No estoy de acuerdo contigo, como me alegra haberme independizado de ti ex jefe. -Comentó un guapo hombre de ojos y cabello dorados, su melena lacia era espectacular, llegaba poco mas debajo de media espalda brillando como oro a la luz solar, se encontraba vestido con un costoso traje Armani negro, de unos 25 años de apariencia parecía uno de esos hombres que ves pasar por la calle y no puedes despegarles los ojos de encima por que parecen espectaculares.-Eres un absurdo, mira que defenderlos con tal ímpetu, ni ellos te cayeron bien en el pasado, o acaso no te acuerdas de tus “pequeños castigos“.
No me hables así jovencito, sabes que yo te autorice independizarte, además no eres quien para juzgarme. - Contesto un hombre mayor, ambos se encontraban sentados en una banca de un hermoso parque, el anciano vestía de manera bastante común, parecía muy dulce, con la apariencia de unos 70 años recordaba a cualquier abuelo de los que se sientan a reprenderte o contarte viejas historias de su juventud, alimentaba a las aves mientras contemplaba el atardecer, sus ojos azules se volvieron a los ojos dorados del muchacho al lado suyo.
- ¿Quieres apostar viejo?
-Yo no caeré en tus juegos, sigues igual de inmaduro. No importa cuanto tiempo ha pasado, sigues siendo infantil y soberbio.
-¿Temes perder?, digo, si confías tanto en ellos bien puedes apostarlos ¿no?.
- ¡¡Por supuesto que no!!, ¿Por qué piensas que caería en tus jugarretas ridículas?, yo no cederé a tus provocaciones.
-Por que el que gane en esta pequeña apuesta se librará de las intervenciones del otro en sus negocios, ¿Qué te parece?, vamos acepta viejo.
-¿En que consiste tu dichosa apuesta?
-Fácil, enviamos a dos empleados nuestros a … el lugar de tu elección, tienen que se nuevos en su trabajo, claro que no podemos enviar a los de mayor antigüedad, esos deben continuar en lo suyo, el que gane mas miembros del lado de su causa en un año gana, ¿Qué te parece?.
-Tan maquiavélico como de costumbre, pero ¿Cómo puedo confiar en ti?, no eres precisamente el tipo mas honesto.
-Ja,ja y ja. Tan divertido como de costumbre, el que haga cualquier tipo de trampa pierde, ¿correcto?.
-Acepto, elige a tu empleado, yo elijó entre los míos y encuentro un lugar apropiado. Nos vemos aquí mañana a la misma hora.
-Correcto.
Mientras el dulce anciano caminaba a las puertas del parque lentamente el joven hombre esbozó una sonrisa perversa, como si la balanza estuviera a su favor, tenia a el hombre perfecto para el trabajo, Camus era un talento brillante desarrollándose en todas sus tareas, tan calculador que hasta él mismo se sorprendía, sabia que no le fallaría.
El hombre mayor a su vez también sonreía, conocía a el chico perfecto, impulsivo, necio, quizás algo irascible; pero que tenia un corazón de oro, Milo estaba hecho a la mediada para ese trabajo.
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-Pero señor, ¿Cree que yo sea el adecuado?
-Nunca te vi dudar de ti mismo Milo, ¿acaso le tienes miedo a ese tipo?.
-No es así, yo pensé que usted no confiaba en mi, que preferiría mandar a alguien como Miguel.
-Una de las condiciones es que sea alguien nuevo en su trabajo, yo si confió en ti, aunque eres impetuoso creo que eres un buen chico, por eso te mandaré a ese lugar mañana.
-Bien.
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-Camus te enviare con el elemento del viejo mañana a el lugar que él quiera.
-Bien.
- Esta de mas decir que lo de no hacer trampa era de dientes para afuera ¿no?.
-¿Qué desea que haga?
- La atracción que generas en los otros tanto por tu aspecto como personalidad te han vuelto famoso en este lugar. Dime ¿Crees poder enamorar a el elegido del anciano?.
-No me he esforzado nunca por ello, solos terminan enamorándose, pero si desea que lo haga entonces así será.
- Lo que quería escuchar.
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