SHIZNAT: DEJARSE GANAR
-Aquí estoy –dijo Natsuki, apareciendo a su lado con un helado en cada mano. Shizuru estaba sentada en la arena, de cara al mar. Sonrió, pero no dijo nada mientras alargaba el brazo para coger el helado que Natsuki le tendía.
-Gracias.
En una de sus muchas salidas mientras había durado su guerra contra el Primer Distrito, Natsuki había encontrado casualmente una pequeña extensión de playa protegida por las rocas, a la que al principio no dio demasiada importancia; sin embargo, ahora que su vida era relativamente tranquila, la visitaba a menudo. Siempre estaba desierta y limpia, puesto que era difícil acceder a ella si no se conocía bien el camino. Y aún conociéndolo era fácil resbalar al pasar sobre las piedras. Probablemente podría ser considerado una locura el hecho de que Natsuki acabara de salir del lugar y volver a entrar, descalza y con un helado en cada mano a la vuelta. Lo único que había hecho antes de partir hacia el recado había sido ponerse una larga camisa blanca de botones por encima del bikini para no ir tan destapada hasta el puesto de los helados.
Pero es que Shizuru había pedido helado. Era complicado decirle que no a la presidenta del consejo estudiantil de la Academia Fuuka, incluso si eso significaba tener que ir saltando de piedra en piedra vigilando no resbalarte y que el chocolate no empezara a gotearte en los dedos.
Así pues, tras la trepidante compra de los helados, Natsuki se dejó caer en la arena junto a Shizuru, que estaba poniéndole el tapón a su pequeño termo para dedicarse al helado. Shizuru era la única persona que conocía capaz de llevarse un termo de té a la playa. No es que Natsuki conociera a mucha gente, pero estaba segura de que aquello no era muy normal.
-Hummrmrm…
-ronroneó Shizuru-. Está bueno.
Natsuki se dedicó a su helado, intentando ignorar los ruiditos que estaba haciendo Shizuru. Y de paso, intentando ignorar la forma decididamente exhibicionista en la que estaba lamiendo el helado. Y hablando de exhibicionismo, debería intentar ignorar el bikini de Shizuru, también. El bikini o la escasez de este, mejor dicho.
Natsuki sabía que no debía haber dejado que Mai le regalase un bikini a Shizuru. Era curioso como la presidenta nunca hacía nada por ponerle las manos encima a ropa provocativa, pero de una manera o de otra, la ropa siempre acaba llegando a sus manos. Era desconcertante y hacía pensar a Natsuki que el universo tenía alguna especie de pacto maligno con su novia. Diversas teorías sobre posibles complots en su contra desfilaron por su mente acompañadas por el sonido de las olas durante largos minutos.
-¿Natsuki?
-¿Uh? –consiguió articular ella, que se dio cuenta de repente de que se había quedado mirando a Shizuru en vez de evitarla como era su intención; además se dio cuenta de que Shizuru se había acabado su helado y de que el suyo le estaba resbalando por los dedos.
-Tienes chocolate… -dijo Shizuru, inclinándose hacia ella. Natsuki sintió que sus ojos se abrían al máximo mientras Shizuru pasaba la lengua justo por encima de la comisura de sus labios.
-Aaahhh…¡Shizuru, no hagas eso!
-También tienes en los dedos…
-¡Puedo limpiarme yo sola! –exclamó Natsuki sonrojándose. Shizuru había echado las manos hacia los botones de la camisa y los estaba desabrochando.
-¡Deja de intentar desnudarme!
-Como si fuera muy difícil, con lo que llevas puesto –rió Shizuru, metiendo las manos bajo la camisa desabrochada.
-¡Para, podría venir cualquiera!
-Ara, ara, ¿Natsuki tiene miedo?
-¡No tengo…aaahh!
-Ten cuidado, se te va a caer… –dijo ella, retrepándose por encima de Natsuki con una sonrisa, que intentaba escabullirse sin soltar el helado. La morena intentó echarse hacia atrás, pero sólo consiguió quedar tumbada en la arena, momento que Shizuru, estratega donde las haya, aprovechó para tumbarse felizmente sobre ella. -Natsuki no debería resistirse contra su Shizuru –dijo con su cantarín acento de Kyoto. Y poniendo la cara justo encima de la de Natsuki, susurró-. Natsuki sabe que siempre acaba perdiendo…
El rostro de Shizuru eclipsó la luz del sol, y una cascada de cabello de color miel cayó a ambos lados del de Natsuki. Después de la batalla campal que acababan de tener, el silencio se hizo muy espeso. Natsuki olvidó su camisa, la playa, las rocas y quien pudiera venir, y se dejó arrastrar por los encantos de los besos de Shizuru. Tenía la lengua fría y sus besos sabían a chocolate. Los dedos de Natsuki se aflojaron y lo que quedaba del helado medio derretido cayó sobre la arena. Shizuru se acomodó sobre el cuerpo de Natsuki e interrumpió el beso. Cuando Natsuki abrió los ojos vio a Shizuru que sostenía su mano manchada de helado y la miraba con una sonrisa:
-Ara, ara… -dijo con voz baja y llena de intención- Empecemos por los dedos.
Shizuru se llevó los dedos de Natsuki a la boca; Natsuki la miró, vencida, y se mordió el labio, sonrojándose. Tenía toda la razón. Siempre acababa perdiendo.
FIN