Ulqui x Grimm
-¿Qué cojones se supone que significa eso, Ulquiorra?-siseó el sexto espada, clavando sus fieros ojos en los orbes verdes de su compañero.
-¿Eres tan idiota que no entiendes mis palabras?-dijo, a modo de respuesta.
-¿¡Qué has dicho!?-gruñó, tensando todo su cuerpo. Si no fuera porque el “pálido” era de un rango superior probablemente estaría ya intimidado.
-Te lo repetiré, aunque dudo que con tu inteligencia puedas llegar a entenderlo-ante aquellas palabras Grimmjow se crispó más- Me gustas.
Zomari: ¡¡Toma todo mi AMOR!!
Y Grimmjow continuó sin comprender qué era exactamente lo que Ulquiorra quería decir con ese “Me gustas”.
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Stark x Ukitake
-¿No podríamos solucionar esto de forma pacífica?-murmuró el shinigami moreno, sonriendo afablemente.
Alrededor de ambos los golpes se sucedían. No parecía que a ninguno de los dos les importara seguir vagueando por ahí.
-Ne, Kyoraku, deja de hacer el vago. Yama-ji se enfadará si al final ese espada te vence-dijo desde lejos Ukitake, mirando divertidos a su amigo mientras detenía, sin el menos esfuerzo, los continuos ataques de Lilinet.
-Estamos negociando, ¿verdad, espada?-rió Shunsui.
Stark le miró desconfiado, desviando lentamente la mirada y posándola en el capitán de cabellos blancos. El “silencio” entre ambos se prolongó durante varios segundos.
-Ese shinigami-comenzó Stark, señalando al hombre que continuaba parando a la pequeña Lilinet.
-¿Jushiro?-sonrió- ¿Qué ocurre con él?
-¿Me lo darías?
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Ichigo x Ishida
-Ishida…
-¿Qué ocurre, Kurosaki?
Sus miradas se encontraron, quedando en silencio mientras los minutos pasaban. Ninguno de los dos parecía dispuesto a agregar nada, pero tampoco deseaban marcharse sin haber dicho algo más.
-Yo…-comenzó el shinigami, notando como la sangre subía hasta su cara.
-Tu… ¿Qué? ¿Quieres acabar la frase de una vez? No tenemos toda la noche.
Ichigo frunció el entrecejo, molesto. El Quincy le devolvió la mirada, impasible, y eso solo le enfadó aún más.
-Nada-agregó con rabia, girándose para regresar a casa
-Buenas noches, Kurosaki-escuchó.
-Ya…lo mismo.
Y los dos se fueron alejando, con una sensación de desespero y malestar. Después de aquel beso ambos esperaban algo más, aunque ninguno de los dos podía decir “qué” era lo que exactamente quería.
“Otra vez será” pensaron ambos, caminando entre las sombras de regreso a casa en total soledad, aún con el sabor del otro en sus labios.
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Ulqui x Grimm
-Al final resultará que este sol no ha sido tan mala idea después de todo.-murmuró por lo bajo Nnoitra, sin perder de vista a un Tesla muy ligero de ropa.
A su lado, Ulquiorra negaba con la cabeza; no le gustaba el sol y no entendía por qué tantos arrancar habían tomado la costumbre de ponerse bajo él durante horas. La mayoría no conseguía nada con ello en realidad, otros, como era el caso de Halibell, obtenían más que excelentes resultados.
Bufó, mirando de reojo a su alrededor; vio a Gin recostado sobre una tela en el suelo, y cerca de él se encontraba Szayel. Ya estaba más que comprobado que el espada de pelo rosa no conseguía cambiar su color de piel por muchas horas que le dedicase, pero él lo seguía intentando. Gruñó al comprobar que, bastante cerca de ellos, incluso Yami se había rendido a los encantos del artificial astro.
Todo el asunto le parecía una autentica locura. ¿Hollows tomando el sol? ¿arrancar intentando estar bronceados? Se mirase por donde se mirase, no había nada de cordura en ello.
Y de pronto, su hilo mental de quejas se vio interrumpido cuando sus ojos de toparon de lleno con una piel que conocía demasiado bien. Su mirada comenzó a subir por el fuerte abdomen del espada, se entretuvo un poco más de lo recomendado en sus pectorales, y acabó en unos orbes azul intenso.
Grimmjow se percato de la tan poco discreta mirada, y le dedicó una sonrisa autosuficiente al tiempo que dejaba caer la parte superior de su ropa al suelo. Al notar que los ojos verdes no se separaban de él le devolvió la mirada, intrigado por el escrutinio, mientras se sentaba el suelo, lo suficientemente alejado de todo el mundo como para no ser molestado.
El cuarto espada esbozó una finísima sonrisa, notando como el sol conseguía subir por primera vez su temperatura corporal (o quizás no era precisamente el sol).
Igual no era tan mala idea tener ese sol en Las Noches.