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Noche cordobesa. por nezalxuchitl

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Notas del fanfic:

Que me perdone Don Francisco de Quevedo por haber escrito un cuento sobre su archienemigo: salga en mi descargo que, en dicho cuento, ratifico con los poderes de la ficcion y la libertad sus acusasiones sobre la sodomia del "Cisne de Córdoba".

Lo que dicho en cristiano es:

El protagonista, Luis de Góngora, fue uno de los grandes poetas españoles del siglo diecisiete. Su estilo era sensible, elitista, plagado de referencias mitologicas y latines, lo que se conocio como culteranismo. (Quevedo, su enemigo, era acido, energico, conceptual)

Originario de Córdoba, Góngora se ordeno sacerdote, aunque lo cierto es que no parecia tener mucha vocación. Sus enemigos, encabezados por Francisco de Quevedo, poeta diametralmente opuesto a el lo acusaban de ser homosexual, judio y muchas cosas mas.

No hay evidencia historica que nos permita afirmar si Góngora era o no gay. En este relato he querido que lo fuera. Con un poeta jovencito llamado Miguel Garciposadas, personaje ficticio que cree a partir de una mencion que el novelista Arturo Perez-Reverte hace de el:

"a cierto poetastro servil y miserable, un tal Garciposadas, que en unos versos infames desacreditó al pobre Cervantes, que en gloria esté, alegando que El Quijote lo había escrito con la mano manca y que era libro hebén y de poca substancia, mala prosa y escasa literatura, y que lo que mucha gente lee es propio del vulgo, y poco aprovecha, y nadie recordará el día de mañana. Semejante cagatintas es uña y carne de ese bujarrón* de Góngora, con lo que está dicho todo."

Solo me resta decir que Góngora me resulta antipatico como persona y su poesia no me agrada. Pero quise escribir de el porque tengo la perversa intension de hacer relatos con personajes historicos homosexuales (o acreditados segun la creencia popular como tales.)

Nota: *bujarrón=gay

 

Notas del capitulo:

¡Alto!

An este fanfic se parodia el estilo poetico de Góngora.

No todos los lemons son bonitos: este no lo es.

Si eres fan de Góngora mejor no leas: el punto de vista desde el que lo presento no es para exaltarlo.

Nota: garçon se pronuncia garson y significa joven amante varon.

 

Noche cordobesa.

El claro de luna arrancaba destellos como perlas al líquido, nítido y cristalino, que chisporroteaba de la fuente. El patio, de arcos moriscos pintados a rayas rojas y amarillas contenía el perfume de las azaleas y los naranjos.

Violetas, lirios, claveles y el olor de mil hierbas buenas que desde el patio interior subían inundaban el olfato de los dos cultos comensales.

El cisne de Córdoba envolvía con sus alas al despuntante polluelo de poeta, ese aprendiz de las artes del Parnaso.

Llamábase Miguel Garciposadas y era un garçon mas bello que Ganimedes, el de Ida, y admiraba la poesía, culta y delicada, de la que don Luis de Góngora y Argote hacia gala.

¿Cómo no acoger, al joven estudiante? ¿Cómo no invitar, al compañero de las soledades? Ser para él un maestro, a la usanza de los antiguos griegos... ese entendimiento, físico y espiritual que los árabes siguieron utilizando: esa pederastia tan incomprendida.

Los efebos se habían ido y para adorar el altar de Sodoma había que ir con mucho tiento, pues ni la sotana mantenía conjuradas las sospechas. Pena de fuego se tenia, para quien gustase de saborear los placeres a la usanza de Alejandro y Hefestión.

Los criados, la gente vulgar, habíanse ido y en vez de adivinarse su presencia se adivinaba la de Cupido y de Júpiter Tonante. Góngora servía de copero, aunque por la edad y la hermosura el honor correspondíale a Garciposadas.

Pero no quiso el poeta que el garçon fatigara sus manos, mármoleos esplendores que anticipaban las alabastrinas delicias del cuello y otros lugares...

El joven, de dieciséis primaveras, el clérigo, ya maduro. Garganta de plata bruñida, labios de coral: aliento de ámbar emanaba de aquella boca adornada de dientes como aljofares, como pequeñas perlas nacaradas y parejas. Estrellas pardas tenia por ojos, cabellos de puro oro, ensortijados y suaves como hebras de seda. Posaderas como colinas, y escondido en lo más profundo del valle, el pozo en el que Góngora deseaba saciar su sed.

Sin faltar a la verdad, o por lo menos sin adornarla con piadosas mentiras no podríamos decir que igualmente bello fuera el magister. Cabello azabache y ojos oscuros como la noche. Cuerpo fornido, de varón ya desarrollado, tal vez mas fofo que musculoso que al tacto, pero de manos cuidadas, marfilinas y claras.

Escancio el vino, sirvió los platillos y desde el patio de la cantarina fuente los aromas a alhelíes de la noche cordobesa llegaban. Terminada la ambrosia, lo mismo que el néctar, llegaba la hora de saciar las mas sublimes apetencias.

Sonrojase el garçon, el poeta lo mira, extiende un papel y le pide, que en voz alta lo declame:

- Si Amor entre las plumas de su nido prendió mi libertad, ¿qué hará ahora, que en tus ojos, dulcísima señora, armado vuela, ya que no vestido?

La voz se le quiebra, la mirada suplica; ¡Garciposadas mío, que congojas has conocío! El amor cree perdido, solo se arrullara en su nido.

-¿Y quien es la princesa, quien la graciosa dueña de vuestros amores?

-Mas hermosura posee que Endimión: tanta que a la Luna a capturado en el fulgor de su mirada. ¿Por qué lloráis, porque dejáis que esos liquidos diamantes broten de vuestros orbes?

Góngora se para, supera el espacio que lo separa y un dedo de marfil seca una lagrima diamantina.

- Saludaré tu luz con voz doliente, cual tierno ruiseñor en prisión dura despide quejas, pero dulcemente. Diré como de rayos vi tu frente coronada, y que hace tu hermosura  cantar las aves, y llorar la gente. - acercó su boca, cuyo aliento, mas que de ámbar era de viejo - Llorar la gente, no tú.

Un ósculo prohibido, un beso misterioso y nocturno, del deseo que se acoje en la clandestinidad, de la lujuria mas ardiente que tantas hogueras prende...

El nuevo Ganimedes se deja secuestrar por Júpiter: es su dios, en culto y poesía. No hace caso de los dientes cariados, sino de los cristales fugitivos con que describe sus mares. En la frente despejada, de más de un palmo de anchura, ve su inteligencia más que su calvicie. Asi como Julio Cesar entrego la flor de su juventud al viejo y panzón Nicomedes asi Garciposadas emularía al garçon latino de la antigüedad.

En cuanto a Gongora, solo quiere mirar el mejor y más favorecido órgano de la naturaleza, aquel cuya forma es circular, como la esfera, ésta en medio, como el sol; su tacto es blando: el ojo del culo, de pliegues lleno y de molduras, repulgo y dobladillos. ¡Tan primorosamente trabajado!

Y así, como cosa tan necesaria, preciosa y hermosa, lo traia Garciposadas bien guardado y en lo más seguro del cuerpo, pringado entre dos murallas de nalgas, amortajado en una camisa, envuelto en unos dominguillos, envainado en unos gregüescos: todos ellos prendas retiradas por las ávidas garras de Gongora.

Candoroso, fulguroso, todo mármoles y alabastros; sendas perlas por nalgas y el ojete como flor que espera ser desflorada.

Lo pone en cuatro, como las bestias, arrima su inmenso palo al tugurio de piropos, se hunde bien... la pasta canela facilita su paso: la embarra toda, dentro del muchacho y en medio de la noche cordobesa sube otro aroma que no es el de los lirios ni de las violetas.

El garçon sufre y goza: su mástil se hincha, de sus labios coralinos corre un rio de saliva, sobre sus níveas montañas aparecen manchas purpureas, purpureas y ocres. El poeta le hace sentir todo el poder de su cálamo, gime, muge, se afana sobre el muchacho, en su cremoso interior resbala; a fuerza de sobar su verga arranca una lluvia de estrellas fugaces, blanquecinas, que caen sobre el embaldosado: derrama su simiente ahí donde natura y sotana lo han vedado.

Saca su columna, ya quebrada, de su virilidad contempla la obra acabada,  y sin cuidarse de embarrar mas el marrón susurra sus versos al garzón:

- Tales de mi pastora soberana, parecían las lágrimas hermosas, sobre las dos mejillas milagrosas, de quien mezcladas leche y sangre mana.

 

Fin.

 

Notas finales:

En el relato he usado autenticos versos de Góngora: todo lo que el y Garciposadas declaman. Tambien he usado algunas lineas del escrito "Gracias y desgracias del ojo del culo", de Quevedo.

Me resulta muy interesante la pelea que estos dos genios mantuvieron en vida. Si alguien desea saber mas sobre ello le sugiero este enlace:  


http://www.filosofia.tk/versoados/articulos/articulo_quevedogongora.htm

Besitos poeticos.


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