Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Son sólo momentos. Sólo somos tú y yo. por ines_kaiba_wheeler

[Reviews - 8]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Disclaimer: One Piece es obra de Eiichiro Oda, sólo escribo esto como mera diversión y sin ánimo de lucro.

 

Como ya dije son relatos. Unos cortos, otros largos. Una manera de desestresarme del resto de mis proyectos y de propagar esta pareja que tanto me gusta, el Kaku x Jyabura, o al revés, que también mola xD.

Notas del capitulo:

Cuando el aburrimiento es demasiado, las cosas están demasiado calmadas, la persona más habladora deja de hablar, has de saber que algo importante puede estar pasando. ¿Su cumpleaños? La ocasión perfecta, o eso dicen.

 

Disfrutad con la lectura.

Kaku pegó un salto desde la cama nada más despertarse y aterrizó firmemente en la madera del barco. Ese día sería diferente. Estaba harto de la monótona vida de altamar. Lo único emocionante que les había pasado fue el ataque de un rey de mar, que ahora ocupaba más de la mitad de su despensa, y de eso había pasado ya más de una semana. Se quitó la camiseta que llevaba y se dirigió a la cocina arrastrando los pies. Por mucho ímpetu que tuviera, nada más levantarse no podía tener muchos ánimos.

Antes de entrar pudo oler en el ambiente que algo se había quemado. Recordó que hoy le tocaba cocinar a Califa. Tragó saliva. Si despreciaba la comida de la mujer estaría en un apuro, pero no le apetecía comer algo crudo o demasiado quemado. Se asomó a la ventana de la cocina y pudo ver como Califa estaba a punto de tirar todo a la basura. Kaku suspiró de puro alivio. Así podría cocinarse algo decente. Cuál fue su sorpresa al ver cómo Jyabura, que también estaba dentro, la convencía para que no tirase nada y, tras eso, la ayudaba a reparar el estropicio.

-Jyabura, ¿por qué me ayudas?-oyó que preguntaba Califa mientras intentaba quitar la parte quemada de las tostadas.

-¿Quieres que vuelva a sentarme?-Califa se rió a la vez que negaba-Solamente no le digas a nadie que te he ayudado.

Kaku sonrió. No conocía el lado amable de Jyabura, pero bueno, tampoco podía echárselo en cara.

Oyó unos pasos en cubierta y vio a Fukurou mirando al suelo. Se quedó mirando hacia él para ver qué hacía, pero cuando este tropezó y se cayó de bruces al suelo, se dio cuenta de que seguía medio adormilado. Una vez se levantó, no sin esfuerzo, se quedó mirando fijamente a Kaku.

-Chapapa... ¡Tengo hambre!-exclamó. Kaku miró de reojo a la cocina y vio lo alterados que se había puesto aquellos dos. Suspiró. Al menos ya era algo distinto a lo usual.

-Fukurou, tendrás que esperar-comentó el de la nariz larga-Me ha dicho Califa que todavía le falta un rato al desayuno-el sonido de porcelana rota saliendo de la cocina hizo que volviera a mirar hacia la ventana.

La rubia estaba riéndose de Jyabura, al que parecía que se le había caído un plato por alguna razón y ahora estaba recogiendo, mirando de reojo a Kaku con una mirada de odio infinito y con un sonrojo cubriéndole las mejillas.

-Llevaaaa ahí metidaaaa más de una horaaaa-exclamó Kumadori apareciendo a su espalda, con sus movimientos pausados y ridículos.

-No seáis impacientes-Lucci hizo acto de presencia-Debéis de estar muriéndoos de hambre para querer desayunar hoy-los otros dos bajaron los hombros y su expresión cambió a una de disgusto-Y tú, deberías vestirte antes de entrar.

-Lucci, lo dices como si estuviera desnudo-se rió Kaku, encogiéndose de hombros y regresando a su habitación para vestirse, como diría Lucci, adecuadamente. Otros días era el mismo Lucci el que iba a desayunar sin camisa. Quien lo entendiera que lo comprara.

Una vez vestido, se encaminó de nuevo a la cocina, donde ya estaban todos sentados. Jyabura, para su sorpresa, ya llevaba dos en lo que iba de mañana, no se había sentado y seguía ayudando a Califa. El sonido de la cremallera de Fukurou se oyó en toda la estancia, pero antes de que pudiera hacer ningún comentario, Jyabura ya la había cerrado de nuevo, con cierto cansancio al hacerlo.

Kaku los miró a ambos con una ceja levantada. ¿Había pasado algo en su ausencia? No se detuvo mucho a pensar y se sentó al lado de Lucci, quien leía la prensa con gesto malhumorado. Hattori entró revoloteando y se posó en el hombro de Kaku. Éste le acarició el pico mientras sonreía, ganándose un picotazo cariñoso. Tras eso, se fue al hombro de Lucci.

Nunca había estado la cocina tan en silencio. Ni Kumadori hacía el payaso, ni Califa soltaba una de sus risas de suficiencia, ni Jyabura gritaba. Algo raro había pasado. Miró fijamente a Fukurou. Éste miró nervioso de Kaku a Jyabura y de éste al resto.

-¡El desayuno está listo!-exclamó Califa depositando los últimos platos en la mesa. Tanto ella como Jyabura, se sentaron y empezaron a comer.

-Fukurou-le llamó Kaku y éste abrió la cremallera a toda velocidad-¿Me-?

-Jyabura cumple treinta y seis años hoy-le interrumpió-chapapa, se me escapó.

-¡Maldita sea! ¿Por qué tienes una cremallera si no eres capaz de tener la boca cerrada de todas maneras?-protestó el lobo bajando la cabeza.

-¿Me pasas las tostadas?-terminó de preguntar Kaku son cambiar su gesto, haciéndose el sordo. Notó seis pares de ojos mirándolo fijamente-¿Pasa algo?

-Siempre te burlas de él-comentó Califa.

-Cada añoooo le tomas el pelooo.

-Chapapa, por eso nos pidió que no te dijésemos nada este año-Kaku terminó de desayunar en silencio mientras los demás lo miraban expectantes.

-Voy a hacer algo de provecho, quizá deberíais hacer lo mismo-dijo antes de salir por la puerta.

 

Una vez fuera sonrió. Así que eso era lo que pasaba. Con razón lo veía raro últimamente. De todas maneras, no le apetecía reírse de él, ya no sólo porque no tenía ganas de nada, simplemente no le salía de dentro reírse. Cosas de la edad, pensaba. ¿De la edad de quién? Esa era, sin duda, una buena pregunta.

Se estiró cual gato y bajó a cubierta con paso lento. Se apoyó en la barandilla de babor y miró hacia el mar. Le apetecía zambullirse y nadar un poco, pero debido a la Akuma no mi que se había comido no podía. Suspiró resignado. Al menos si pudiera nadar no se aburriría tanto y podría entrenar a gusto, sin miedo a caerse al agua y morir ahogado.

Pensó en hacerle un regalo a su enemigo declarado, pero estando perdidos en el ancho mar no podía comprarle nada y, de todas maneras, no estaba seguro de que fuera a aceptar algo que viniera de su parte. Bueno, tenía todo el día para pensar. Malo sería que no se le ocurriera nada.

Antes de que pudiera ponerse a pensar en ello seriamente, Kumadori empezó a golpear con su bastón las maderas de cubierta, haciendo chocar los anillos del mismo. A Kaku se le vino una gran idea a la cabeza y estaba completamente seguro de que le gustaría. Después de todo, Jyabura era muy malo disimulando y llevaba esperando eso mucho tiempo.

 

Ya de noche, cuando habían terminado de cenar, Kaku siguió a Jyabura hasta su habitación. Él estaba apoyado en la puerta y Jyabura estaba sentado en la cama, mirando hacia él con furia y resignación.

-Ya tardabas-Kaku parpadeó-Acaba pronto.

-No vengo a reírme.

-Entonces, ¿qué coño haces aquí?

-Darte tu regalo-Jyabura se quedó paralizado.

-¿Tú? ¿Regalarme algo a mí?-Kaku asintió-¿No tendrás fiebre o una enfermedad extraña?-preguntó con nerviosismo. El único regalo que había recibido en toda su vida eran las cintas que ataban su pelo, cortesía de su madre y eso había sido cuando tenía cuatro años. Después se había quedado huérfano y a los pocos años había empezado su entrenamiento para el CP9.

-Para nada, pero si no lo quieres no importa-comentó Kaku acercándose a la cama-¿Lo quieres o no?

-No he dicho que no lo quisiera-dijo restándole importancia.

-Cierra los ojos-murmuró mientras se sentaba en la cama. Vio la mirada llena de ilusión del moreno antes de que éste cerrara los ojos. Cogió una de sus manos y puso en ella una pequeña cajita de color ámbar-Feliz cumpleaños-dijo sonriente, levantándose y saliendo de la habitación.

Jyabura abrió los ojos y observó la caja. Con entusiasmo mal disimulado, la abrió, descubriendo una cadena de plata que tenía un anillo, también de plata, colgado. Cogió la cadena y la levantó, era bastante liviana y la verdad es que le sonaba bastante. Deslizó sus dedos hasta llegar al anillo. Tenía una pequeña inscripción con la fecha de cinco años antes.

Recordó entonces de qué le sonaba. Antes de que mandaran a Kaku, Lucci, Califa y Blueno a Water 7, él y Kaku tenían una relación más allá de amigos pero menos que amantes. El día antes de que partieran, justo delante de ese mismo anillo, le había preguntado a Kaku si se acordaría de todo lo que pasaran cuando regresara. Éste le respondió que cuando volvieran a encontrarse le daría ese anillo con la respuesta a esa pregunta.

Estaba tan feliz y entusiasmado que reía y lloraba al mismo tiempo. No debía dejarse llevar por los sentimientos, eso era lo que le habían enseñado en el entrenamiento, pero, ¿a quién le importaba en ese momento?  Si no lloraba no podría ser feliz y si no reía no podría disimular su llanto. De todas maneras, tenía que encontrar a Kaku, aún sin saber qué le diría cuando lo tuviera frente a él.

Secó sus lágrimas, volvió a dejar el colgante en la caja. Tras eso dejó la habitación a paso lento. ¿Dónde podría estar esa jirafita? Seguramente en un lugar alto, así que estaría en la torre de vigía. De dos saltos ya se encontraba a la par de Kaku, que se había girado y lo miraba fijamente.

-¿No te gustó?-preguntó apoyándose en la barandilla. La verdad es que Jyabura no tenía palabras, o más bien no le salían de la boca-Muy antiguo, ¿quizá?

-¿Lo guardaste desde entonces?-preguntó cabizbajo.

-Agradécele a Kumadori que me acordara dónde lo había guardado-Jyabura se sentó en la barandilla, frente a Kaku-¿Qué te pareció como regalo de tu trigésimo sexto cumpleaños?

-Muy cutre, todo hay que decirlo-se cruzó de brazos y lo miró-¡Vamos! ¡Me acerco a los cuarenta! Estaría bien una cenita o unas vacaciones pagadas. Algo de ese estilo.

-Lo tendré en cuenta para el año que viene. Una cena estaría bien. ¿Qué te parece si la prepara Califa? Todo un banquete digno de reyes-añadió con un tono burlón.

-Creo que paso-dijo entre risas. Kaku lo miró entonces directamente a los ojos haciendo que Jyabura se sonrojara.

-Hablando del tema, ¿por qué la ayudaste esta mañana?-Jyabura parpadeó múltiples veces antes de rascarse la nuca con una tímida sonrisa en la cara.

-Me recordó la cara de impotencia de cierta persona cuando tuvo que coger un Umi Resha hace cinco años-Kaku lo miró sorprendido-Aquella vez no pude hacer nada pero esta vez sí podía. Además, si no hubieses aparecido tú y me hubieses distraído seguramente podríamos haber tenido un desayuno mucho mejor-lo miró de reojo-¿Kaku?-estaba con la cabeza gacha y los puños apretados-Oye, Kaku...

-Jyabura, aquel día... ¿Lo recuerdas?

-Como para olvidarme-dijo fastidiado-Sucedieron demasiadas cosas ese día. ¿Por qué lo preguntas?

-Porque yo de aquel día sólo recuerdo una cosa-se acercó al moreno con lentitud y acarició su nariz, haciendo que ronroneara suavemente con los ojos entrecerrados-Las lágrimas que reprimías en tus ojos.

-Pero quien acabó llorando fuiste tú-Kaku se quitó la gorra y apoyó su frente en el hombro de Jyabura.

-Era joven, acababa de convertirme en miembro del CP9, estaba enamorado-al mayor se le detuvo el corazón.

-¿Qué?

-Lo que has oído.

-¿Cómo coño no me lo dijiste entonces?

-Si lo hacía no podría irme, pero lo acabé haciendo, ¿no?

-Idiota-Jyabura lo abrazó-Eres idiota.

-Con cinco años de atraso me dices eso.

-Pero lo acabé haciendo, ¿no?-Kaku sonrió y correspondió al abrazo.

-Más vale tarde que nunca.

 

Y en la cama de Jyabura, dentro de la caja color ámbar, con un colgante hilado en su interior, hay un anillo con una fecha y una inscripción: "por y para siempre, mi amor".

Notas finales:

Me basta con que lo hayáis leído, muchas gracias.

Si hay algún error de comprensión estaré gustosa de aclarar vuestras dudas.

Ni yo me explico como esa frase puede coger en un anillo, sólo no le busquéis explicación viable xD.

 

Atte. Inés.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).