Capítulo 1: llora…
Era un idiota. Un idiota integral. Había metido la pata hasta el fondo. Y ahora corría sin sentido, sin rumbo, por un bosque que desconocía. Las ramas lo golpeaban con fuerza, haciéndole daño. La lluvia había mojado sus ropas que se hicieron muy pesadas, y se enganchaban a todo lo que encontraban a su paso, quedándose hechos unos harapos. Pero él no quería darse cuenta de eso, las lágrimas que caían abundantes sobre su bello rostro le borraban las huellas de sangre seca que aun tenia alrededor de los labios. Se detuvo un instante para limpiárselas con la manga de la camisa. Era, sin lugar a dudas, la persona más infeliz y despreciable del mundo. “me pregunto, si en ese mundo existe alguien capaz de sufrir tanto como yo por un amor no-correspondido”
Como si fuera en respuesta a sus pensamientos, su oído captó un ruido extraño proveniente de detrás de unos arbustos. Ni se inmutó. No parecía nada peligroso, y si lo fuera, no le importaba, a nadie le importaba lo que le pasara… Se acercó un poco más y consiguió identificar aquel sonido. Parecían… unos sollozos.
Apartó las ramas cuidadosamente. Ante la vista de su único ojo quedó expuesto un paisaje precioso. Un manto de flores blancas cubría un pequeño claro en medio de la espesura. Un montón de luciérnagas y mariposas revoloteaban alrededor de las hojas rociadas por pequeñas y brillantes gotitas de lluvia, que había caído hace tan solo unos minutos. Y la mágica luz de la luna llena bañaba todo en su melodioso resplandor.
Una visión realmente preciosa, si no fuera porque un elemento no perteneciente a la salvaje naturaleza, rompía la harmonía y convertía la felicidad que emanaba en tristeza y melancolía. Una pequeña figura, sentada en medio del claro, sus cabellos dorados estaban mojados, pero brillaban como la luna misma, en cambio su rostro… era imposible saber como era, ya que se encontraba hundido en las manos de su dueño, que se estremecía en ligeros espasmos provocados por el llanto que intentaba refrenar, en vano.
No supo como, pero de repente se vio a si mismo reflejado en aquel muchacho. Por eso se acercó lentamente, sin implorarle el pisar las flores y espantar a los insectos, pero solo consiguió articular por lo bajo:
–llora…
– ¿Quién?...–el otro levantó la vista y le clavó unos enormes, pero torturados por las lagrimas, ojos verdes, llevándose inmediatamente la mano a su espada. Pero el hombre rubio ignoró por completo el arma que le amenazaba con el filo casi sobre el cuello.
–llora, las lagrimas no cambiaran nada, pero si no las dejas salir, será peor, el olor, cada vez será peor.
– ¿Quién eres?
–También viene bien hablar con un desconocido–una sonrisa tierna, pero increíblemente falsa, se dibujo en el rostro del ojiazul. Mientras contemplaba como la espada se retiraba y su propietario volvía a caer al suelo de rodillas.
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-“¡¡ ¿Donde demonios está?!!”
Un hombre alto, de piel morena, cabellos negros y ojos rojos como la sangre, daba vueltas a una fogata como si fuera su orbita, pero cada vez mas rápido. Su mente estaba invadida por preocupaciones y paranoias que no le dejaban estarse quieto ni un minuto, ya no se hable de intentar dormir.
Se paró un instante delante de sus compañeros profundamente dormidos. Faltaba uno, el más importante. Pero ahora mismo no podía ir a buscarlo. Debía proteger a los demás, estaban heridos y exhaustos. Mañana sería otro día.
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–Vamos a ver si lo he entendido bien, Tu prometido, al que amas con todo tu corazón, nunca te ha correspondido, y esta noche, después de una discusión gravísima anuncio la cancelación del compromiso.
–Así es. Dijo cosas terribles. Que le daba asco estar conmigo porque era un hombre, y que a causa de mi carácter ni siquiera podíamos ser amigos, que el nunca sería amigo de alguien como yo…yo…yo…–Unas lagrimas gruesas y cargadas de dolor volvían a inundar los ojos verdes. Mientras su propietario se dejaba acariciar la cabeza por la mano de un hombre joven con medio semblante tapado por un parche en el ojo.
–pero al menos tu, sabes como mirarle a la cara. Después de todo, te tuvo a su lado tanto tiempo aun sabiendo de tus sentimientos…
–¿tú…?
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–no está, no ha venido…
– ¿y que esperabas? Fuiste muy cruel con él ¿sabes? No me esperaba algo así de ti, papá.
–perdóname, Greta. Se cuanto lo quieres, pero créeme, ya no podía mas, me estaba agobiando demasiado. Aunque reconozco que me he pasado. Mañana mismo le pediré perdón.
–Está bien.
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– ¿Y el que te dijo?–los ojos verdes dejaron de emanar agua salada y ahora miraban apenados a su interlocutor, cuyo semblante reflejaba un gran dolor
–[Lo siento, pero yo no siento lo mismo por ti. ¿Podríamos ser solo amigos? por favor]–esa fue su única respuesta.
–Que cruel.
–No, no fue culpa suya. Después de todo, me declaré de sopetón, sabiendo que ama a otra persona.
–Pero te dijo que quería que fuerais amigos. Por lo menos eso quiere decir que no te desprecia. Me gustaría saber que clase de personas es.
–A mi si que me gustaría echarle una ojeada a ese rey que te trató así. Seguro que no es ni de lejos digno de tu amor.
–j a ja ja…desde luego no lo es, es un enclenque. Por cierto, ¿Dónde está ahora el tuyo?
– Debería de estar en algún lugar de este bosque junto con los de más. Acabamos de llegar a este mundo, así que estamos un poco perdidos, y por si fuera poco, voy yo y salgo corriendo. Resulta patético.
–Pues si, un poco. Oye, tengo una idea: ¿Qué tal te parece si mañana vamos a buscarlos y os quedáis en el castillo? No sabéis cuanto tiempo tendréis que pasar en este mundo, así que es mejor tener un techo bajo el que dormir.
– ¿de verdad? Muchas gracias. Eres muy amable
–Te aviso que generalmente no suelo serlo. Y por favor, no le digas a nadie que he estado llorando.
–Trato hecho.– El más alto sonrió divertido.– “así que es solo un pequeño cachorro que finge ser un lobo poderoso. Me recuerda a alguien…”
–Por cierto, todavía no nos hemos presentado. Mi nombre es Volfram Von Bluerifield.
–Fye D. Flourite.