Nos amamos...
¿Hace cuánto tiempo surgió esto?
…ramos pequeños, estábamos en el mismo salón de clases y desde el principio llamaste mi atención; tan reservado, tu cabello rojizo, tus ojos claros, tu curiosa manía de llevar tu consola a todos lados.
Nuestras miradas se cruzaban continuamente. Luego de unos cuantos meses, un año de conocernos quizá, nos volvimos novios. Andábamos normalmente tomados de las manos y escasamente nos besábamos... Vaya relación. Tiempo después me fui, me fui sin mirar atrás, sin mirarte. Creí que todo esto se me había ido.
En el camino comprendí; que según la moral que rige el mundo, lo nuestro no podía ser, dudé... ¿No habrá sido un juego? ¿Un juego de niños pequeños? No quise cuestionarme más: preferí olvidarte.
¿Sabes? Tuve una vida bastante "emocionante" cuando se me olvidó tu existencia. Intenté tener alguna relación seria con alguna chica, pero nunca me resultaron. Aún escuchando en boca de todos que yo era un tipo sexy. Nunca pude mantenerme con alguien, no dudes que también intenté con chicos. A veces me preguntaba si tenías algo que ver, no, no lo creía.
Cuando volví a encontrarte ya habíamos crecido, estabas más guapo, odié pensar eso, pero era cierto. Sentí lo que las chicas llaman "mariposas en el estómago, porque ganas de vomitar no eran.
Fue un juego. Del cual ya nos habíamos olvidado...
Pero, ¿Por qué yo estaba tan nervioso? ¿Por qué sentía esas ganas de correr lejos de allí? ¿Por qué me dolió tan sólo imaginarte al lado de una chica o un chico y no conmigo? Siento que algo revive en mí cuando te veo. Disimulé mi impresión y todo lo que sentí en el momento, te dije algo como:
—Hola Matt, ha pasado tiempo.
Hablamos un poco de nuestras nuevas vidas, sin mencionar ningún "te extrañé", o algún comentario sobre nuestra "relación" y nos volvimos a separar.
Esa noche me costó dormir, y las siguientes soñaba contigo, que volvía a aquella época en donde "estábamos juntos". Al despertar seguía con las imágenes plasmadas y colocaba música fuerte, para despejar mi mente de aquello.
Pasaron unos años y volví a encontrarte. Esta vez no era un dolor leve, sino que simplemente se sentía como puñaladas en el estómago verte, ésta vez, con una chica a tu lado.
Fue un juego...
De reojo te veía abrazarla, ¿por qué no estaba yo en su lugar? La besabas, ¿por qué no era yo quien recibía tus labios? Y me di cuenta que me volvía loco, un loco gay, bien gay y bien loco. Los saludaba amistosamente, disimulando mi dolor, y ya sentía como comenzaba a desangrarme de tantas puñaladas imaginarias que me daba.
—Que linda pareja hacen —escuchaba a cada momento, y yo maldecía a todos ellos... sólo quería que se callaran.
Veo que estás bien enamorado de ella y ella de ti, pero no creo que su amor sea tan grande como el mío, no, no lo creo. Ella no debe quererte ni un milésimo de como lo hago yo. Bien tarde me vengo a dar cuenta. Porque cuando me hablas con esa dulzura tan característica tuya, haces que me derrumbe, y te abrazo. Claro, tu comprenderás que es un buen abrazo de amistad, pues no es así. Yo lo hago con cariño, del que nunca pensarías -o quizá si- que yo te daría. Cuando siento que volveré a derrumbarme escondo mi rostro en tu pecho, me aguanto las lágrimas y el gritarte a la cara un gran "Matt, te extraño y te sigo amando", sólo me permito a llorar por dentro. Te felicito una y mil veces. Pero no te basta con tenerme en ruinas cada vez que me acerco a ti: susurras a mi oído, mientras aún envuelvo mi rostro en tu pecho:
—Gracias por todo.
Estás derribando con el arma más poderosa mis paredes, y como golpe final, mencionas esas palabras mágicas:
—Te quiero mucho.
Demonios, ¿quieres verme llorar? Por inercia te contesto:
—Yo tambiénn —, mi voz tiembla, pero no creo que lo hallas notado.
Nos separamos y me despido de ti como de ella, aún disimulando. Cada uno toma su camino y me alejo por entre la oscuridad. Es una fría noche; fría, oscura y solitaria.
No puedo negarle la salida ya a mis lágrimas. Y mientras camino hacia mi departamento, ellas ya resbalan por mis mejillas, sin hacer el más mínimo sonido.
Llevo la cabeza gacha y camino pesadamente. Han pasado muchos buses y taxis que me dejarían en la puerta del departamento en el que vivo, pero prefiero caminar, que se me vaya todo el tiempo y energía en llagar allá, entrar y tirarme a la cama hasta rendirme y dormir. Para al otro día volver a meditar sobre esta noche y comerme el llanto, porque juro, juro que no volveré; a derramar ni una sola lágrima más por ti, Matt...
Enciendo un cigarrillo. Los restos de ceniza marcan el camino ya recorrido y como el humo, mis lágrimas desaparecen...
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