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Unpredictable por KakaIru

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Notas del fanfic:

 

Hell-o! Aquí viene de mi retorcida mente, un pequeño two-shot para entretenernos. Nuevamente un Batman/Joker (porque estos dos son lov! *w*). Advierto desde ahora: puede que haya errores (y los habrá) y probable OOC (esperemos que no mucho *risitas*) sooo… siéntanse libres de indicármelos xD

 

Enjoy!

Notas del capitulo:

Sin más que decir! *se abre el telon*

 

Con ustedes, la Fuerza Indetenible! *aplausos*

I.  

Joker ha escapado de Arkham.

La noticia se corre como la pólvora. La policía está intranquila, ansiosa, dicen que Batman no puede dormir –si es que alguna vez lo ha hecho- y que ahora se pasea, peligroso, por las calles y callejas. Es como…  

Como uno de esos animalejos que sabes que están en las sombras, pero no puedes verlos.  

Alfred se preocupa, a veces –aunque no lo diga-, cuando ve a Master Wayne aparecer de ese modo. Le ve caminar de un lado a otro dentro de su habitación, como un tigre enjaulado. A veces gruñe solo, y golpea la pared, o el suelo, o la cama, o cualquier cosa. Aprieta los puños, porque sabe que tiene que encontrarlo.

Es entonces cuando el mayordomo siente que algo no está bien.  

Normalmente Bruce no actuaría de esa forma.

Es decir, Joker ya ha escapado otras veces antes. Y Master Bruce le caza; es decir, Batman le caza, y nuevamente vuelve a encerrarle donde debe estar. Esta vez, sin embargo, lo que enfurece al hombre murciélago es otra cosa.  

Lo que lo tiene tan alterado es que, a pesar de que ha escapado, Joker no aparece.

  

No le ha visto en ningún lado, porque no ha cometido asesinatos ni ha puesto ninguna bomba, tampoco ha tomado rehenes ni ha hecho un circo espeluznante de cualquier situación. Y esto lo enferma. Sí, de esas enfermedades de las cuales no quieres saber cura.

  

Bruce Wayne lo sabe perfectamente. Sabe que Joker es algo más que su archi-enemigo. El Joker lo es todo para él. Es lo que lo complementa. Y no puede simplemente tolerar el hecho de no saber nada de él, después de todo Batman siempre ha sido un controlador. No soporta no tener las riendas de la situación, y esto lo enfurece.

  

Por primera vez se encuentra ansioso, inestable.

  

Necesita ver a Joker. Golpearlo tal vez, fingir que le da alguna lección mientras intenta convencerlo de que lo que hace está mal. Pero tiene que buscarlo. Sí. ¡Eso hará!

  

Por eso se acerca a la puerta, dispuesto a irse a por su traje. Lo buscará así sea debajo de las piedras, arruinará su de seguro plan malévolo y le devolverá al asilo al que pertenece. ¡Eso es lo que quiere! ¿O tal vez debería simplemente llevarlo allí, a su penthouse, y…? ¿Y qué?

  

Se detiene.

  

No, ¿pero qué diablos está pensando?

  

Él no es así –no debería-; Bruce Wayne es más racional que eso.

  

¿Pero cuando han sido racionales las cosas cuando éstas incluyen a Joker? Nunca, desde el comienzo ha sido de ese modo. De hecho, ¿cómo empezó todo? ¿Dónde iniciaron las noches pensando en él, imaginándole en cualquier situación, deseando combatirle –o al menos tocarle- bajo la más patética de las excusas? Está enloqueciendo, es la única explicación.

  

Porque no hay forma lógica que explique el porqué de su comportamiento.

  

Joker es malo; es un asesino.

  

Y aún así no puede dejar de pensar en él. Porque le desea. No sabe el porqué de este deseo tampoco, pero sabe que es fieramente latente, sabe que se intensifica hacia aquel hombre. ¿Qué es lo que lo atrae? ¿Es la actitud despiadada, descuidada, sin corazón? ¿Es de pronto su expresión macabra, siempre diabólica, con la horrible sonrisa en los labios? Es algo… algo tan fuerte que no puede soportarlo sin sentir que estalla.

  

¡Tiene que buscarlo!

  

-Master Wayne, ¿a dónde va?- pregunta Alfred luciendo muy cómodo, siempre servicial.

  

-No lo sé- responde Bruce sinceramente.

  

Cuando sale de la mansión ya deja de ser Bruce. Ya deja de ser el famoso billonario y se convierte simplemente en ‘Batman’. En el justiciero que toma la ley en sus manos.

  

“Tengo que saber de él”, piensa con amargura.

  

Le arde el pecho tan sólo por la incertidumbre.

  

Mientras pasea por las calles, sin embargo, nota algo diferente. No es sólo por la ausencia de Joker.

  

Esta vez… es algo más.

 

    

*

 

    

La noche cae lentamente, las estrellas brillan. Allí, en medio de la penetrante oscuridad, la figura de talante sin igual se estira visiblemente, una sonrisa eterna gobernando sus labios. Camina de forma de descuidada, casi hilarante, su rostro imperturbable –siempre deforme- brilla cuando de vez en cuando las luces de las suaves velas resbalan sobre su piel. Sus ojos, de color esmeralda –muy brillantes y de vista casi demencial, muy loco todo él-, sugieren una diversión constante.

  

Tararea una canción por lo bajo; una de esas que ha oído días antes y que se le ha hecho tan -¿cuál es la palabra?- divertida.

  

El aire frío de Gotham parece calarle los huesos, pero se siente bien estar fuera de Arkham al menos por un tiempo. En su mano brilla, letal, una navaja, su fiel acompañante, y su lustroso traje violeta no muestra ni la más mínima arruga. El maquillaje –su pintura de guerra- adorna perfectamente sus inusuales facciones, o más bien los inusuales defectos en su rostro. El cabello verde cae como ondas a un lado de su cara y, de no ser por su expresión enfermizamente macabra, podría decirse que la escena en sí puede llegar a resultar agradable.

  

Podría serlo, si tan sólo no fuese él uno de los asesinos más peligrosos de la ciudad.

  

Y esa noche se encuentra… inusualmente feliz.

  

La elección de la Iglesia ha sido puramente al azar. Ni siquiera sabía que se hallaba dentro de una hasta que alzó la mirada y contempló la –horrenda y casi espeluznante- visión del hombre crucificado. También observó, como ido, los asientos ordenados, los candelabros y las velas. Ah… está todo tan silencioso.

  

Suelta una pequeña risita y se acomoda los cabellos detrás de la oreja, tratando de lucir apuesto.

  

-Vaya, vaya…- murmura tras otra corta carcajada.

  

No se atrevería a decirlo, pero es la primera vez que se interesa en un lugar así. Pero tiene algo de encanto, como todo en el mundo. Con sus dedos enguantados recorre el filo de la mesa que sostiene la imagen de una virgen.

  

Casi hipnotizado por los colores resplandecientes a su alrededor, un sonido capta su atención de pronto.

  

Con los ojos abiertos y la expresión del que ha sido descubierto cometiendo una fechoría, una luz ilumina su cara. Sonríe más ampliamente cuando su descubridor suelta un chillido al reconocerle.

  

-¡J-Joker!

  

El payaso juega, como casualmente, con la navaja que sostiene en su mano; su sonrisa acrecentándose con cada segundo que pasa y el nuevo espectador que palidece, sudando copiosamente.

  

-Parece que me han descubierto, ¿no es así?- pregunta el Joker burlonamente mientras se acerca al indefenso pastor, quien sostiene el aliento dentro de su pecho, vaticinando sus últimos segundos de vida- Paseaba por estos sitios, ya sabe, padre.

  

El hombre, un tanto más delgado y bajo que Joker, torce el gesto en puro horror al contemplarle acercarse a él. El miedo parece abandonar sus poros, su piel transpirando, su respiración agitada. Tiembla visiblemente cuando la filosa navaja acaricia los contornos de su rostro, Joker jugando con él, su pequeña presa que tiembla ante su toque.

  

-¿Tiene miedo, padre?- pregunta Joker con soberano alarde, moviéndose alrededor de su víctima, estudiándole con sus demenciales ojos, notando con sumo placer la forma en que se retuerce, asustado- En realidad… me hace bien estar aquí, ¿sabe?

  

-Esta es la casa de Dios- dice finalmente el hombre, armado de un valor que realmente no posee.

  

Joker alza una ceja, entusiasmado.

  

-¿La casa de Dios?- un pequeño momento de silencio y estalla en limpias carcajadas- ¡La casa de…! ¡De Dios!

  

Su cuerpo se contorsiona de atrás hacia delante, asombrado por la sarta de tonterías que abandonan los labios del cura. Está riendo por un par de segundos y, tras hacer un teatral gesto de limpiarse las lágrimas, mira al padre fijamente.

  

-Así que la casa de… Dios- repite como si aún  no terminara de entender el concepto –que es hilarante, por supuesto-.

  

Se aleja un poco del asustadizo hombre, quien suelta un suspiro de alivio. Su rostro pálido luce casi enfermo, su cabello marrón despeinado, sus ojos apagados como quien ha sido recién despertado abruptamente. Joker contempla las manos estilizadas que no han cometido pecado alguno.

  

“Hombres de Dios… qué aburrido…”

  

Se acerca al confesionario y, con otra sonrisa, hace un gesto en dirección al padre, llamándole, sugerentemente

  

-Venga, padre, acérquese. No muerdo…- su voz es casi sensual, luego añade:- Y tampoco es como si fuese a detonar una bomba aquí adentro…- profiere otra estruendosa carcajada al notar la desazón del otro, quien no puede sino acatar la tácita orden que se le da.

  

Se sienta del otro lado del confesionario.

  

Joker sonríe.

  

-¿No va a bendecirme, padre?- pregunta con falsa inocencia, sus ojos brillando con fingida ternura.

  

-D-Dios te bendiga- fuerza el padre con rostro descompuesto. ¿Qué demonios está sucediendo allí?

  

Al principio, al contemplar al Joker en medio de la iglesia, había pensado que ya todo estaba perdido para él. Probablemente el asesino le mataría, tal vez le hiciese sufrir, ¿pero que le obligara a escuchar su confesión? Eso, sin duda, no era lo que estaba esperando que sucediera. ¿Y qué demonios pasa con la expresión del Joker?

  

-Ah… verá, padre- comienza el guasón soltando un suspiro, bajando la mirada y jugando con la navaja que lleva-. He sido una muy, muy mala persona.

  

El padre le mira, como diciendo: “¿lo dudabas acaso?”

  

Joker ni siquiera se percata de esto, en cambio continúa.

  

-Desde hace… tiempo, que vengo haciendo estas cosas. Ya sabe, los asesinatos, las bombas, los… ahm… los secuestros- a pesar de todo se le nota divertido. Es como si contara todas las pesadillas que atormentan su mente, pero ahora simplemente no pueden espantarle, porque no es como si de verdad se arrepintiera de lo que hace.

  

-Hoy, por ejemplo, estaba esta… esta chica- comienza su relato, recordando a la joven que encontrara casi por descuido-. Estaba algo sucia- comenta con ironía- y yo me encontraba felizmente caminando, como siempre. Ella me miró, con sus gigantescos ojos negros, y sonrió al verme. ¿Puede creerlo? Sonrió…

  

El padre alza una plegaria, sin embargo seducido por las palabras de Joker. Hay algo en el tono de su voz, algo que despierta su curiosidad y que le hace preguntarse: ¿podría salvar a Joker? ¿Salvar su sanidad? ¿Lo que queda de su humanidad?

 


Tal vez…

  

-Ella se lanzó sobre mí- continúa el Joker perdido en sus recuerdos-, tenía un rostro hermoso, y su boca era pequeña- frunce el ceño levemente, y al darse cuenta de esto vuelve a tomar la expresión que le caracteriza-. Iba a asaltarme. ¡A mí! ¿Te imaginas?- vuelve a reírse espectralmente.

  

Está riendo por contados minutos, hasta que se da cuenta de que realmente no es tan gracioso. Hace una corta pausa y continúa.

  

-No me reconoció, por supuesto, hasta que la tuve a un palmo de narices. Y entonces… ¡BAM!

  

Golpea la madera que lo separa del cura, quien pega un salto del susto y abre los ojos de puro horror.

  

-¿L-La mataste?- pregunta con temor.

  

Los ojos de Joker brillan, complacido.

  

-¿Qué cree?

  

El padre traga saliva con dificultad.

  

-Creo que pudiste haberla matado- responde.

  

-Y claro que pude haberlo hecho- concuerda el Joker haciendo especial énfasis en la palabra “pude”; vuelve a jugar con su navaja-, pero no lo hice. Se asustó de mí, al reconocer mi rostro, y tras lanzar un grito, muy molesto, cabe añadir, corrió como si hubiese visto al mismísimo diablo.

  

El cura abre los ojos al máximo, sorprendido.

  

-¿Le dejaste escapar?

  

-Oh, no, no, no- Joker vuelve a sonreír inocentemente-. ¿Qué clase de despiadado asesino sería si la hubiese dejado ir?

  

El padre se estremece.

  

-Fui tras ella y tras una corta pelea- recuerda con sumo placer las uñas de ella clavándose en su rostro- acabó rindiéndose, como todos.

  

“Los que no tenemos opción”, piensa el cura de forma agridulce.

  

Tras un breve momento, al notar que Joker no continúa con el relato, el padre le mira. Los ojos de Joker están puestos en él, como expectantes. El hombre suspira.

  

-¿Y qué sucedió después?- se obliga a preguntar.

  

Joker, con una sonrisa entusiasta en el rostro, prosigue.

  

-¡Acerqué mi navaja a su rostro!- exclama, excitado, alzando la mencionada navaja que baila entre sus dedos- Y le pregunté: ¿Quieres saber como obtuve mis cicatrices?

  

Suelta otra larga y estruendosa carcajada.

  

El hombre vuelve a temblar, y no es precisamente por el frío. ¿Hasta donde es capaz de llegar la demencia de Joker? ¿Y por qué ha tenido que deambular precisamente en esa iglesia?

  

-Por favor…- pide el cura de forma casi inaudible.

  

-¿¡Por favor, qué!?- estalla Joker de pronto, colisionando sus puños contra la madera que le separa del padre; se le nota excesivamente molesto- ¿Me estás escuchando? ¡Me estoy confesando! ¿¡Podrías al menos fingir que te importa!?

  

El hombre, pálido como un muerto, asiente.

  

-L-Lo siento…- murmura, casi sin aliento, e inmediatamente después la expresión de Joker cambia, tornándose tan alegre como al principio y como si el diminuto episodio de furia no hubiese ocurrido.

  

-Muy bien, muy bien- comenta como si no fuera importante-. Porque sería una lástima matarte antes de acabar la conversación.

  

-Por favor…- vuelve a pedir el hombre, aterrado.

  

-¿Por favor, qué?- pregunta Joker con otra sonrisa inocente en el rostro.

  

-Por favor, continúa…

  El payaso sonríe tenebrosamente, le gusta cuando las cosas salen como él las planea.  

-Sí, sí, es que… pasó algo muy extraño- hace una mueca al decir esto último-. La chica, antes de morir, dijo algo que…

  

Hace una pausa.

  

-¿Qué dijo?- inquiere el cura al notar que Joker no continuará.

  

-Dijo: “Batman me salvará”- rueda con los ojos con sumo fastidio- ¡Ja! ¡Como si de verdad Batsy pudiera hacer eso!- vuelve a reír como un poseso- Le pregunté entonces: “¿De verdad crees que lo hará?”, mientras la miraba desangrarse frente a mis ojos. No creo que le importe saber, padre, como brillaba su sangre esa noche, o lo maravilloso que se sintió al apuñalarla un par de veces. Ah… esas son cosas que… Jejejee… no creo que las entienda. ¡Pero me desvío del tema! Jejeje, ¿lo ve, padre? A veces me pasa. No puedo concentrarme, mucho menos si el asunto involucra a Batman.

  

-¿Batman?

  

-Sí, sí, porque ella había mencionado a Batsy. ¿No me está prestando atención, padre?- amenaza sutilmente.

  

-Claro que sí- se apresura a responder el tembloroso hombre.

  

Joker suspira de alivio.

  

-Que suerte, porque es ahora cuando las cosas se ponen divertidas- suelta una risita entrecortada mientras juega con sus dedos, como si se tratase de un niño pequeño-. Porque me quedé pensando: “¿y si Batsy pudiera detenerme?” ¡No es que no quiera que lo haga! Es sólo que… no siempre puede hacerlo, no importa cuantas veces me golpee. ¿Le mencioné ya lo mucho que me gusta que lo haga? ¡Ah! ¡Es como sentirme vivo! Nuestra danza que nunca termina. Es parte de nuestro juego.

  

-¿Un juego?

  

-Sí, sí, claro. ¡Es tan divertido! Una bomba aquí, unos muertitos allá, ¡y pierde la cabeza! Me golpea como si hubiese asesinado al amor de su vida. ¡Oh! Espera, ¡eso ya lo hice!

  

Vuelve a estallar en histéricas carcajadas, como si hubiese contado alguna broma graciosísima.

  

-Ah… pero no es eso a lo que iba- dice tras acabar de reír, mientras gesticula excesivamente con ambas manos, como explicándose ante un niño pequeño-. Lo importante del asunto es que a veces… a veces pasan cosas con mi cabeza. Y todo se relaciona con Batman. De hecho ni siquiera entiendo como es que aún no he ido a buscarlo.

  

El cura pestañea repetidas veces, sin entender bien lo que le dice.

  

-¿Llamas su atención mediante actos violentos?

  

Joker sonríe predadoramente y decide ignorar la pregunta.

  

-Padre- menciona suavemente-, ¿qué hora es?

  

El cura muestra una expresión perpleja. Realmente no esperaba una pregunta tan aleatoria. Echa un vistazo al reloj en su muñeca.

  

-Faltan cinco minutos para la medianoche.

  

-¡Ah! ¡Ya casi es hora! ¡Tick-tock!

  

El hombre entra en pánico.

  

-¿Hora para qué?

  

Joker vuelve a sonreír.

  

-Todo a su tiempo, padre- se levanta de su asiento y da la vuelta hasta colocarse frente al hombre.

  

El cura le observa, aterrado, como si se tratara de una bestia, un monstruo. ¡Y es que lo es! Joker es incluso peor que un monstruo.

  

Tenues lágrimas corren por sus mejillas cuando siente al payaso acercar la navaja a su rostro, el frío metal recorriendo su barbilla, sus pómulos…

  

“Va a matarme por fin”, piensa.

  

Joker sonríe con demencia.

  

-Padre, ya Batman está por llegar- menciona mientras juega con el terror de su presa-. Me encantaría quedarme charlando, ¡con lo entretenidos que estábamos!, pero Batsy es algo… algo celoso. No le gusta verme hablando con mucha gente, ¿sabe? Pero créame, esta vez… No, esta vez no es nada personal.

  

-Por favor- ruega el hombre, desesperado.

  

-Uh-uh. Nada de lágrimas padre, que no sirven de nada- reprende el payaso de forma casi amistosa.

  

-Dígame algo mejor, padre- menciona suavemente- ¿Le gustaría saber como obtuve mis cicatrices?

    

 

TBC.

Notas finales:

 

Eso fue todo! Espero que hayan disfrutado aunque sea algo *risas* Yo me divertí tanto! *happy dance*

 

Cuidense!! *heart*


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