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Pavo con Relleno de Frutas por chibiichigo

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Notas del fanfic:

 

 

Disclaimer: Los personajes utilizados son propiedad de Masashi  Kishimoto. Yo únicamente los utilizo sin fines de lucro para el entretenimiento. "Pavo con Relleno de Frutas" no es un libro real. Es una invención mía.

Notas del capitulo:

Hola, espero la estén pasando bien. A dos días de Navidad y no había puesto el fic conmemorativo de la temporada. Me costó un poco de trabajo hacerlo porque este año casi no la he sentido pero por fin lo terminé-

Esta historia me gustaría dedicarla a muchos de mis amigos que he cconodico por medio de esta página y descubrí en ellos a personas increibles:

Charity, la primer persona que conocí aquí y una de mis mejores amigas, además de mi hermanita del alma. Soriel e Ini, chicas de lo más divertiddo y con un gran corazón. Seiketo Nayset mi hermanito lindo. A blackneko44, mi gatito adorado quien no necesita más presentación. El sabe todas las estupideces de las que es capaz esta chibi. a Tayuya, gracias a quien conocí a la persona más hermosa del mundo y que llenó mi vida de alegrías (Roxas), A Sakura Hatake, una gran amiga que estimo mucho y considero de las personas más humanas que he conocido. A Aurora la MAga, que me llenó de alegría con sus ficsy más al hablar con ella porque descubrí que es una mujer con un enorme corazón. A Saske32, una gran mujer. Y a Yin, Chibi Hagane y Lau quienes me ayudan a mejorar día con día con sus consejos y amistad. Y a muchas otras personas que saben quienes son y lo maravillosas e importantes que son en mi vida. Muchas gracias por su invaluable amistad.

Sobretodo quiero agraderecles a todos ustedes, lectores y escritores que me han apoyado y me han ayudado a ser la escritora que soy. A todos ustedes les deseo una feliz Navidad y un próspero año Nuevo. Que sus vidas estén colmadas de bendiciones.

 -Bueno, creo que sé que le pediré a Santa Claus este año…- dijo Gaara a Naruto mezcla de casualidad y tristeza, su mejor amigo, cuando entrando a una plaza comercial vieron a un niño sentarse en sus piernas.

-¿Qué?- preguntó el distraído rubio mientras comía un helado y miraba las luces y los arboles decorados del lugar. Y luego con aire un poco malicioso agregó- Porque un novio nuevo no te caería nada mal.

Lo único que obtuvo por respuesta fue un golpe en las costillas y una mueca de indiscutible molestia por parte del de ojos claros. –No seas idiota Naruto.

-¡Qué! No irás a decirme que seguirás esperando como perro a Sasuke.- Su amigo desvió la mirada con algo de dolor, cosa que no pasó desapercibida por el rubio. Suspiró profundamente mientras conseguía que Gaara volviera a verlo de frente. Sabía lo que pensaba su amigo al respecto del tema tabú “Uchiha” pero le preocupaba que el pelirrojo no pudiera aceptar que la relación que habían tenido casi año y medio antes siguiera atormentándolo de la manera que lo hacía. –Gaara… escúchame y escúchame bien. Tienes que seguir adelante con tu vida, buscar nuevas personas y retomar todo aquello que perdiste con la partida de Sasuke.

-Tú no lo entiendes… - intentó repelar el otro, pero Naruto simplemente lo tomó por el hombro y continuó.

-¿Qué es lo que no entiendo Gaara? Yo sé cuanto lo amaste y lo bella que fue su relación, sin embargo él se fue al otro lado del mundo a continuar con su vida y a mí me duele verte sufriendo y negándote la oportunidad de ser feliz con otro. Ya pasó más de un año.

-Es que… - intentó decir el pelirrojo. Era algo que ni su amigo ni nadie más podría entender y eso lo abatía- ¡¡Aj!! En verdad prefiero no hablar de eso.

-De acuerdo. Como tú quieras- dijo el otro con tono de hartazgo. Siempre que intentaba hablar con Gaara de Sasuke o algo relacionado con conseguir pareja todo el semblante le cambiaba e intentaba evadirse de la conversación. Notó que su helado comenzaba a escurrir y por reflejo se lamió un poco la mano.

-Eres asqueroso Naruto- dijo Gaara recuperando un poco la comodidad en la conversación y esa careta de “todo se encuentra bien” que había utilizado durante mucho tiempo.

-¿Qué tiene?- dijo el otro con dificultad mientras sorbía el helado derretido.

El de ojos aguamarina simplemente movió la cabeza de un lado a otro- Olvídalo, eres el colmo. Igual no entiendo porqué compras helado en pleno diciembre. Estamos a menos 5°.

-Porque así no se derrite tan rápido- sonrió infantil, lo que causó que su acompañante rodara los ojos.

-Bueno, lo que tu digas. Nada más acábatelo pronto para poder hacer las compras.

-Sí- dijo comiéndolo lo más aprisa que podía.

 

 

Habían acudido a realizar la compra de regalos de Navidad, cosa que no agradaba mucho al pelirrojo, mientras que al rubio  lo llenaba de emoción. Pasaron por tiendas departamentales y especializadas buscando obsequios para familiares y amigos cercanos, sin embargo lo que los ojos de Gaara buscaban lo conseguían encontrarlo en ninguna parte.

-Tienes cara de que alguien acaba de morir. Deberías intentar alegrarte un poco… Navidad se acerca a pasos agigantados.- dijo sentándose junto a él en una banca al centro de la plaza, acomodando de la mejor manera posible las bolsas y cajas que venía cargando

-Bueno, creo que tu robaste mi espíritu navideño.- dijo mirando todas las compras de su amigo y cambiando el tema antes de que percibiera que era lo que lo tenía tan ausente.

-No, no me eches a mí la culpa. Tu corazón es igual de pequeño que el del “Grinch” y está hecho piedra.- se defendió Naruto riendo.

-Eso no es cierto… puedo tener tanto espíritu navideño como tu- dijo con energía.

-No, no puedes- Naruto se veía demasiado escéptico

Gaara simplemente suspiró y se recargó más en la banca, encogiéndose un poco- No… no puedo.

El rubio se levantó a toda prisa, como si hubiera tenido un resorte impulsándolo.- Ven, sigamos con las compras.

-Adelántate tú- sonrió débilmente el Sabaku que de verdad no tenía ganas de continuar con el que bien podría ser el deporte favorito de Naruto. No entendía cómo se podía tener prisa por intentar colarse entre la enorme masa humana congregada al interior de una tienda y con dificultad elegir entre las cosas que apenas podías ver, sumado por supuesto al calor fatal que había dentro. En su opinión parecía campo de concentración.

Se levantó de su asiento al notar que su amigo se volvía uno con la marea de compradores y comenzó a caminar sin un rumbo fijo. Necesitaba conseguir un regalo especial pero no tenía idea siquiera de que necesitaba. Posiblemente Naruto tuviera razón y las cosas con Sasuke debían cerrar su ciclo.

Sintió que el corazón se le encogía solamente de pensarlo. Era demasiado doloroso pensar en desprenderse de la persona que más había amado. No, de la persona a la que más amaba.

Anduvo en silencio por unos momentos, envuelto en sus propias meditaciones y dejando que sus pies y la multitud lo llevaran a donde fuere cuando alzó la vista y lo vio. Ahí estaba el regalo perfecto, aparecido prácticamente por obra divina.

De verlo se le iluminó el rostro y no pudo más que acercarse a mirarlo.

Entró a la tienda con decisión y tomó entre sus manos el libro, trayendo a su mente muchos recuerdos que se agolpaban y revolvían sin orden alguno. Tenía que comprarlo.

Esperaba en la fila, cavilando acerca de esa decisión suya. Posiblemente no volvería a ver a Sasuke, a pesar de haberle prometido que regresaría y pedirle que lo esperara mientras tanto, pero en verdad algo en su corazón le decía que debía hacerlo. Tal vez esa esperanza vana de que para Navidad, Santa Claus le cumpliría su más ansiado regalo.

Lo compró y lo guardó cuidadosamente en otra de las bolsas que tenía. No podía permitir que Naruto se enterara o volvería a escuchar esa perorata inútil de “debes continuar con tu vida y dejar a Sasuke en el pasado” que tan cansado lo tenía. Ese regalo permanecería en secreto y fin de la historia.

Regresó al afluente humano para buscar al emocionado rubio en la tienda que lo había dejado. Dudaba que se hubiera ido de ahí, dada su costumbre de permanecer en el mismo comercio hasta ver la última cosa en el último rincón y haberle hecho un sinfín de preguntas a las encargadas acerca de si sería algo apropiado para darle a una persona con ciertas características. Tan ensimismado iba en sus pensamientos que lo único que sintió fue un fuerte jalón en el brazo que lo hizo voltearse y tirar las bolsas que cargaba.

-¿Dónde te habías metido?- se encontró con un muy enfadado rubio, que intentaba dar un aire paternal totalmente fallido e hilarante. Gaara simplemente sonrió.

-Por ahí…

-Estuve buscándote y me preocupé mucho- dijo todavía reprendiéndole como niño pequeño y haciendo más y más difícil a su amigo no estallar a carcajadas, al tiempo que se agachaba para ayudar a levantar todas las cosas que se hallaban desperdigadas por el suelo.

-Ya, ya…- Gaara intentaba calmarlo mientras recogía con rapidez las cosas- Lo siento, no quería asustarte “papá”.

El rubio ni siquiera se percató de la burla, ya que sus ojos habían captado aquello que Gaara había intentado ocultarle.

-¿Qué es esto?- sacó rápidamente el regalo de la bolsa de ropa.

-Un libro- contestó seco el otro.

-No seas bobo. Ya sé que es un libro pero…- lo miró con preocupación- Gaara. En verdad creo que ya no debes continuar con esto.

-¿Cuál esto? Si comprarme un libro es algo con lo que no debo continuar…- comenzó a hacerse el desentendido, esperando que el de ojos celestes se tranquilizara y no le diera mayor importancia de la que se suponía le diese.

-Gaara, mira que conmigo no puedes hacerte el  idiota. Este libro no es para ti.- sentenció mientras se incorporaba.

-¿Y qué si no lo fuera?- lo retó el pelirrojo. No entendía porque todos actuaban de esa manera, igual que si él fuera apenas un chiquillo encaprichado con un juguete.

-Gaara, no te pongas así. Me preocupas, y sabes que no soy el único- intentó suavizar las cosas el rubio, pero fue demasiado tarde, el aludido se había marchado hecho una furia cargando las cosas y saliendo del abarrotado lugar.

 

 

Hacía frío. La gente se apresuraba a entrar a lugares más cálidos, pero él…Él sencillamente se mantenía sentado en el parque rodeado de la nieve, en partes blanca y en otras gris a causa de las pisadas de todos, y sosteniendo un libro sin dejar de mirarlo ni por un segundo. Tenía muchos pensamientos en la cabeza de momento. Quería creer que el moreno volvería en algún punto por él, pero tenía que admitir que cada vez pasaba más y más tiempo y no sabía siquiera si ese sujeto recordaría su promesa. También, tenía que admitir que muy a su pesar las observaciones de Naruto no siempre estaban tan fuera de lugar como el desearía. Y sin embargo, se encontraba solo en un parque contemplando la cubierta de un libro para regalarle por Navidad a su amado.

Se sentía estúpido. Ni su corazón ni su mente querían aceptarlo pero era inexorable el hecho de que si la esperanza era lo último que moría, ahora también se estaba quedando sin ella. Se acercó el libro al cuerpo y decidió aferrarse a lo poco de esperanza que le quedaba.

Se quedó ahí sentado durante un rato, mirando ocasionalmente a las personas pasar sin advertir siquiera su presencia en ese lugar. Era una sensación extraña pero gratificante el poder observar sin ser observado y a la vez daba oportunidad de pensar serenamente.

Tenía que pedirle una disculpa a Naruto por haberse marchado de esa forma, aunque estaba cabreado con él por intentar intervenir en asuntos que no le concernían. Si lo veía fríamente su amigo simplemente lo había hecho porque le preocupaba su estado sentimental.

Una ráfaga de aire helado lo envolvió, causando que se encogiera en si mismo para guardar un poco el calor y, así de pronto sintió llegar hasta su cara algo parecido a un periódico. Molesto, se lo arrancó violentamente de la cara y lo miró.

Un folleto.

Mierda, la gente simplemente deja basura tirada donde sea” comenzó a maldecir mientras enfocaba las palabras en rojo que comprendían el encabezado del mismo. Se leía NAVIDAD

-¡¡Mierda con la Navidad también!!- se levantó y se fue, tan molesto que olvidó tirar la hoja de papel que ahora se agitaba con los bruscos movimientos de su mano. Primero su amigo diciéndole veinte veces que debería romper el ciclo Uchiha y ahora la gente sin criterio que lanzaba papeles a la calle sin sentido de la urbanidad. ¡Y para colmo todos parecían felices abrazados y cantando villancicos mientras él se hundía en  la desesperanza Navideña!

“Tal vez si soy como el Grinch…” pensaba en las palabras de Naruto mientras subía con pies de plomo las escaleras hasta su apartamento “Bueno, que ahora cada día lo comprendo más. La Navidad es un asco.”

 Metió las llaves apresuradamente, logrando que una de las bolsas cayera al suelo y esparciera de nueva cuenta su contenido.

-Carajo- musitó mientras recogía todo apresuradamente. Si bien la época de felicidad decembrina nunca había sido su fuerte ahora la odiaba. Parecía que todo le salía mal en ese mes de villancicos y hombres gordos que me metían por las chimeneas.

Se metió a su casa finalmente, notando por primera vez ese papel del cual no se había deshecho antes. Lo miró por unos momentos y después lo dejó sobre la mesa. Lo leería cuando tuviera tiempo, incluso si solamente se trataba de algún promocional de alguna tienda. Por el momento lo único que quería era olvidarse de la época del año en que estaba y por consiguiente del libro que había comprado. Ése que tenía tantos recuerdos guardados en él.

Preparó un té caliente y de dispuso a ver televisión. Posiblemente encontrara una película llena de sangre, muerte y acción para matar el rato. Comenzó a pasar los canales distraídamente, pero lo único que encontraba eran cosas relacionadas con la Navidad, desde anuncios comerciales hasta programas de historia e investigación. Apagó el aparato malhumorado.

Comenzó a hacer la limpieza de la casa. No era su actividad favorita pero sabía que si quería distraerse de ese libro del mal y de todo sería bastante útil. No pasó mucho tiempo antes de que el Nacimiento y los adornos, dentro de los que se encontraba un pequeño árbol de Navidad artificial, que Naruto había insistido en poner lo hicieran sentir nervioso. Maldita la hora en que había cedido a tenerlos ahí. Uno de los “Santa Claus” incluso bailaba y cantaba.

Estuvo tentado a lanzarlo por la ventana. Al vivir en un quinto piso seguramente la caída sería mortal para el anciano, pero desistió con tan solo imaginar lo que le diría el rubio. De seguro lo tacharía de psicópata. Aunque… bueno, siempre podía decir que fue un fatal accidente o una ráfaga de viento que lanzó al muñeco desde el otro extremo de su casa por la ventana haciéndolo aterrizar en la acera de enfrente.

Lo único que liberó al pelirrojo de sus ideas homicidas fue el timbre. De seguro se trataría de Naruto viniendo a discutir insensateces o a decirle por vez número un millón quinientos setenta y tres que tenía que recuperar la felicidad. Y el libro… El libro tenía la culpa de todo. Por cada momento que pasaba sentía que haberlo comprado era mala idea, pero en verdad algo dentro de él se quería aferrar a ese ínfimo resquicio de esperanza que le quedaba.

Abrió la puerta de un solo movimiento.

-Escucha Naruto. En verdad no planeo hablar de esto de nuevo y yo sé que te preocupa y todo y siento haberme ido pero…-comenzó a hablar antes de darle tiempo al de ojos azules de enloquecer como de costumbre, pero se detuvo al notar que no se trataba de él.

Navidad, Navidad, blanca Navidad

Es un día de alegría y felicidad…

Navidad, Navidad…”

-Aj, esto no es posible- dijo cerrándole la puerta a las personas de los villancicos. Eso era lo último que le faltaba para terminar de hacerle miserable el día.

Decidió que si esa fecha no iba a dejarlo en paz, iba a comenzar a hacer las tarjetas de felicitación a parientes y amigos para colocar en las toneladas de presentes que tenía que repartir por toda la ciudad. Ya pensaría en el libro después…

Se acercó a la mesa y se encontró de nuevo con el folleto del parque. Lo levantó y comenzó a leer.

Navidad”

En tiempos modernos se considera a esta fecha como una excusa para estar con la familia y dar y recibir presentes. Casi todos lo siguen porque ese es el modo en que lo han hecho toda la vida, pero olvidamos el verdadero significado. Esta fecha implica más que a Santa Claus/ Papá Noel/ San Nicolás o como gusten llamarle. Se trata de conmemorar el nacimiento de Jesucristo, el hijo de Dios, quien vino a devolver la esperanza a los hombres. El mensaje que nos dejó es de amor, paz y unidad, valores que simbolizan el espíritu navideño.

Ésta es una época para compartir con nuestros seres amados y recordar que siempre hay esperanza para nosotros, para recordar que todos somos hermanos e hijos de Dios.

Ten siempre esperanza y recuerda que dar es más gratificante que recibir.

Deseándoles muy felices fiestas

La última parte del panfleto estaba mojada a causa de la nieve y no se podía leer quien la había hecho, pero creyó que era interesante que alguien recordara el significado de la Navidad fuera de la comercialización de Santa Claus y Rodolfo, el reno mutante con nariz de semáforo. Incluso leerlo le devolvió un poco lo ánimos.

Se quedó mirando la bolsa que contenía el libro, teniendo fe y esperanzas renovadas en que su azabache volvería. Que volviera era lo único que le quería pedir al espíritu mágico de la Navidad.

Y de ese modo, con mucha nostalgia y pesar en su corazón comenzó a recordar a su amado, y la forma en que gracias a ese libro sus vidas se habían unido. Se acercó a la bolsa y lo sacó, pasando suavemente sus dedos sobre el nombre realzado de las tapas.

“Pavo con relleno de frutas”

Sonrió nostálgica e involuntariamente, mientras caminaba a uno de los sillones y se sumía en todas las cosas que se habían desarrollado gracias a ese libro.

-_-_-_-

Se encontraba en la estantería de la librería de la facultad, revisando la colección que tenían sin interesarse realmente por ninguno. Todos eran títulos relacionados con algunas facultades y de texto obligado para las materias que podían cursar muchos.

Salió de ahí un poco decepcionado. Él necesitaba leer algo nuevo, fuera de las cosas que se necesitaban para “Literatura” carrera que había elegido y que amaba plenamente. Recorrió algunas calles del centro y sin saber cómo exactamente se encontró frente a una librería que únicamente manejaba títulos descontinuados y libros de segunda mano que por lo general resultaban ser lecturas sencillas y de autores desconocidos.

Se adentró en ese “paraíso” literario y recorrió lentamente esos inexplorados pasillos en busca de algo que le llamara la atención. Muchos de los títulos los conocía, pero otros le resultaban completamente ajenos. Ésos, los hojeaba un poco y finalmente decidía que no comprenderían una buena adquisición.

Se encontraba viendo unos libros cuando de pronto se encontró con Pavo con relleno de frutas, escondido entre ejemplares polvosos.

-Vaya nombre de receta- dijo en voz baja, rompiendo el silencio casi sepulcral que marcaba ese sitio. Igual lo tomó entre sus manos cuando escuchó que alguien le decía desde atrás

-Sí, el nombre no es el mejor, pero la historia es enternecedora y bien narrada.

Se volteó únicamente para encontrarse con unos ojos oscuros como la noche y una sonrisa de autosuficiencia que provocaba que le contestara algo mordaz.

-Ya lo leíste me imagino-se reprendió mentalmente por la pregunta estúpida que acababa de lanzar, sin embargo el joven sonrió.

-No, aún no lo leo, pero eso es lo que dice el editor acerca de él-ante eso, Gaara no pudo más que soltar una leve risilla.

-¿Trabajas aquí?- preguntó. Era extraño estarle coqueteando a un chico sin nombre aparente en una librería abandonada de Dios, sobretodo porque su carácter no era propio de eso y ni siquiera comprendía por qué lo hacía, pero nada perdía con intentar.

-No, de hecho venía simplemente a buscar un libro que mi hermano quiere y no encuentra en ningún lado. Me trae de encargo buscándoselo.

-Vaya, ¿qué libro es?- bien, ahora tenía un punto a su favor. En materia de libros se podía decir que era un experto.

-“Flores Manchadas de Sangre Inocente

-Es buena la historia. Algo gore para mi gusto pero como idea no es mala. La narración es pésima y el uso de los personajes deja mucho que desear, pero supongo que aquí podrías conseguir la primera edición.-dijo, buscando inconscientemente con la mirada los anaqueles que daban la espalda al joven.

-Jajaja. Bueno, ahora sé que decir si alguien me pregunta si lo he leído- se metió las manos a las bolsas, luego volvió a sacarlas y le extendió una.-Por cierto, creo que no me presenté. Sasuke Uchiha.

-Gaara Sabaku, un placer-dijo estrechándosela, para después añadir- ¿De casualidad eres pariente de Itachi Uchiha?- el apellido no era nada común, pero siempre cabía la posibilidad que no se conocieran.

-Sí, es mi hermano, al que le estoy buscando el libro. ¿Por qué? ¿Lo conoces?

-Qué pequeño es el mundo- exclamó el pelirrojo clavando los ojos en Sasuke- él es mi profesor de Literatura Clásica en la facultad.

De nuevo el moreno sonrió discretamente-Pues sí que es pequeño. Yo estudio también en esa universidad, pero soy estudiante de robótica.

 -Eso suena demasiado complicado y tedioso…- suspiró el pelirrojo.

-Bueno, yo no pienso diferente de Literatura, pero creo que fue porque nunca se me dio la lectura.

-Ni a mí los números- Gaara comenzaba a sentirse raro. Era agradable estar con ese chico que conocía de hacía menos de dos minutos, pero tenía una especie de urgencia por irse.- Bueno, me dio gusto conocerte, pero debo irme.

-De acuerdo. Cuídate.

Gaara salió disparado a la caja, donde un anciano se encontraba mirando una revista. Le entregó el libro y pagó. Sentía una extraña urgencia por salir del lugar y gritar desenfrenada y eufóricamente, pero sonó su celular. Naruto. Salió del lugar rápidamente, olvidando recoger tanto el libro como su cambio. 

-_-_-

Suspiró profundamente al recordar su descuido.  Jamás habría pensado que algo tan simple pudiera desencadenar un cambio tan importante en su vida. Pensar que una apresurada llamada al celular logró que se encontrara con Sasuke nuevamente, causando que a ésa le sucedieran más ocasiones.

Seguía escuchando el sonido apagado de la canción del “Santa Claus”, pero ya no le molestaba y por momentos ni siquiera se percataba de ella.

Se levantó del sillón, u poco entumido debido al frío y comenzó a llenar las tarjetas de regalo que todavía tenía pendientes y deseaba distraerse un poco de todo el mar de cosas que le habían llegado al sentarse con el libro.

Cogió una pluma y se sentó a la mesa para laborar, pero al momento en que comenzaba a escribir el teléfono comenzó a sonar.

-Carajo… ¿Ahora quién?

Se acercó velozmente para descolgar y antes siquiera de decir palabra la voz estruendosa que conocía de maravilla empezó a hablar incontenible.

-Gaara ¿estás enfadado todavía? Yo no pretendía hacerte enojar y lo siento mucho. Me tienes extremadamente preocupado porque hace rato fui a tu casa y no abriste. Tus vecinos me dijeron que no estabas y no quiero que hagas ninguna locura….

-Naruto, calma. Estoy bien y no…- intentó cambiar ese monologo a conversación el pelirrojo

- Y de verdad lamento haberte hecho enfadar pero te pido y te suplico que no hagas ninguna estupidez. Sé de lo que eres capaz y me preocupas.

-Naruto, no estoy enfadado.- de verdad estaba comenzando a considerar que el rubio tuviera problemas auditivos o que fuera una grabación esa que le estaba hablando al teléfono.

-No me gusta que te molestes y estoy dispuesto a hacer lo que quieras para que me perdones… espera ¿No estás enojado?

-No, ya no.  Es lo que he tratado de decirte desde que descolgué la bocina- el tono de hartazgo que tenía no se disimulaba.

-Bueno… ¿Quieres salir esta noche? Hay una fiesta pre-navideña en un bar del centro.

-Vaya, suena bien pero de verdad creo que es mejor quedarme en casa hoy. Tengo que arreglar las cosas para la cena en la que TÚ me enredaste y juraste que me ibas a ayudar.

-Estem… para eso todavía faltan dos días. Prometo que iré mañana y te ayudaré a cocinar y todo.

-Llevas diciendo eso casi toda la semana.-comentó, disponiéndose a colgar- Debo irme.

 

Regresó con pesadez a la mesa y comenzó a trabajar. Primero las que iban destinados a sus hermanos seguidas por la de Itachi, la de Naruto y la de Sai. Realmente no era mucho lo que había que hacer pero le daba pereza pensar en algo que ponerle a cada uno que fuera diferente a “Mis mejores deseos para el año entrante y una excelente Navidad”, felicitaciones impersonales y demasiado utilizadas.

Y mientras esperaba a que la musa inspiradora te tarjetas de buenos deseos llegara, el libro no salía de su cabeza. Podría escribir a todos y cada uno de sus conocidos “Que tengas un pavo con relleno de frutas esta Navidad y para toda la vida”, pero pensarían o que estaba demasiado obsesionado todavía con el Uchiha menor o que de verdad le estaban deseando un ave enorme para comer.

Recargó la cabeza en el respaldo y sus ojos llegaron, cual imán, al libro nuevamente.

-_-_-

Llevaban casi un año siendo pareja cuando el libro se perdió. Bueno, más bien un río decidió tomarlo. Lo leían casi todas las noches juntos e incluso decían pasajes. Era un libro corto por lo cual no tenían mucho problema en leer esa tan bien conocida historia de dos jóvenes que se enamoran a pesar de ser hombres. Un libro que narraba la historia de amor que más los había enternecido desde la suya propia. Incluso Gaara pensaba que ese libro debería ser considerado la Biblia de su romance ya que era el que los había unido.

Ocasionalmente recordaban ese día en la librería y no podían evitar reír. A petición de Gaara, Sasuke había terminado de leer el libro y ahora ambos concordaban en que la historia les iba de maravilla. El protagonista encajaba perfecto con la descripción de lo que habían sentido al conocerse.

Estaban en el campo, en una cabaña que les había prestado Itachi de fin de semana y para ser sinceros ninguno de los dos era particularmente bueno estando al aire libre. Entre los mosquitos asesinos y las plantas venenosas era difícil encontrar la tranquilidad de las vacaciones.

-Demonios, no sé cómo hay gente que disfruta esto…- se quejaba el menor mientras se rascaba histéricamente el brazo.

-Sí, verás, a ese fenómeno se le conoce como masoquismo- El de ojos negros simplemente lo miraba prácticamente despellejarse.

Era una situación de lo más estresante. Totalmente apartados de la civilización y a  merced de la naturaleza. Después de un rato, acordaron ir al río para dar un paseo en bote. Ninguno de los dos estaba muy convencido de que aquello fuera a dar resultado pero no tenían nada más interesante que hacer y no planeaban recluirse el día entero en la cabaña.

-¿Estás seguro de que puedes hacerlo?- el pelirrojo no se veía tranquilo.

-Sí, por supuesto- prácticamente juró el otro. Su orgullo era demasiado grande como para aceptar que tampoco confiaba mucho en aquel maltrecho bote de remos.

Y así ambos comenzaron a remar. A petición del azabache, Gaara llevaba el libro e iba a comenzar a leerlo al llegar a la mitad. No entendía que clase de atractivo podría tener leer a la mitad de algo que se movía pero no pudo negarse.

Comenzaba a leerlo cuando una pequeña corriente hizo que el bote se moviera bruscamente y el pelirrojo cayera en los brazos del mayor.

-¿Estás bien?- preguntó Sasuke a punto de la risa debido al alto nivel de “cliché” existente en lo que acababa de ver.

-Sí- respondió un adolorido Gaara mientras miraba a su alrededor

-¿Qué buscas?

-“Pavo con Relleno de Frutas”

-Creo que estamos a seis meses de distancia del pavo cielo. Deberás esperar a Navidad.

-No seas animal. Me refiero al libro bestia. Se me cayó de las manos cuando me caí.- revisaba con la mirada el bote, pero no se encontraba ahí. Miró al agua, temiendo lo peor y lo encontró. Casi completamente hundido y bastante lejos del alcance de su mano se podía observar el último resquicio del libro que tantas cosas buenas había traído a su vida.

-_-_-

Volvió a postergar la idea de las tarjetas. Era capaz de escribir algo completamente equivocado dentro de su dispersión y divagaciones con el libro.  Parecía que sólo había evocado al espíritu de su pasado cuando lo compró. Seguramente Sasuke no volvería nunca y eso le serviría únicamente para torturarse a si mismo cada vez que se le ocurriera verlo.

Pero, recordó el folleto del parque, ésa era una época de esperanza y alegrías. Tenía que confiar en que su regalo de Navidad fuera a su moreno envuelto y con un moño bajo su árbol miniatura.

Suspiró amargamente, ya ni siquiera recordaba cuántas veces llevaba produciendo el mismo sonido, y se acercó a un estante para tomar otro libro que le distrajese del primero. Lo abrió y comenzó a hojearlo decidido a ponerle atención, luego lo único que hacía era hojearlo y releer la misma oración quince veces sin comprender de que hablaba. Lo cerró.

-Aj, maldito Sasuke. Maldito libro. Maldita Navidad que me trae recuerdos así y maldito yo por comprar el maldito libro que me trae los malditos recuerdos del maldito Sasuke Uchiha. – hundió su cabeza entre sus manos para después pararse y buscar como loco algo que hacer.

Creía que se estaba volviendo loco. Cada treinta segundos cambiaba de decisión y no se  podía concentrar en ninguna cosa y con un humor más insoportable que nada en la Tierra.  Respiró hondo y se puso a marcar por teléfono a la única persona que no le diría que su equilibrio mental era cada día más dudoso.

-Bueno…- Se escuchó la voz grave y parsimoniosa del otro lado de la línea.

-Itachi, creo que me estoy volviendo loco. La Navidad hace que piense en tu hermano como idiota.- se quejó Gaara.

-¿Por qué piensas en él tanto en esta época?- preguntó su interlocutor con paciencia. Llevaba siendo el consejero del chico demasiado tiempo como para saber que decir.

-Por “Pavo con Relleno de Frutas”

-¿Ese libro? Bueno, fue importante para la relación que llevaron mi hermano y tu pero no entiendo la relación. ¿Qué no contaba una historia que se desenvolvía en la época decembrina?

-Sí, la historia se llevaba a cabo ahí.

-Lo recuerdo. Pese a las carencias de escritura que se presentaban la historia estaba bien llevada en un marco de tiempo lineal y…

-Itachi, concéntrate. Esto no es ninguna clase. Lo que estoy tratando de decirte es que cada vez que pienso en ese libro mis pensamientos me llevan a algo relacionado a él y a Sasuke.-Gaara intentaba hacerse entender sin muchos frutos.

-¿Por la historia?- el Uchiha mayor no lo comprendía para nada.

-No, no es por la historia, es por el libro. Compré ese libro.- estalló el de ojos aguamarina, clavando la mirada en el aparato.

-¿Compraste el libro? ¿Por qué harías eso?- la voz de Itachi reflejaba mucha confusión.

-Porque hoy lo vi cuando fui de compras con Naruto y… ¡Con una mierda! Ese no es el punto. Se lo compré a Sasuke como regalo navideño pero no sé en que estaba pensando si él no volverá ni he tenido noticias suyas desde que inició la maestría en el extranjero. Esto es estúpido porque de seguro el hombre ya me olvidó y aquí me tienes a mí como magdalena.

-Humm… no sé qué decirte pero  no deberías ponerte tan mal por algo así. Solamente tranquilízate y guarda el libro en algún cajón o algo. Si Sasuke llega, cosa que sinceramente dudo, se lo das y si no lo devuelves a la tienda y te consigues otro novio.

-¿Cómo que otro novio?

-Bueno,  has estado casi dos años solo y esperando a mi hermano. Deberías conseguirte algo mejor… seguir adelante.

-¿Sabes algo que yo no sepa?- preguntó ahora con una nota de alarma en la voz.

-No, pero tienes a todos preocupados por tu actitud.

-Hablaste con Naruto- no pudo reprimirse y rodó los ojos, aun a sabiendas que su amigo no lo veía.

-Sí… pero creo que tiene razón.

-No. Yo le prometí a Sasuke esperarlo y eso es lo que voy a hacer. A menos que tenga ahora una familia y una vida hecha en “no- sé-dónde” yo lo esperaré. Lo amo y confío en que volverá.

-Mierda Gaara. Decídete de una vez. En lo que va de la conversación me has dicho dos cosas diferentes. Pon en claro tus ideas.

-Es a lo que me refiero Itachi. Ya no sé qué es lo que pienso al respecto. Naruto ya me ha metido hasta en la sopa la idea de seguir adelante y yo sigo amando a tu hermano pero tengo miedo de quedarme solo mientras él tiene una vida. Y la Navidad y los abrazos y los buenos deseos no ayudan en nada.

-Dios mío. Estás hecho un lío. Ahora siéntate y descansa. Define que es lo que quieres y duerme chico, de otra forma vas a terminar enloqueciendo.

-Sí, es lo más probable- dijo un tanto harto. Había hablado a ese hombre para que elevara su nivel de esperanza en Sasuke y lo único que había logrado era tener a un fan más de las teorías del rubio y el “cambio de vida”.- Bueno, gracias.

-Cuando quieras…

Colgaron. El de ojos aguamarina se llevó las manos a la cabeza. ¡Y pensar que también hablar con Itachi había causado estragos a nivel interno!

-_-_-

Gaara estaba en la clase del profesor Itachi Uchiha. Habían pasado dos días desde el episodio de la librería y no había tenido tiempo de ir a ver si el dependiente habría guardado el libro que olvidó. Los exámenes y clases lo tenían vuelto loco.

Al momento en que notó que sus compañeros comenzaban a salir  él se les unió, todavía demasiado inmerso en los pensamientos arremolinados en su cabeza y en los proyectos que había de entregar.

-Hola- escuchó que lo llamaban. Volteó rápidamente.

-¿Qué ocurre?- preguntó mientras lograba enfocar al moreno que había conocido en la librería.

-Es que olvidaste esto- dijo extendiéndole la bolsa con el nombre de la tienda. El pelirrojo la tomó rápidamente.

-Gracias. Pensaba ir a ver si lo tenían todavía porque ese día tuve una emergencia y lo olvidé.- “bueno, no precisamente una emergencia, pero Naruto me llamó diciendo que había una fuga de agua en su casa y no sabía que hacer”

-No hay problema. También recogí tu cambio- se lo extendió también. Gaara comenzaba a sentirse nervioso, sobretodo notando la mirada penetrante de Itachi a sus espaldas.

-Gracias…- sintió que se ruborizaba.

-Este… comencé a leerlo- dijo de golpe el Uchiha, como impaciente por continuar con la conversación y señalando el libro- está interesante.

-¿Leíste la historia o el resumen?- preguntó con un poco de ironía.

-La historia.-un silencio se hizo presente entre ambos, erigiéndose como un muro hasta que el moreno comenzó a hablar de nuevo- Me pregunto si te gusta el café.

-¿Es broma? Soy adicto a él.

-Entonces ¿Quieres ir a tomar uno conmigo?

-S…sí, claro pero con una condición. Déjame pagar a mí. Tú me devolviste el libro y me ahorraste la caminata al centro- sonrió.

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A ese café le habían seguido muchos más y una hermosa relación que Gaara seguía atesorando en lo más profundo de su corazón. Sintió como unas lágrimas ermitañas rodaban por sus ojos  al recordar esto. Había sido la persona más feliz del mundo hasta que él había anunciado que se iría.

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Era invierno y se acercaba la Navidad. Sería la segunda vez que la pasaran juntos, o por lo menos eso tenía en planes el pelirrojo.

Había salido con el Uchiha a tomar un trago a un bar cerca de su apartamento cuando le dio la noticia.

-Gaara. Me ofrecieron tomar una maestría en el extranjero.

-Vaya, eso es genial.

-Sí, lo es. Pero… no creo poder seguir en una relación a larga distancia. No sería justo ni para ti ni para mí.

-Lo que quieres es que…- no podía ni terminar la frase. Tenía un nudo en la garganta que se negaba a permitir a las palabras salir.

- No. No lo tomes así. Es un año y medio donde no podremos vernos. Será difícil y sufriríamos mucho. – los ojos claros de Gaara comenzaron a derramar lagrimas atropelladas. No sabía si era producto del alcohol ingerido o era toda la pena que se agolpaba en su pecho.

-¿No me amas?

-Al contrario- lo tomó por la barbilla- te amo más que a mi vida. Eres todo para mí y por eso no deseo que sufras por mi causa. Yo juro que volveré por ti, pero por favor dime que podrás esperarme.- lo abrazó fuertemente, dejando que las lágrimas de ambos corrieran en silencio  y que Gaara continuara asintiendo sin control.

-Yo te esperaré, te esperaré toda la vida.

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Y había cumplido su palabra.

Durante meses después de que el Uchiha se fuera había tenido ese sueño, en el que se prometían todas esas cosas. Era el recuerdo más triste que tenía y sin embargo el que más cerca tenía en el corazón, porque le brindaba esa esperanza de reencontrarse con su amado.

Volvió  a pensar en el folleto. “Esperanza” de eso se trataba la Navidad.

 

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Como había previsto, Naruto no había ido a ayudarle sino hasta ese día en la tarde. Faltaban menos de dos horas para que los invitados llegaran y él estaba metido en la cocina intentando hacer la cena sin tener que oír los gritos de emoción de su amigo o las canciones del dichoso muñeco gordo que no cesaba de sonar.

A petición de su hermana, iba a hacer pavo y ella llevaría la ensalada y demás cosas.

Estaba calmado e intentaba hacerlo de la mejor manera que podía, pero el pavo relleno de frutas le traía muchos recuerdos a la cabeza, sobretodo uno  de Sasuke y él intentando hacerlo la primer Nochebuena que pasaron como pareja.

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Las instrucciones parecían sencillas de seguir, no obstante la realización era mucho más complicada de lo que cualquiera de los dos hubiera podido pensar. Estaban embarrados de cualquier cantidad de cosas y el pavo seguía casi intacto.

-Ya, me rindo. Voy a pedir alguno a la tienda…- Sasuke estaba harto.

-No seas desesperado- lo reprendió Gaara- si lo haces bien las cosas salen de maravilla.

-Yo no nací para la cocina. Si quieres hazlo tu- intentó zafarse el azabache.

-¡Ah no! Tú fuiste el de la idea de hacer el pavo relleno de frutas y ahora me ayudas. En verdad no entiendo por qué te empeñaste en hacerlo si se veía tan complicado.

-Porque pensé que sería romántico- lo tomó por la cintura. Gaara simplemente se liberó del agarre y lo miró frío.

-Romántico sí, complicado también y mucho. Ayúdame en lugar de intentar algo más señor Uchiha.  

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Se rió para si mismo. Ese pavo había sido lo más complicado en la Tierra, pero finalmente fue lo más delicioso que pudieron haber preparado. Según Itachi, quien aparentemente disfrutaba molestarlos en cada oportunidad que se le presentara, el ingrediente secreto era el amor. Y Gaara no supo como desmentirle.

-Veamos, se tienen que enharinar las frutas como primer paso- leía el recetario en voz alta, para matar un poco el ruido de su amigo. Conforme lo decía, iba siguiendo la receta. Se sorprendió de cuan limpio podía ser preparar el pavo si Sasuke no estaba merodeando por la cocina. Sintió una pequeña opresión en el pecho ante esa visión, pero había decidido que sólo por ese día recuperaría verdaderamente la esperanza y buscaría algún milagro que le devolviera a su adorado.

-Tierra llamando a Gaara…- tan inmerso estaba en la preparación del pavo que no reparó en la presencia de Naruto en la cocina hasta que éste comenzó a hablarle fuertemente cerca del oído.

-¿Qué quieres?

-Vaya, creo que estás sordo… ¿Qué mantel pongo?

-El  que quieras.- Gaara estaba a punto de meter a hornear el pavo y ante cualquier distracción podía quemarse.

-Es que creo que el rojo se vería bien, pero el verde sería más tranquilo. ¿Qué crees?- volteó para verlo sostener ambos manteles. A su parecer era un tema de lo más irrelevante, pero se mordió la lengua y contestó.

-El verde está bien Naruto…

-¿Seguro?

-Sí

-¿De verdad?

-Sí.

-Pero… ¿No crees que el rojo se vería mejor?

-Bueno, pon el rojo entonces.

-Pero dijiste que el verde estaba bien…

Estuvo a punto de golpearlo. El maldito mantel era lo menos importante para esa fecha y no valía la pena hacer un escándalo al respecto. Suspiró y le pidió que eligiera él antes de continuar preparando la cena que iría sobre el mantel que al final de la noche estaría manchado con algo.

 

Poco a poco fueron llegando los invitados y el apartamento fue llenándose de bullicio y pláticas. Gaara fingía estar feliz, mientras recordaba que en esa fecha un milagro se podía obrar y que no debía perder la esperanza.

Había envuelto el libro en caso de que Sasuke apareciera y lo tenía guardado en un cajón como había sugerido Itachi. Todo parecía en orden.

A la hora de la celebración, donde se colocaba al Niño Jesús en el nacimiento y todos se abrazaban y hacían un brindis todo parecía en calma. Itachi charlaba con Temari acerca de una película de acción que a ambos había encantado mientras que Sai, Naruto y Kankuro charlaban con él de la crisis mundial y algún resultado del baloncesto o futbol.  Era como si todos se hubieran visto envueltos en un manto de calidez Navideña. Incluso al pelirrojo ahora no le parecía tan chocante esa fecha, ya que en su fuero interno lo que más deseaba era que Sasuke volviera a su vida.

Sirvieron la cena y todos se sentaron. Lo único que faltaba era el pavo que el de ojos aguamarina apenas se encontraba poniendo en la charola. Todo parecía perfecto.

Estaba a punto de sentarse cuando se escuchó el timbre de la puerta.

-Posiblemente sean los chicos de los villancicos.- dijo sereno mientras se disponía a levantarse- vayan sirviéndose por favor.

-Huele delicioso- dijo su hermana mientras él le daba la espalda y caminaba a la puerta.

Abrió sin fijarse, más atento a la plática de Temari y el resto de los comensales que de la persona parada en el umbral de la puerta.

Cuando volteó no pudo dar crédito a lo que veían sus ojos. Sintió que las piernas se le aflojaban y que le costaba trabajo mantenerse en pie.

-Sa…Sa…Sasuke- dijo con dificultad mientras se aferraba a él y comenzaba a tocarle la cara, como si temiera que fuera un sueño del cual se vería fatalmente destinado a despertar.

-Gaara… ¿cómo estás?- preguntó torpemente, tan maravillado como el menor.

-Bien. Perfecto. Increíble. Volviste…- las palabras no salían con naturalidad de su boca.

-Sí, volví. Lamento haberlo hecho hasta ahora- se disculpó mientras le extendía una caja al dueño de la casa.-Éste es tu regalo de Navidad.

-Tú eres el mejor regalo, pedazo de idiota. Te amo… te esperé y confié en que volverías.

-Yo no pude volver antes, pero aquí estoy, y te amo. Espero que disfrutes tu regalo.

-Espera…- dijo metiendo al moreno a la casa, dejando a los demás completamente azorados. Temari se levantó silenciosamente a  poner otro servicio mientras que Sai y Naruto no daban crédito a sus ojos. Itachi se limitaba a sonreír.- Iré por el tuyo.

Reparó en la cara del mayor de los Uchiha y le dijo con desaprobación- Tu lo sabías. Lo supiste todo este tiempo y no me dijiste nada- una sonrisa en su cara lo delataba mientras se adelantaba unos pasos y le daba un cariñoso golpe en el brazo.

-Sí, planeaba que fuera tu sorpresa navideña.

-¿Entonces para qué me dijiste que lo dejara ir?- preguntó confundido.

-Porque- miró a Sasuke- dudaba si venir o no. Pensé que si le daba un empujoncito todo saldría bien.

-Vaya…- Gaara volvió a ver a Sasuke, quien sonreía un poco apenado.

-No sabía si tú me habías esperado y tenía miedo que no fuera así- se excusó mientras lo abrazaba.

-Te dije que te esperaría toda la vida-le dio un beso en la mejilla. Estaba exultante de alegría en ese momento. Tenía a la persona que más amaba en el planeta entero a su lado y estaba junto a su familia y amigos. Sentía que creía de nuevo en la Navidad. De pronto recordó el libro que se encontraba en un cajón de su habitación- Espera, ahora iré por tu regalo.

Se dirigió a la habitación y tomó el libro. Sentía como si hubiera una llama en su interior llenándolo todo de luz, y junto al libro ese pequeño pedazo de papel que le había devuelto la esperanza. Ese folleto que durante días se había convertido prácticamente en su mantra. Se lo llevó al pecho, arrugándolo un poco más de lo que estaba y sonrió.

-Gracias- murmuró antes de salir del cuarto, libro en mano.

El moreno seguía parado mirando al pasillo cuando él salió y se lo entregó.

-Toma. Éste es tu regalo de Navidad.- cuando el moreno lo tomó, también le extendió el suyo.

-Quiero que lo abras primero tú. Sé que te va a gustar.

-No. Abrámoslos los dos al mismo tiempo- propuso Gaara, ya que él también quería que su regalo fuera el primero en ser abierto.

Despegó la envoltura y no pudo dar crédito a sus ojos. Miró a Sasuke, que tenía la misma expresión en la cara.

-Vaya… hasta nos dimos el mismo regalo- suspiró el moreno, intentando disimular su alegría.

-Sí, bueno… supongo que eso significa que para ambos fue un libro muy especial.- ambos sonrieron, no había nada más que decir.

Caminaron hacia la mesa, donde de nuevo las pláticas amenas tomaban lugar y se dispusieron a cenar pavo con relleno de frutas, en compañía de su familia y seres amados. Festejando una Navidad llena de esperanza y nuevos comienzos para todos.

Notas finales:

Bueno, lo único que me resta es desearles una feliz Navidad.

C.


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