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Pet Shop of Horrors por Alhen Lawliet

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Notas del fanfic:

Espero que les guste, este sería mi primer fic en esta categoría, vendría siendo como el..... veintiunavo que escribo y algunos ni los he terminado T.T (ke verguenza ¬¬U) pero bue... disfrutenlo, los personajes no me pertenecen, (ojala lo fuera ¬¬)

Notas del capitulo:

Bueno, he de decir que no parece un yaoi al 100% pero bue... si lo hes, jiji, aúnque este primer capi no lo paaresca, pero si saben leer entre lineas ¬w¬

 
Por las transitadas calles del barrio chino, una pequeña camina con la mirada triste, entre sus brazos tiene un buslto, envuelto en una manta de color azulado. Un auto pasa justo por donde esta un charco, la pequeña se da la vuelta lo más rápido que pudo, empapamdose por completo, miro feliz al pequeño bulto que permanecía seco gracias a que actuo como un escudo.
 
Continúo con su camino, llegó hasta un lugar grande y misterioso. De ahí, una pequeña, junto a su padre, salian con un gatito. La pequeña se les quedó viendo por un instante, mientras dudaba si debía entrar o no. Sus pasos la guiaron hasta el interior del recinto. Miraba a todas partes algo sorprendida. Una voz la hiso regresar a la realidad.
 
- ¿En qué puedo ayudarte, pequeña?
 
Un hombre, ataviado con un traje chino color blanco, su piel parecía competir con el color del traje, sus cabellos eran como las noches sin luna, era alto y esbelto. Era el concde D. Al ver a la pequeña, escurriendo en agua y con frio, la condujo hasta la parte más cálida y cómoda.
 
El líquido del té caliente, saliendo de la tetéra de porcelana, diriquiéndose a la pequeña y graciosa pero elegante taza, desprendiendo su aroma en una cortina de humo claro, dando a entender que estába caliente. La ofreció a la pequeña que estaba envuelta en una manta para secarse. Su mirada permanecía vacía. El conde habló.
 
- Dime, pequeña, ¿Qué es lo que se te ofrece?
 
La chiquilla dudó un instante, pensaba y pensaba. D obsercó el vulto que sostenía entre sus brazos. De el, salio un cachorro, de pelaje esponjado y unos ojitos adorables, lloraba en los brazos de la que es su pequeña dueña. La pequeña, con su pequeña mano, acarció al cachorro, alegrando al pequeño animal. Su mirada se hacía cada vez más triste. Las lágrimas se agrupaban en sus ojos azules.
 
El conde observaba a la pequeña lagrimear, su mirada era seria hasta ahora. El perrito ladraba y lloraba. La niña al fin decide hablar. Pero el conde se le adelantó.
 
- Tus padres no te dejan tener al cachorro, ¿no es así?
 
La pequeña lo mira y asienta con su cabeza. Sus ojos se entrecierran mientras unas cuantas lágrimas se escurren por su piel, observando al pequeño can. Acariciaba su esponjoso pelaje, parecía casi un algodoncito ladrador, con unos ojitos negros y brillantes, que la miraban con tal ternura que la niña aparta la mirada para no sentir más dolor por lo que iba a hacer.
 
Cargó al pequeño cachorro y se lo ofreció al poelinegro. D observó algo confuso la reacción de la niña, ésta empezó a hablar.
 
- Hace muy poco, nacio él, su mamá desapareció y nadi núnca la quizo buscar, mis padres dicen que sin su madre no va a sobrevivir y que yo no puedo cuidarlo, no lo quiero dejar por ahí, así que... por favor, se que aquí estara bien, tiene muchos animales, supngo, así que se que usted lo podrá cuidar, lo quiero demasiado como para avandonarlo o dejarselo a cualquier otra persona.
 
El conde toma al cachorro y con voz comprensiva y una sonrisa misteriosa pero tranquilizadora, calma a la chiquilla.
 
- Esta bien, aceptaré tener a tu perro. Yo cuidaré bien de le.
 
La infante, lo mira feliz, sus ojitos humedecidos por loas lágrimas ahora lucían radiantes. Se secó el resto del agua salada y se apresuró a marcharse.
 
- Muchas gracias señor, debo irme, si tardo en regresar mis padres se molestarán conmigo y mi nana me golpeará.
 
La chiquilla cruzó las escaleras, ante la atenta mirada del conde D. Sostenía al cachorro que observaba triste la partida de su ama. La niña, cirriendo por todo elo barrio chino, cruzó unas cuantas calles y al minuto, ya estaba frente a su casa, una hermosa recidencia. Entró con cuidado, al entrar a la sala, se encontró con la seria mirada de su nana. Una joven de cabellos rubios y ojos azules, vestida con un sueter rosado y pants azules. Su cabello permanecía sujeto a una cola, miraba enojada a la chiquilla.
 
La pequeña la miraba aterrada, era observada, su ropa, un vestido blanco con negro, estaba sucio y mojado, sus cabellos dorados, estaban desordenados y llenos de mugre y agua.
 
- ¿Dónde estabas?
- Fui a dejar a mi perro...
- Para tirarlo no debías ir tan lejos...
- ¡No lo iba a tirar!
- ¡No me levantes la voz! niña malcriada.
 
Levantó su mano, dispuesta a golpear a la infante. Ésta, en un autorelfejo de protección, levantó sus bracitos y cubrió su rostro. La cruel muchacha le gritó.
 
- Vete, no quiero verte en todo el día.
- Si.
 
La jovencita corrió escaleras arriba, dispuesta a encerrarse en su habitación. Al estar dentro de su alcoba, la muchachita se hechó en su cama y se cubrió con las sábanas. Se cruzó se brazos mientras usaba sus piertas como soporte, ocultando su rostro, rogando por que sus padres regresaran y ella se fuera. La noche llegó, la pequeña se despertó y sintió su estomago rugir, tenía hambre. Se levantó, esperando a que la malvada nana no estuviera ya.
 
Habrió lentamente la puerta y observó el lugar en penumbras. Caminó despacio, paso a paso, hasta llegar a donde quería, se diriguió a la cocina, encendió las luces pero al cruzar el refrigerador, vió una nota pegada a un imán. Tomó la hojan y leyó su contenido.
 
 
Querida hija:
 
 Siento decirte que tu padre y yo estarémos lejos por un asunto de negocios, tu nana estará contigo todo ese tiempo.
Estaremos lejos por dos meses, te extrañaremos, mientras, sabes que no estarás sola. Confiamos en que Anabell cuidará
muy bien de tí. Estarán juntas las 24 horas, se que se divertirán mucho. Luci, no causes problemas, te echaremos mucho
de menos.
 
                                                                                                                                  Con cariño: Tu madre que te ama.
 
Luci leyó con gran horror la nota. Estrujó el papel hasta que escuchó la voz de aquella mujer.
 
- Así es, estaremos juntas por dos meses, jajajajaja.
 
La niña, miraba aterrada a su nana, que sostenía una sonrisa siniestra y la miraba con maldad y odio.
 
- Escucha, enana. Vete al sótano, invite a algunos amogos.
- ¿Al sotano?
 
Preguntó llena de miedo, sus ojitos se dilataban por el temor que ahora sentía. La chica la miró con profundo odio, laa tomó del brazo y la condujo hasta el oscuro lugar. Ante esto, la pequeña gritaba, lloraba y suplicaba.
 
- No, por favro, no me gusta ese lugar.
- ¿A qué le temes?
 
Preguntó burlona, habrió la puerta y arrojó a la niña hasta el fondo del lugar. Encenció la única luz que había en el sótano. Observó una última vez a la chiquilla mientras sonreía.
 
- Mira que seré buena contigo, te dejare la luz encendida.
 
cerró la puerta con llave mientras Luci corría hasta la puerta, aterrada de aquel siniestro lugar. Su mente parecía jugarle bromas crueles. La música y las risas se podían escuchar, pero la mente de la niña en esos momentos estaba más ocupada escuchando hasta el menor de los ruidos, creyendo por instantes que había sombras que se movian en la parte más oculta del lugar. Un ruido la hizo sentir escalofríos, rogando por que la puerta se abriera y pudiera escapar de ahí. Cerró sus ojos en un acto por escapar de ahí.
 
Al día siguiente. La puerta se habrió, dejando caer a la niña hasta afuera del horrible sotano. Miró hacia arriba y su nana con voz severa le habló.
 
- ¿Qué crees que haces? Levantate y recoge este lugar.
- Si, ya voi.
 
No tenía caso oponerse, era mayor que ella por 10 años, a sus 8 era una niña debil y muy manipulada. Levantó los restos de lo que fue una fiesta. Al estar todo recogido y con una gran bolsa de basura, se dispuso a sacarla, pero antes de abrir la puerta, Anabell se acercó a ella con una cara enojada.
 
- ¿Qué crees que haces?
- Sacar la basura.
- Damela, niña tonta.
 
La niña se quito de ahí y dejó que la mayor hiciera la otra parte del trabajo. Ya más tarde, Luci permanecía sentada en el suelo, como un animal solitario, viendo como la muchacha mayor se deleitaba con unas piezas de pollo, la chiquilla no dejaba de verla insistentemente. La mayor la observó y burlona le preguntó.
 
- ¿Tienes hambre?
- Si.
 
Contestó ingenuamente. La chca arrojó un hueso de pollo y se rió de la desgracia de aquella pequeña.
 
- Bien, pués, puedes comerte eso, jajajajaja.
 
La niña la miró con tristeza y luego vió el hueso, desviando la mirada hasta un punto en específico sin ver realmente nada. La mujer la regañó entonces.
 
- Al menos tira ese hueso, necia.
- Si.
 
Tomó el hueso y se dirigió a la cocina a tirar el resto. antes de regresar, vió la puerta del sótano y unas extrañas ancias se apoderaron de su ser. Entró a aquel sitio, encendió la luz y caminó lentamente hasta la parte de abajo, en la zona más escondida, pudo ver entonces una pata lanuda entre un montón de escombros. No lo podía creer, quizás su perra no se había ido, estaba en la casa todo este tiempo.
 
Con una sonrisa trató de liberar al animal de los fierros y maderas podridas. pero al tirar todo vió con gran horror que el animal ya estaba muerto, en un estado descompuesto y moscas al rededor. Sus ojitos negros parecían mirarla, las lágrimas inundaron sus ojos y las ganas de sacar a su perro de ahí y llorarle incansablemente se apoderaron de su cuerpo.
 
Una risa macabra hizo que retrocediera, vió a la muchacha caminando hacía ella, llevaba un cuchillo en la mano y sus ojos parecían las de una psicopata. En su otra mano, tenía un cigarrillo y lo levó a su boca. Tomó del brazo a Luci y la retó.
 
- Deja de llorar.
- Tú... ¡La mataste!
- Así es, me tenía harta, la arroje aquí aprovechando que tú y tus padres no estaban. La pobre se murio aquí mísmo, jajajajajaja.
 
La irá se apoderó de la menor, trató de pegarle pero la mayor la golpeo haciendo que se cayera y golpeara con un escalón, de su cabecita brotó algo de sangre. Con su cigarrillo tomó a la infante y descubriendo sus hombros empezó a colocar el cigarrillo, quemando la carne de la niña, haciendo que llorara inconsolablemente, mientras la rubia reía sin compación.
 
La pequeña observaba a su perro a los ojos, pidiendole ayuda, rogando por que estuviera viva. Levantó su manita hasta donde se encontraba el cadaver de su mascota.
 
- Ojala mi perro estuviera vivo, así te mordería.
- Jajajajaja, ¿por qué no lo deseas? quizás se te cumpla.
 
La pequeña seguía siendo torturada sin compación, mientras el odio se agolpaba en su corazón. Cuando al fin el dolor se detuvo, la chica subio los escalones y cerró la puerta. La pequeña quedó tirada en el suelo, llorando mientras veía a su perro muerto. Miró a todas partes, tratando de encontrar una salida pero nada, ni una ventana. Eso hizo que la pequeña llorara aún más.
 
Después de un rato, la muchacha volvió para terminar su trabajo, llevaba con ella aquel cuchillo filoso. Su mirada daba miedo, su sonrisa era la de una verdadera demente. Tenía en su otra mano una botella de licor. La llevó a su boca pero ya no había nada. Tiró la botella, que quedó intacta, rodando por el suelo. La niña retrocedió con algo de temor. La mujer se arrojó encima dispuesta a matarla, pero fue ágil y escapo, tomó la botella y la estrelló en la cabeza de la mujer dejandola semi inconsciente.
 
Luci aprovechó y corrio por los escalones, se dirigió a la salida mientras la mucahca iba trás ella. Se tropezó con una silla pero logró levantarse y correr hasta la puerta, pero se desepero al ver que no quería abrir y lo intentó hasta que al fin lo logró. Salió hasta el patio y abrió la reja para salir corriendo.
 
Cruzó la ciudad hasta llegar al barrio chicno, topandose con sujetos que trataban de retenerla. La adrenalina hacía que surgieran fuerzas que núnca creyó tener y corrio tanto como pudo, llegó ahsta un lugar que no distingía, bajó por las escaleras pero en los últimos escalones tropezó y cayó de lleno al suelo. Entonces escuchó aquella voz.
 
- ¿Qué se le ofrece?
 
El conde D, al ver quién era y las condiciones en que se encontraba, no dudó en acudir en su ayuda, con su mirada siempre seria y poco expresiva. Ayudó a la pequeña a incorporarse pero al ver que al poner una mano en su hombro la niña chilló supo que estaba herida.
 
Curaba las heridas, una a una. Las quemaduras de colilla y el golpe en su cabeza. Ya más calmada, vió a su cachorro correr feliz a recibri a la que era su antigua ama. Con una sonrisita, aceptó gustosa la bienvenida del cachorro y lo abrazó, acariciando su suave pelaje, mientras el canino movía su rabito feliz. El concde le ofreció té a la pequeña, ella estaba aún asustada.
 
- ¿Qué te ha ocurrido, pequeña?
- ... mmm.... Mi nana...
 
Levantó una ceja, pero esperó a que la pequeña continuara con su relato. La niña acarició al perrito y prosiguió a contar lo sucedido.
 
- Mi nana, trató de matarme, igual que a mi perro, ¡Ella la mató! ¡Mato a Cherry!
 
Bajó su cabeza mientras las lágrimas salian sin tregua alguna. D la miró con algo de pena. La niña agregó después.
 
- Quizo matarme, quizó matar... mi chachorro, solo a el lo pude salvar, no pude... Cherry, lo la pude salvar, ella la mató, la mató y yo no estuve para protegerla. Solo a tí te logré salvar.
 
Abrazó al pequeño can mientras lloraba menos.
 
- No quiero regresar, no, ella me matará, no quiero regresar, dejme quedarme aquí, no supe a donde más ir, este fue el único lugar seguro que conozco, llegué por mero instinto... por favor.
 
El conde no sabía que hacer o decir.
 
La chiquilla se acercó a el y lo abrazó, temblaba legeramente mientras las lágrimas amenazaban con volver a salir. Escuchó que alguien había entrado así que se levantó.
 
- Disculpame un moneto.
- Si.
 
El perrito salió corriendo de el lugar y Luci fue trás él.
 
- No, regresa, espera.
 
El can se detuvo y la niña le dio alcance, entonces levantó la mirada y los dos adultos la veían. Un rubio espaba hablando con D. La niña se asustó y corrió detrás de "Su protector" abrazandose a sus piernas para sorpresa de ambos adultos. León trataba de ver quien era la niña pero ella siempre se escondia detrás del conde.
 
D, entonces se le ocurrio una idea.
 
- Pequeña, el es policia, quizás pueda ayudarte, anda, cuentale tu problema.
 
La niña lo miró, pero confiando en su palabra, se diriguió al hombre y le contó todo.
 
- Mi nana, quiere matarme, estaba ebria, quizó matarme como a mi perro. Mis padres no estan, estaran lejos por dos meses.
- Niña, vamos.
- No quiero regresar a mi casa, ella me matará.
- Yo te protegeré.
 
La chiquilla se sostuvo de la mano de D con gran temor, no quería regresar a ese lugar. D entonces le habló a la pequeña.
 
- ¿Si yo te acompaño te sentirás más segura?
- Si.
 
fue la simple respuesta de la pequeña, que se sostuvo de la mano del conde. Salieron de la tienda y preguntaron a la chiquilla.
 
- ¿Dónde vives?
 
La niña señaló hacia el frente y como ida les respondió.
 
- Es derecho, ahí esta mi casa y... ella.
 
Así, los tres se encaminaron hasta donde estaba la casa de la pequeña. Al estar frente a la casa en completa penumbra, ebtraron algo desconfiados, Luci se sostenía aún más al conde. Desde las alturas, se dejó caer algo, un bulto. La chiquilla logró distinguir a su perro, corrió hacia el y con lagrimas en los ojos quizo abrazarlo. León entonces tomó a la niña congran velocidad, alejandola de ahí, una lluvia de cuchillos y objetos filosos caían al piso, encajandose en el pobre animal muerto. Luci chilló por la horrible escena.
 
La chica bajó de las escaleras, con una mirada totalmente ida y con una sonrisa perversa. Luci quizó ir hasta donde su perro. León trató de luchar con la chica para arrebatarle el cuchillo pero ella lo golpeó con tanta fuerza que al caer quedó inconsciente. La pequeña quitaba todos los cuchillos que estaban clavados al cuerpo del animal mientras lloraba deseperada. D observaba la escena y una sonrisa afloró en su rostro.
 
La niña se dió cuenta que su nana la iba a matar, se giró y cubrió su rostro. Escuchó un grito, tan solo eso. Retiró sus brazos y ahí estab, era ella, su querida mascota, con el hocico cubierto en sangre, más ella no lo notó, estaba más concentrada en sentirse feliz y estendió los brazos mientras le hablaba.
 
- Cherry, eres tú, estás viva, eres tú, Cherry.
 
Abrazó al animal y lloró de felicidad, acaracibiaba el pelaje del perro mientras sonreía. Recargaba su cabeza en el pelaje blanco.
 
- Te estrañé tanto, Cherry, estás viva, estás aqui... Cherry.
 
La pequeña quedó dormida mientras acariciaba a su querida Cherry, que estaba echada mientras movía levemente su cola por lascaricias de su dueña. Al despertar León ve la escena y se sorprende de ver a la chica hecha pedazos.
 
- ¿Qué paso?
- Un perro la atacó.
- ¿Un perro?
- Si.
 
Al despertar, la pequeña Luci estaba en un sillón con una manta cubirendola. Buscaba a su perro.
 
- ¿Cherry?, ¿dónde está Cherry?
- Lo siento pequeña, tu perro está muerto.
- No, yo la vi, estaba viva, yo la vi, ¿Cherry?
- No, quizás era tanto tu deseo de verla viva que creiste haberla visto.
 
La niña reprimio unas cuantas lágrimas. León habló a la pequeña con voz comprensiva.
 
- Pequeña, ahora estás sola hasta que regresen tus padres, ¿Dónde te quedarás mientras tanto?
 
Luci sonrió levemente.
 
Después de lo sucedido días atrás, Luci se diriguió a la tienda de mascotas de el conde D. Al entrar, su cachorro fue a recibirla.
 
- Hola, ¿Cómo estás?
- Aún no tiene nombre, tú sigues siendo su dueña y creo que tú debes nombrarla.
 
La niña lo pensó hasta que al fin se le ocurrio uno.
 
- Peach. ¿Qué te parecede D? ¿te puedo decir D?
- Claro, me parece un lindo nombre. Peach.
 
La niña se acercó a D y con una linda mirada y una sonrisa penosa le habló.
 
- ¿Podrías cargarme? solo por un momento.
- Bien.
 
La levantó y ella se abrazó a el en un gesto cariñoso. se acomodó en su hombro mientras cerraba sus ojos. Dijo con una voz casi suavecita al oido de D.
 
- Te quiero mucho. ¿Te gustaría ser como mi hermano mayor? Siempre quise tener un hermano mayor.
- Claro, sere tu hermano mayor.
- Gracias, te quiero, Hermano.
 
La niña quedó dormida en los brazos del conde. Justo entonces entró León al lugar y al ver a la pequeña en brazos de D se preguntó la razón y como si el conde hubiera leído sus pensamientos le respondió.
 
- Me ha adoptado como su hermano mayor.
 
Dijo con una sonrisa leve. León entonces sonrió tambien, se acercó a los dos pero no dijo nada, tan solo los observó. Se dió media vuelta para marcharse, no sin antes despedirse de D.
 
- Bien, nos vemos luego D.
 
El joven sonrio con ligeresa, era una sonrisa cinsera y alegre. Observó al policia retirarse y esperó con ansias a que regresara.

Notas finales:

El capi más largo ke he echo en la historia de los capis, jejeje, creo ke el más largo ke hice fue de 8 pags pero se me borró cuando mi compu murio y no lo  pude guardar en ningún lado ToT.

espero ke les haya gustado y dejen reviews plis *o*


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