Allen Walker y el inspector Howard Link se fueron acostar después de una larga jornada de trabajo, y a pesar de lo agotado que estaba el rubio no lograba conciliar el sueño, por una extraña razón que no entendía se sentía inquieto.
Así que el inspector permaneció acostado viendo algún punto lejano en espera de que se quedara dormido, más sin embargo pasaba el tiempo y nada ocurría. Se movió tratando de encontrar una mejor posición para conciliar el sueño pero fue en vano.
En medio de esa desesperante situación escucho un extraño sonido que rompió la aparente calma. Agudizo su oído tratando de localizar de donde provenía pero no volvió a escucharlo hasta unos segundos después y luego otro más tarde.
Gracias a las habilidades que poseía no tardo en hallar de donde provenía el ruido: La cama de Walker.
Desconcertado ante tal suceso el rubio se acerco a la misma con el mayor cuidado posible, sin hacer ningún ruido, no quería que el menor notara su presencia.
Ya en posición el inspector espero pacientemente y entonces escucho con mas claridad aquellos sonido, trato de descifrarlos pero no logro hacerlo, así que continuo quieto escuchándolos sin saber muy bien como reaccionar ante aquello.
Después de unos minutos ya no pudo conterse más debía averiguar que estaba ocurriendo, podría incluso ser relevante, así que en un rápido movimiento quito la colcha que cubría a Walker y lo que observo lo dejo completamente perplejo.
El joven exorcista estaba comiendo en la cama unas extrañas bolas cafés, las cuales supuestamente eran un postre; el rubio que era un experto en la materia jamás había probado tal cosa. Se pregunto ¿a qué sabrían?.
-Walker – exclamo a modo de reprehenda mientras veía severamente al menor.
El recién sorprendido no sabía como reaccionar, se había quedado quieto con una peña bola aun en sus labios. Se apresuro a comerla, sin percatarse que debido al nerviosismo le quedaron restos de salsa en los labios.
- Link -san lo siento – se apresuro a disculparse el peliblanco – es que aun tengo mucha hambre y... –
El inspector veía muy agitado al pequeño así que solo suspiro cansinamente, como diciendo “era de esperarse algo así”. Y entonces se percato de que el exorcista no solo tenía salsa en los labios dándole cierto aspecto brillante y casi insinuante sino que además también tenía un poco en su mejilla.
Sin ser muy conciente de lo que hacia le limpio de la mejilla al menor aquel extraña y pegajosa salsa con el dedo y se la llevo a la boca, degustando aquel sabor desconocido para él y descubrió que le gustaba.
Al ver lo que hacia el peliblanco no pudo evitar sonrojarse ante aquel gesto.
Lo que ocasiono que el rubio acentuara más su atención hacia el exorcista, volvió a mirar aquellos labios tan tentadores, que lo invitaban a probar nuevamente ese delicioso sabor; después de todo había descubierto que el también tenía un poco de hambre, ya que no habían podido comer mucho debido al pesado día que tuvieron. Y al observar al peliblanco un poco más abajo provoco que su apetito se renovara.
El mayor se sentó en la cama de Walker, quedando frente a el, su mirada era un tanto ansiosa muy diferente a la expresión continuamente sería que poseía.
El exorcista obviamente se percato de que lo miraba hacia abajo muy insistentemente, algo que lo incomodo mucho.
Ninguno de los dos dijo palabra alguna, más sin embargo el menor comenzaba a ponerse demasiado nervioso por lo que estaba ocurriendo.
Así que hasta que finalmente el peliblanco siguió su mirada, eso si con cierto bochorno, se percato de que lo que estaba mirando tanto el rubio era la caja donde contenía los Dangos, la cual descansaba sobre sus piernas.
Finalmente cayo en la cuenta de que seguramente al inspector se le había antojado aquel postre, pero debido a su forma de ser, tan sería y formal, casi arrogante; no le era fácil pedirle que le invitará del mismo. Ya que el menor había comprendido lo que sucedía le sonrío y extendiendo la caja le dijo:
- ¿Quiere Dangos, Link-san? –
El rubio se quedo mirando un momento al exorcista como si dudara pero finalmente tomo uno de los postres y comenzó a comerlo.
El peliblanco también lo hizo, y ahí estaban los dos comiendo a mitad de la noche aquel peculiar postres.
Finalmente se lo acabaron, Walker estaba satisfecho pero no así lo estaba Link; y entonces el rubio volvió a mirar al menor nuevamente tenía restos de salsa en la mejilla así que se inclino hacia el exorcista, acortando la distancia que los separaba y limpio el resto de salsa pero esta vez con su lengua.
Allen se paralizo al instante, sin entender por que había hecho eso, y de igual manera el rubio tampoco pudo explicar que lo llevo a realizar tal acción.
Lo que no sabían ambos era que eso solo fue el principio, ya que después de quitarle todos lo rastros de salsa de las mejillas, beso los labios del menor, que aun le resultaban tan tentadores, y no tardo en introducir su lengua dentro de la boca del exorcista, degustando aun más el sabor dulce, ahora no solo del postre sino también del mismo.
El peliblanco también pudo percatarse a su vez de la dulzura de los labios ajenos, seguramente debido a que solo comía postres, tal vez fue eso lo que distrajo al menor y no le permitió tomar conciencia completa de lo que esta ocurriendo entre ellos.
El beso fue largo ya que ambos exploraron cada rincón del contrarió, probando, degustando, aquel sabor tan maravilloso, tan diferente a cualquier postres que hubieran probado y sin embargo más atrayente y adictivo.
Se separaron debido a la falta de aire, sonrojados, sobre todo el menor, quien trataba de regular su respiración.
Tras unos segundos finalmente se miraron, percatándose finalmente de lo que acababa de ocurrir entre ambos; el menor no podía estar más sonrojado mientras que el rubio aparto su mirada con un tono rojizo de menor intensidad en sus mejillas.
No hablaron, no sabían que podrían decir ya que no entendían que era lo que los había llevado a aquello, sobre todo Link, no comprendía como pudo perder el control de esa manera ante el menor y como el exorcista se había dejado envolver tan fácilmente.
- Yo… -
- Es que… -
Hablaron al mismo tiempo sin saber muy bien que decir.
- Es tarde debemos dormir mañana tenemos mucho trabajo por delante - dijo seriamente el inspector, levantándose de la cama del menor y acostándose en su futón, que estaba en el suelo.
No miro ni una sola vez más al exorcista quien por el contrarió si siguió los movimientos del mayor y al percatarse de que no le diría ninguna palabra más le dio la espalda y también se acostó, sintiendo un cúmulo de sentimientos en su pecho.
- Buenas noches Link-san –
- Bunas noches Walker –
Pero al contrarío de toda perspectiva, ninguno de los dos pudo dormir.
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En tanto otro exorcista de la Orden, para ser más exactos cierto pelirrojo si logro conciliar el sueño a pesar de que no pudo averiguar los efectos de la poción que le dio ese molesto acosador del Moyashi-chan; quería divertirse a costa suya, por eso sin que se diera cuenta le puso a uno de esos postres que tanto comía unas gotas de una poción que encontró en un momento de ocio en la oficina de Komui, pero a pesar de esta vigilándolo no percibió cambio alguno de ningún tipo en el dos puntos; aunque conociendo como resultaban los experimentos de aquel científico loco, realmente desastrosos, era de esperarse que no siempre surtieran efecto ¿verdad?
Owari???....