoco le reprochó nada. Tom levantó el rostro, y no pudo evitar abrir un poco la boca al comprobar que Bill se encontraba sollozando, mordiéndose fuertemente los labios y apretando los puños para no llorar más fuerte.

 

La represaría que su madre le dio esa tarde no fue en absoluto gratificante. Se sentía demasiado culpable, y no le ayudaba en nada que le dijera lo que ya sabía.

-Tom, eso no estuvo nada bien - Prosiguió hablando Simone, cansada de que su hijo mayor mirara hacia ningún punto en especial y fingiera ignorarla - Tom, mírame - le llamó cogiendo su pequeño rostro entre sus manos - Bill está muy triste, cariño. Ya entendiste que lo que hiciste no fue correcto, así que ve y discúlpate con él, ¿de acuerdo?

Tom cabeceó afirmativamente, sin ánimos de hablar. Su madre le dio un beso en la mejilla y le animó a subir a su habitación, suspirando cansada. Las peleas entre los gemelos eran cada vez más frecuentes, pero  su instinto materno le decía que en esta ocasión era algo más serio.

Tom subió pesadamente las escaleras, como si dar un solo paso le causara mucho esfuerzo. Se detuvo frente a la alcoba que compartía con Bill, dudando unos instantes en si entrar o dejar pasar más tiempo. Cerró los ojos y giró el pomo, abriendo la puerta y entrando lentamente. El cuarto estaba con las luces apagadas, y ciertamente recién y podía distinguir los muebles. No tardó mucho en distinguir la cama de su hermano pequeño y un bultito bajo las mantas.

Se acercó un poco más y se sentó en el filo de la cama, escuchando como Bill lloraba casi en silencio. Vio que también se encontraba recostado dándole la espalda, así que comenzó a acariciarle el cabello. Sintió el cuerpo del más pequeño sobresaltarse por el contacto, pero no le dio importancia y continúo acariciándole.

-Lo siento, Billa. De verdad lo siento mucho - musitó bajito, utilizando aquel diminutivo con el que solía llamarle cuando sabía que estaba muy enfadado - No quería hacer eso.

Bill volvió a relajarse y a sollozar más alto, pero sin quitarse las mantas de encima.

-Prometo no volver a hacerlo. Dejaré que escribas las canciones que tanto te gustan, y también prometo ayudarte. Puedo tocar la guitarra, esa que me obsequió Gordon, y entonces ambos haremos música.

Bill se descubrió el rostro, y miró a Tom a los ojos.

-¿De verdad lo prometes? - susurró con una vocecita que ciertamente, a Tom le pareció enternecedora - ¿Me lo prometes, Tomi?

Tom asintió con la cabeza, y sonrió cuando una tímida sonrisa se formó en los labios de Bill.

Esa misma noche, Tom escuchó un ruidoso relámpago atravesar el cielo. Llovía más que antes, y el sonido no le dejaba dormir. Se revolvió en la cama, incómodo y sin encontrar una postura agradable. Cuando un segundo trueno se escuchó, se llevó la almohada al cabeza, más fastidiado que antes. No le gustaba que lloviera, y mucho menos los truenos, pero era por una razón muy diferente a la que acosaba a Bill. Entonces, sintió que alguien le llamaba. Se quitó la almohada y pudo ver a Bill parado a su lado, con una expresión que le pareció realmente graciosa.

-Tomi... - Otro rayo resonó estrepitosamente, y Bill no pudo hacer otra cosa más que apretar los dientes y comenzar a temblar - ¿Puedo dormir contigo esta noche? - preguntó casi rogando, con los ojos llorosos.

Tom pensó en decirle que ya eran bastante grandes para hacer eso, pero la expresión desesperada de Bill le hizo cambiar de opinión. Se recorrió un poco para hacerle espacio, y palmeó la cama para que se recostara también. 

-Está bien, pero sólo esta noche.

Bill sonrió ampliamente y se apresuró a entrar en la cama, metiéndose bajo las mantas.

-Gracias - susurró antes de acunarse contra Tom, pegándose a su cuerpo.

Tom también sonrió. Pasó un brazo por el pequeño cuerpo de Bill y agregó:

-Es lo justo; te lo debo. Supongo que tendré que abrazarte por las noches cuando llueva, como lo hacía el Señor Oso.

Bill no pudo reprimir una risita y asintió, de acuerdo.

-Lo estropeaste, Tomi. Pobre Señor Oso, mamá tardará mucho en lavarlo.

Tom se encogió de hombros y cerró los ojos, quedándose dormido después de que Bill lo hiciera.

 

***

 

Habían transcurrido varios años, y ahora ambos gemelos acababan de cumplir los diecinueve años de edad. Tom se encontraba sentado en el sillón del Hotel donde se hospedaban actualmente, después de haber dado un concierto. Estaba un poco cansado, pero quería afinar su guitarra antes de ir a dormir.

Tocó un par de notas más, cuando Bill salió de la habitación y lo miró con una expresión extraña en el rostro.

-¿Qué sucede? - Le preguntó levantado la mirada, pero sin dejar de tocar su guitarra.

-Es extraño - respondió Bill, con una sonrisa en los labios -¿Recuerdas al Señor Oso? - preguntó mostrándole el oso de felpa que llevaba en las manos. - Debió colarse en mi equipaje.

Tom dejó su guitarra a un lado y frunció el ceño.

-Como olvidarlo - murmuró fingiendo estar molesto - Lo utilizabas de pretexto para colarte en mi cama todas las noches. Después de esa tonta pelea y que mamá te lo devolviera como nuevo, lo escondiste bajo la cama y dijiste que lo habías perdido.

Bill se sentó a su lado, sin dejar de mirar al muñeco con nostalgia.

-Es cierto - su sonrisa se hizo más grande -   Te dije que lo había perdido y que tú debías ocupar su lugar, así que siempre dormíamos juntos - infló las mejillas al recordarlo - Pero cuando mamá lo encontró un día de limpieza, fuiste tú quien lo escondió.

Tom se encogió de hombros, con modestia.

-Parecía que eso realmente te agradaba, así que pensé que no lo necesitarías más.

Bill asintió, y acarició la cabeza del pequeño oso.

-Fue gracias a él que decidimos tocar y formar la banda. Tal vez debería componerle una canción - Dijo conmovido.

Tom soltó una risotada, divertido por semejante ocurrencia.

-Sí, claro. A las fans les encantará saber que Tokio Hotel se formó gracias a un oso de felpa.

 Bill continúo acariciando al muñeco, intentando no reír también.

-"Oso de Felpa" - Repitió entrecerrando la mirada -¿O quizá debería llamarla "La balada del Señor Oso"?

Tom puso los ojos en blanco, tomando de nuevo su guitarra.

-Olvídalo. Estás loco si piensas que compondré música para eso  - insinúo comenzando a tocar.

 

-Tomi, está lloviendo - dijo Bill después de un rato - Parece que habrá muchos truenos - Tom no dijo nada, continuó tocando su instrumento - Tal vez debería dormir con el oso de felpa... 

-Ni siquiera lo pienses - advirtió con semblante serio, dejando de tocar su guitarra por un instante.

Bill sonrió divertido, abrazando al muñeco contra su pecho y recostando su cabeza en el hombro de Tom.

Definitivamente le compondría una canción a ese pequeño oso de felpa.

 

Fin

 

 

Notas finales:

El Diario de Natsumi:

Pues aquí termina esta pequeña e inocente historia, espero que de verdad os haya gustado. Disfruté mucho escribiendo cada línea, y me encantó usar el pretexto del oso de felpa para la formación de la banda ;)

Al principio no tenía pensado colgar el fic en esta página, debo decir que aún tengo mis dudas; pero en fin, si no funciona siempre puedo eliminarlo, aunque sería una verdadera lástima. Ojalá os animeis a escribirme algún comentario, lo agradecería mucho! Tal vez algún día me anime a escribir alguna otra historia similar, claro, si es que no lo hago tan mal.

Besitos y gracias por leer.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).