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La fuga. por nezalxuchitl

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Notas del fanfic:

Héme aquí con otra "joyita" jajajaja!

 

Es una historia que se me ocurrio en un ratito de echidad y no es la gran cosa: es para pasar el rato, sangrar la nariz con el lemon que tiene (como monito de anime) pero eso si: contiene violacion, algunos golpes, relacion adulto-menor, y un toque de incesto; asi que si esto les causa conflicto no lean.

Notas del capitulo: Gracias por atreverse a leer:

La fuga.

 

Los chicos jugaban en el jardín cubierto de nieve. Levantaron un castillo con la fría sustancia del mismo modo en que en la playa se levantan castillos de arena. La estructura, servía de nicho a la estatua de una sirena. Un estanque congelado, sobre cuya superficie se podía patinar quedaba justo enfrente de donde ellos se encontraban. Eran dos muchachos de la misma edad y de la misma casa: Slytherin, y no podía ser de otro modo con sus padres mortifagos.

Sus padres los observaban desde un balcón ubicado en el segundo piso, encima de un ventanal que dejaba ver el lujoso salón. Los hombres conversaban y los señalaban pero los chicos apenas si les prestaban atención.  Cuando los viejos se ponían a hablar del dark lord y todo ese rollo le daban vuelo a la lengua. Ellos estaban demasiado entusiasmados principiando una guerra de bolas de nieve.

De repente los oyeron reír con gusto y chocar sus copas. De haber sabido el motivo por el cual brindaban hubieran salido volando de ahí.

Mas como no tenían modo de saberlo (quizá debieron empeñarse un poquito mas en la clase de adivinación) siguieron lanzándose bola tras bola de nieve, entre risas. Eran de la misma talla y  tenían casi la misma estatura; el rubio era un poco mas alto que el pelicastaño. El pelicastaño tenía los ojos azulitos, muy claros y penetrantes, sombreados por unas largas pestañas  y respondía al nombre de Theodore Nott. Theo poseía también una boca sexy, altamente besable, y una nariz estrecha y bonita. Su rostro era un ovalo perfecto, circundado por cabellos lacios y castaños, cortados disparejos, habitualmente despeinados. En aquellos momentos invernales su larga y esbelta anatomía estaba cubierta por varias capas de ropa: pantalón y zapatos cafés, camisa y túnica blancas y un abrigo color azul claro, como sus ojos. Un gorrito a juego con el abrigo tapaba su cabeza y no llevaba bufanda, pero si mitones.

El chico rubio se llamaba Draco Malfoy. Su pelo era muy finito y platinado, con una textura similar a la del pelo del unicornio. Lo llevaba corto y parejo, muy bien peinado con gel: ni un pelito se salía de su lugar. Sus ojos eran grises, mas grandes que el promedio. Tenía una naricita respingona y afilada, afilada lo mismo que sus rasgos. Su mandíbula era un poco mas cuadrada y su boca era formada por dos finos y largos labios, cuyas comisuras casi siempre apuntaban hacia abajo, en el gesto que aprendiera de su padre. Iba vestido todo de negro, muy sobrio, (le gustaba imitar el look de su padrino, Severus Snape: eso o deseaba acudir al seminario) a excepción del gorro, la bufanda y los mitones blancos.

Draco y Theo se habían tratado desde pequeñitos; sus padres los consideraban amigos y ellos así se habían visto hasta hacia poco. No podía ubicar con exactitud el momento en que comenzaron a verse con otros ojos, unos más adultos, pero en el trascurso del último año escolar se dieron cuenta de que sus sentimientos trascendían el plano amistoso y pasaban a quererse.

Tenían lo que se conoce como un romance de manita sudada, pues Draco era muy mojigato a pesar (o quizá a causa) de que su padre era el mayor libertino de Londres, lo que no es decir poco. En cuanto a Theo, bueno, el era poco afecto a interesarse en nada que no fueran sus libros (Draco era una obvia excepción) y con un padre de 85 años que parecía a punto de desintegrarse si la maldad no lo mantuviera unido no tenia oportunidad de ver “esas cosas” ni por accidente.

Los muchachos se habían ido acercando cada vez mas para atinarse los bolazos de nieve, y cuando una se estampó en plena cara del rubio este chilló indignado y se lanzó encima del otro, cayendo sobre el y rodando sobre la nieve, enredando su bufanda en el cuello de Theo hasta que esta les juntó  los rostros. Entonces, sin previo aviso, el pelicastaño le robó un beso. Draco se ruborizó, pero al ver la carita picara de su noviecito entreabrió sus labios y se besaron, azul sobre negro sobre la nieve olvidándose hasta del frio.

-¡Theodore!

-¡Draco!

Las voces de sus respectivos padres los hicieron separarse asustados. Aunque el mundo mágico aceptaba sin reparos a las parejas del mismo sexo los jovencitos no querían que nadie se enterase de lo suyo. Porque era solo entre ellos, su secreto.

-¡Venid, que tenemos algo importante que comunicaros! – grito el sr. Nott, con su voz cascada de viejo brujo.

El sr. Malfoy tenia una sonrisa de miedo.

Los chicos se apresuraron a entrar en la mansión Malfoy, y durante todo el trayecto Draco desenredaba su bufanda del cuello del pelicastaño solo para que este volviera a enredársela. Con los cuellos unidos por aquel lazo improvisado se presentaron frente a sus padres, con pringuitos de nieve en el pelo.

Una botella de champan de hada estaba a medias sobre la mesita de marfil, con dos copas usadas al lado. La sonrisa sicópata de Lucius Malfoy se acentuó al notar las mejillas sonrosadas por el frio de los pequeños. Avarus Nott se acercó  a su hijo por detrás y sus dedos como garras peinaron los cabellos desordenados del jovencito.

-Cuantas veces te he dicho que te peines.- le reconvino en un susurro rápido – Siéntate. Toma una copa, para que entres en calor. – con un movimiento de varita apareció otra copa y otra botella y le sirvió un liquido color ámbar que olía muy apetitoso.

Theo saboreó el bouquet de su copa antes de bebérsela, olía como a lo que mas le gustaba: papel de libro nuevo y un aroma como a madera, como a manzana. Tal como su padre deseaba la bebida recorrió como una ola de calor al jovencito de los pies a la cabeza.

-Tú también bebe, Draco. – le sirvió una burbujeante copa de champan de hadas, rosado y con burbujas tornasol – La ocasión lo amerita.

Lucius se hecho a reír y algo exaspero a Draco. Estaba acostumbrado a la frivolidad de su padre: durante el funeral de su madre (la pobre había fallecido mediante el infalible recurso del piano en la cabeza) , hacia casi dos años, Lucius pronunció el panegírico y al terminar de leer la hojita negra donde estaba escrito, la hizo pelotita y la lanzó por detrás de su hombro diciendo: “Bueno, no se le quietara lo muerta.” Y se perdió en una bacanal de seis días. Para olvidar las penas, dijo, aunque no lucia muy apenado.

Lo dicho: Draco estaba acostumbrado a la frivolidad de su padre, pero esta vez sentía algo siniestro en el ambiente. Tal vez fuera la presencia del sr. Nott: ese viejo brujo le daba miedo.

-¿Y que es eso tan importante que tienen que decirnos? – preguntó el pequeño Malfoy, con su infantil arrogancia.

Lucius volvió a carcajearse y miró complicemente al viejo. Este soltó una risita y se aclaró la garganta antes de decir:

-Me enorgullezco en anunciaros, chicos, que nuestras familias serán una…

El corazón de Draco redobló y miró a Theo, sintiendo una deliciosa opresión en la garganta que le impedía gritar de gusto. Los ojos azules lo miraban con idéntico gozo, y un discreto guiño lo hizo notar que se sentía… ejem, “cariñoso”.

- … y así será porque he dado tu mano al señor Malfoy, Theodore.

-Si, claro. – dijo el chico con su habitual aire tranquilo. – Le has dado mi mano para su hijo, ¿no?

-No Theodore. – al viejo no le gustaba nada la cara que estaba poniendo su hijo – Le he dado tu mano al señor Malfoy. Te casaras con el.

“¡Con el señor Malfoy se puede casar tu puta madre!” era el pensamiento del muchacho, quien en esos momentos era la viva estampa de la estupefacción. Draco también estaba con los ojos como platos y su corazón parecía a punto de salírsele del pecho. No podía dejar de mirar al padre de Theo, como si dudara que aquellas palabras hubieran brotado efectivamente de su boca.

-¡¿Y yo?! – reclamó  Draco a su padre.

-¡Tu te casaras con Regulus Black! ¿No es maravilloso? – Lucius estaba exultante; no imaginaba mejor partido para su hijo que el mas joven de los Black, solterón empedernido pero muy deseable.

Bueno, en honor a la verdad Lucius si imaginaba un  mejor partido que Regulus Black: el mismo. Pero lamentablemente no se podía casar con su propio hijo. Aquí entre nos, ese era uno de los motivos por los que se casaba, para ver si así dejaba de sentirse tan cautivado por la belleza de su propia sangre en su propia casa: joder, que a uno le gusta lo que ve a diario y ver a diario durante las pasadas vacaciones a su ya no tan pequeño dragón, tan ligerito de ropa en verano, le producía pensamientos poco paternales. Lo bueno que Draco mismo le había otorgado la salida: estaba de continuo con el pequeño Nott y este se le había ido metiendo por los ojos hasta poblar sus fantasías.

-El sábado daremos una fiesta para anunciar vuestro doble compromiso.- dijo Lucius.

-¡El sábado! – exclamó Theo: eso les daba muy poco tiempo para escapar.

-Si, es mucho tiempo. Y posiblemente tengas que esperar un par de meses para la ceremonia, los contratos prenupciales, el tasado de la dote que otorga el novio: todo ese molesto papeleo lleva tiempo.- el sr. Nott daba palmaditas en la espalda a su hijo, y el sonido de estas se le asemejaba como el de galeones de oro cayendo en su cuenta de Gringotts – Afortunadamente no tendrás por que esperar para conocer las dulzuras del matrimonio – el viejo rió con un graznido de mal agüero - ¿verdad Lucius?

-¡Oh, Avarus, yo seria incapaz… - el sr. Malfoy se excusaba llevándose una mano al pecho, y su gesto hubiera parecido mas convincente si no desnudara al jovencito con la mirada.

Theo tembló: su ágil mente seguía el curso de los acontecimientos, incluso los adelantaba. Miro desesperado a Draco que seguía con cara de no comprender una puñetera cosa de lo que ahí pasaba.

-¡Vamos Lucius! No seas tonto: prácticamente somos familia.- le guiño un ojo- A Theodore le encantara, ¿verdad? – le hecho una mirada como de di que no y te hago la cruciatus.

-¡No… - empezó Theo pero no pudo seguir porque su padre le hecho la imperius. Se resistió con todas sus fuerzas y por unos instantes ambos hicieron caras raras mientras la siguiente conversación mental era llevada a cabo:

“¡Estúpido niño, vas a arruinarlo todo!” – escucho Theo en su mente la voz de su padre.

– “¡No me importa!” – contestó en su mente.

– “¡Van a darme treinta mil galeones por ti, mocoso, y mas te vale que seas virgen o me lo descontaran!”

– “¡Que te jodan!” – Theo estaba al borde del llanto mental.

-“¡Te joderán a ti, y mas te vale actuar como si fueras inmaculado; el libertino este no tiene que dudar de tu pureza!”

-“¡No quiero!” – gritaba el chico con todas sus fuerzas.

-“¡Mocoso malagradecido! Malfoy va a darme treinta mil galeones: es más de lo que pago por su primera esposa. Deberías de sentirte honrado y agradecérmelo: seremos ricos, más ricos, ¿y a cambio de que? De que seas complaciente con un mago rico, poderoso, sangre limpia y apuesto.”

-“¡No lo quiero!”

-“¡Pero como delira tu mente! – bufó el viejo – ¡Querer! Tendrás posición, riqueza; es una excelente alianza. Mis nietos serán sangre limpia y futuros mortifagos, ya que tu me saliste un holgazán apático.”

-“¡Yo quiero a Draco! Cásame con el, tendrás los mismos beneficios… - rogó el muchacho.

-“¡Estas como cabra! Lucius va a dar veinte mil como dote de su hijo y tu querido tío Regulus me lo dará todo, pues esta enamorado del chico y solo lo quiere a el!”

Un grito de rabia y desesperación fue lo ultimo que Theo pudo emitir antes de que su padre le ganara en la lucha por su mente y le ordenara hacer lo que Lucius Malfoy le dijese.

Los Malfoy comenzaban a extrañarse de los gestos que hacían. Finalmente Theodore habló:

-… no habrá problema señor Malfoy.- la voz del chico sonaba apagada y sus vividos ojos azules parecían ausentes.

-¿Ves? No seas tímido Lucius, toma lo tuyo… - el sr. Nott exponía a su hijo como un maître expondría un exquisito postre.

-Bueno, ya que insistes. – Malfoy lo atrajó a si y el chico se le abrazó flojamente.

-¡Theo! – exclamó adolorido Draco, creyendo que lo traicionaba.

Lucius, que se daba perfecta cuenta de que el jovencito estaba bajo efecto de la maldición imperius rio socarronamente y se lamió los labios, mirando con lascivia el hermoso rostro, las pestañotas, la boquita que pedía ser besada a gritos.

-Draco, guarda compostura. Te es permitido mostrar alegría por tener una nueva madre, pero modérate. – Draco lo miraba con los ojos como platos – El señor Nott te llevará a pasar un rato con tu prometido: pórtate bien.

-Theo… - el rubiecito imploraba con los ojos y la voz. Pero Theo ni siquiera lo miro, seguía como ausente, como un muñequito de trapo en brazos de su padre.

-Ven chico, ven.- Avarus lo jalaba con su mano como garra.

-Ve Draco: es una orden. – pronunció su padre con la nariz muy en alto.

Conteniendo a duras penas las lágrimas Draco fue arrastrado por el señor Nott.

 



Continuara...
Notas finales:

Si se atrevieron a leer hasta aqui, ¡felicidades! Y gracias, el primer lemon se viene el el proximo capitulo: ¿Serà el de LuciusXTheo o el de RegulusXDraco?

No sean malit@s y dejenme un comentario, que es lo unico que saco de publicar mis echidades por internet jajaja!


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