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THE PIANO'S MELODY ON THE BASEBALL PITCH. por Yoru Morino

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Notas del fanfic:

Una oportunidad, disfrutad.

Notas del capitulo: Katekyo hitman reborn no me pertenece si asi fuese tendría mucho yaoi XD
THE PIANO’S MELODYON THE BASEBALL PITCHCAPÍTULO 1: LITTLE MELODY.  

Mediados de Junio, en aquella época cuando ya habían acabado los parciales en la escuela Namimori, la única preocupación que podían tener los estudiantes era tan solo la de encontrar algo bueno y divertido en los que gastar los días que tenían de vacaciones.

Aunque…había algunos que tenían sus compromisos.

-¿Os habéis clasificado para el torneo regional?-inquirió el de cabellos castaños sorprendido y a la vez feliz.

-Así es, Tsuna.-sonrió deslumbrante el moreno-¿Nos vendrás a ver jugar? A todos los del equipo nos haría mucha ilusión.-finalizó este.

-Hum…por mí vale, me encantan los partidos de béisbol.-le respondió este con una sonrisa sincera en los labios también.

Puesto que de momento sus entrenamientos para ser capo de la mafia y asesino profesional respectivamente estaban temporalmente congelados por vacaciones, eso sí, nunca se sabía cuando podía salir Reborn con alguno de sus locos e imprevistos entrenamientos, se podían permitir el lujo de disfrutar del deporte.

-¿Partidos de béisbol? Pche! Harías bien en dedicarte a entrenar más que ha malgastar tu tiempo en esas estupideces, loco del béisbol.-un joven de cabellos plateados con los ojos esmeralda apareció de detrás de Tsuna, mirando con odio a Yamamoto, como siempre.

-Ja, ja, ja.-rió el moreno.-Tú siempre así.

-Calma chicos…-intentó calmar el ambiente Tsuna.

Esos dos siempre peleando, pues Gokudera, siempre quería llamar la atención de Sawada Tsunayoshi, el que seria el décimo Vongola en un futuro, y ese tal Yamamoto que tanto talento tenía para la batalla siempre estaba metiéndose donde no le llamaban y llevándose los halagos de su Judaime.

  

El maníaco del béisbol se despidió de ambos y se fue de nuevo al campo de juego. Y en ese momento cuando Hayato le iba a proponer volver juntos a casa a Tsuna, apareció Kyoko Sasagawa, el rostro de Tsuna enrojeció violentamente.

-Hola Tsuna-kun. ¿Qué hacéis por aquí aún, ya han acabado las clases, no? Al fin en verano.-dijo la chica con esa sonrisa que lograba hacer enmudecer a Tsunayoshi.

-Eh…sisi,-fue lo único que este logró articular.

Y Gokudera, aunque fuera a veces un tanto insensible, no era estúpido.

-Hum…vaya usted tirando Judaime, le alcanzaré después, tengo cosas que hacer…en la biblioteca.

-¿Ah…si?-tartamudeó Tsuna mirando a ambos lados aleatóriamente, entre Kyoko y Hayato.

-Oh, si quieres podemos regresar juntos a casa.-sonrió la bella Kyoko.

-¿Eh? ¿De verdad?-preguntó emocionado el castaño, rascándose el cogote a modo de tick nervioso.-Kyoko chan es tan dulce-pensó.

   

Y así, los dos partieron y Gokudera se quedó viéndolos, esta vez no quería privar a su jefe de un momento como ese, no era quién al fin y al cabo.

No era quién…

 

No quería regresar  a su “casa” si es que así se le podía llamar a aquel lugar inhóspito frío y solitario en el que se resistía a pasar más de ocho horas seguidas, las que gastaba en dormir e irse de nuevo al colegio.

 

En su hogar…nunca le esperaba nadie, la poca “familia” que tenía estaba en Italia, y su hermana…en fin, se pasaba la vida enganchada a Reborn, cosa que le parecía perfecta, así la vería lo menos posible, solamente cuando coincidieran en casa de Judaime.

 

Sus pasos, errantes por el interior de la escuela Namimori le llevaron a pasearse por pasillos vacíos y poco amigables en ese estado, pero eso poco le importó pues su mente divagaba en cuestiones que lo llevaban lejos de allí….muy lejos.

Supuso que era debido a ver como su jefe, se retiraba con Kyoko, si, debía dejarlo ir, no podía estar las veinticuatro horas del día pegado a él, ser su mano derecha tampoco implicaba acosarlo de tal manera que este no tuviera vida…Lo malo era…que cuando se quedaba solo…se daba cuenta de lo solo que estaba en aquel país de extraños…el que había sido el País de su madre.

Su madre…

No pudo evitar sentir un nudo en la garganta al recordar los pocos recuerdos que tenía de ella.

Simplemente…una mujer hermosa…siempre sonriendo…siempre…

Sin saber por qué se detuvo…Había llegado al aula de música del instituto, la cual poseía un piano. Sus pies se movieron solos., encaminándolo hacía el piano de cola con el que contaba el aula, sus dedos se posaron suavemente sobre las teclas de este, las repasó con el lindero de los dedos lentamente…antes de ponerse a tocar, aquella melodía que lo perseguía hasta en sueños.

En unos segundos, se hallaba depositando toda su alma sobre las teclas de aquel piano, el pasó del tiempo se distorsionó, el entorno perdió sus límites, solo habían notas musicales, sonidos, la melodía, solo arte, solo música.

  

-Bien, por hoy ya hemos acabado el entrenamiento, buen trabajo chicos.-los felicitó el moreno.

-Gracias a ti Yamamoto, has estado espléndido como siempre.-le dijo uno de sus compañeros.

-Ja, ja, ja , no es para tanto chicos.-rió despreocupado.-Iros que ya atardece, me quedo yo a recoger.-les dijo.

-Pero no hombre que eres tu el que más ha entrenado hoy…-empezaron a reivindicar el resto. Pero sus súplicas fueron rechazadas con sonrisas y más ánimos, así que desistieron y partieron a sus hogares, dejando a Yamamoto al cargo de recoger los materiales las pelotas y bates.

-Bien, ya está-dijo resuelto el crack del béisbol, mientras se dirigía a la fuente para lavarse el sudor de la cara, por hoy ya había acabado, se cambiaría y se iría a casa…

En ese momento, justo cuando iba a abrir el grifo de la fuente del patio para lavarse la cara…escucho una especie de melodía… una melodía que procedía de algún lugar cercano, no es que supiese mucho de melodías, pero aquella era tan hermosa que lo dejó clavado en el sitio…parecía…como de piano…¿Alguien tenía una mini cadena encendida quizás? Se dijo, pero no, era imposible, pues por los alrededores las casas eran pequeñas y estaban demasiado lejos como para que la melodía se escuchase tan nítidamente…Solo podía provenir de un lugar: Del interior del colegio.

-¿Quién se habrá dejado puesta una mini cadena a estas horas dentro del colegio? Que yo sepa no hay ningún club que no haya finalizado ya sus actividades extraescolares.-se dijo un tanto curioso.

La melodía proseguía, sin languidecer, perfecta, embelesante, tan hermosa era que logró despertar completamente la curiosidad de Yamamoto, este, decidió ir a ver de dónde provenía.

Caminó por los pasillos del colegio siguiendo la música, las notas que danzaban en el aire introduciéndose dulcemente en sus oídos.

 

Al fin, guiado por el sonido celestial que llenaba sus oídos Yamamoto acabó delante del aula de música.

-Parece…que sale de aquí…es el piano…-pensó.

Poco a poco, empujó sigilosamente la puerta hasta que pudo ver que había en el interior por una rendijilla. Sus ojos negros se abrieron desmesuradamente…

-Goku…dera…-susurró, sorprendidísimo. Pudo ver como el joven italiano sumido en lo que parecía casi un trance, de euforia, bañado por los rayos débiles del atardecer se unía a la melodía, la hacía brotar de sus dedos, mientras en su rostro se podía contemplar una expresión de nostalgia y tristeza que jamás había visto Yamamoto en él.

Estuvo allí, plantado unos minutos más, totalmente cautivado por aquella música, le parecía sorprendente que una persona pudiera hacer salir con tan solo unos movimientos de dedos tal magia en cada acorde.

Pero en ese momento, se rompió la magia, pues Yamamoto que estaba totalmente ensimismado, no se percató de que estaba apoyando el pie en la parte inferior de una escoba que había en el pasillo y al retirar el pie de allí esta calló al suelo estrepitosamente ocasionando una fuerte contundencia que logró llamar la atención de Gokudera, que dejó de tocar súbitamente, se levantó del taburete en el que estaba sentado y dijo:

-¿Quién está ahí?-con su cara habitual de malas pulgas.

A Yamamoto no le quedó otra que descubrirse.

-Je,je,je, perdona no te quería desconcentrar, se me ha caído la escoba sin querer.-dijo al tiempo que abría la puerta del todo apareciendo en escena.

-¿¡El loco del béisbol?! ¿¡Qué diantre hacías espiando ahí, baka?!-le chilló furioso, no podía creerlo, se había metido tanto en la música que no había sido capaz de notar la presencia de aquel estúpido.

-Ah bueno, es que justo acababa de entrenar y al oír una melodía me picó la curiosidad y vine a ver que era…No sabía que supieses tocar el piano.-le dijo conjurando una sonrisa confiada. De esas que tanto detestaba Hayato.

-No es asunto tuyo, kono baka.-le escupió con rabia, al tiempo que pasaba por su lado hacía la salida y se encaminaba al pasillo.

-¡Espera!-quiso detenerlo el otro. Hayato se paró en medio del pasillo.-¿Qué melodía era esa que tocabas? Era bonita.

El italiano se detuvo se giró de nuevo y simplemente dijo a voz en cuello.

-A un gilipollas como tú no se lo contaría, sería demasiado complicado para tu estúpida mente.

Y así, se dio la vuelta y empezó a alejarse, cuando ya estaba en el otro extremo del pasillo, al fin, Yamamoto reaccionó y empezó a seguirlo.

  

-¿Por qué me sigues maldito estúpido?-le espetó Hayato furioso viendo a Yamamoto tras de sí, por la misma calle.

Ya había oscurecido y las farolas de la calle estaban encendidas. Ambos caminaban por una calle solitaria.

-No te sigo.-sonrió el otro.-Nuestras casas están en la misma dirección, recuerdas?

-Pche!-gruñó el otro al tiempo que prendía un nuevo cigarrillo.

El otro, al ver que el humo se elevaba desde los labios de su compañero se le aproximó serio y le arrebató el cigarrillo de entre las manos.

-¡¡Qué coño haces!!-le gritó el otro intentando recuperar su cigarro.

-Esto te va a matar, es malo para la salud.-respondió el otro, simplemente.

-¿¡Y a mí que diantre me cuentas?! Eso ya lo sé y fumo por qué me da la gana, dame eso!-vociferó nuevamente al tiempo que lo intentaba agarrar de la camisa. Pero fue inútil, pues Yamamoto ya había tirado el cigarro al suelo y lo había pisoteado.

Gokudera agrandó los ojos y lo miró con rabia. ¿Quién coño se creía que era para hacer eso? ¿Es que no tenía suficiente con robarle los halagos de su Judaime que encima le jodía la puta existencia?

-¡¡Hijo de puta!!-lo agarró por el cuello de la camisa enfurecido, ya había perdido la paciencia con ese tipo, nunca lo había tragado, pero ahora ya era el colmo.

-Dicen que la gente que tiene vicios como el de fumar es por que no son felices.-le soltó sin más Yamamoto, que ya no sonreía, sino que estaba serio y lo miraba a los ojos sin titubear.

Gokudera se quedó callado durante unos segundos, sorprendido por la mirada repentina de Yamamoto, y finalmente lo soltó de un tirón.

-¡Bah! No me rebajaré a que un gilipollas como tu adicto al béisbol me de lecciones.-volvió a sacar un cigarrillo de la cajetilla y se lo puso en los labios.

Aquello era lo único que lograba calmarlo mínimamente…

Yamamoto al ver como el de cabellos plateados pasaba de sus advertencias y volvía a fumar tranquilamente, suspiró derrotado.

 Hasta que llegaron a la puerta de la casa de Gokudera…

-¿Porqué sigues parado delante de la puerta de mi casa? ¿No tendrías que tomar el desvío de allí? Pues largo.-dijo el italiano sacando la llave de su cartera para entrar en su “hogar”.

Pero Yamamoto no se movió, ni un ápice. Y esto crispó aún más los nervios de Gokudera. Eso ya era la gota que colmaba el baso, primero lo espiaba, luego lo seguía y le destrozaba uno de sus amados cigarrillos y luego para acabar de redondear se plantaba delante de la puerta de su casa a observarlo mientras intentaba entrar en esta.

-Joder…que coño quiere este imbécil.-se dijo Hayato apunto de sacar sus cartuchos de dinamita y volarlo en pedazos.

-Nadie te espera allí, verdad?-inquirió el moreno.

A Gokudera se le cayó el cigarrillo desde la boca al suelo.

-¿Q-ué?-inquirió.¿A qué coño venía eso?

-Las luces de la casa están apagadas. No hay nadie allí.-resolvió el japonés.

-Ohhh felicidades por llegar a la conclusión, Einstein, se te debe de haber quemado el cerebro de tanto usarlo para llegar deducir eso.-se burló el otro, al tiempo que introducía la llave en la cerradura y la hacía girar…

  

Yamamoto frunció el ceño levemente, sabía, desde que lo vio tocar el piano que algo no iba bien con él, siempre lo había sabido, aquella violencia que siempre caracterizaba sus actos, propios de alguien que quería llamar la atención, su adicción poco sana al tabaco…Y…aquella cara que había puesto al tocar el piano…¿Eran…compañeros, no?

 

Los compañeros se preocupan los unos de los otros.

Una vez Gokudera hubo entrado en su casa cuando se disponía a suspirar de alivio por la partida de su molesto acompañante se dio cuanta de que este…no se había ido. Yamamoto pasó por su lado como un trueno hasta llegar a SU COCINA y como Pedro por su casa, encendió los fogones y se puso a cocinar…

A Gokudera no le dio tiempo ni de reaccionar.

-¿¡Qué diantre…?!-fue lo único que logró decir.

-No comes sano, no es así? Ya que estamos te preparo algo, no subestimes al hijo del propietario de un restaurante de Sushi.-sonrió despreocupado el otro.

  

CONTINUARÁ


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