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Negando lo evidente. por Alinna

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Notas del fanfic:

FANFIC REESCRITO.

Como fue el primer fanfic que hice, quise reescribirlo, encontraba algunos fallos y me apeteció reectificarlo y hacerlo de otro modo.

Espero que os guste. n_n

Notas del capitulo: En este viaje organizado por un grupo de amigos, dos integrantes se darán cuenta de muchas cosas, por una parte, Danielle que ha estado negando sentimientos que muchas personas de su alrededor sabían que estaban allí.

Y Alexander, una persona muy peculiar en ese entorno.
Miami, Florida.


Danielle caminaba con tranquilidad por la orilla de la playa. Nunca hubiera imaginado estar caminando por encima de esa arena y ese sol reluciente que le dañaba los ojos.

Y todo por un propuesta entre su grupo de amigos de la universidad. Al principio no le hacia mucha gracia ir, ya que quería aprovechar el verano para pasarlo tranquilo en su casa, pero después de que sus amigos le convencieran aceptó.

Se dio cuenta que había salido de la zona de la playa y que estaba paseando por el paseo marítimo dónde habían varios tenderetes y algunas tiendas de ropa, algo normal, con tanto turismo los vendedores aprovechaban para tener algo más de ganancias subiendo algo los precios.

Se paró delante de un escaparate de ropa, frunció el ceño al ver que todo era de marca y que los precios eran desorbitados. Después miró su propio reflejo y se pasó las manos por el cabello, según sus amigas un cabello precioso, para él, un castaño claro pasable. Se retiró las gafas de sol y se pasó la mano por sus sienes.

“No podría haber tenido otro color de ojos que este...que dolor...” tenía los ojos de un azul turquesa intenso, como su madre, y si, con ese sol dolían muchísimo, las personas de ojos claros tenían que ir con cuidado con ese sol.

Escuchando voces y haciendo que saliera de sus propios pensamientos, se volteó a ver, encontrándose unas extranjeras, seguramente de Londres, hablaban un inglés perfecto y aunque se pensaran que él no entendía lo que decían le estaban sacando los colores.

Atándose la camisa blanca y dejando los primeros botones desabrochados pasó por el lado de las chicas e intentando que no notaran que las había escuchado caminó algo más rápido.

“¡Danielle!” una voz aguda hizo que se volteara, encontrándose una chica castaña y alta que apenas controlaba los patines que llevaba puestos, agarrándose a su ancha espalda, suerte que era de constitución fuerte y muy alto. “¿Dónde estabas? Te estábamos buscando.” Poniendo morros le miró con unos ojos verdes preciosos.

“Primero creo que sería más normal si me dijeras hola, Marlen...” rodando los ojos miró a la chica que suspirando por el calor se retiraba el cabello largo y liso que le caía hasta la cintura. Era muy delgada por lo que al ser tan alta aún resaltaba más. “...estaba dando una vuelta por la playa...quería levantarme temprano para encontrarme menos gente...y se me pasó el tiempo volando.”

“¿Por qué no nos avisaste?” llevándose las manos a la cintura miró a Danielle, era un chico tan apuesto que todas las chicas le miraban, debía rozar el 1’93, ancho de espaldas y con una sonrisa deslumbrante, lástima que ninguna podría conseguirlo.

“Si dejé una nota en la habitación...¿No la viste?” mirándola interrogativamente vio que ella suspiraba fuertemente llevándose las manos al rostro. “¿Qué ocurre ahora?”

“Argh...Andre entró en tu habitación...seguro que la vio y no se dio cuenta...ya sabes que es muy despistado...” mirando al chico sonrió. “...tiene unos ojos enormes pero no ve más allá de sus narices.” Riéndose escandalosamente le dio una palmada en la espalda.

“¡Auch! Mide tu fuerza...tu puedes ser una chica pero tienes una fuerza...” pasándose la mano por el hombro miró a su amiga que continuaba riéndose. “...entre tu y Andre acabaréis bien...tu también eres muy despistada...no le eches todas las culpas a tu novio.”

“Ya sabes que lo digo en broma...” mirando hacia atrás vio que un chico pelirrojo alto y algo delgado se acercaba patinando, ese era Andre. “Míralo...¿a que es guapo?”

“Es tu novio...¿qué dirás?” suspirando levemente vio que ella se acercaba patinando algo torpe, abrazándose al chico que besó su sien. “¡Tu novia es un peligro con estos patines!”

“Lo sé...” acercándose a Andre vio que la chica intentaba perseguirle. “...por eso estoy intentando que aprenda.” Riéndose vio que la chica ponía morros. “...no te enojes Marlen.”

“Bueno parejita...después de esta escena de amor...me voy a la playa. Alexander estará por allá surfeando.” Bromeando se rió.

“Ok...a la hora de comer quedamos dónde siempre.” Marlen se despidió del chico que se fue alejando.

“Oye Marlen...¿Ayer Alexander no estaba con un chico?” viendo que Danielle se alejaba Andre miró a su novia. “...pensé que estaba con Danielle.”

“Ya sabes que no...Alexander va con todos y con ninguno...” viendo que el pelirrojo le miraba sin entender se pasó las manos por la larga cabellera. “...digamos que nunca ha querido tener pareja fija...le gusta más el sexo sin ataduras que otra cosa.”

“¿Pero Danielle...?”

“Eso no se pregunta cariño...la respuesta es demasiado evidente.”











Aún podía acordarse de esos tiempos, él y Alexander desde que eran unos niños eran amigos, iban juntos allí donde iba uno. En todos los momentos diferentes de su vida estuvieron juntos. Cuando Alexander le confesó su homosexualidad y al hacerlo le dio valor a él para aceptar que él también lo era.

Ayudándose mutuamente.

Siempre.

Y también sabía de sus conquistas, de todos con los que se había acostado, de sus sonrisas triunfantes y pícaras al hablar de ello.

Una sensación de nervios se apoderó de su cuerpo, hacia tiempo que le sucedía al pensar en su amigo.

No sabía muy bien por que pero siempre que pensaba que Alexander podía estar con un chico en esos momentos una sentimiento de inseguridad y celos le invadía y hacia que estuviera deprimido y que se odiara por ese comportamiento tan egoísta.

¿Egoísta?

Si, porque desde hacia tiempo que había aceptado ese pequeño y gran sentimiento.

Pero como sabía la respuesta prefería callarse y seguir como siempre.

Ladeó la cabeza suspirando fuertemente, quitándose las chanclas de la playa y empezando a caminar por esa arena fina y que caliente por el sol hacia que sus pies dolieran un poco, quitándose la camisa al sentir ese calor azotar su cuerpo.

Pudo divisar a lo lejos las cosas de Alexander, su toalla con su mochila y una chica tumbada allí mismo, era Lyrian, una chica del grupo que habían organizado el viaje y de sus mejores amigas. Se acercó y se sentó a su lado, viendo que ella al notarle volteaba ligeramente el rostro a verle.

“Hola guapetón.” Dándole un sonoro beso en la mejilla sonrió, haciendo que el castaño claro le respondiera el gesto. “La sirena esta en el agua.” Refiriéndose a Alexander se rió ligeramente, haciendo sonreír a Danielle.

“¿Dónde dejaste a Dimitri?” mirando a la castaña se puso las gafas de sol, viendo que ella le señalaba una zona donde había hamacas con sombrillas, viendo el cuerpo largo y atlético de Dimitri.

Era un chico bastante alto, no tanto como él, un 1’85 más o menos, de origen ruso, cabellos rubios algo ondulados y ojos azul marino, con un cigarro entre sus labios y un libro en sus manos.

“¿No ha dejado aún de fumar?” vio que Lyrian negaba con la cabeza.

“…l sabrá...yo le advertí diciéndole que si no lo dejaba cada vez que quisiera besarme se tendría que lavar los dientes..” levantándose se sacudió la arena del trasero. “...voy a molestarle un poco...le he dejado un rato tranquilo y ya es hora de llamarle la atención.” Bromeando se fue hacia dónde estaba su novio, dejando al castaño sentado al lado de las cosas de Alexander.

Quitándose las gafas de sol se tumbó en la toalla y unos niños que corrían por la playa levantaron arena, haciendo que le diera de lleno en los ojos.

“¡Auuch!” llevándose las manos al rostro empezó a frotarse los ojos. “...como duele...” no veía casi nada y le estaban empezando a llorar los ojos.

“Déjame ver...” una voz masculina que reconoció enseguida hizo que mirara hacia arriba, notando gotas de agua caer en su rostro y unas manos frías y empapadas que le acariciaban y que le quitaron la molesta arena.

“Con cuidado ¿eh?” bromeando escuchó la respiración de Alexander cerca, haciendo que se pusiera nervioso, consiguiendo al parpadear ver algo y que sus ojos pudieran ver mejor.

Encontrándose esos ojos que hacían que temblara.

Una mirada azul eléctrica, provocante, acompañada de unos cabellos negros azabaches que caían por su espalda y pecho, blanco de piel y un pircing en su labio inferior adornaba a su rostro, haciéndole lucir sexy cuando jugaba con él.

“Sería un desperdicio que no pudieras abrir los ojos con esa mirada que tienes.” Pellizcándole la nariz cariñosamente se quitó la parte de arriba del traje de surf, haciendo que sonrojar al castaño claro. “Los niños deberían ir con cuidado al correr...” llamando la atención del castaño consiguió ver esa mirada confundida.

“¿E-eh? Ah, si...pero no pasa nada...estas cosas pasan.” Jugando con la arena entre sus dedos intentó calmarse.

“Me seco y nos vamos al hotel...tenemos que comer y es bastante tarde. Empiezo a tener hambre.” Cogiendo sus cosas vio como Danielle asentía y se levantaba caminando a su lado.

Danielle era perfecto.

Una espalda ancha y musculada, acompañada por un pecho y unos abdominales de ensueño, unas piernas largas y perfectas, rostro perfecto, sonrisa encantadora y ese carácter suyo que le hacía ver aún más perfecto.

Ladeó la cabeza, no era momento de pensar en eso.

O acabaría estropeándolo todo.












Estaban todos alojados un hotel que eligieron las dos chicas del grupo; Lyrian y Marlen, que también fueron las que organizaron el viaje y dieron la idea, con la excusa de que se divertirían y harían algo diferente.

Al organizar el viaje hubo diferentes opiniones.

Dimitri con su carácter seco soltó que era una excusa para no hacer nada, pero que se apuntaba para hacer algo.

Andre encantado, llevaba cuatro años saliendo con Marlen y si iba uno a un lado el otro también iba, como una especie de ‘pack’.

Y algo que a Danielle se le hizo sospechoso, Alexander estaba muy contento por ir de viaje todos juntos y cada vez que hablaba con Lyrian se reían cómplicemente y Dimitri se enojaba con la castaña por no explicarle nada.

Algo ocultaban y hacía que su curiosidad aumentara.

Y la gota que colmó el vaso de tanta intriga fue el comentario que le hizo Marlen, algo como que era la oportunidad para muchas cosas.

Ladeó la cabeza al ver que llegaban al hotel.

Era muy espacioso y ordenado, casi todo era de colores blancos y tenía una piscina espectacular y enorme, con sala de masajes, gimnasio...una barbaridad de cosas que hacían que a Danielle le dieran ganas de quedarse todo el día en el hotel probando cosas.

Estaban todos sentados en la terraza de la piscina, a esa hora la mayoría de turistas estaban en la playa, por lo que estaba bastante vacío y así ellos más tranquilos.

Danielle estaba en la piscina, con las piernas metidas en ella y pensativo, sin darse cuenta que el pelinegro se acercaba sigilosamente por detrás para avisarle que la comida ya estaba lista, poniéndose de cuclillas detrás de esa espalda ancha, dándole un buen susto por la espalda.

“¡Uaah!” asustado y del empujón iba a caer de morros a la piscina cuando unos brazos le tiraron hacia atrás, quedando encima del regazo del pelinegro.

“Por casi...” mirando el rostro confundido y sonrojado de Danielle sonrió. Inclinándose, haciendo que algunos mechones de su cabello cayeran hacia delante, tocando el rostro de Danielle. “...pensé que no te asustarías tanto.”

“Pues ya viste que si...¡No me des estos sustos!” cerrando los ojos fuertemente respiró profundamente intentando calmarse, incorporándose ligeramente, rozando su nariz con la de Alexander. “...d-déjame levantarme...por favor...” desviando la mirada escuchó una suave risita por parte de su amigo.

“Claro, lo siento.” Tiró la cabeza hacia atrás, dejando que el castaño se levantara y se encaminara hacia la mesa. “....al final mi paciencia se acabara...” suspirando fuertemente se pasó las manos por el cabello.

Ese deseo estaba alcanzando su límite.

Sin darse cuenta que Dimitri estaba observando desde hacia rato, para luego acercarse a Lyrian y decirle algo entre susurros, haciendo que ella se riera y asintiera, mirando ambos a Danielle que se acercaba a la mesa sonrojado.

“¿Qué pasa?” Danielle con curiosidad miró a ambos, Lyrian negó con la cabeza quitándole importancia y Dimitri sin mirarle continuó comiendo de su plato en silencio, era un chico que si no lo conocías bien podías pensar que era un borde.

Danielle sin entender muy bien se encogió de hombros y se sirvió su plato.















Terminaron de comer y estaban tomándose un café todos mientras hablaban animadamente, todos, menos Danielle que absorto en sus pensamientos intentaba no mirar hacia dónde estaba Alexander, que tonteaba con un camarero que no paraba de pasearse por allí haciéndole miradas y rozándose.

Comenzó a sentirse nervioso y jugando con sus dedos intentó calmarse.

Estaba triste, furioso, confundido...

Todos esos sentimientos le estaban atormentando.

Sin darse cuenta que el pelinegro se había levantado y se había ido sin decir nada.

“Vaya...Alexander ha vuelto a cazar a alguien.” Marlen apoyó los codos en la mesa, intentando ver dónde se había metido el pelinegro, dándose cuenta que Danielle estaba algo triste, mordiéndose el labio al ver que tendría que haber callado.

“Ya sabes como es Alexander.” Sin darse cuenta de nada Andre se rió escandalosamente y Marlen le dio un codazo para que callara. “¡Auch!” mirando confundido a su novia vio que ella le hacia señas para que parara. Asintiendo sin entender muy bien.

“Un mujeriego.” Dimitri sentenció su más calificado adjetivo para el pelinegro.

Haciendo que el castaño explotara.

“¡Dejar ya el tema!” levantándose y viendo que todos le miraban sorprendidos respiró profundamente, viendo que Dimitri con tranquilidad jugaba con su mechero,

“¿Por qué te pones así? Es la verdad...todos los de esta mesa lo sabemos perfectamente y más tu que eres su amigo de la infancia.” Encendiéndose un cigarro no hizo caso a su novia, Lyrian, que le acariciaba la pierna para que callara.

“Pero tampoco hay que darle tanta importancia.” Apretando los puños miró al rubio que sonrió torcidamente. “¿Y ahora de que mierda te ríes?”

“¿De que? Que tu eres el que le da importancia a todo esto...¿o no te das cuenta?” dejando escapar el humo de sus pulmones miró a Danielle, que enojado se quedaba observándole. “¿O me equivoco?”

“¡Metete en tus asuntos imbécil! ¡No entiendes nada! ¡Nada!” alejándose el grupo empezó a caminar con rapidez.

“¿No crees que te has pasado?” Marlen, enojada, miró al rubio, quién se quedó tan tranquilamente sentado en su silla.

“Creo que he sido poco duro...” dándole una calada a su cigarro sonrió.












Danielle entró en los baños de recepción y abrió el grifo de agua, dejándola caer, lavándose la cara y pasándose las manos empapadas por detrás del cuello, viendo su rostro mojado e intentando calmarse, escuchando un ruido extraño y unas risas, frunciendo el ceño.

Acercándose al cubículo.

Abriendo la puerta con lentitud.

Deseando no haberlo hecho y no haber entrado en ese maldito baño.

“¿Y ahora quien mierda interrumpe...?” Alexander asomó su mirada por los hombros del chico que sin camiseta estaba subido encima de él a horcajadas, encontrándose con una mirada dolida, una mirada azul turquesa.

“Lo siento...no quería interrumpir.” Danielle miró a la pareja, el chico era el camarero de hacia rato antes. “...otro día sé más discreto...¿no?” esbozando una falsa sonrisa intentó irse.

Una sensación extraña pesaba en su cuerpo.

Sentía como un dolor punzante recorría su cuerpo...su corazón.

Sintiéndose traicionado, dolido, triste, furioso.

“¡Danielle espera!”

No quería escuchar nada.

Es más...Alexander y él no eran nada...no debía importarle con quién estuviera.

¿No?

Cerrando la puerta de los baños y yéndose.

“Deberías irte.” Alexander miró al camarero que se fue acomodándose sus ropas. “¡Mierda!”








Intentaba perderse entre toda esa gente que había por las calles, entre todos esos turistas, intentando no pensar, intentando quitarse ese sentimiento pesado de encima. Nunca pensó que le fuera tan doloroso ver que su amor por Alexander nunca le llevaría a ningún lado. Sintiendo como estar llorando como lo estaba haciendo no servía de nada.

Sonrió y se rió amargamente.

¿Cómo pudo enamorarse del mayor mujeriego de toda la universidad?

Siempre tomó todas esas muestras de cariño como una broma y se reía, pero detrás, siempre había tenido un poco de esperanza, esperando que todos esos roces, todas esas miradas tiernas y algunas desvergonzadas fueran de algo más que simple amistad.

Ahora debía hacerse el buen amigo y preguntarle que tal fue su sesión de sexo con el lindo camarero.

Aparentar que nada había sucedido.

Sonreírle y alentarle.

Actuar con normalidad.

Se pasó las manos por el rostro y después de quitarse las lágrimas del rostro se dirigió al hotel, lo mejor era hablar con Alexander y demostrarle que lo de antes no le afectó, así por lo menos conservaría la amistad que tenía con él.








Entró y buscando a Lyrian le preguntó dónde estaba Alexander.

“En vuestra habitación...él vino y me preguntó dónde estabas, como no te había visto le dije que quizá estabas por la playa paseando y fue a buscarte...pero como no te encontró volvió y se fue a la habitación a esperarte.” Suspirando se pasó las manos por la cabellera. “¿Esta todo bien Danielle?”

“Si no te preocupes.” Sonriendo levemente se despidió de la morena y entró en el ascensor, subiendo hasta la planta dónde estaba su habitación, esperándose detrás de la puerta unos segundos.

Entrando en silencio, encontrándose con el cuerpo de Alexander, tumbado encima de la cama, mirando hacia el techo mientras se fumaba un cigarro con tranquilidad. Viendo que no le había escuchado entrar, llevaba los auriculares puesto y un poco de la música se podía escuchar desde dónde estaba él.

Se acercó a la cama y le quitó uno de los auriculares, haciendo que el pelinegro le mirara sorprendido, incorporándose levemente, viendo una sonrisa amplia por parte del castaño claro.

¿Por qué sonreía?

“Eh...Danielle...”

“Primero déjame hablar a mi.” Viendo que Alexander asentía y que apagaba el cigarro suspiró fuertemente. “...siento lo de antes no pretendía interrumpir, me supo mal...” sonriendo lo mejor que pudo vio el rostro sorprendido de su amigo. Haciendo que le costara mentirle de esa forma.

“¿No estas...enojado?” Alexander le miró seriamente, cuando Danielle les pilló a él y al camarero no pudo sacarse esa mirada dolida del castaño, y estuvo pensando que se había puesto celoso o que...¿O que?

“¿Yo? ¿Por qué debería estarlo? Vaya tontería...” Danielle se rió débilmente y se pasó las manos por el cabello nervioso. “...espero que no te estropeara la situación con ese chico.”

Alexander apretó los puños, estaba cansado, conocía tanto a Danielle.

Esa sonrisa, esa falsa manera de reírse, esos ojos que estaban algo hinchados, seguramente de llorar, las manos moviéndose nerviosas por los nervios y evitaba mirarle a los ojos.

Sabía que Danielle sentía algo por él.

Y si este no quería aceptarlo o decírselo, debía pasar a la acción.

“No me creo una mierda de todo lo que has soltado...” sonriendo torcidamente hizo que Danielle dejara de sonreír para mirarle fijamente. Se acercó al castaño claro lentamente y poniendo su mano en el hombro del más alto le tumbó en la cama, subiéndose encima de las caderas del de ojos turquesa.

“¿Qué dices? Pero si todo lo que te he dicho es verdad...” mirando hacia otro sitio sintió las manos frías de Alexander recorrerle el rostro, estremeciéndose, sintiendo el aliento del pelinegro cerca de su rostro.

“Danielle...” agarrándole del mentón intentó besarle, viendo que Danielle intentaba apartarse.

“Deja de jugar Alexander...no estoy para estas bromas.”

“¿Crees que son bromas? Andas muy equivocado.” Suspirando miró el rostro confundido del castaño. “...creo que me reprimí bastante durante este tiempo.”

“Me da igual todo...solo te pido que me dejes irme...ya te pedí disculpas...¿o quieres algo más?” intentando levantarse esquivó la mirada del pelinegro.

“¡Quieres decir por una maldita vez lo que piensas!”

“¡Es lo que pienso Alexander! ¡No tengo derecho a decir nada más! ¡No soy nada tuyo ni tu nada mío! ¡Representa que me tiene que dar igual que estuvieras apunto de tirarte a ese camarero cuando e estado jodido toda la tarde! ¡Que me tendría que alegrar cuando tienes una conquista cuando me siento traicionado! ¡Que odio cuando te vas con otro! ¡No puedo decir nada de esto Alexander, no tengo derecho, no puedo permitirme ser tan egoísta!”

Alexander sorprendido miró al rubio que respiraba agitadamente y que le miraba ofuscado.

“Danielle...”

“¿Ahora estas contento?” sonriendo tristemente le apartó con la mano. “...olvida todo lo que te dije...será mejor que me vaya...” pasándose las manos por el cabello intentó levantarse, sintiendo los brazos del menor rodearle el pecho. “...”

“Quizá deberías ser un poco más egoísta Danielle...” intentando que el rubio no se fuera apoyó su cabeza en la espalda ancha. “...quizá todo esto lo tendrías que haber dicho antes...”

“¿Y para que? ¿Para sentirme ridículo?”

“No...porque entonces yo no habría actuado como un auténtico hijo de puta...”

Al escuchar esas palabras el rubio se volteó quedándose sentado en la mullida cama, mirando de frente a su amigo de toda la vida, a quién había amado por largo tiempo, a quién aún quería.

“No entiendo nada Alexander...explícate.”

“Que sé que no tengo excusas...que ahora no podría buscar un motivo fijo por todo lo que e echo...pero yo no sabía todo lo que pensabas...pensaba que me veías como un amigo...” acariciando el rostro perfecto del rubio suspiró.

“¿Y ahora que sabes que no te veo solo como un amigo cambia algo? Dime...¿Acaso cambia algo?” sonriendo tristemente agarró la mano de Alexander apartándola de su rostro. “....no quiero pasarlo mal Alexander...no quiero ser uno de tantos...simplemente no quiero....”

“¿Y por que das tantas cosas por echas? No sabes lo que siento...”

“Me da miedo saberlo.” Desviando la mirada intentó no ponerse nervioso.

“Danielle mírame...” llamándole la atención sonrió. “...ambos sabemos lo que sentimos...ambos lo hemos escondido bastante...¿no crees?”

“Alexander...”

“Te quiero Danielle...”

El rubio abrió los ojos desmesuradamente.

No le importaba nada más, esas palabras estaban resonando dentro de su cabeza, repitiéndose muchísimas veces, haciendo que le entraran ganas de llorar, de gritar, de besarle...

“¿Un poco tarde no?” agachando la mirada intentó no llorar. “...me has tenido en espera mucho tiempo imbécil.”

“Lo sé...lo siento...” riendo débilmente agarró por el mentón al rubio, quitándole con el pulgas las lágrimas que amenazaban por bajar por ese rostro. “...mejor tarde que nunca...¿no?”

“Eso dicen...” riéndose suavemente notó los labios de Alexander sobre los suyos, haciendo presión, sintiéndose calmado, disfrutando de ese beso, aferrándose a ese cuerpo con urgencia.

“He deseado tanto esto...tocarte...besarte...” empujando al rubio se subió encima de él, besando esos labios carnosos con más urgencia, deleitándose al sentir la respiración agitada del mayor entre sus labios, entremezclándose con las lenguas.

“Alexander...” acariciando la espalda bajó hasta la estrecha cintura, acariciando el borde del pantalón, jugando con el cinturón que sujetaba esos pantalones vaqueros que le quedaban tan bien.

Alexander desabrochó con urgencia los botones de la camisa blanca del rubio, acariciando con las yemas de los dedos ese pectoral bien formado, bajando hasta el abdominal, escuchando los suspiros de Danielle, sonriendo entre el beso.

“Levanta un poco tus caderas...” haciendo sonrojar a Danielle que asintió levemente bajó el pantalón de un tirón, acariciando esas piernas bien formadas, dejando esos labios invitantes para bajar por el pecho, dejando un camino húmedo, acariciando con sus dedos los pezones, sintiéndose excitado al escuchar a Danielle gemir débilmente.

Tantas veces soñando eso.

Y ahora no podía creérselo.

“Ah...Alexander...”

Un pedido mudo.

Un pedido mudo que el pelinegro entendió muy bien, acariciando con su mano el miembro duro por encima de la ropa interior, acercándose otra vez a esos labios, lamiéndolos, mordiéndolos, mientras que bajaba la ropa interior del rubio poco a poco.

“Vaya...tamaño máximo...”

“¡Alexander!” completamente rojo se tapó con la sábana haciendo reír al pelinegro.

“Oh, vamos...es un cumplido...” sonriendo torcidamente acarició el miembro erguido por debajo la sábana. “Déjame hacerte una pregunta...”

“Ah...Alexander...¿Qué...?” intentando concentrarse echó la cabeza hacia atrás, sintiendo la mano experta del pelinegro acariciar su miembro.

“¿Lo has hecho alguna vez...?” con la otra mano separó las piernas esperando la respuesta.

“Noo...ahn...” sintiendo la lengua de Alexander en su miembro gimió fuertemente, sintiendo como una ola de placer recorría su cuerpo. “Ahh...¿por...por que?”

“Por nada...me encantaría sentir esto...” acariciando el miembro duro vio los ojos entrecerrados de Danielle, excitándose. “....dentro de mi...pero creo que es mejor que hoy sea al revés...¿te importa?”

“No...” sonriendo se reincorporó levemente, quitándole la camiseta a Alexander y desabrochándole los pantalones. “...pero otro día seré yo...” sonriendo torcidamente entre los labios del pelinegro le acabó de quitar la ropa que quedaba.

“Esa sonrisa traviesa me gusta más...”

“Aún te quedan por ver muchas cosas de mi...” sin dejar que Alexander le pudiera contestar cubrió esa boca que siempre le había provocado tanto con sus labios, estirándose encima del menor, acariciando esa estrecha cadera, perdiéndose entre la entrepierna, escuchando un quedo suspiro por parte del menor. “...ahora me toca a mi...” masturbando el miembro de Alexander lamió su mandíbula, bajando por el cuello y pecho.

“Para...aahn...” agarrando por el mentón al rubio le llamó la atención. “...voltéate...”

“...” dándole un corto beso sintió algo de inseguridad, estaba nervioso, era su primera vez, pero una excitación estaba recorriendo por completo su cuerpo, y cuando sintió los dedos de Alexander en su entrada no pudo reprimir gemir. “...aahn...mo-molesta un poco...”

“Esto dentro de poco te encantará...” susurrándole al oído bajó por lo largo de la espalda, haciendo que su rubio gimiera al notar su lengua en la entrada, moviéndose, lubricándole, volviéndole loco.

“¡Ahhn!” moviendo las caderas inconscientemente se agarró a las sábanas, gruñendo ligeramente a disgusto cuando Alexander dejó de lubricarle, notando algo presionándose contra su entrada, algo caliente y duro. Excitándose al imaginarse que podía ser. “Alexander...”

“Dime...”

“Quiero verte...” sonrojado escuchó una suave risa por parte del pelinegro, volteándose ligeramente, sorprendiéndose con la imagen que tenía delante de él.

Un Alexander excitado, una capa de sudor cubría sensualmente su piel, el cabello negro le caía por el pecho y sonreía de una manera diferente.

“Te adoro...Danielle...” inclinándose besó esos labios, dejándolos rojos e invitantes. “...rodea mi cintura con tus piernas...”

“Ahn...” obedeciendo aferró uno de sus brazos en la espalda del pelinegro, sintiendo como Alexander entraba lentamente dentro de él, haciéndole gemir ahogadamente, sintiendo como su cuerpo se contraía aprisionando el miembro dentro, escuchando un gemido por parte de Alexander. “¡Ahhn!”

“Voy...a moverme...ah...”

Moviéndose lentamente comenzó a marcar un ritmo, sin dejar de mirar esos ojos color turquesa, perdiéndose en la cara de placer que su rubio estaba poniendo, excitándose como pocas veces le había sucedido. Sintiéndose un completo primerizo en el sexo al estar con Danielle.

Costándole aguantar por no venirse dentro de esa estrechez.

“Más...más rápido...” relamiéndose los labios hizo que Alexander obedeciera, sintiendo como el miembro duro entraba y salía de su cuerpo con más rapidez, llegando más profundo, haciéndole gemir más alto, excitándole más. “¡Ahhn!”

Llevando una mano a su propia entrepierna, masturbándose al ritmo en que Alexander entraba y salía de él.

Sintiendo que no duraría mucho a ese ritmo.

“Ahhn...me corro...” sin controlar ya el ritmo entraba y salía con fuerza, sintiendo como Danielle llegaba al clímax, contrayendo el cuerpo, haciendo que su miembro quedara aprisionado y que se viniera él también. “¡Ah!

Gimiendo ambos.

Cayendo exhaustos.

“...” respirando agitadamente abrazó el cuerpo del pelinegro, besando su cuello. “...te quiero Alexander...”

Por fin podía decir eso que se había estado guardando.

Ese sentimiento que había estado negando por tanto tiempo.

“...nunca voy a perderte...” besando la sien del rubio se quitó de encima saliendo de dentro de él, notando como se acurrucaba y le abrazaba. “...bobo.”

“...dile al camarero que tienes novio...o verás.”

Haciendo reír a Alexander, Danielle sonrió más tranquilo.

Todas las inquietudes habían desaparecido.

“Ya sabes...que después de esto...no tengo la necesidad de estar con nadie más.”

Viendo que el rubio empezaba a dormirse le tapó con la sábana.

Ya eres mío.
Notas finales: FANFIC REESCRITO

Como ya mencioné, quise reescribirlo por varios asuntos,
fue mi primer fic y habían bastantes fallos,
por lo que quise corregirlos de la mejor manera posible
y dejarlo de otro modo.

Espero que os guste.

Muchas gracias a todos los que leen y comentan.

Dejar comentarios, opiniones, etc. Muchas gracias ^_^

Nos vemos en otra ocasión.

Besos y cuídense.

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