Lo miraba con lujuria mientras se relamía los labios al observar tan apetecible cuerpo. El objeto de su mirada no parecía darse cuenta de las miradas lascivas que recibía de su capitán. Sin embargo detrás de esa inocencia y ternura que desprendía había también mucha sensualidad. Lentamente volteó a donde se encontraba el peli morado, deleitándose con su cuerpo desnudo.
Eran los únicos que se encontraban en las duchas como cada tarde después de cada entrenamiento. Siempre era lo mismo, esperar a que todos se fueran, para así únicamente poder disfrutar libremente del cuerpo del otro sin interrupciones ni contratiempos. Esa rutina que en vez de volverse monótona cada vez se volvía más excitante, que era imposible que les llegara a hartar, al menos no por el momento.
Ambos contemplaron sus cuerpos mientras se devoraban con la mirada, el sólo hecho de pensar lo que seguía hacía que sus miembros despertasen, a la vez que sentían un fuego recorrer sus cuerpos.
El más alto no pudo contenerse más y se acercó al castaño tomándolo por la cintura, dándole un beso demandante, beso que fue correspondido en el acto. La lucha por tener el control del beso hacía que sus lenguas batallasen sin control. Y mientras sus lenguas y labios trabajaban, sus manos hacían lo mismo, sabían perfectamente lo que le gustaba al otro, cada punto sensible lo conocían a la perfección. La mano del peli morado se posó sobre el miembro ya despierto del pequeño que reclamaba atención, masajeándolo primero suavemente y luego con furia. Por otro lado la manos del más bajo apretaban sin pudor alguno los bien formados glúteos de su capitán, quien por más que trataba de no emitir sonido alguno terminó por gemir al igual que su amante.
La boca de Jiroh era deliciosa, pero lo que se encontraba abajo, hacia que su boca se secase. Era como si esa pequeña parte de la anatomía del menor lo estuviese llamando. Bajo lentamente primero por el cuello, luego el pecho para detenerse por un momento y deleitarse con esas pequeñas protuberancias rosadas que se encontraban ya erectas por las caricias anteriores. Las absorbió, lamió y mordió disfrutando de los sonoros gemidos que no se preocupaba en contener el de ojos avellana.
- A… Atobe, aah aah
No pudo dejar de sonreír, él era un maestro cuando se trataba de dar placer a otro. Siguió bajando dejando un camino de besos húmedos que le erizaban la piel a su dueño.
Llegó a esa parte suave al tacto y lengua. La tomó con fuerza y empezó a lamerla desde la raíz hasta la punta con desesperación.
- Jiroh recuéstate.
El mencionado obedeció acostándose en el frío suelo con las piernas una a cada lado dejando al descubierto su pequeña entrada.
Atobe introdujo ese pedazo de carne latente dentro de su boca tanto como pudo mientras que con la mano que le quedaba libre y usando solo un dedo por el momento comenzó a moverlo inquieto dentro de esa estrechez que se mostraba ante él.
- Aah aah, más…ra…rápido Esas palabras estaban de más, sabía lo que le gustaba y se lo daría con gusto. Su boca trabajaba a un ritmo rápido al igual que sus dedos, ahora eran dos los que se encontraban dándole placer a su amante.
Sentía su cuerpo entumecerse, recibir tales atenciones tanto dentro como fuera de él. No pudo más y soltó ese líquido blanquecino que según Atobe era lo mejor que había probado en su vida, sencillamente exquisito.
Su cuerpo se estremecía mientras su pecho subía y bajaba rápidamente producto de la excitación y el cansancio.
Abrió los ojos y se concentró en la mirada hechizante de su acompañante y sonrió. Lo necesitaba dentro. Quería que lo llenase de una vez por todas.
Con la sustancia deliciosa que había salido de su propio cuerpo lubricó el miembro de Atobe que parecía que iba a estallar de un momento a otro.
El más bajo se posicionó encima del peli morado colocando cada pierna a sus costados. Cogió la hombría de su amante y la introdujo lentamente dentro de su propia cavidad.
- Eres tan estrecho Jiroh-
No obtuvo respuesta, el de tez canela comenzó a subir y bajar flexionando las piernas una y otra vez. Al sentir el miembro de Atobe dentro, el suyo propio empezaba a despertar nuevamente.
- Hmm…hmm…Keigo-
El sentirlo rodeándolo lo hacía perder el control, en un rápido movimiento recostó a Jiroh, situándose esta vez él encima, las estocadas cada vez más rápidas provocaban fuertes gemidos emitidos por su amante.
El que se encontraba debajo se sentía desfallecer, se aferró fuertemente de la espalda del peli morado pegándose a él mucho más, quedando su endurecido miembro entre ambos, que con el movimiento constante de sus cuerpos lo apretaban dándole más placer a su pequeño cuerpo .
Jiroh tenía prisionero al más alto, tanto sus brazos, sus piernas y su estrechez mantenían preso a Atobe. Una estocada más y un grito emitido por ambos indicaban la culminación del acto. Ambos estallaron al mismo tiempo, sintiendo esa calidez propia de la sustancia cremosa.
Poco a poco ambos recobraban la conciencia, una mirada, un rápido beso y un te amo por parte de ambos, ahora sí darían fin a su encuentro por ese día.