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Mi domingo favorito. por Alinna

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Notas del fanfic:

Un juego de dos, si uno no lo sigue...el juego se acaba.

Notas del capitulo: Tay se dará cuenta de que en su interior hay mucho más que pasión.
El sonido insistente del despertador hizo que acabara por abrir los ojos, el día anterior se había quedado delante del ordenador hasta tarde hablando con unos amigos y por la tarde había salido hasta entrada noche por la calle. Cerró los ojos tras darle un golpe fuerte al maldito aparato, siempre hacia lo mismo.

“...Mierda...mamá volverá a gritarme...” dándose cuenta de que se estaba durmiendo abrió los ojos lo máximo que pudo y se levantó de la cama dirigiéndose medio somnoliento hacia el baño. Quería peinarse y lavarse la cara, así por lo menos se despejaría un poco.

Era domingo, pero su madre aunque fuera domingo, le hacia levantar mínimamente temprano, según ella, levantarse muy tarde era poco correcto. Y seguramente le tendría preparada alguna tarea por hacer.

Entró en el baño encendiendo la pequeña luz, apoyándose en el mármol blanco.

Mirándose la cara de sueño que tenía.

“Maldigo los genes de mamá...no me cansaré de repetirlo...” murmurando entre dientes se pasó la mano por el rostro, tenía los ojos grandes y de color chocolate, pestañas largas y acompañado de unos cabellos claros que no llegaban a rubios.

Siempre aparentaba muchísimos menos años de los que tenía.

Su padre y hermano eran todo lo contrario.

“Grandotes y morenos...” pensó para él mismo y tras ladear la cabeza empezó a lavarse la cara con agua bien fría, de momento bajaría con el pijama, luego ya vería que se pondría. Se secó el rostro con la toalla y cuando miró hacia la puerta se encontró unos ojos verdes preciosos. “Buenos días Emilly...¿ocurre algo?” sin muchas ganas miró de reojo a su hermanita, le cansaba muchas veces, siempre andaba arriba y abajo y quería jugar siempre a todo lo posible.

“Nada...solo quería decirte buenos días...” sonrió ampliamente y cogiendo con sus pequeñas manos un peluche se fue bajando las escaleras de dos en dos.

Su hermano mayor le dijo que por la mañana no estaría, seguramente no vendría hasta la tarde, así que podía disfrutar del portátil para él solo.

“¡Tay, baja de una maldita vez! ¡Cuando te vea enganchado al ordenador otra vez te cortaré la línea de internet!” la voz aguda de su madre hizo que suspirara profundamente.

“¡Mamá por favor! ¡No estoy en el ordenador, me estoy lavando la cara caray!” gritando dejó la tolla en su sitio y empezó a bajar las escaleras.

En el comedor estaba su hermana viendo la televisión mientras jugaba con las extremidades del pequeño y maltratado oso de peluche y su madre sirviendo el desayuno.

“¿Y papá? Hyde me comentó que salía...pero papá...” mirando a su madre se llevó un trozo de chocolate a la boca.

“¡Ese chocolate es mío hermanito!” desde el sofá Emilly gritó al castaño claro.

“¡Emilly mira los dibujos!”

“Tu padre fue a comprar el mueble nuevo...ya sabes...tu hermano quería uno para poder poner el ordenador nuevo.” Dejándole un tazón de leche delante se volteó y continuó lavando los platos como si nada.

“Amm...” fue lo único que atinó a decir con la boca llena.

Normalmente, se suele decir que el hermano pequeño es el mimado.

En el caso de Emilly si.

Pero si se tuvieran que ver solo los dos hermanos de la familia, Hyde era el más mimado de todos, cuando pedía alguna cosa tanto su madre como su padre corrían a dárselo, si un día no podía hacer las tareas de casa tampoco pasaba nada, ya estaba Tay para que lo hiciera todo.

Tay pedía desde hacía muchísimo tiempo un mueble nuevo para su habitación, pero siempre recibía negativas, lo pedía su hermano y por la mañana su padre estaba comprándolo. Suspiró fuertemente, y no era solo eso, había una lista larguísima, horas de salida, domingos que para su madre eran sagrados para las tareas domésticas se las saltaba...

Pero todo siempre estaba justificado. Como decía su madre: ‘Tay, tu hermano es más responsable que tu.

¿Responsable?

Un maldito cuerno.

Conocía la fama de su querido hermanito.

Hyde el rompecorazones, el inmaduro que no sabe llevar una relación más lejos de una noche.

Hyde el más popular por sus borracheras en las fiestas de la universidad.

Y muchas cosas más, que su madre ignoraba.

Saliendo de sus ensoñaciones se acabó el desayuno lo más rápido que pudo y se levantó de la mesa, llevando las cosas a la encimera. En un momento u otro su madre...

“Tay te tengo dicho que no vayas en ropa interior por casa...aunque lleves esa camiseta de pijama de manga corta encima...”

Acertó.

“Mamá...es un pijama...hace muchísima calor y por la noche siempre duermo así...¿ahora no podré ir como quiero por casa?”

Escuchando como su madre murmuraba algo cogió el aspirador.

Justo cuando iba a empezar a pasarlo el teléfono empezó a sonar.

“Tay...ve tu...yo tengo las manos ocupadas...” enseñándole los guantes de fregar platos Tay suspiró.

Saltó por encima del sofá sobresaltando a su pequeña hermana que le gritó alguna cosa.

“¿Si?” atusándose la cabellera intentó escuchar algo, podía distinguir el ruido del tráfico y algunas bocinas de los coches.

¿Tay? Soy yo tu querido hermano...” con sorna se rió, el castaño claro simplemente suspiró y apoyó el teléfono entre su hombro y barbilla, esperando a que su grandísimo e increíble hermano quisiera hablar. “Dile a mamá que vendré a comer con un amigo...que prepare algo rico.

“De acuerdo...pero no soy tu maldito recadero.” Sin dejar que su hermano replicara colgó, no tenía ganas de hablar con él, y encima había escuchado como el amigo se reía por detrás.










Acabó de limpiar toda la casa, se le había pasado el tiempo volando, ya era mediodía y aún no se había quitado el pijama, aunque a él le era igual, total, los amigos de Hyde le llevaban sin cuidado. Su padre ya había vuelto de hacer las comprar y le saludó atusándole la cabellera para luego darle un beso a Emilly y ayudar a su esposa con la comida.

“Cariño...¿sabes que amigo vendrá?” mirando a su hijo se puso las manos en la cintura, estaba allí, tumbado en el sofá haciendo zapping. Digno de un anuncio de cerveza.

“No mamá...no sé quien vendrá...seguramente William...como siempre.” Cuando acabó la frase comenzó a oírse el timbre. “...ahora lo comprobaremos...” levantándose de un saltó del sofá corrió hacia el pasillo.

“¡¿Pero no te has cambiado de ropa?! ¡No salgas así Tay!”

“Venga Rose...déjalo...hará lo que quiera...ya lo conoces.” Su marido la calmó viendo como ella suspiraba.

Tay se dirigió hacia la puerta, abriéndole, encontrándose con el pecho fornido y bien formado de su querido hermano. Le miró de arriba abajo y se apartó para que pasara.

“Que soso hermanito...” mirándole con sorna se rió. “¿Qué haces así vestido?”

“No empieces como mamá...estoy cansado de escuchar las mismas tonterías... voy como quiero...es mi pijama.”

“Te queda bien...pero traigo visitas.” Subiéndole la camiseta para molestarle vio que su pequeño hermano se rebotaba de mala manera empujándole.

“Pues yo no las veo...”

“Esta aparcando el coche tonto...además esta vez no es William...es un amigo de la universidad...”

“Pues me parece bien...pero no molestes.”

“¡Hoy estas muy impertinente!” cogiéndole como a un saco quiso quitarle la camiseta. “¡Ahora verás!”

“¡Imbécil suéltame!” medio enojado medio riéndose intentó quitarse a Hyde de encima.

Su relación era siempre la misma, o no paraban de pelearse o si se peleaban a veces era en broma.

“Que hermano tan mono tienes...”

Al escuchar eso Hyde dejó a Tay en el suelo y este se volteó a ver quién había en la puerta.

Un chico alto, quizá le sacaba una cabeza y algo más, ancho de espaldas y un poco delgado, la piel era blanca y unos ojos grises que parecían afilados como cuchillas. Vestido con una camiseta de manga corta negra y unos vaqueros oscuros.

’Y cuando te vi desde el primer momento supe que tu eras quién me hacia temblar...’


“De mono nada rarito...” enojado miró al nuevo amigo de su hermano, no soportaba que le dijeran mono por su aspecto aniñado.

“No seas mal educado enano...” dándole un golpe en el brazo entró en la casa.

“¡Déjame en paz! ¡Estoy hasta los cojones de ti Hyde!” gritando se fue hacia su habitación.

“Venga corre niñita...” burlándose se volteó a ver a su amigo que miraba sorprendido la escena. “...no te preocupes...tengo estas peleas a diario...”

“Tranquilo...es divertido y todo...” riéndose vio que Hyde también lo hacia. “¿Puedo subir a dejar las cosas en tu habitación?”

“Claro, la del fondo del pasillo a la izquierda, la segunda puerta es la habitación de mi hermano no te confundas...” yéndose a saludar a su padres dejó solo al pelinegro que subió las escaleras con una sonrisa torcida en el rostro.











Salió de la ducha lo más rápido posible, el agua fría le había ido bien para calmarse.

“Mierda...siempre igual...encima ahora se presenta ese amigo de Hyde que se debe creer el señor de las tinieblas...vestido tan oscuro y con esos pendientes en la oreja...” poniéndose la ropa interior limpia se secó el pecho.

Se puso unos pantalones vaqueros caídos y una camiseta blanca de manga corta.

Los ojos le comenzaron a picar.

“¡Mierda ahora me pican los ojos! ¡Maldito jabón!” siempre le pasaba, tenía los ojos delicados y muchas veces si le entraba jabón al cabo de un rato se le irritaban y le empezaban a llorar.

Sintió unas manos acariciar su rostro y como una toalla mojada le acariciaba los párpados.

Olía bastante bien.

Seguramente era su madre, de tanto en tanto, debía reconocer que era atenta.

“Gracias mamá...” abriendo ligeramente sus ojos consiguió ver alguna cosa, cabello corto y negro, sonrisa torcida. “¡Maldita sea, tu no eres mamá!” apartándose de golpe se quedó apoyado en el frío mármol.

“No...pero te puedo ayudar igualmente...” sonriendo torcidamente hizo que Tay se sonrojara.

El castaño claro aguantó la mirada afilada de ese amigo de su hermano, no le gustaba, o más bien le veía con intenciones ocultar.

“...no necesito tu ayuda...”

“...” Mirando de arriba abajo al menor se sintió tentado, era como un pequeño gato desconfiado, le entraban ganas de domesticarlo. “...ok, sé que hemos empezado mal, así que me presentaré adecuadamente; me llamo Mark...soy amigo de tu hermano en la universidad...tengo veintiún años.” Acercando su mano a modo de saludo vio que el pequeño le miraba analizándole.

“...” desconfiando suspiró. “...me llamo Tay...el hermano pequeño de este inmenso imbécil que tienes como amigo...tengo diecisiete años...el mes que viene cumplo los dieciocho.”

“Encantado...” Mark le estrechó la mano y vio que Tay se relajaba un poco más. “¿Puedo preguntarte algo?”

“Ehm...bueno...” poniéndose algo nervioso desvió la mirada, desde hacia rato que Mark le miraba de una manera extraña. “...Adelante.”

“¿Cómo que te llevas tan mal con tu hermano? No entiendo...lo conozco de la universidad y no es mal tío.” Intentando relajar la situación sonrió levemente.

“Porque nació así de imbécil...” sonriendo burlonamente hizo que el pelinegro soltara una buena carcajada. “...ahora en serio...supongo que no me gusta que me trate como a un niño...” viendo que Mark le miraba con curiosidad suspiró, debía encontrar un modo para que le entendiera. “...aunque ya esté cerca de los dieciocho...siempre me trata como si tuviera quince...o peor, doce...se piensa que no sé hacer nada solo y no me gusta...”

“¿Y que quieres? ¿Qué te traten de una forma más...adulta?” diciéndole de un modo algo sensual hizo que a Tay un escalofrío le recorriera la piel. Sabía muy bien de que manera lo decía y a Tay esos ojos le estaban haciendo poner nervioso.

“Supongo...” respondiendo con un hilo de voz se quedó mirándole a los ojos fijamente.

Un silencio algo incómodo.

Mark se acercó a él, acortando las distancias, sintiéndose superior cuando el pequeño Tay tuvo que mirar ligeramente hacia arriba, viendo esos ojos grandes mirarle con desafío, junto con esos labios que daban ganas de muchas cosas.

“¿Q-que pretendes?” sobresaltándose ligeramente miró a Mark que sonreía torcidamente.

“¿Quieres que te trate como a un adulto?” pasando las yemas de sus dedos por la piel del menor hizo que este se fijara en que las lucía de una pintura negra profunda. “¿Quieres descubrir como te trataría si fueras un adulto y no un niño?”

“...” el menor lo miró tragando en seco.

Sintiendo las manos frías de Mark agarrar su rostro y como algo cubría sus labios.

’Quién me hace desear lo prohibido, lo carnal...'


Tay abrió los ojos sorprendido.

Para luego sentir las manos de Mark agarrar su cintura sensualmente, rindiéndose a ese beso que le hacía temblar, sintiendo la lengua del mayor entrar en su boca, dándole juego, sintiendo como se volvía cada vez más apasionado y más húmedo.

“Mark...” pasando la lengua por los labios del pelinegro, provocándole.

“Cállate...” sonriendo torcidamente entre el beso, disfrutando.

Excitándose por la morbosa situación.

Separándose ligeramente para mirarse a los ojos retadoramente, volviéndose a juntar las bocas, sintiendo las respiraciones entremezcladas, las manos de Tay aferrándose a la ancha espalda mientras que el mayor agarraba con una mano su trasero de forma descarada.

La otra mano acariciando su cabello con fuerza mientras sus labios no se despegaban.

Hambrientos.

Apasionados.

Escuchando como alguien subía las escaleras, apurando el último momento entre besos cortos, mordiéndose los labios, acariciándose.

Separándose.

Tay intentando calmarse.

'Pero algo muy dentro de mi me advierte del peligro de juntar peligrosamente nuestros cuerpos...'


Respiró agitadamente y Mark aún lo miraba con deseo.

“Ahora...ya sabes lo que pasaría...si quisieras que te tratara de una forma más adulta.” El pelinegro acarició el rostro y labios del menor.

“Tampoco habría pasado nada más...” negando la situación de antes intentó calmar sus impulsos, le estaban dando unas ganas de saltar encima de Mark impresionantes.

“¿Tu crees?” acorralando por segunda vez al menor sonrió torcidamente, abriendo con el pulgar esos labios carnosos. “¿Quieres saber lo que hubiera ocurrido?”

“...” nervioso, excitado, deseoso, no sabía bien lo que quería saber o comprobar en ese momento. No le conocía de nada y un deseo ardiente recorría su cuerpo. Es más, se habían besado de una forma excitante unos instantes antes.

“Si ahora no estuviera alguien buscándonos...te habría quitado lentamente la ropa aquí mismo...” inclinándose rozó los labios contra el cuello del menor, pasando su lengua. “...habría pasado mi lengua por todo tu cuerpo...” agarró la mano de Tay haciendo que acariciara por encima del vaquero la erección de Mark. “...y te habría penetrado profundamente...” mordió el cuello del menor, dejando una marca, escuchando un suspiro por parte de este.

Viendo al separarse su rostro sonrojado y confundido.

Escuchándose voces y pasos Tay se puso nervioso.

“De-deja de hablar...viene Hyde...”

“Tranquilo...mientras seas un niño...no te haré nada.” Sabía que era una provocación.

Un juego.

Y Tay le estaba siguiendo la corriente como un idiota.

“Mark...” Hyde entró encontrándose a su hermano completamente sonrojado, quizá fue una mala idea dejarles solos para que se conocieran y se habían peleado. Tay tenia un carácter revoltoso. “¿Te molestó el niño?” mirando a Tay suspiró.

“No, para nada...estábamos hablando...como hemos empezado con mal pie...”

“Ok...entonces ha sido buena idea dejaros solos para que os conocierais...”

“Eso...esta claro.” Sonriendo torcidamente vio como Tay se sonrojaba aún más. “...vamos bajando Hyde.” Dándole una palmada en el hombro a su amigo comenzaron a bajar las escaleras, dejando al castaño claro confundido.

“Mark...estás loco...” suspirando fuertemente se llevó las manos al rostro, intentando calmarse, recordando el tacto ardiente de esos labios y esa lengua.

Se miró al espejo, la marca que le había dejado se veía bastante.

'Y es que es un juego que me tienta y que me aleja...'














La comida transcurrió tranquila, algunas bromas y anécdotas de la universidad, algunos comentarios sobre profesores u otros compañeros de clase, aunque Tay no se quedó a escuchar mucho más y nada más acabar de comer se encerró en su habitación pensativo.

Echándose la siesta para luego despertarse y empezar a divagar sobre sus cosas.

“Quizá...después de todo...de veras me gusta Mark...”

Esa idea hizo que recordara el beso, sonrojándose muchísimo. Desde hacia tiempo que sabía que precisamente las mujeres no le atraían mucho, mientras que sus amigos disfrutaban viendo revistas subidas de tono o de hablar de los pechos de alguna compañera o de su trasero. …l prefería mirar con disimulo el trasero de chicos.

Pero no le tomó importancia.

Porque nunca le había gustado nadie de la forma en que Mark lo hacia.

“Estoy loco...lo acabo de conocer hoy...” tapándose los ojos con sus manso suspiró. “¿Y si le siguiera el juego y le dijera que me tratara de una forma más adulta?”

Recordando todo lo que le dijo que le habría echo si no hubiera aparecido Hyde hizo que se sonrojara y se pusiera nervioso, excitándose con tan solo imaginarlo. Aún podía sentir la lengua ávida del pelinegro en su boca, de esas manos recorriendo su cuerpo y esos ojos llenos de lujuria.

Se levantó de golpe y miró la hora, con la tontería eran las diez pasadas de la noche, seguro que Mark se habría ido. No le volvería a ver más y si le preguntaba a Hyde sobre él ya estaría molestando o diciéndole que no molestara.

Bajó las escaleras y vio como su padre junto a Hyde acababan de montar el mueble para el ordenador, su madre de mientras hacia la cena tarareando una canción. Subió hacia su habitación otra vez y comenzó a rebuscar entre sus cosas, intentando encontrar algo para distraerse.

Cayéndose una hoja de papel al suelo con tanto movimiento.

“¿Un papel?” suspirando fuertemente se agachó y lo agarró con desgana, mirando que ponía. Sorprendiéndose al ver una letra desconocida para él.

’Si quieres jugar fuerte, ven.’

Con una dirección y un teléfono.

’Un juego que me tienta y que quiero seguir...arriesgándome.’


Debía ir...













Esperó a que todos estuvieran durmiendo, nada más ver que nadie podría levantarse con algo de ruido se vistió, mañana tenía instituto, y seguramente si se lo pensaba mucho más acabaría por no ir, así que silenciosamente abrió la puerta y cogiendo sus llaves empezó a caminar.

'Y algo muy dentro de mi me grita...

Me dice; Acércate, no tengas miedo...ven a mi te daré lo que deseas.'


Intentó acertar con las calles, yendo cada vez más rápido, hasta el punto que se dio cuenta que corría por en medio de las calles a las tantas de la madrugada, parándose delante de un gran bloque de pisos, paredes blancas inmaculadas y balcones negros, solo había una ventana iluminada.

“Mark...”

Se acercó a la puerta y por suerte se le encontró mal cerrada, le habría dado vergüenza tener que pedirle por el interfono que le abriera la puerta, subió al ascensor y esperó a llegar al cuarto piso.

Buscando el número cinco en dorado, parándose en frente de esa puerta, sintiendo que las piernas le temblaban y que el corazón le gritaba. Tenía ganas de salir corriendo pero una gran parte de quedarse y ver que ocurriría.

Con todo su valor picó al timbre.

Escuchando unos pasos.

Hasta no escuchar nada más y luego ver que la puerta se abría poco a poco.

Encontrándose con esos ojos que le estremecían.

“Hola Tay...” entre sus labios sostenía un cigarro, sonriendo torcidamente.

“Hola...” con timidez le miró a los ojos, sintiéndose perdido en ellos.

“...¿Quieres que te trate como un niño y te de una taza de chocolate caliente?” la sorna presente en cada palabra.

“Trátame como a un adulto...Mark.”

'Ven y te daré placer, sigue este juego y conseguirás lo que anhelas...
Juega fuerte...
Que el juego aún no se ha acabado...'
Notas finales: FANFIC REESCRITO

Bien, como podréis ver, he estado renovando y
reescribiendo algún que otro fic más antiguo,
todo más o menos por el mismo motivo,
quería mejorarlos.

Siento mucho si se perdieron los
reviews que había, pero quise publicarlo
de nuevo...u.u
Espero que os haya gustado...
quizá, en algún momento
haré la continuación, pero de momento
me gustaría dejarlo así para que cada uno/a
se imaginara que sucedería...

Muchas gracias a todos/as que leen y comentan.

Nos vemos en otra ocasión!

Dejar comentarios, opiniones, etc. Muchas gracias ^_^

Besos y cuídense :3

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