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Tienes pinta de uke. por nezalxuchitl

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Notas del fanfic:

El tan prometido romance de oficina, que como podran comprobar conforme lean los capitulos, no tendra nada de romantico muajajaja!

Disclaimer: cualquier parecido con la realidad no es mera cohincidencia. Ni de coña me podria inventar un gilimundo como el que el gobierno trata de encajarnos.

La categoria de este fic seria Cinismo, pero como no aparece en la lista despleglable la pongo aqui.

Notas del capitulo: Los nombres de las personas, lugares, calles y mascotas han sido cambiados para proteger la identidad de los participantes ;)
 

Romance de oficina o tienes pinta de uke.

 

1º El embargo.

 

El sol caía a plomo sobre las calles casi desiertas. A las tres de la tarde, en un dia entre semana, ni los turistas osaban salir por temor a quedar derretidos sobre las losetas de piedra caliza que pavimentaban el centro histórico de la ciudad.

 

La hora nona, para los bandidos de cuello blanco, era la hora de dar el golpe. A las tres de la tarde el guanajuatense promedio se dedica a comer, a dormir, a ver telebasura, que se yo: lo último que esperan es que los de Hacienda les caigan encima para embargarlos. Y eso era justo lo que estaba por sucederle a los habitantes del número 27 de la calle del Inquisidor, zona centro y apartado postal 47800.

 

El sol caía a plomo sin ninguna nube que lo atajase un poquito, y el efecto de sus rayos luminosos y calcinantes en pleno verano, aunado a la soledad a la que ya hemos hecho alusión daba un aire de encanto a las calles del pueblito. Porque ahí, en el centro, bajo esa luz y a esas horas la ciudad de San Miguel volvía a ser el pueblito colonial, asentado entre dos cadenas montañosas que había sido durante mas de trescientos años.

 

Las fachadas pintadas con cal, con ocre, con tonos cálidos no sabían nada de las luces de neón, ni de las señalizaciones contrarias de los suburbios. De las calles que en un extremo ponían la placa de acero que indicaba manejar en una dirección y en el otro extremo la placa que ponía conducir en la dirección contraria a la primera. Las paredes de cantera de mas de medio metro de ancho ni lo sabían, ni les importaba. Ellas habían estado ahí cuando todavía había condes y viajar a España era la máxima ambición de cualquier hijo de vecino.

 

Ahora esas paredes alojaban restorans, discotecas, bares, cafes, galerías, joyerías y muy pocos eran los guanajuatenses que seguían viviendo en las manzanas principales; tendían a dividirse en dos grupos: gente rica, la clase en el poder. Políticos, narcos, empresarios, muchas veces la una profesión ligada con la otra. El otro grupo eran los ciudadanos decentes de siempre, gente que acudía a misa o a pagar los impuestos y que sostenía por los pelos en la clase media, cuando no había caído de plano en la baja.

 

Que un embargo se fuera a efectuar en la calle del Inquisidor, la que pasaba frente a la parroquia neogótica, era un suceso. Y al licenciado encargado del embargue no le hacia ninguna gracia: era la primera vez que Ivan Gutiérrez iba a ser perro que comiera perro.

 

El licenciado Gutiérrez era un muchacho recién graduado de la Universidad de Guanajuato, provenía de una buena familia, tenia su domicilio en el centro de la ciudad, no en la calle del Inquisidor, que cortaba la plaza principal en sentido este-oeste sino en la de la Torre, que la cortaba de norte a sur. Era un muchacho guapito, idealista todavía, que vestía siempre de camisa de cuello duro, traje y corbata; siempre muy rígido y puntilloso con su atiendo. Bueno, en realidad no tanto: para no ser tachado de anticuado los viernes se ponía pantalones de mezclilla con camisa de cuello duro y saco, olvidándose de la corbata. Total, el viernes era un dia tan bueno como cualquier otro para lavar las corbatas, ¿no?

 

El licenciado físicamente era alto, aunque no mucho, debía rondar por el metro sesenta y cinco, centímetro mas, centímetro menos, y era flaco, flaco, flaco. Hubieras sido modelo, le decía su hermana, pero entonces el licenciado se reía como un niñito y meneaba la cabeza, que se le veía un poco grande por ser tan flaco y por el peinado que llevaba, el pelo corto y fijado con mucho gel, para formar puntitas sobre su frente en un estilo intermedio entre los looks "de rampita" y "de resplandor". El pelo era castaño obscuro, naturalmente, y los ojos oscuros también. La tez bastante morena, cosa que en su fuero interno le hacia sentir un pellizquin mal consigo mismo, después de todo, para prietos estaban los indios, no el que era de clase acomodada y todo un señor licenciado. Para finalizar diré que su nariz era bastante bonita y su boca un poco grande y un poco gruesa, para mi gusto, pero del tipo sexy sin parecer Angelina Jolie para el promedio.

 

 

 

Acompañaban al licenciado en su penosa tarea de desalojo un par de cargadores, el conductor de la camioneta en la que se llevaban los muebles embargados y el licenciado Marcel. Este ultimo no era licenciado en Derecho sino en Filosofía y Letras, y ocupaba la plaza de director de Recursos Humanos; no tenia nada que hacer ahí, pero al enterarse donde iba a ser el embargo se levantó con tal velocidad de su silla giratoria que la dejó girando, y se apunto diciendo que aquello no se lo perdía por nada del mundo.

 

 

 

Y ahí estaba ahora, con una sonrisa de oreja a oreja y la cara de expectación de quien esta a punto de presenciar en primera fila la comedia mas exitosa de la temporada. Los ojos glaucos, de un azul muy claro brillaban emocionados detrás de los anteojos rectangulares, sin armazón, que corregían la leve miopía de Nezahualcóyotl.

 

 

 

Sip. Leyeron bien; de Nezahualcóyotl. Se llamaba Nezahualcóyotl y se apellidaba Marcel, y era un tipo grandote, blanco y rubio. Rubio cenizo, por lo menos. Tenía alrededor de treinta años y era bastante guapo. Y seductor. La historia detrás de esa pinta y ese nombrecito ya la estarán ustedes imaginando: años setenta, francés que viene de turista y se enreda con una india patarrajada, hay suerte y como en las telenovelas del canal de las estrellas el francés y la india terminan diciendo oui y si siñor l'amo frente a un cura panzón y bonachón de los que ya casi no hay. Y menos de nueve meses después de la boda nace el niño, bonito como su padre y grandote y resistente como su madre y como son los años setenta entre un carrujo y otro a los progenitores se les ocurre ponerle Nezahualcoyotl al niño sin ninguna consideración por su futuro.

 

 

 

Por eso el licenciado Marcel prefería que le hablasen por su apellido. Enfatizando la pronunciación francesa, por favor.

 

 

 

La camioneta del embargo, con el logo de la Presidencia Municipal pintado en los costados se detuvo frente al numero 27 de la calle del Inquisidor, y los cinco hombres se apearon del vehículo: cariacontecido Ivan, sonriente Marcel e indiferentes los peones. Pensando en la comida, en el partido de futbol, en espantarse la mosca, que se yo. Lo seguro es que la suerte de la ancianita que abre la puerta se las trae floja.

 

 

 

El sol cae a plomo sobre sus nucas y la oleada de frescura que se desborda del interior del caserón es como un oasis.

 

 

 

-Buenas tardes.- saluda la ancianita, recelosa. Es una viejecita de las de toda la vida, con las canas recogidas en un chongo, enlutada, del modelo seco y enjuto. Especifico porque también hay el modelo gordinflón, pero ese tiende mas a pertenecer a la "abuelita bondadosa" que a la "matrona vieja"

 

 

 

-Buenas tardes señora.- contesta correcto Iván: ser un canalla no tiene porque estar reñido con los buenos modales- ¿Con la señora Macías viuda de Flores?- requiere.

 

 

 

-Con ella tiene el gusto joven. Pásele, no se queden en la calle.- los hombres entran, pues en sus cabezas se puede freír un huevo.- ¿Se les ofrece algo de beber?- pregunta la ancianita como perfecta anfitriona.

 

 

 

El cargador mas gordo esta a punto de pedir algo pero Ivan le hecha una mirada asesina.

 

 

 

-Nada seño, munchas gracias.- contesta entonces. Ivan retoma la palabra.

 

 

 

-Señora Macías, el asunto que me trae es muy penoso. Usted no ha pagado los impuestos de esta casa por dos años...

 

 

 

-¿Con que los voy a pagar joven? La pensión de mi difunto no me alcanza ni para comer. Tengo que vender carpetitas para sostenerme- señala elocuente una cesta con estambre, ganchillo y una carpetita a medio hacer- Y la gente ya ni las compra, nomas las tiendas grandes, y esas pagan repoquito.

 

 

 

-Lo lamento mucho, señora Macías. Pero usted recibió tres citatorios y cinco requerimientos de pago, como no pago ni se presento a los citatorios la Secretaria de Hacienda y Crédito Público se ve en la penosa necesidad de embargar su inmueble con todos sus muebles.

 

 

 

Los ojos acuosos de la viejita lo ven sin comprender. Tanta palabrería, solo saca en claro que le van a quitar los muebles.

 

 

 

-¿Mis muebles? ¿Pero donde voy a cocinar, en donde me voy a dormir?

 

 

 

-Señora Macías, la ley la autoriza a señalar los muebles que servirán como pago.- dijo el chico, aunque de poco le serviría a la señora Macías señalar que muebles podían llevarse si también la iban a hechar de la casa.

 

 

 

-Pero como iba a pagar los impuestos... los pusieron carísimos... ¡todo por esos gringos que tienen invadido el centro!

 

 

 

-La tasa que Hacienda realiza de los inmuebles es la mas baja del mercado, señora.

 

 

 

Ivan se sentía muy avergonzado y reprobaba sobremanera la expresión divertida de Marcel.

 

 

 

-¡Cochinos!- chillo la viejita- ¡Son unos rateros...

 

 

 

Al sonido de la voz alterada de la viejita acudió una muchachita vestida un poco horteramente, con jeans demasiado cadereros, camiseta de tirantitos negra, los ojos mal pintados y una pulsera de escaso valor, tanto estético como monetario.

 

 

 

-¿Doña Conchita, que le pasa?

 

 

 

El trato hizo pensar a Ivan que la muchachita era la chacha, o alguna vecina, no su nieta.

 

 

 

-Nos van a embargar Rocio...- le dijo con pena doña Conchita. Rocio los fulmino con la mirada.

 

 

 

-¡Pinches rateros tracalas! - dijo con odio la muchachita.

 

 

 

-Señorita, la invito a que no nos insulte.- dijo Ivan, ofendido.

 

 

 

-¡Pinches rateros cabrones!- grito Rocio aventándosele encima a Ivan con las intenciones del turco pintadas en la cara y en sus uñas largotas. El chofer se apuro a detenerla, pillándola por la cintura. La chica se retorcía como anguila - ¡Suélteme hijo de su chingada madre, que me suelte para ir a bajarle los cueros a ese hijo de su chingada madre!

 

 

 

La joven era un poco repetitiva con sus adjetivos pero muy clara en su intención, así que el chafirete no la soltó. Marcel soltó una risita que nadie confundió con una tos e Ivan, amoscado, decidió acabar de soltarle la bomba a la viejita que lloraba apoyada en una mecedora que pronto dejaría de pertenecerle.

 

 

 

-Señora Macías, aquí tiene la orden de embargo.- le extendió un papel impreso con el logo de la secretaria de Hacienda y Crédito Publico como marca de agua y el escudo de la nación impreso en verde en la esquina superior derecha. Un papel con el escudo nacional impone mucho.- Nos llevaremos todos los muebles y si no cubre los montos atrasados de los impuestos mas intereses mas los gastos del proceso de embargo su casa saldrá a remate en subasta publica el próximo mes.

 

 

 

Soltó aire tras soltar la parrafada.

 

 

 

Al sonido de los gritos y los llantos y voces masculinas y desconocidas mas jovencitas de aproximadamente la misma edad y look que Rocio se asomaron. ¿Pues cuantas criadas tenia esa señora?, se pregunto Ivan.

 

 

 

-Déjalo Rocio, que se lo lleven todo. Ya veremos como salir de esta hijas.- consoló a las muchachitas- Aunque tengamos que trabajar día y noche.

 

 

 

En este punto Marcel soltó una carcajada.

 

 

 

-Recurriremos al señor Gobernador.- amenazó la viejita, viendo feo a Marcel.

 

 

 

-Licenciado Marcel, lo invito a que guarde compostura.- dijo Ivan molesto.- Y usted señora esta en su derecho. Puede buscar la asesoría de algún bufet de abogados gratuito; hay uno de abogadas en la calle de...

 

 

 

-Si, se donde esta.- interrumpió la viejita con hastío- Pero esas abogadas son bien chafas.

 

 

 

-A lo mejor el licenciado Correa nos ayuda.- sugirió una jovencita muy morena.

 

 

 

-Si, a lo mejor. Claro que el viejo cabron no se conformara con que le paguemos en especia.- reflexiono la viejita- pero igual acepta los primeros pagos en eso. Bueno niñas, abran las puertas para que los señores embargadores se lleven las cosas. Oiga joven, uste dijo que podía señalar los bienes que se van a llevar, ¿no?

 

 

 

-Si señora.- respondió Ivan confundido.

 

 

 

-Bueno, pos llévense todo menos las camas. Las necesitamos para trabajar.

 

 

 

Mientras los cargadores y el chofer, que también cargaba seguían a las muchachitas que tonteaban con ellos Ivan se fue dando lentamente cuenta de la situación. Miro a Marcel como para confirmarlo y su cara encantada lo dijo todo. Se le acerco y susurro:

 

 

 

-¿Tu lo sabias, verdad? Que era una casa de putas, ¿por eso no querías perdértelo, ¿verdad?!

 

 

 

-Mi estimado Gutierritos - le dijo sabiendo lo mucho que le chocaba que le dijeran Gutierritos- es elemental, como nunca dijo a Watson Sherlock Holmes.

 

 

 

*  * *

Notas finales:

Proximo capitulo... ¡lemon!

Dicen que dejar comentarios es bueno para la salud. Spot contratado por la campaña del R&R: read'n'review.


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