Por la puta que me parió en un baño de indigente ¡Me he enamorado! ¡Y LO ODIO! ¡Les juro gritando con furia que lo odio! ¡Aaaaaaah!
Es que… es que… ¡Es inconcebible! ¡Es imposible! ¡¿Yo?! ¡¿ENAMORADO?! ¡Era más fácil que el diablo ascendiera a los cielos a que yo me fijase en alguien! Yo que vivía en el 665 siendo el vecino del cola de flecha – para los idiotas que no entienden la expresión es satanás – será un sentimiento desconocido para mí, y no exagero ¡No exagero!
Les narraré el primer día de… puta, el primer día ¿Tengo que explicar todo? SÍ SOY ODIOSO Y QUÉ, SI NO TE GUSTA ÁNDATE, COMO SI TU REVIEW ME IMPORTARA ALGO, COMO SI ME DIESE DE COMER QUE CLICKEARAS AQUÍ OCIOSO DE MIERDA, CÓMPRATE UNA VIDA.
Ok. El primer día.
Desperté.
Me levanté.
Caminé.
Y me cogí a un tipo ¿No es lo que les gusta sexópatas?
Ya, olviden esto último, Rewrite…
Mi madre me levantó de un grito – insisto soy producto de una violación, y me parió con odio, por eso nací así, con la mentalidad deformada – porque iba a llegar tarde. Yo la miré, bueno… no lo hice. Estaba medio dormido, y le mandé a que me fuese a servir el desayuno, ja, debieron ver la media tapa que me hizo - para los que no entienden, ella se negó con énfasis – así que tuve que levantarme, arrastrarme y tragar lo primero que pillé en el refrigerador.
Y me fui al colegio.
Se suponía que debía llevar conmigo una cartulina, lápices de colores, pegamento, tijeras, y buena disposición para trabajar: se me quedó todo en la casa, me dio igual, se lo robaría a alguien cuando llegase, no había problema en ello, ¿Les dije que todos me amaban? Sí, no sé por qué. Si los detesto a todos y todos lo días les recuerdo que su existencia es una blasfemia vomitada por dios con d minúscula, pero me aman… no comprendo a los humanos . Hay muchas cosas que no entiendo en esta mugrosa vida, yo por ejemplo.
Bueno, llegué al colegio, caminé por el pasillo del segundo piso que me llevaba a mi sala, lo vi… - de sólo recordar que puedo sentir A… a… am… ESO por él, me hace querer matarme, no les adelantaré la historia porque… jeje ¿y si les cuento el final? Adoro hacer spoiler. Al final yo no (Censurado) ¿No es genial? Bueno, ahora que lo saben prosigo – y se me acercó.
- Hola, Edo ¿Cómo estás? - sonrió, sabía que algo malo iba a hacer.
- Apenas vivo, ¿y tú?
- Ah, bi…
- Ah, qué bien, adiós – y pasó de largo.
Me encantaba dejarlo con la palabra en la boca.
- ¡ESTOY BIEN!- corrió para gritarme en el oído, aunque no entiendo por qué corrió, si estaba a unos cuantos pasos de él. Tipo raro.
Giré la cabeza con mirada psicópata, o al menos eso quise hacer. No pareció dar resultado, así que seguramente debí hacerlo como la mierda.
- Qué bien – solté casi entre dientes –. Ahora hazme el favor y muérete.
- Lo haría, pero hoy es le día en el que soy feliz.
- Te preguntaría por qué clase de mierda de día es ese, pero… no. Mi curiosidad no es tan ambiciosa - continué mi camino.
- ¿Sa-sa-sabes por qué? - si preguntan por qué tartamudeó, no tengo ni la más puta idea, pero me siguió.
- No, no lo sé ¿Por qué...?
- Por…
- ¿…me sigues?- terminé mi pregunta que él ingenuamente interrumpió.
- Porque te quiero contar.
- ¿Y por qué a mí? ¿No tienes amigos?- doblé hacia otro pasillo arbitrariamente.
- No.
- Qué pena.
- ¡Escúchame! - me tomó fuertemente el brazo... ¿Dije "fuertemente"? Hasta le gustaría...
Ya, dejando eso atrás, de verdad me daba pena que dijese eso, que no tuviese amigos como para querer contarle algo a su mejor enemigo, vamos, podía romperle el corazón hasta a Hannibal Lecter, o El Dr. Heinrich Gross... no, ese nazi hijo de puta no tuvo compasión por nadie.
Lo miré.
- Ok, dime de una puta vez lo qué te pasa – me consideré derrotado.
- Te amo.
Lo seguí mirando.
Persistí en mi mirada.
No le despegué los ojos.
Lo estaba mirando.
Y me largué a reír, sí, me reí en su cara, él estaba con un rostro de ¡Oh, me está humillando! ¡Mami quiero tomar una llave y cortarme las venas mientras lloro en un rincón a oscuras! Y más me dio risa, es que… es que… ¿QUE FUE ESO?! ¿Amarme? ¿A mí? ¡Es una idiotez!
- No es gracioso – me dijo -. Te amo, en serio.
Reí más fuerte, ¡No podía creerlo! me dio una cachetada, y pese a que me dolió, no paré de carcajear, sobre todo cuando se fue corriendo como una niñita avergonzada por mi “Insensibilidad”.
Y ya cuando no lo vi me puse serio de inmediato, y seguí caminando, olvidando momentáneamente lo que mi enemigo declarado me había declarado, valga la redundancia.
Ahora que lo pienso, era algo que debí haber visto venir desde siempre.