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Si Snape hubiera conocido el jabón Asepxia... por nezalxuchitl

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Notas del fanfic:

¡Hola! Jejeje, bueno, con el titulito que tiene este fic, ya sabran a que atenerse: es una especia de AU medio parodico y bastante mamoncito, pero yo al escribirlo lo encontre divertido, ojala ustedes tambien *.*

Nota: En mi fanfic no respeto las edades que nos da Rowling de los personajes: por ejemplo McGonagall es joven, Lucius Malfoy es de la edad de Sev y los otros, y asi.

Disclaimer: el jabón Asepxia es propiedad de los cientificos y merdadologos que se dieron cuenta de la cantidad de dinero que podia dejar una solucion de acido salisílico sobre las castigadas faces de los adolescentes, yo solo lo uso con motivos de diversion y de acuerdo a la libertad de expresion que impera en occidente, etc. Lo mismo el shampoo Head&Shoulders. No me dan una patada en el culo por hacerles propaganda, pero si funcionan jajaja!

Y perdon por las faltas de ortografía que puedan encontrar, pero no tengo tiempo de corregir antes de publicar.

Notas del capitulo:

¡Que lo disfruten!

 

1° El patito feo.

 

El pequeño Severus Snape, de tan solo doce años regresaba en el tren a su casa para pasar las vacaciones de Navidad de su segundo año en Howgarts.

 

Su padre no fue a recogerlo: Tobias Snape trabajaba todo el dia en una fabrica muggle. Su madre, Eileen Snape, una mujer fea donde las haya, con la piel toda castigada por tandas y tandas de acne, con expresión de amargada, lo esperaba en el andén nueve y tres cuartos, envuelta en un abrigo viejo y descosido. La saludo tímidamente levantando una mano a través del cristal empañado de la ventanilla, pero al mirarlo, ella agrio mas el gesto.

 

El pequeño Severus bajo la cabeza y una cortina de pelo negro, largo (no tenia dinero para ir al peluquero) y grasiento le tapo la cara por completo: se sentía tan abatido... La puerta del compartimiento se abrió y los dos niños que el mas detestaba se recortaron contra la luz del otro compartimiento, en el dintel de la puerta.

 

-¡Vaya vaya, pero si es Quejicus en persona!- exclamo el vozarrón de trueno de James Potter, atrayendo la atención de un grupillo de admiradores que lo seguían.

 

-Y nosotros que pensábamos que el mal olor del ultimo vagón se debia a un barril de manteca pasada...- dijo la voz de tonito fastidiado e indiferente de Sirius Black.

 

-Manteca pasada es lo que tienes en vez de cerebro, Black.- susurro Snape, bajito y amenazador, mirándolos con odio a través de las grasientas guadejas de su pelo.

 

-Modera tu vocabulario, Quejiquis, o tendré que lavarte la boca con jabón y supongo que eso no te gustara nada.- amenazo Black y los estudiantes del otro vagón estallaron en carcajadas.

 

-¿Ah si?- siseó Snape, y sus ojos muy negros y muy brillantes, como los de una víbora, refulgieron y sacudió la cabeza para mostrar su rostro, brillante de grasa y con algunos granos- ¿Tu y cuantos mas, Black?

 

-Creo que conmigo y con James basta...- Sirius, a pesar de solo tener doce años, ya dejaba entrever la belleza en que se convertiría: era un niño tan bonito que de bebe su arpía madre lo había rentado para niño Dios en las pastorelas.- ... aunque quien sabe...- fingió temor- Con la cantidad de mugre que tienes quizás necesitemos la ayuda de Remus.

 

Se volteó a ver al niño paliducho, de pelo castaño claro, con reflejos rubios y grandes y bonitos ojos ambarinos, como los de un cachorro de lobo. El niño levanto las manos:

 

-Conmigo no cuenten: no me quiero meter en problemas.- declaró.

 

-¡Yo si los ayudo, yo si los ayudo!- dijo entre brinquitos de gozo un niño bastante feo, regordete y con cara de rata.

 

-Mucho ayuda el que no estorba, Peter.- replico con voz cansina Sirius y el otro se congelo a medio brinquito. No parecía ofendido, mas bien entusiasmado de ver una buena exposición de bravuconería sin ningún exfuerzo por su parte. Sirius se volvió a Snape que los miraba expectante y con la varita lista, apuntándoles desde el interior del bolsillo de su tunica- A ver Quejicus... ¡Fregotego!- exclamo y un montón de pompas de jabón comenzaron a salir de su boca.

 

-¡Vanishe!- gritó James y una espumita rosada comenzo a resbalar desde la coronilla de Snape, que daba arcadas para no ahogarse con las pompas de jabon.

 

-¿Vanishe?- inquirió Sirius a su amigo.

 

-Es un hechizo que usa mi mama para las manchas difíciles de sacar.- explico el niño peli y oji negro, despeinándose descuidadamente con una mano.

 

-Interesante.- contesto Sirius, y se dio la vuelta con tanto garbo como un modelo en la pasarela, y desando el camino para bajar del tren. James lo siguió, guiño el ojo a unas chicas de sexto bastante lindas y salio del compartimiento. Remus miro un momento a Snape, que seguía ahogándose con las pompas de jabon y cuyos ojos abría y cerraba rápidamente, pues le escocían por la espuma que le habia llegado a ellos del encantamiento para sacar manchas difíciles. Peter tiró de su manga.

 

-Vámonos.

 

-No podemos dejarlo así.- lo señalo.

 

-James lo dejo así, y si James lo hizo bien hecho esta.- declaro con su cara ratonil.

 

-¡Finite incantatem!- apunto Remus con su varita y de inmediato Severus dejo de vomitar pompas y de hechar espumita por la coronilla.- ¿Estas bien?- le pregunto haciendo la finta de acercarse.

 

-¡Lárgate!- le grito Snape, llorando aun, pero ahora de rabia.

 

Fue el ultimo en bajar del tren: no quería exponerse a mas burlas... ¡esos Gryffindors, esos Gryffindors idiotas se lo pagarían muy caro! Aprendería el hechizo para convertirlos en sapo, no mejor el que daba hemorroides...

 

Su madre lo sarandeó cuando pasaba a su lado de largo.

 

-¿Y ora que te pasa?- le preguntó entornando los ojos, cercados de bolsas oscuras.

 

-No me pasa nada.- le espeto el niño dando un manotazo al aire.

 

-¡Pero si estas todo mojado y hueles a jabón!- se extraño su madre- ¿Que te paso?

 

-¡Ya te dije que nada!- gritó el humillado pequeño.

 

-¡No te hagas el valiente conmigo! Te han vuelto a molestar esos niños Gryffindor, ¿verdad?

 

-Esos idiotas están a años luz de poder molestarme.- declaro con suficiencia Severus.

 

-¡Ese es mi niño!- lo animo la bruja y se inclino para quedar a su altura en el semidesierto anden- ¿Que te hicieron Sev?

 

El niño miró fijamente a las puntas de sus zapatos, con los ojos humedeciéndosele.

 

-Se meten conmigo por que mi pelo y mi cara estan grasosos.- lloriqueó, abrazándose a su mamá.

 

-¡Ay, Sev! ¿Te has lavado la carita todos los dias?

 

-¡Si, y el pelo tanbien, pero este trimestre ha empeorado!- sollozo el niño- ¡No pasan ni cinco minutos de que me la lave y al pasarme el dedo por la nariz me queda brillante! ¡Y mi pelo es peor! ¡Uso una botella de shampoo cada vez y no hace espuma!- Severus sollozo en el hombro de su madre.

 

Esta lo abrazo y moqueó también: no tenia corazón para decirle que esa piel extraordinariamente grasa era su herencia, por parte de ella... una maldición genética de exceso de actividad de las glándulas sebáceas, originada por el hecho de que el tataratatarabuelo Ulysses había capturado una sirena y la había convertido en madre de sus hijos.

 

Entre los efectos de la sangre de sirena se habían encontrado el hecho de que el tatarabuelo habia tenido manos y pies palmípedos, la piel de las piernas verdosa, y escamosa y de la cintura para arriba se resecaba tanto fuera del agua, supusieron los sanadores, que excretaba una increíble cantidad de sebo para mantenerse humectado. Por el contrario, las escamitas de sus piernas estaban tan resecas que le dolían.

 

El abuelo presento la mejoría de ya no tener membranas entre los dedos. Su padre solo fue conocido como "Cara de sebo" Prince. Ella había corrido una suerte similar, aunque una gran cantidad de pociones de belleza habían logrado que su cara no chorreara como una vela de mala calidad. La sangre muggle del padre de Severus, completamente limpia y "refrescante" había hecho que los efectos de la antepasada sirena fueran casi imperceptibles en su pequeño. Casi.

 

Pero ese casi amenazaba con hacer infeliz a su pequeño como la habia hecho infeliz a ella. "¡No lo permitiré!" pensó la mujer con testarudez, estrechando el cuerpecito delgado de su niñito. "¡No lo permitiré, no lo permitiré...

 

-¡No lo permitiré!- grito de repente, asustando un poco a su hijo.- No permitiré que esa estúpida grasa corporal te haga infeliz, mi cielo, mi Sev.- le beso la frente y sus labios se sintieron como posados sobre una barra de mantequilla.- Tu no cargaras con el estigma de los Prince. Voy a mantener tu piel fresca y tu cabello radiante aunque la vida me vaya en el empeño.- juró Eileen levantando su puño de nudillos enrojecidos contra el cielo invernal del que pequeños copos de nieve comenzaban a caer.

 

Lloro estrechando a su hijo, por él, por si misma, por lo que hubiera sido de su vida si sus problemas del cutis no la hubieran marcado del modo en que lo hicieron... se suponía que la sangre de sirena brindaba un atractivo especial, pero cualquier posible atractivo se esfumaba al ver una cara tan fea que se rentaba para decoración de Halloween. Si tan solo no hubiera quedado picada del rostro como un huevo de golondrina... habrían podido conseguir algo mejor que un muggle pobre y borrachin... Pero su Severus no sufriría asi. Su Severus brillaría: y no de manteca. Aunque fuera lo ultimo que hiciera.

 

Continuara...

Notas finales:

Espero haya sido de su agrado *.* Cualquier duda, comentario, sugerencia, etc, es bienvenido y contestado a la brevedad posible.

Actualizo pronto!!! (quienes ya me conocen saben que si jajaja)


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