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Déjame consolarte. por nezalxuchitl

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Notas del fanfic:

Merodeadores justo entrando a 5º año. Mañanita romantica y casi triple equis luego de luna llena.

Notas del capitulo: James&Remus, romance, lemon, parejita fuera de lo comun.
 

La luna llena de septiembre había caído en viernes. Remus se había despedido de ellos la tarde anterior, bastante antes del atardecer. Desde la ventana del piso de torre los cuatro compartían como dormitorio James lo vio atravesar los jardines que van de la enfermería hasta el sauce boxeador, esa curiosidad botánica que fue el último capricho del anterior profesor de Herbologia.

El sol al ponerse teñía el mundo de rosa, pero tan cálidos colores parecían una burla para el jovencito delgado y ojeroso, que bajo su capa y del brazo de la enfermera iba a su retiro. Mientras la señora Pomfrey  apretaba con cuidado y un palo el nudo en el centro del tronco del sauce boxeador Remus se hecho atrás la capucha y su pelo castaño claro adquirió matices rojizos, sus favoritos, a la luz del atardecer. James estaba con la cara pegada al cristal de la ventana: tan lindo, tan desprotegido... ¿Por qué Remus tenia que sufrir?

Remus volteó hacia la torre de Gryffindor y sus ojos se encontraron con los de James. A pesar de la distancia la intensidad de esa mirada fue brutal. James apretó el puño.

-Solo un poco, Lunático. Solo espera un poco mas.

La enfermera ya tenia abierto el pasadizo, le bajó la capucha al estudiante de quinto grado y lo regañó, por destaparse, seguramente. Lo hizo entrar y cerró la puerta tras el, regresando rápidamente a la enfermería, donde un montón de sabanas y una peluca vieja sustituían poco exitosamente al licántropo que se hacia pasar por un enfermizo muchacho.

El sol se hundió mas allá de las montañas pero la claridad no disminuyó. La enorme luna que se alzaba por el otro extremo del horizonte iluminaba todo con su blanca luz. Bajo esa misma luna, dentro de una vieja casona abandonada en el pueblo mas cercano, Remus, convertido por efectos de su maldición en un salvaje lobo debía de estar aullando y rasgándose a si mismo, de pura furia.

James se quemó las pestañas sobre el libro de trasformaciones nivel carrera de auror hasta que la luna, mas allá del cenit, lo contempló dormido sobre sus paginas.

Se despertó temprano, adolorido por no haberse acostado. La luz del sol bañaba su cara y sus rayos sobre sus anteojos deslumbrarían a un espectador. Pero no había ninguno. Los rítmicos ronquidos procedentes del único lecho con los cortinajes corridos le indicaban que luego de sus tres abundantes cenas Peter dormía a pierna suelta. Remus por supuesto que no estaba ahí y Sirius debió haber ido a pasar la noche con su hermano. Sonrió. Siempre decía que pasaba la noche en brazos de alguna chica Huflepuff o Ravenclaw, pero la realidad era que las pasaba con su hermanito Slytherin.

Sirius lo ocultaba porque creía que era una traición a Griffyndor, pero si James tuviera un hermano en cualquier otra casa, incluida la de las serpientes verdes, la iría a pasar con el cuando y como se le antojara, pero así era Sirius, tenia unas ideas un poco retorcidas.

James se puso la capa, bajo a las cocinas y pidió a los elfos domésticos un desayuno sustancioso y ellos le dieron lo que bien pudiera ser el desayuno de toda una legión. Luego corrió por los campos: en sábado, poco después del amanecer, todos, alumnos y profesores, dormían con ganas. Mucho mas rápido de lo que lo hacia la señora Pomfrey el muchacho pelinegro abrió la entrada oculta en las raíces del sauce y cerro desde dentro. Avanzo rápido por el pasillo, seguía tan tétrico y húmedo como siempre, pero no lo recordaba tan estrecho. Bueno, eso podía deberse a que la única vez que lo atravesó, hacia ya tres años, cuando descubierto el secreto de Remus este les enseño donde iba a transformarse, era considerablemente mas bajito.

James había crecido, no tanto como Sirius pero si por lo menos tanto como Remus: su consuelo, en cualquier caso, era que siempre seria mas alto que Peter. Y más delgado. El quidditch le había puesto mejores músculos a el que a Sirius, y eso que Canuto era golpeador.

Sin resoplar, sin dolor de espalda pues solo tenia quince años y esos achaques se los dejaba a sus padres James salió por el otro extremo del pasadizo, al sótano de la mansión conocida como La casa de los gritos. La alfombra de polvo amortiguo sus pasos por la escalera y se dirigió a la sala. Un sofá tenía todo el relleno de fuera y había manchas de sangre aun frescas sobre su borla blanca bestialmente sacada. El piano también estaba roto pero no parecía hecho la noche anterior. Del sofá a la pieza contigua, un dormitorio, había un rastro de goterones de sangre. James se alarmo: a ultimas fechas, el lobo ya adulto en el que Remus se convertía, se había vuelto mucho mas visceral y agresivo.

La luz del día iluminaba la habitación, gris y polvosa al colarse por entre aquellas paredes lúgubres. Remus estaba tirado bocaabajo sobre una apolillada alfombra. Su cuerpo, desnudo, manchado y amoratado parecía un cadáver, el de alguien asesinado por un sádico. Tenía un largo corte, un largo rasguño de lobo en el interior del muslo que tenia un poco doblado y el rastro de sangre parecía venir de ahí. El interior de sus piernas estaba manchado, y la súbita idea de que parecía que a Remus lo hubieran violado hizo avergonzarse fuertemente a James de pensarlo.

Se quitó la capa invisible y la dejo a un lado, lo mismo que la mochila llena de comida y se acerco: las partes de su cuerpo que no estaban amoratadas por los golpes dejaban ver un tono de piel casi cerúleo. Tenía arañazos y cortes y una marca de colmillos en el brazo derecho. Su pelo castaño, que tan hermosos reflejos tenia la tarde anterior ahora estaba ceniciento de polvo y completamente desordenado.

James le dio lentamente la vuelta. Remus gimió antes de abrir los ojos, sorprendiéndose gratamente al ver ahí un rostro amigo, las facciones angulosas de James en vez de la cara redonda de la señora Pomfrey.

-Cornamenta... - estiró el cuello, ese largo cuello que tenia también un largo rasguño pringado por gotitas de sangre. A James se le pusieron los pelos de punta de imaginar sobre lo que hubiera pasado si ese corte se lo hubiera hecho tan profundo como el del muslo. - no debiste venir, ¿Qué tal si todavía era un lobo?

-No seas ridículo Remus: en cuanto amanece tú vuelves a ser tú. - se metió la varita en el bolsillo trasero del pantalón y cargo a Remus a la cama. Al acostarlo en ella voló una nubecita de polvo.

-¡Rayos, debí limpiarla antes! ¡Ashiate! Bueno, peor es nada. ¿Cómo te sientes?

-Como si un maldito lobo rabioso me hubiera apaleado toda la noche. - le respondió en son de broma.

Pero James se puso muy serio. Cerró los ojos para contener las lagrimas y para no ver a la persona que defraudaba.

-Remus, te prometo que esta fue la última trasformación que pasaste solo.

-James...

-¡Es nuestra culpa que esto todavía te pase! ¡En tres puñeteros años no hemos sido capaces de conseguirlo, somos la vergüenza de los magos; hasta un slytherin subnormal como Snivellus lo habría conseguido ya!

Estúpidos anteojos: se habían manchado con sus lágrimas. Remus, que tenía su mano puesta sobre su brazo la retiró.

-Oh, vamos. No me salgas con ese rollo de la autocompasión. Lo que Sirius, Peter  y tú están intentando es la mas difícil de todas las trasformaciones. Preferiría que no lo hicieran, la verdad. Les puede salir mal y acabar con riñones de perro o cerebro de rata o...

-Muy valiente Remus. - James ya se había limpiado los lentes. - Pero desgraciadamente para ti somos los merodeadores, ¿captas? No obedecemos a nuestras mamas ni tampoco seguimos los consejos sacrificados de nuestro amigo con problema peludo.

Remus se rio y le cogió la mano.

-Gracias.

-Déjame hacer algo por ti. - James se arrodillo al lado de su amigo y con la varita toco los rasguños que este tenia - No soy la señora Pomfrey pero...

Conforme su varita pasaba las heridas se limpiaban y aseptizaban. En el pecho casi no tenia, en los brazos algunos, la cadera limpia, pero los muslos... esta vez se había hecho mucho daño en las piernas. Cojearía, de seguro. Gimió cuando le toco el profundo en el interior del muslo.

-Lo siento.

-No pasa nada.

-Esta vez te diste duro Lunático.

El muchacho de ojos dorados no dijo nada.

-¿Por qué las cosas malas siempre la pasan a la gente buena? Esto nunca debió pasarte a ti.

-No sigas...

-Es injusto...

-Cállate...

-No llores.

James tenía la intensión de besar su frente pero lo que besó fueron sus labios. Los presionó tiernamente, apoderándose poco a poco de ellos. Abrazo a Remus, desguanzado entre ellos. Sorprendido de su acción pero mas de que Remus no le pegara James continuó con el beso. Acaricio con su lengua los labios de su amigo y este sacó la suya y ambas lenguas se acariciaron dentro de la boca de James.

El pelinegro considero que lo estaba abrazando muy duro por lo que aflojó los brazos.  Remus se sujetó a el y quedaron acostados, casi lado a lado, James un poco desde arriba, besándolo. Movió el rostro para que sus labios se rozaran y luego atrapo entre los suyos el de abajo, chupándolo. Su mano acariciaba el flanco moteado de moretones.

Sus labios se separaron de los del pelicastaño y lo miró para pedirle permiso. Remus estiro el cuello y le plantó otro beso en la boca. Cuando este termino James se lanzó sobre su cuello, lamiendo esa larga herida, tratando de curarla con su contacto. Remus apretaba los hombros y la espalda de su amigo: estaba buenísimo. Que estorbo de uniforme, le soltó el cinturón, le desfajó la ropa y  metió sus manos de uñas quebradas y filosas bajo la ropa; estaba calientito ahí y el abdomen de James estaba duro.

James le tomó un brazo y se lo estiro, lamiendo sus heridas y besándoselas; Remus se incorporó para besarle la nuca pero a poco volvió a acostarse: se sentía molido.  Se puso nervioso cuando le separó los muslos y se acostó entre ellos, acariciando con sus labios la piel cercana a la profunda herida. Nervioso, excitado, avergonzado por su evidente erección. Jaló una polvorienta almohada para cubrírsela pero James lo detuvo.

-Déjame hacerte sentir bien. - los ojos negros del muchacho le mostraban camaradería y cariño.

Como en cámara lenta vio la mano de James cogiendo su erección, sobándola de arriba abajo con su rostro muy cerca, cada vez mas cerca: del interior de los labios del pelinegro asomo su lengua, brillante, húmeda, posándose sobre la punta de su erección, aleteando como una mariposa.

Remus gimió y se llevó una mano a la boca.

-Para James, no tienes que hacer eso.

-Pero quiero hacerlo. - fue la respuesta del chico mientras se la jalaba - Déjate hacer Lunático - le guiñó un ojo- la primera vez es gratis pero la segunda te costara en la misma moneda.

Un color rosado, encantador, subió a las mejillas del pelicastaño, producto de imaginarse la situación inversa, el chupando la dura polla de James... no era un precio muy caro.

Remus se relajó y cerró los ojos, dejándose envolver por las caricias que James le proporcionaba. Este envolvía su pene con su lengua blanda, la que cada vez que rozaba esa parte de debajo de la división entre cuerpo y punta le hacia temblar hasta los deditos de placer. James movía la cabeza de arriba-abajo y chupaba, produciendo soniditos que restellaban como latigazos en el silencio reinante en la casa en penumbras. La respiración de Remus acompañó aquel sonido. Demasiado tímido para pedir mas apretó la cabeza de James contra su entrepierna, y su amigo capto bien el mensaje. Dejó los jugueteos con la lengua y metiéndose la erección de Remus hasta la base, sus labios en contacto con su pubis y su escroto, chupó con ganas, chupó como si quisiera exprimirlo. Sentía su propia dureza gotear dentro de su ropa intima y los pequeños ruidos que producía Remus lo calentaban mas de lo que le hubiera gustado admitir.

Se sacó la erección para jalar aire y para mirar a su amigo, sintiéndose un pervertido por encontrar la imagen del lastimado chico excitante a mas no poder, tan débil ahí sobre la cama que no podría hacer nada para impedirle poseerlo. No estaban a la vista pero las tenia bien presentes, las tremendas nalgas de su amigo, esas que Sirius veía con excesivo interés cuando los cuatro iban a nadar al lago.

-James... - el tono de suplica de Remus le recordó lo que estaba haciendo. Movió su mano enérgicamente sobre aquella carne sensible y luego la introdujo de nuevo en su boca, esmerándose, chupando casi con furia, quería hacer gozar a Remus, que se corriera y aliviara el sufrimiento que había pasado - ¡Oh James! - aunque si Remus seguía pronunciando su nombre de esa forma el también iba a correrse- ¡Oh James, James, JAMES!!!

Aguantó sin arcadas los latigazos de semen en su paladar, sintiendo su boca inundada, con el miembro aun duro de Remus adentro. Luego abrió la boca y dejo caer todo: miembro, semen. La manta brilló y su color pareció vivificado por la humedad. James seguía sentado sobre sus rodillas, con la boca abierta, embebiéndose de la vista de las partes privadas de su amigo, que nunca había visto de esa forma. Remus se sentó y le limpió la comisura de la boca con un dedo. James le cogió la mano y le chupó el dedo.

-Sabes bien Lunático. - fue lo único que se le ocurrió decir.

-Esencia de licántropo: salvaje. - respondió y se echo a reír.

-No, dulce.

James tenía ganas de besarlo otra vez. Una y otra vez sobre aquel lecho mientras lo acariciaba y se dejaba acariciar también de el y quien sabe si incluso con Remus entre sus piernas mamándosela... Pero aquello ya seria cruzar la línea de lo que la amistad, una tan intima y especial como la que tenían, permitía. Besarlo de nuevo y seguir en esa cama seria avanzar al siguiente nivel, y no estaba seguro de querer hacerlo, ni de que Remus se lo permitiera.

Se levantó y fue por la mochila.

-Te traje ropa. Y comida.

-Gracias, aunque tengo el uniforme en el armario: me lo quito antes para no romperlo.

-Pero es sábado: hasta para los prefectos.

-Supongo.

Desayunaron y luego James salió hacia la calle. Remus esperaría a que la señora Pomfrey fuera por el, para curarlo, darle su varita y dejarlo ir cuando se aburriera de oírlo decir que estaba bien.

Y vaya si lo estaba.

 

Notas finales:

Ojala les haya gustado. Si me lo piden lo suficiente me animare a escribir la secuela, donde Remus le "devuelva el favor"

Besitos a la Black!


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