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Una noche en Martel por Terry

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Notas del capitulo: Bueno pues no tengo mucho que decir...solo espero que les guste y ya saben, espero los comentarios, regaños, jitomatasos jiji.
Allen Walker y Yuu Kanda habían al fin resuelto el misterio del fantasma de Martel, el cual resultó ser una muñeca viviente de alrededor de quinientos años.

¿Cómo era eso posible? Pues todo gracias a un fragmento de inocencia insertado en su corazón.

A pesar de saberlo aún no destruían a la muñeca, la cual seguía cantando una canción de cuna.

-Moyashi deberíamos ya romperla-dijo Kanda ya el tercer día de oírla cantar.

-No, no podemos-respondió Allen con un hilo de voz.

-Claro que podemos, ese hombre al cual le canta ya no le puede oír, nosotros tenemos que llevar esa inocencia al cuartel-dijo con frialdad.

-Aún así… yo le dije que dejaría que cantara hasta que se rompiera…-refuta el peliblanco sin atreverse a mirar al chico japonés.

Kanda hace un ruidito de fastidio con la boca, no le veía el menor caso a esperar hasta ese momento… aun así… ¿Por qué no simplemente pasaba del chiquillo y tomaba la inocencia? Si lo quisiera fácilmente podía pasar por sobre el deseo de Allen.

Allen dirigió una fugaz mirada hacia donde Kanda estaba sentado, un leve tono carmín cubrió sus mejillas pero lo ocultó rápidamente poniéndose la capucha de su capa.

-“Tal vez es egoísta de mi parte… pero yo se lo prometí… yo les dije que no los separaría…”-piensa mientras se cubre el rostro, no podía evitar que esa canción le hiciera llorar.

-“Moyashi baka… pese a que él mismo está sufriendo no hace nada para detenerlo”-se dice Kanda con irritación, algo que ni él mismo se explicaba el porqué.

Inesperadamente la muñeca se rompió y el canto al fin cesó… no así las lágrimas del menor, que parecían haberse hecho más copiosas, esto sorprendió al pelilargo quien lo miraba desde la puerta… como sujetaba la inocencia entre sus brazos mientras las lágrimas manchaban su blanco rostro.

-¿Ahora qué demonios te está pasando Moyashi?-pregunta el espadachín con el seño cruzado por unas cuantas arrugas-Deja de llorar y compórtate como lo que eres, un exorcista-lo regaña sin compasión.

Allen le mira sobre el hombro, dejando ver sus grises ojos anegados de lágrimas y sus mejillas rojas por el llanto.

-No puedo… de… dejar de llorar…-dice hipando mirando al mayor, quien ya tiene una venita en la frente ante ese acto.

-Pero ¿Por qué lloras? No me digas que porque esa muñeca dejo de cantar...-dice de pronto con fastidio a lo que el peliblanco niega con la cabeza-¿Entonces?

-Es que…-iba a responder pero decide quedarse callado-Olvídalo, puede que tú no me entiendas… o no me quieras entender-se levanta del suelo con la inocencia en brazos.

Esas palabras hacen sentir algo irritado a Kanda… quien lo mira con mirada asesina, acercándose lentamente al chiquillo.

-¿Qué demonios estas tratando de insinuar con esas palabras Moyashi?-pregunta tomándolo por el cuello de las ropas.

-¡Ah! Pero ¿Qué te pasa a ti Kanda? ¿Por qué me agredes?-exclama algo irritado por la forma en que lo sujeta-Suéltame-dice imperativo, irritado, no parecía el mismo chiquillo alegre de siempre-Y yo no insinúo nada, fui claro con mis palabras, a ti no te importa nada más que destruir Akumas, ni siquiera te importan tus compañeros… así que no tiene caso que te diga nada-dice dando un jalón logrando zafarse del agarre, aunque cae de sentón en la arena del lugar.

Esas palabras lograron que Kanda abriera mucho los ojos, era verdad… esas palabras lo eran… usualmente él era ajeno a todo lo demás salvo él, su misión y su deber; aun así, no comprendía porque saliendo de la boca de ese chiquillo le afectaban de ese modo.

Allen no se levanto de la arena… su expresión era triste… como si añorase algo… o a alguien… aunque ante la mirada de Kanda lo que le pasaba era todo un misterio…y sobre todo algo irritante… el no tener control de la situación lo hacía desesperar.

Sin decir palabra el espadachín empuja al menor para qué callera por completo en la arena, Allen le miró con los ojos muy abiertos, todo parecía pasar en cámara lenta… no sintió el impacto de su espalda al caer… solo veía como esos negros ojos se posaban en los de él y como ese azulado cabello rosaba su rostro.

-Kanda… ¿Qué… qué pasa?-pregunta contrariado mientras siente el peso del mayor sobre su cuerpo.

-Cállate… pequeño ruidoso…-dice con suma seriedad mientras que una de sus manos se apodera de las muñecas del menor y las lleva sobre su cabeza.

-¿Qué? ¿Qué haces? ¡Suéltame!-exclama contrariado, incluso algo asustado por la mirada que Yuu le dedicaba, jamás había visto eso en los ojos del mayor… un fuego… pero no sabía si era de enojo o de que.

Con su mano libre el mayor comenzó a desabrochar las ropas del menor… llevando sus labios a esa blanca piel, lo cual provoca que el rostro del menor se sonroje, mientras sigue en su intento vano de soltarse.

-Kanda… que… aahh…-Allen deja escapar un suave gemidito ante el contacto de los labios del mayor… se estremecía, era una sensación que no había sentido antes.

-Silencio Moyashi…-susurra una vez más mientras sus labios torturan los rosados botones del menor… su mano ahora vagaba por la cintura… desabrocha el cinturón para al poco quitarle el pantalón.

Allen ya no puede reprochar, de su boca solo escapan leves gemiditos ante las acciones del espadachín… quien ahora se dedica a manipular la hombría de éste.

Por su parte Kanda le miraba con una extraña sonrisa en los labios… besando, mordiendo ese delgado cuerpo… degustando las saladas perlas que comenzaban a adornar al albino… al poco su boca se dirigió a ese duro miembro del menor… comenzando a hacer un trabajo oral.

Pese a que Kanda ya le había soltado Allen mantenía las manos aun arriba de su cabeza, como si fuera aún el prisionero del mayor… sus mejillas estaba incendiadas… tan rojas que la marca de su maldición se llegaba a perder por unos momentos.

El calor inundo no solo los cuerpos de los chicos sino también toda esa habitación subterránea… ya nada más importaba… por ahora todo lo que importaba era disfrutar de sus cuerpo y así lo hicieron… pues al poco tiempo Kanda se encontraba preparando la entrada de Allen.

Lo había posicionado en cuatro puntos… aunque Allen inclino un poco su pecho hacia el frente, dejando así expuesta su retaguarda… la cual Kanda preparaba con ayuda de sus dedos, arrancando gemidos del menor de los exorcistas.

Estos gemidos lograron excitar aun más al pelilargo quien con ansiedad liberaba su duro miembro… ardiente… y listo para atacar… comenzando a frotarlo contra esa entradita.

-Ka… Kanda…-jadeo el peliblanco, mirando al mayor por sobre el hombro pese a que su visión era nublada por el deseo-Po… por favor… aahh da… dame más…

Esas palabras hicieron que una sonrisa se dibujara en los labios del orgulloso guerrero, estocando a un solo golpe la entrada de Allen, quien para no soltar un grito de dolor se mordió los labios hasta lacerarlos.

Lentamente el dolor paso… al tiempo que Kanda aumentaba el ritmo de las embestidas…tomándolo por la cadera, profundizando al máximo ese estado… llegando a un éxtasis mutuo, gimiendo a la par, llenando sus cuerpos del aroma mutuo…

Perdieron noción del tiempo, solo sabían del placer que sentían al estar así… llegaron al clímax juntos un par de veces… quedando al final exhaustos, tumbados en la arena… uno al lado del otro… aunque después Allen se acerco hasta recargarse en el pecho del mayor.

Kanda por primera vez tuvo una consideración con el pequeño y le cubrió con su propia capa de exorcista para así los dos caer en un profundo sueño en todo lo que restaba de la noche en esa ciudad en Italia, Martel.

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