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My Honey-Honey por Kurenai Mido

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Notas del fanfic:

Este es un fic one-shot, pero como es muy largo lo subiré en dos partes, ¿vale? Es muy romantico y sin pretensiones, pero espero q les guste...

Notas del capitulo: jajaja y nada, Honey es mi favorito y lo adoro!!! Y por lo visto no soy la unica... ah, y les aclaro q hay un ligero OOC en lo q se refiere a la actitud de Mori, yo pienso q todos somos timidos hasta q nos tocan a nuestro amorcis... a q no?
Según la política del club, los anfitriones estaban para traer felicidad a las señoritas, y para eso sus miembros eran de las más variadas personalidades, a fin de cubrir todos los gustos. El tipo principesco, el tipo indiferente, el tipo diabólico, el tipo lolishota y el tipo novato encantador. Según eso, cada clienta podía escoger al o los anfitriones que mejor le cayeran.

Sin embargo, nunca habían dicho nada sobre atender clientes hombres. Porque nunca un cliente hombre había tenido el valor para cruzar la puerta de la Tercera Sala de Música… hasta ese día.

Apenas oyó pasos que se acercaban, Tamaki ordenó a los demás que tomaran sus posiciones para impresionar a la Hime que entraría. Se aclaró la garganta.

-Bienvenida al Host Club, princesa- dijo con voz seductora.

Quien se asomó allí era un chico de aspecto tímido del segundo año, de cabello azul oscuro, lentes y porte delicado. Todos se quedaron un poco asombrados pero compusieron sonrisas de complicidad, y Tamaki se adelantó para tomarle la mano.

-No te quedes allí parado, por favor; sé tan bienvenido como las señoritas.

-Siéntate con nosotros- dijeron los gemelos a dúo.- ¿Cómo te llamas?

-Ustedes esperen, ¿Quién les dijo que es un cliente?- interrumpió Haruhi.- Tal vez solo se perdió.

-Ey, ¿no tienes problemas en atender clientes, no, Haru-chan?

-Chicos, ya- terció Kyouya- no lo hemos hecho nunca antes, pero puede arreglarse.

-Eh… lo siento si molesto- habló por primera vez el peliazul- pero ya no podía resistir mas las ganas de venir.

Ahh… ¿Y cual es tu nombre, príncipe?- susurró Tamaki.

-Yuu Murakami.

-Y bien, Yuu- dijo el rubio, tomándolo del mentón- ¿Qué anfitrión deseas para tu primera visita?

-Es un idiota- murmuró Haruhi.

-Para un príncipe como tu nada mejor que un Rey- siguió, casi besándolo.

-No, yo… yo quiero…- tragó saliva- ¡Lo quiero a el!- exclamó, señalando a Honey, subido a la cabeza de Mori. Cuando el pequeño rubiecito lo miró con una gran sonrisa enrojeció totalmente.

-¿A mi? ¡Gracias por elegirme, Yuu-chan, no te decepcionaré!

-Sé que les parecerá raro- explicó Yuu mientras Honey se bajaba de Mori y se sentaba con natural ingenuidad en sus rodillas- pero lamentablemente no puedo explicarlo. He visto a Honey-senpai muchas veces en el colegio y me parece un sueño, es tan hermoso que no supe como acercarme a el. Hasta que supe de este Host Club… por eso vine, para conocerlo…

A Mori no le gustaron las palabras “un sueño, es tan hermoso”, pero Tamaki ya los había conducido a una elegante mesa para que tomaran el te. Generalmente las clientas que pedían a Honey lo pedían a el también, para fantasear a sus anchas con el niño shota indefenso y su protector, pero ahora era obvio que Yuu quería al anfitrión rubiecito solo para el.

-Mori-senpai, ¿pasa algo?- le preguntó Haruhi.

-Está celoso porque le sacaron su juguete- contestaron Hikaru y Kaoru.

-Cállense los dos- contestó Mori, molesto, yéndose lo más lejos posible de la mesa.

-Tamaki-senpai, ¿desde cuando permites hombres en el Club?

-Querida Haruhi, no hay porque hacer diferencias, ¿no crees? Recuerda a Kasanoda-kun. No hubo el menor problema. Claro, el sabia que eres una chica, pero no es el punto. Para algunos de nosotros, fingir ser homosexuales es una poderosa arma de seducción. Y conozco a la familia Murakami: Yuu es un chico decente en quien podemos confiar la seguridad de nuestro Honey. Estoy seguro que lo tratará bien.

-Pero Mori-senpai no se ve feliz…

-Solo está acostumbrado a estar con Honey, es todo. Míralo- señaló la mesa- ¿Ves algún problema?

Yuu parecía hipnotizado por el pequeño que tenia delante, que sonreía, parloteaba y comía pasteles sin tener la menor idea del revuelo que había armado su cliente, ni de la cara distante de Mori. Para el, compartir su tiempo con un chico en vez de una señorita no tenia la menor diferencia, porque igual nunca se daba cuenta de las fantasías que generaba. Todo era lindo, todo era gracioso.

Pronto comenzaron a llegar las clientas habituales, y Yuu sintió que se moría de vergüenza al sentir sus miradas inquisitivas, entonces propuso, con timidez:

-Eh, Honey-senpai, ¿podemos ir a un sitio mas privado? Por favor.

-Yuu-chan se ve incomodo, entonces debo ayudarlo- reflexionó el chico.- Está bien, vamos.

El peliazul lo tomó de la mano y lo llevó hacia la salida, pero Mori les cerró el paso.

-Mitsukuni no puede abandonar el Host Club- dijo con firmeza- si quieres estar con el debe ser aquí.

Murakami se sintió intimidado y balbuceó unas disculpas, y luego besó a Honey en la mejilla diciendo que volvería a verlo otro día. Tamaki lo notó y se acercó.

-Honey-senpai, esas chicas quieren conversar contigo.- Cuando el mayor se fue encaró a Mori.- ¿Qué haces?

-No se de que hablas.

-Oh, si que lo sabes. Espantaste al cliente de Honey-senpai. ¿Por qué?

-Bueno, si quieres que sea sincero lo seré. No me parece que tengamos clientes hombres. Mitsukuni es muy inocente y no entiende las implicaciones de esto, pero yo si.

-Mori-senpai, ¿de que diantres hablas? Un cliente es un cliente. Si Yuu quiere venir a verlo…

-No lo permitiré- concluyó el moreno antes de dejarlo con la palabra en la boca e irse con sus clientas. Tamaki chasqueó los dedos y los gemelos se acercaron.

-¿Qué creen?

-Celos- dictaminaron- celos de que le roben a su primo adorado.

-Veremos.- Tamaki retornó a sus tareas, los Hitachiin también, y todo siguió normalmente en el Host Club. Honey, la ternura del grupo, se quedó con una buena impresión de Yuu Murakami, quien le había contado que también tenía un conejo de felpa en casa. No parecía nada preocupado porque el peliazul pudiera llegar a enamorarse de él, cosa que inquietaba a Mori. (…)

AL día siguiente, cuando Mori ya había pasado el mal trago de la visita de Yuu, llegaron dos clientes mas para Honey, de tercero, ambos sexys y despampanantes. Se enojó mucho al ver como desnudaban al menor con la mirada, como si quisieran comérselo, lo que provocó las burlas de los gemelos, la piedad de Haruhi, las reprimendas de Tamaki y la avaricia comercial de Kyouya.

-Esto es trabajo, Mori-senpai, trabajo- le decían los dos últimos.

Si, trabajo. Pero cuando finalizó la semana, Honey contabilizaba ya 10 clientes hombres, cifra record y única. ¿Qué había pasado que de pronto todos querían con el?

-Mitsukuni, dime, ¿Qué quieren esos chicos contigo?- preguntó Mori con falsa calma.

-Me hablan, me dicen cosas lindas- contestó el rubiecito, contento- son muy amables, me hacen obsequios y me invitan a salir a muchos sitios.

-¿Ah, si?- replicó Mori aplastando algo con la mano de la rabia.

-¡Si! Solo me preocupa Yuu-chan, no volvió como lo había prometido.

-¿Te das cuenta que esos chicos… eh… están fascinados contigo y te quieren seducir?

-¿Seducir? ¿Quieres decir que yo les gusto?- (con voz de ingenuo).

-Así es, Honey-senpai- aseguraron Kaoru y Hikaru, que se habían acercado por detrás- así de chiquito como luces eres una bomba sensual para los hombres.

-¿Sensual?- ahora parecía mas desorientado- ¿Yo?

-Ahá, ahá- corearon los gemelos- Dinos, ¿te gustaría probar en serio con alguno de tus clientes?

-Déjenlo en paz- cortó Mori. Su enojo comenzaba a exteriorizarse, por lo que Kaoru y Hikaru huyeron lejos de el antes que los masacrara por ponerle ideas raras a Honey en la cabeza. No pudo evitar decepcionarse al ver que a Honey no le preocupaba (ni siquiera se daba cuenta) que fuera deseado por otros muchachos. A el, si, le dolía en el alma pensar que otro podía ocupar su lugar en el corazón de su primo.

Porque, lo sabia, estaba enamorado de Mitsukuni. Arrastradísimamente enamorado de el. Su corazón latía más fuerte al verlo, y sus pensamientos se hacían más dulces, pero nuca había tenido el valor de confesárselo. En vez de eso se había conformado con ser su compañero dentro del Club, su guardián, su sombra, lo protegía y consolaba para que las señoritas se deleitaran, pero no se le había declarado. Tampoco sabia que pensaba Honey de eso, sus pensamientos eran insondables para cualquiera; por tal motivo, se callaba. Temía el rechazo como si fuera su sentencia de muerte.

En las clases, muchos chicos miraban a Honey con los mismos ojitos enamorados que las chicas: era tan absolutamente hermoso en su inocencia, tan perfecto, tan shota, que era raro que no hubiera pasado nada así antes. Mori sentía celos horribles y asco de que Tamaki y Kyouya le pidieran no interferir, ahora que los clientes de Honey se habían vuelto una buena fuente de ingresos para el Club. Sentía que lo estaban vendiendo como si fuera mercadería de supermercado.

-Mori-chan, ¿Por qué estás tan triste?- le preguntó Honey a la salida, preocupado.

-Estoy bien, no te preocupes. ¿Vamos?

Honey se le colgó del cuello enseguida.- ¡Vamos! ¡Quiero helado!

-Te compraré uno.- Con el pequeño abrazado a el se sintió un poco mas seguro, y observó con veneración como daba cuenta de un balde de helado de crema y chocolate. Oh, Dios, que ganas de comerle la boca allí mismo, de abrazarlo fuerte y no soltarlo nunca.

Honey percibía que algo iba mal con su primo. Estaba melancólico y retraído (mas de lo normal), y tenia la sospecha que era por su causa, cosa que lo ponía triste. ¿Acaso sus admiradores eran el problema? Uno de ellos pasó por allí y se acercó a saludarlo, y vio perfectamente la mirada de odio que le dirigió Mori al chico, lo que terminó de despejar sus dudas. Haciendo un esfuerzo por analizar las cosas con madurez, clasificó esa reacción como celos. Mori y el eran uno, tal vez no quería que otras personas interfirieran en su particular relación.

-Mori-chan… ¿quieres que duerma en tu casa?

-¿Qué? –preguntó el moreno, sonrojado.

-Aunque digas que no se que estás triste y quiero ayudar. Dormiré contigo, así no te sientes solo.

-Pues me encantaría que vinieras, Mitsukuni.

Esa noche Mori fue muy feliz. Honey se metió en su cama con total naturalidad, con una pijama rosa encantadora, riendo y saltándole encima como si fuera una cama elástica. Cuando lo abrazó por la cintura el rubiecito se dejó y apoyó el rostro contra su pecho, dormitando, y así se quedaron por un largo rato. Honey le echó los brazos al cuello y murmuró:

-Soy tan feliz, Mori-chan… te quiero mucho.

El aludido sintió que le iba a estallar el corazón de tanto amor por el pequeño, así que le acaricio el pelo despacio, incapaz de contestarle sin poner en evidencia sus sentimientos. Sin embargo, tomó la decisión de hablar con el Rey del Host Club y pedirle que no permitiera el ingreso de hombres, en especial si venían por Honey. Honey era suyo y solo suyo.
Notas finales: En la otra parte se pone mejor, Mori celosisimo, los gemelos perver y Honey descubre... bueno, algo! dejen reviews!

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