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La gloria de Prusia. por nezalxuchitl

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Notas del fanfic:

Oneshot. Violencia. Asesinato en masa: se hundió el Titanic, asi que figurense.

Notas del capitulo: Nada, nada puede borrar de su memoria los ojos azules de Albus...

La gloria de Prusia.

Ocano rtico, noche del 12 de abril de 1914.

La estrella Polar estaba exactamente a 2 horas y 35 minutos de ascensin recta sobre el horizonte, marcando la ruta de los navegantes desde el extremo superior izquierdo de la Osa Menor por los prximos tres mil aos.

Es bueno tener algo a que aferrarse, considera el mago rubio calndose la gorra mientras aguarda a que el momento llegue. Con su varita dispara un rayo de luz azul hacia el cenit. Segundos despus un rayo de luz roja le responde. Todava no, significa el color. El maldito barco tarda eternidades en llegar, a esa velocidad se le van a helar los…

Gellert Grindelwald patea el pico de hielo en el que esta parado, en mitad del ocano Atlntico, esperando a que un navo muggle de 52300 toneladas de desplazamiento arribe a su altura. Es el barco mas glorioso de la poca y el y dos de sus subordinados mas leales lo estn esperando. Franz esta delante de l, parado en precario equilibrio sobre la marea que asciende. Joder, si sigue ascendiendo va a cubrir el iceberg y se le van a mojar las botas, considera Gellert.

Antonia se pierde a la derecha, hacia el este, hacia Europa: por ah, de un momento a otro, saldr el sol que alumbrara una nueva era, su nueva era. La estrella que Gellert espera ver no es el astro rey, sino el refulgente fulgor del smbolo de la grandiosidad y la estupidez humana.

Solo a un imbcil se le ocurre meter a un barco a 3547 personas. Es tan sorprendente que varios magos van tambin como pasajeros: traidores a la sangre que merecern morir por fraternizar con el enemigo. Sern contados entre las 3547 victimas de su atentado.

Desde el este Antonia lanza un rayo de luz verde. Eso significa “Preparen!”, pues el Titanic se viene acercando. A pesar del fro que hace Gellert se relame los labios. Patea la cumbre de la montaa de hielo en la que esta parado, tanto para mitigar el frio como los nervios.

Si, no va a negarlo. Est nervioso. El corazn le late muy deprisa, casi tanto como aquella tarde, la ltima con Albus. Pero esta vez no esta indeciso. Esta vez va a matar. Los sacrificios son necesarios para el bien comn. Y nunca son suficientes.

Franz tambin esta impaciente y lanza otro chorro de luz azul, el interrogativo, el que significa “ya?” Antonia le contesta con otro de luz verde: “Preparen!”, an.

La estrella Polar sigue titilando en lo alto, ajena a todo, bendiciendo con su brillo el sueo de los nios buenos. Gellert cierra los ojitos. …l es un nio bueno, esto, solo un juego, y el mundo, su juguete. Cuando vuelve a abrirlos la masiva sombra de la embarcacin ya se divisa en medio de la oscuridad. Una cascada de chispas verdes desde la posicin de Antonia da la orden de “Apunten!”. El y Franz lanzan sus chispas verdes al unsono, la coordinacin es la clave de un buen ataque.

Apunta al suelo bajo sus pies y susurra:

-Crystallius engorgio.

Asciende poco a poco, conforme la montaa de hielo crece bajo sus pies. Asciende y cada vez esta mas cerca de las estrellas. “Fuego!”, grita Antonia con el haz de luz roja que cruza las tinieblas.

Franz carga sobre el barco en lnea recta, corriendo sobre el agua mientras murmura el largo encantamiento con la varita en ristre. Antonia debe de estar dentro del navo, sembrando el caos entre los tripulantes y los pasajeros que disfrutaban del bonito e inusual juego de luces en el cielo.

-Maris agebat equus!

Respondiendo a la invocacin de Gellert una docena de caballos hechos con agua marina surgen, piafando vapor en la glida noche rtica. Gellert, consumado jinete, monta en uno, con una mano se aferra a la crin de espuma que no moja y con la otra mantiene la varita en alto, listo para atacar.

Con su largo encantamiento Franz desva la ruta de la ingente mole de acero flotando como cascara sobre el ocano. Logra virarla un poquito, lo suficiente para que impacte contra la montaa de hielo que no para de crecer. Slo un tedesco podra poner semejante obstinacin capaz de desviar una masa de ms de 50 000 toneladas.

-Prosella invocatium! – Gellert mueve la mueca para generar una espiral en el cielo. Con una velocidad pasmosa el claro cielo se cubre con una espiral de nubes, nubes que se condensan rpidamente, girando sobre su propio eje. Gellert cabalga alrededor del barco, sin dejar de convocar la tormenta. No ve a Franz pero sabe que ha tenido xito cuando un inmenso crujido acalla los gritos, los pitidos y las alertas que Antonia ha generado en cubierta.

Antonia, querida, a ella si que la ve. Vestida toda de negro, sin que las mangas o el ruedo del vestido le estorben para dispensar la muerte. Es una salvaje: sus diffindos son tan poderosos que alcanzan a cortar a un hombre y a una chimenea del barco. La pesada torre cae y rueda y en medio de la confusin los magos a bordo del Titanic comienzan a darse cuenta de lo que esta pasando.

La tormenta sobre el navo truena y relampaguea: Gellert no debe desconcentrarse ahora. Mira un poco angustiado como Antonia se bate con cinco magos a la vez. Algunos otros estn tratando de reparar el casco por donde se les esta colando mas agua que invitados a una fiesta campesina. Un mago cae alcanzado por un chorro de luz verde tan potente que lo lanza sobre la ridculamente pequea (desde su punto de vista) barandilla de contencin de la primer cubierta y donde cae el cadver el pnico se hace aun mayor. Gente corriendo como ratas enloquecidas, ratas de verdad abandonando el barco, las primeras.

Esta a punto de perder de vista a Antonia cuando la ve en problemas. Dos magos se le acercan por detrs: intil gritarle, no oira nada. Gellert cabalga frente a la proa y pierde por completo de vista a su mejor lugarteniente. Una tremenda explosin se escucha: habr explotado una caldera o seria un cofringo especialmente potente de Antonia?

Ve a Franz: tiene flotando la chimenea cada y apunta con ella como con un inmenso proyectil de artillera. Se toma su tiempo, el viejo lobo paciente, y cuando le parece que el ngulo es perfecto esta tan cerca de el que lo oye gritar:

-Flipendo!

Y el gigantesco tubo de cortantes bordes se estrella contra la lnea de flotacin, hasta entonces intacta, del otro costado del barco, la penetra y desaparece en su interior. Ahora el agua se cuela por dos enormes agujeros.

-Antonia! – le grita y el prusiano, obediente, corre sobre las agitadas olas que produce el Titanic al tragarse el agua del mar y se confunde entre los cientos de puntitos, seres humanos que se afanan por salvar la vida y/o ayudar a los dems. La tormenta convocada por Gellert esta en su punto y ste grita apuntando al cielo:

-Divum serpens!

El relampagueante espiral toma definitivamente la forma de una culebra. Las rayas de su vientre son descargas de electricidad vulgarmente conocidas como rayos. Su color es de un gris profundo, negro a la vista en medio de la oscuridad. La gente en las cubiertas detiene sus afanes por un momento: contemplan el monstruo celeste y sealan con sus dedos intiles. Gellert ve a Antonia, sana y salva, girando con su cabello y su vestido negros en torno a ella, dispensando diffindo tras diffindo, cortando docenas de personas por la mitad, agrietando el acero de los castillos. Se ve mojada y es de sangre. Gellert casi la ama, tan apasionada y sanguinaria. Cruel. Se sabe soldado perdido en territorio enemigo y eso la decide a todo. En una apoteosis gira como bailarina, sin dejar de hechizar a dos varitas, cortando todo lo que queda a su alcance. Otra chimenea cae.

-Legio crystallus!

Del cuerpo de la serpiente surgen afilados cuchillos de hielo que llueven sobre el Titanic, ya casi sumergido en el agua. Franz se encarga de los que escapan en botes salvavidas con el sencillo recurso de desaparecerles la preciada va de salvacin de bajo las narices. Es divertida la cara que ponen un momento antes de caer al agua, de total estupefaccin, de esto no puede estar pasndome a mi. Ilusos!

-Anguis mortem!

La serpiente de tormenta abre sus fauces y de sus colmillos de energa pura destila un rayo. Lanza una tremenda mordedura sobre el costado del barco, a la altura a la que por dos lados tiene agujeros y lo rompe y desgarra. El culo del navo se balancea; ascenda por efecto de la rpida inmersin, pero al partirse en dos cae de nuevo. La serpiente da un coletazo y vuelve a morder, ya con menos potencia, antes de desintegrarse en una deflagracin de cuchillos de hielo.

El Titanic se queda a oscuras y entre los gritos se escucha una extraa musiquita. Gellert se acerca en su corcel de espuma y reconoce la meloda. “La gloria de Prusia”; ese ha tenido que ser Franz, siempre tan patriota. No lo ve por ningn lado. Pasea escoltado por los otros once corceles de agua, destruye, explota, corta, mata… Eso de que el Avada Kedavra mate una sola victima por vez esta fatal, considera Gellert, cansado de tanto levantar la mano para lanzar el hechizo. Hace falta inventar uno ms efectivo.

Todo se queda en silencio, ya no se oye ni siquiera “La gloria de Prusia”. Nada queda del prepotente navo de kilmetros de eslora. Del paisaje que se contemplaba hace dos horas solo la montaa de hielo, aun creciendo lentamente, se ve. Solo ella y restos, humanos principalmente, flotando sobre las calmas aguas del Atlntico. Gellert murmura el contrahechizo y el iceberg deja de crecer.

Sobrevolando, suave como la muerte, Antonia vuela entonando su triste cancin. “Ven, dulce muerte, ven…” Divisa a Gellert y llega a su lado, se hinca delante de el, con el vestido manchado y roto y el pelo empegotado de sangre. Gellert la mira con cario y le hace una caricia.

-Y Franz?

-No lo he visto mi seor. Debemos convertir los cadveres antes de que se hundan.

-Claro.

Gellert desmont y los doce corceles se deshicieron en blanca espuma. El mago y la bruja se paran lado a lado y ejecutan juntos el ritual de magia negra para poner los cuerpos de los difuntos a su disposicin, en un ejrcito indestructible que no necesita paga ni lealtad ni teme a la muerte porque es su representacin. Centenares, miles de muecos tenebrosos de carne y hueso se alinean flotando, sobresaliendo a medias del mar helado. Los sobrevivientes chillan, gritan llenos de terror, pues las luces de un barco que se acerca, uno de los que recibieron el SOS del Titanic ha llegado a auxiliar: perfecto. Que se los lleven, para que cuenten lo que vieron y los muggles les declaren la guerra a los magos.

Gellert, desafiante, deja que lo vean. Tambin la bruja a su lado, se despeja la cara tinta en sangre y la muestra orgullosa. Y detrs, dndoles sustento para su orgullo, un ejercito de infers, solo un contingente del total que ya posee. Gellert se luce con la gloria de Prusia sonando de fondo, blica y triunfal, y al ritmo de la marcha marcial se va, seguido por sus fantasmales instrumentos que marcan el paso de la oca, la carcasa de Franz uno de ellos.

Fin.

Epilogo: La guerra no fue desatada. Los magos, como siempre, encubrieron todo borrando la memoria de los supervivientes muggles del Titanic, abusando de sus poderes por el bien de todos.
Notas finales:

Notas: "Preußens Gloria" o “La gloria de Prusia” , Armeemarschsammlung II, 240, es una marcha militar muy conocida del siglo XIX. Su compositor fue Johann Gottfried Piefke (1817-1884). . Al poco tiempo fue incluida en la colección de marchas Prusianas. Hoy en día es una de las marchas más conocidas del ejército alemán.

El Titanic históricamente se hundió la noche del 14 de abril de 1912, durante su viaje inaugural, chocó contra un iceberg y se hundió dos horas y 40 minutos después, en las primeras horas del día 15. El siniestro se saldó con la muerte de 1517 pasajeros de los más de 2200 que viajaban a bordo, lo que supone uno de los peores desastres marítimos en tiempo de paz que se recuerdan, y sin duda el más famoso.

¿Por qué escribi un relato de ficción donde mi admirado mago malvado hundiera el Titanic? Bueno, fue por una estupidez: todo mundo parecía culpar de sus males a Grindelwald, solo faltaba que lo acusaran de hundir el Titanic. Este gran accidente ha pasado a ser un tema cliché, como un chiste: hizo tantas cosas malas que solo le falto hundir el Titanic, lo torturaron tanto que confeso hasta haber hundido el Titanic… Una tontería en realidad, pero me pareció interesante el tema: en el universo potteriano bien podía ser que el desastre no hubiera sido causado por la estupidez humana, sino por un grupo de terroristas mágicos.

¿Interesante no? Bueno, ya que. Los hechizos que no conozcan como “maris agebat equus” me los invente yo con mis malos latines. Los secuaces de Gellert tambien me los inventé. Todo lo que reconozcan es de J.K. Rowling, o de la realidad.

Besitos malvados.


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