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Kiyosumi por Kurenai Mido

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Notas del fanfic:

Este original lo escribí en 2008 y hasta ahora me decido  subirlo. Le agregué unas cuantas cosas para deleite de ustedes las lectoras. Que lo disfruten!

Notas del capitulo:

Magalia es una ciudad ficticia, en primer lugar, y todos los hechos que se mencionan como historicos son inventados. No está ubicada en ningún pais en particular. 

Aunque este ubicada en el futuro, es una historia en la que la evolucion de la sociedad humana viró mas hacia la magia que hacia la ciencia, por la presencia del primer Protector, q era mago, y de sus enemigos, que tambien lo eran.

Fuera de eso, no recuerdo nada que necesite aclaracion por el momento y si tienen dudas pregunten con confianza y trataré de responderles. Ahora, a leer!

 

El sol subía a pasos agigantados sobre Nueva Magalia, anunciando un nuevo día para todo el mundo. Un día que cambiaria la vida de muchas personas, aunque ellos todavía no lo supieran.

 

En el barrio residencial de la ciudad, Acanthya, en la zona Norte, dos jóvenes hermanos estaban a punto de experimentar esos grandes cambios. Saeki Naraley, el mayor, iba por un pasillo del piso alto y se metió de golpe en una habitación. Miró hacia la cama y vio un bulto bajo las sabanas. Las cortinas estaban echadas y reinaba la más absoluta oscuridad. Bufó.

 

-¡Kiyosumi!- gritó.- ¡Arriba!

 

-¿Eh?- dijo una voz somnolienta. Saeki se acercó y tiró de la sabana, revelando un chico pelinegro delgado y de aspecto dulce con una expresión perdida por el sueño.

 

-¡Son mas de las once, holgazán!- Saeki se acercó al ventanal y, con una sonrisa de perversa satisfacción, corrió las cortinas. El sol le dio de lleno en la cara a Kiyosumi, que chilló.

 

-¿Qué te pasa, nichan? ¿Por qué esa crueldad desde temprano?

 

-Que temprano ni que nada. A las doce tienes un cliente, ¿lo olvidaste?- recriminó- es importante y me costó convencerlo de verte así que no vas a fallarle, por lo tanto mueve el trasero y vístete.

 

Kiyosumi se sentó en la cama y bostezó. Hacia seis meses, tras cumplir 18 años, había sido nombrado oficialmente como Lord Protector de Nueva Magalia, lo que le confería aun más responsabilidades que antes.

 

Nueva Magalia era la ciudad más grande del país, y donde estaba concentrado todo el poder económico y político. Su origen se remontaba a cuatro siglos atrás, pero lo que había decidido su posición de capital fue la guerra del 2012, recordada por la aparición del primer Protector: Sai Naraley. Había sido un mago excepcional que luchó ferozmente para defender la libertad de su pueblo contra la invasión de los Niryu, una entidad que se había perfeccionado en las artes malignas y que casi destruyera Magalia. Tras vencer sus huestes, Sai fue nombrado Protector oficial y fundador honorario de Nueva Magalia, como se llamó la ciudad reconstruida. Kiyosumi descendía de él y desde pequeño había sido entrenado para seguir sus pasos y ser Protector cuando cumpliera la mayoría de edad.

 

Kiyosumi era de aspecto frágil. No media mas de 1,65 m y pesaba escasos 52 kilos, por lo que un enemigo descuidado podría subestimarlo, pero la verdad era que sus poderes eran enormes y él era muy digno de llevar el apellido de su antepasado.

 

Se levantó y se metió en el baño, recordando los vertiginosos sucesos de los últimos tres meses. En septiembre serian las elecciones y el Gobernador Hanson tenia por primera vez un duro rival al que enfrentar, Jade, del que se sospechaba que era patrocinado por alguno de los Seis Clanes. Estos clanes de la mafia eran una amenaza mucho peor de la que en su momento fueran los Niryu; de hecho, y no había modo de constatarlo a menos que pertenecieras a uno, se decía que habían sobrevivido seis Niryu y que cada uno fundara un clan propio, que con el tiempo adquirieran poderes y se volvieran muy peligrosos. Para combatir ese mal, su hermano mayor Saeki había fundado la Agencia de Investigación Naraley, un anexo de la oficina del Gobernador que recibía casos importantes relativos a los Clanes. Quien deseara la ayuda de Kiyosumi, debía ponerse en contacto con Saeki y éste arreglaría la cita.

 

-Esto no me gusta, nichan- se quejó, mientras se ponía ropa limpia y fresca- no me gusta trabajar en una oficina. Los problemas están en las calles.

 

Saeki se acercó y le tiró de las orejas.- No seas caradura; a ti no te gusta este sistema porque tienes que madrugar.- Kiyosumi se alejó de su hermano, frotándose la oreja colorada y acercándose al enorme espejo de pie que había en un rincón de su cuarto.

 

-¿Y quien es el cliente, por cierto? Yo aun no lo he visto.

 

-Ya te enterarás cuando lleguemos- contestó Saeki de modo misterioso- solo te puedo adelantar que es un caballero muy importante que necesita de ti.

 

“Bah… algún viejo”, pensó Kiyosumi con desconsuelo. Desde que abriera la Oficina, la mayoría de sus clientes eran prominentes hombres de negocios de aspecto venerable, y el ansiaba conocer a un hombre joven… hermoso y valiente… tenia ansias de enamorarse y ser como cualquier chico, ¿Por qué no se daba cuenta de eso Saeki? Suspiró; quejarse no solucionaría nada. Cuando se sintió satisfecho de su imagen tomó su bolso azul cruzado y se acercó al ventanal, abriéndolo de par en par.

 

-¡Un momento!- gritó Saeki- ¿no estarás pensando en…?

 

Kiyosumi dio tres pasos hacia atrás y luego se arrojó limpiamente por la ventana, volando con gracia y velocidad en dirección a la Agencia.

 

-¡Apúrate o serás tu el que llegue tarde!- exclamó con una risa estridente.

 

(…)

 

Kiyosumi volaba y la gente lo miraba pasar con alegría, saludándolo. Este les respondía del mismo modo, hasta colarse por la ventana del ultimo piso de la Agencia. Nana, su secretaria, lo recibió con anuncios.

 

-Buenos días, señor Kiyosumi.

 

-Buenos días, Nana. ¿El cliente ya llegó?

 

-Me avisaron que ya está en camino, señor. Pero también tiene que encargarse de…

 

Kiyosumi tomó con resignación la pila de papeles que Nana le ofrecía y se metió en su oficina, una habitación elegante de paredes verde claro y decoración sumamente juvenil. A los cinco minutos llegó Saeki, hecho un basilisco.

 

-Muy bonito irte sin mi, mocoso aprovechado. Sigo siendo tu hermano mayor, así que respeta.

 

Kiyosumi se despatarró en su sillón giratorio mientras Saeki hojeaba las carpetas. Lo miró disimuladamente. Su nichan podía estar obsesionado con el trabajo, pero aun así se las arreglaba para tener media docena de admiradoras que se la pasaban tras de el, lo invitaban a salir y le sacaban fotos a escondidas. Lo envidiaba un poco; si el tuviera algún pretendiente, no iba a ignorarlo ni a hundir las narices en informes políticos para evitar responderle. Pero Dios le daba pan a quien no tiene dientes; Saeki era muy atractivo con su cabello rojo oscuro y su metro setenta y nueve de estatura, pero prefería trabajar antes que nada, y el que era joven y tenia las hormonas alborotadas estaba destinado a ser un héroe, lo que a sus ojos no estaba mal pero le impediría ser un adolescente normal y vivir como todos. Suspiró de nuevo.

 

-¿Te pasa algo, hermanito?

 

-No, nada- mintió. Saeki lo miró fijamente.

 

-No es cierto. Te conozco. Tienes esa cara melancólica que pones cuando estás pensando en chicos.- El menor se sonrojó ligeramente ante la indirecta.

 

-Si me dejaras salir de vez en cuando… ¿acaso no soy mayor de edad?

 

-Kimi, ya hablamos de eso antes. Tienes ahora muchas responsabilidades, y debes concentrarte en ellas antes de pensar en noviar con alguien. No me cabe duda que algún día conocerás a un tipo que te quiera y esté a tu altura, y ese día yo mismo estaré encantado de recibirlo en casa, pero en los tiempos que corren…

 

-¿No te has puesto a pensar que si los Clanes me matan no quiero morir sin haberme enamorado antes?

 

-Vamos, no digas eso ni en chiste. Tú no morirás; eres fuerte, tienes el espíritu de Sai en ti y eso te ayudará a vencer a todos nuestros enemigos. Algún día Nueva Magalia se verá libre de la mafia, volveremos a ser una ciudad tranquila, y entonces tú podrás hacer las cosas que quieres, en vez de participar en misiones peligrosas. Ya lo verás.

 

-Saeki- Kiyosumi agitó la cabeza repentinamente obstinado- ya se que crees que no puedo conciliar las dos cosas, pero te equivocas. Puedo parecer atolondrado, pero no lo soy, y no quiero esperar a una hipotética victoria sobre los Clanes para conocer a alguien. Mírame; ¿te parece que es justo?

 

-No veo porque el apuro. Ustedes los jóvenes siempre pensando en el romance como si no hubiera un mañana…

 

-Y ustedes los viejos pensando en las elecciones para que el Gobernador Hanson no los eche si gana el otro…

 

-¡Más respeto, mocoso maldito!- chilló el pelirrojo.

 

Kiyosumi esbozó una sonrisita de suficiencia y volvió a sentarse, esta vez mas tranquilo. Al rato se asomó Nana por la puerta.

 

-El cliente acaba de llegar, señor Naraley.

 

(…)

 

Un auto negro, sospechosamente blindado, se acababa de estacionar en la playa de la Agencia, y dos guardaespaldas inmensos salieron a abrirle la puerta a su jefe. Una figura alta, imponente, que preguntó por encima de su hombro con voz segura:

 

-¿Avisaste?

 

-Si, señor. Arriba lo están esperando.

 

-Espero que esto sea lo correcto.- Miró al ultimo piso, presa de agitación.- Lord Protector…

 

(…)

 

-Llegó… bueno, a ver, que pase- concedió Kiyosumi a su secretaria. Saeki le echó una mirada asesina.

 

-Siéntate bien, maldita sea- masculló- ¿nadie te enseñó modales?

 

“Que pesado”, pensó el joven Protector mientras bajaba los pies del escritorio y ponía una expresión seria y concentrada. Un segundo después, Nana empujaba la puerta para que entrara el cliente, y vio con asombro que era el hombre más guapo que jamás había conocido. De un hermoso cabello color café, lacio, corto y brillante, de rostro sereno y tan bello como para imprimirlo en una moneda, mas alto que Saeki, con un cuerpo musculoso y delgado y una dulce semisonrisa que parecía la de un ángel. Su corazón se salió de sitio por unos cuantos segundos y prácticamente se hace pis encima al oír la armoniosa voz del desconocido.

 

-Bienvenido, señor Ayase- saludó Saeki con extrema deferencia- hermanito, este es tu cliente, el señor Ren Ayase.

 

-Encantado de conocerlo, Lord Protector- dijo el llamado Ren.

 

-¿Hermanito? ¿Estás bien?- preguntó Saeki. Kiyosumi se había quedado mudo, no podía dejar de mirar al hermoso moreno. Se dio cuenta que debía parecer un poco tonto mirándolo con esa fijeza, pero como evitarlo… era demasiado sexy, demasiado, y seria su cliente, tendría que verlo diario, ¡al fin, Diosito! Un cliente que valía la pena el encierro de la oficina…

 

-Si, si, tranquilo. Bienvenido, señor Ren- dijo, extendiéndole su mano. Al momento que Ren se la estrechó Kiyosumi sintió algo muy hermoso dentro, como si Ren le hubiera contagiado algo de su calidez.

 

-Bueno, yo me retiro- dijo Saeki- charlen a gusto que nadie los interrumpirá.

 

-Gracias- dijo Ren. Éste también había sentido algo raro hace un momento, pero trató de mantenerse neutral. No era la ocasión para distraerse con los adorables ojos verdes del menor, que hasta hacia un rato habían estado clavados en el. Oh, si, podía notar esas cosas a la distancia. Pero tiempo al tiempo.- Gracias a usted también por concederme su valioso tiempo.

 

-Por favor, es mi deber, señor Ayase. Ayase… ¿algo que ver con el Conglomerado Ayase?

 

-Correcto. Soy el dueño y presidente de la Junta del Conglomerado Ayase- informó Ren- una empresa que mi familia ha tenido por mas de cuatro generaciones.

 

-Um… disculpe, es que usted se ve tan joven…

 

Ren esbozó una sonrisa.- Bueno, la vida tiene sus azares. Si mi padre no hubiera muerto cuando yo estaba en el colegio, yo andaría por el mundo, viajando y divirtiéndome, pero en cambio estoy aquí, haciéndome cargo de todo. No me quejo; pero uno a veces se pregunta que hubiera sido, ¿no?

 

-Le entiendo, si. Yo a veces pienso que hubiera sido de mí sino fuera el Protector.

 

-Me temo que ni usted ni yo lo descubriremos jamás.

 

-Cierto… pero bien, señor Ayase, usted pidió la cita, dígame, ¿en que puedo ayudarlo?

 

El semblante de Ren se hizo muy serio.- Milord, yo se que puedo confiar en ust…

 

-Oh, eso de llamarme por el titulo es muy aburrido- dijo Kiyosumi agitando la mano- puedes llamarme Kiyosumi, o Kimi, como prefieras.

 

-Solo si tú me llamas Ren.- Kiyosumi se ruborizó por dentro, pero asintió. El mayor suspiró y comenzó a exponer su punto.- Kimi, debo ser franco. No vale la pena que siga haciéndome el indiferente, o el héroe. No lo soy. Tengo miedo, no puedo confiar en nadie excepto en ti. ¿Me ayudarás?

 

-Por supuesto- afirmó el menor apasionadamente- déjame adivinar. ¿Problemas con los Clanes, no?

 

-Son los Nijiitsu- informó en voz baja, haciendo que también el pelinegro se pusiera serio, pues ese Clan era muy peligroso.- No se si sabes que en los últimos tiempos han cobrado mucho poder. Desde que tienen un nuevo jefe, al menos es eso lo que se rumorea; un hombre del que nadie sabe ni su nombre ni su rostro ni nada.

 

-Lo se- dijo Kiyosumi con amargura- son una pesadilla constante para mí, más ahora que soy el Protector oficialmente.

 

--Lo imagino. Y si ellos se fortalecen, por consecuencia los otros también.- Ren hizo una pausa y lo miró fijo, suspirando.- Aunque ahora que te conozco, veo que eres un jovencito, y yo vengo a cargarte con este problema…

 

Kiyosumi se puso mas rojo, pero esta vez había ira entre la admiración hacia Ren.- Bueno, un momento. No soy ningún niño, por más que lo parezca. No me subestimes.

 

-Lo siento, no pretendía ofenderte, Kimi.

 

-Está bien… sabia que seria difícil desde que pasé la adolescencia y me quedé en el metro sesenta. Pero no importa, yo puedo hacerme cargo de la misión que sea. Cuéntame más.

 

-El C.A contribuirá a la campaña del gobernador Hanson en las elecciones de septiembre- informó Ren- naturalmente deseamos que sea reelecto. Pero al parecer, el Clan Nijiitsu es el benefactor de su rival, ¿lo conoce?

 

-Un tipo con aspecto dudoso de nombre extravagante… pero popular.

 

-Jade Ventimiglia, es extranjero naturalizado. He recibido amenazas diciéndome que si me atrevo a dar mi apoyo al Gobernador Hanson me irá muy mal. Me han amenazado con que volarán las oficinas centrales de Empresas Ayase… conmigo dentro.

 

Los ojos de Kiyosumi brillaron ahora si de autentica ira.- Es increíble que esas ratas ahora quieran meterse en política, ¡es inaceptable! Si hacen que Jade gane la elección estaremos en sus manos. ¡Habrase visto descaro mayor!

 

-Tal vez. Pero me preocupa que sepan mis movimientos tan bien.- Kiyosumi lo miró.- Se que están vigilándome, pero mi miedo es que sea alguien tan cercano a mi que ya no sepa quien es hasta que sea muy tarde.

 

-Entiendo- dijo Kimi cono todas sus neuronas trabajando a pleno. El problema era serio: los Nijiitsu amenazaban y cumplían.- No te preocupes, Ren- dijo de golpe- yo te protegeré, ya lo verás, atraparé al soplón y le haré confesar quien lo manda espiarte.

 

-Gracias- dijo nuevamente con su voz suave.

 

-Tendremos que coordinarnos bien: iré a tu empresa las veces que sean necesarias, de hecho, iré a todos los sitios a los que tú vas. ¿No te causará molestias hacerme de guía?

 

Ren rió despacio.- ¿Cuáles molestias? Arriesgarás tu vida por mi… soy yo el que te debe disculpas por molestar y ponerte en peligro.

 

Los dos se miraron largamente, pero Ren conservaba más la calma. Kiyosumi seguía colorado y no le ayudaba a calmarse el sentir esos penetrantes ojos zafiro encima suyo. ¡Oh, que vergüenza si se daba cuenta! ¿Qué pensaría de el? Los latidos de su corazón se volvían cada vez más irregulares, sin saber como reaccionar correctamente ante ese atractivo hombre que tenia enfrente. Se sentía como una colegiala alocada, pero recordó con disgusto que aquel no era un chico guapo del instituto sino su cliente.

 

-Te ves nervioso, ¿pasa algo?

 

-Eh… ¡no, no!- exclamó agitando la cabeza vigorosamente.- Perdón si parezco despistado, es que… hoy no comí nada en toda la mañana.

 

-Oh, por mi culpa- se lamentó Ren con una sonrisa tan seductora que a Kiyosumi se le aflojaron las piernas- te invitaré a almorzar. Es lo menos que puedo hacer para compensarte.

 

-¿E… en serio?- tragó saliva- gracias, Ren. Acepto tu invitación; dame un minuto para avisarle a Nana que me voy. Generalmente almuerzo aquí, solo.

 

Esas palabras ensombrecieron  levemente el semblante de Ren, que sintió una punzada de dolor por Kiyosumi. No le parecía que ese chico tan simpático y joven mereciera estar encadenado a semejantes responsabilidades, ni que su destino fuera ayudar a todos pero estar solo en su vida privada. Mientras bajaban, notó cuan alegre era, y como lo saludaban todos de forma entusiasta. “Por mas que diga que no, apenas es mas que un niño… y ya tiene sobre sus hombros una carga muy pesada como para alguien de 18. Es digno de admiración”.

 

-¡Waaa! ¿Ese es tu auto?- exclamó Kiyosumi entusiasmado al ver el flamante Mercedes negro su cliente. Ren sonrió complacido.

 

-Correcto. Modelo Aero-deslizador 012, aun no salido al mercado. Gentileza de Ayase Automotores.- Le abrió la puerta, que estaba en sentido vertical.- Los invitados primero.

 

-Gracias, Ayase-sama.

 

Ren subió también y bajó la portezuela, ubicándose junto al pelinegro con total confianza. Luego ordenó a su chofer:- Llévanos al restaurante Bunny. Ya verás, te gustará- añadió para Kimi. Este asintió con simpleza, tratando de mantener una imagen seria de si mismo, pero fracasó. Empezó a parlotear lo más contento de su nueva vida y su trabajo, mientras Ren oía sin oír. Lo distraía notablemente la charla del menor, aunque no tanto como sus hermosos ojos verdes. Reprimió una sonrisa: hacia rato que no se quedaba así de bobo por alguien.

 

(…)

 

En el restaurante Bunny (adquirido por el C.A durante la caída de la bolsa del 2308), Ren lo condujo hacia un salón privado, explicándole a Kimi que era el que usaba para recibir a sus visitas importantes. Si el espía estaba en aquel lugar, debía ser alguna de las personas autorizadas a entrar en aquel salón.

 

-Por curiosidad… si atrapas al soplón, ¿Qué harás con el?

 

-Lo mataré- contestó Kiyosumi con determinación. Ante la mirada sorprendida de Ren se echó a reír.- ¡Es broma, es broma! Yo no me rebajo al nivel de los Clanes. No asesino a nadie.

 

-¿Entonces…?

 

Kiyosumi lo miró por encima de la carta que el camarero acababa de dejarle.- Bueno… tengo la capacidad de viajar entre las dimensiones: es un poder genético que se pasa de Protector a Protector, debes haberlo leído en algún libro de Historia. Bueno. Puedo abrir la puerta a la Dimensión del Eterno Vacío, y es allí donde encierro a los criminales mayores.

 

-Si, algo habré leído, pero no comprendía bien lo que era.

 

-El Eterno Vacío es un lugar donde reina la nada absoluta- explicó- y digo la nada literalmente. No hay gravedad, ni tiempo, ni espacio, ni día ni noche. Y por supuesto, no hay salida.

 

-Suena horrible- dijo Ren estremeciéndose.

 

-Es el destino de los Cuatro Clanes, te lo juro yo.

 

Ordenaron su comida sin prisas y con placer: de entrada, sopa de calabacines dulces; como plato principal, langostinos del sur en salsa blanca aderezados con mantequilla, junto con un vino cosecha 01 que era muy suave y de escasa graduación alcohólica, y de postre unas pecadoramente deliciosas Copas de Café Irlandés. Mientras almorzaban, hablaron un poquito de los pasos a seguir durante los próximos días para descubrir al traidor; sin embargo, tratándose de dos muchachos jóvenes (pues Ren no pasaba de los 25), no pudieron mantener la seriedad por mucho tiempo y pronto llevaron la charla por un terreno más personal. Ren volvió a elogiarlo por su estupenda labor, y Kiyosumi se hinchó de vanidad, restándole importancia y diciendo que seguía siendo un chico normal a pesar de todo.

 

-Eso es lo que mas me impresiona, Kimi. Como pareces poder llevar todo adelante con optimismo, aun sabiendo que tu tarea es titánica. Yo me pondría histérico, me parece.

 

-Cuando naces con una responsabilidad, no la vez como tal, sino como tu Destino. Es así.- Tragó una cucharada de helado de café y cerró los ojos, extasiado.- Um, es una delicia…

 

-Es mi favorito- observó Ren alegremente.- Benditos irlandeses.

 

-Si…- unos segundos después agregó, con cierta timidez:- ¿No te molesta confiarle tu vida a alguien como yo? Digo, no parezco exactamente el más responsable de los Protectores…

 

-Claro que no me molesta- dijo Ren con dulzura- mas allá de que eres un muchachito encantador, eres el Protector y no hay nada que cambie eso. No importa como luzcas, yo creo que eres muy bueno y que podrás lograrlo. Además, me siento muy a gusto contigo… ¿Kimi, estas bien?- preguntó al ver como este se había derretido sobre su asiento.

 

-¡Si! Estoy bien… es que hace calor - mintió a toda prisa, enderezándose.- Sabes, yo tenia otra idea de los empresarios, pero tu eres súper amable. ¡Mira a mi hermano mayor! Es un maniático del trabajo. Y me grita mucho.

 

-Yo no te gritaré nunca, lo prometo. ¿Quién puede enojarse contigo?

 

Kiyosumi sonrió de oreja a oreja y, unos momentos después, en la puerta del restaurante, se despidió con el corazón lleno de alegría por haber conocido a Ren y deseando que aquella relación no terminara cuando él librara al mayor de la amenaza del Clan Nijiitsu. Ése era un hombre de su tipo, y no quería perderlo de vista antes de poder intentar conocerlo más.

 

-Kimi, ¿seguro que no quieres que te alcance a tu casa?

 

-No hace falta.-Kiyosumi flotó a unos centímetros del suelo, mirando a su interlocutor.- Tengo ganas de estirarme un poco para bajar el almuerzo.

 

-De acuerdo. Cuídate mucho, querido. Hasta mañana.- Ren se acercó, le puso las manos sobre sus hombros y le dio un beso en la mejilla, tierno, dulce, exquisitamente embriagador.

 

-H… has… ta mañana, Ren…- Kiyosumi no le pudo ocultar su cara roja como un tomate, así que salió volando como una cañita voladora, presa de una terrible excitación. No sabía si reír de ilusión o llorar de vergüenza.

 

Ren se quedó allí parado viéndolo alejarse hasta que se perdió de vista, con una sensación parecida a la tristeza. Entonces se metió al auto otra vez y ordenó que lo llevaran de nuevo a la Casa Matriz del C.A, pues tenía muchas obligaciones que cumplir.

 

(…)

 

Al llegar a sus lujosas oficinas del último piso de la Casa Matriz le salieron al paso los hermanos Yuu y Kai, sus asistentes personales.

 

-Tienes dos reuniones agendadas antes de las seis, señor- informó Yuu- y recibió una llamada de la secretaria del Gobernador Hanson para arreglar una cena esta noche…

 

-Para discutir sobre el lanzamiento oficial de la campaña- completó Kai.

 

Ren los oía hablar, y por más que se esforzaba la información no llegaba a su cerebro. Recordaba el rostro infantil y alegre del Protector y se le borraba todo lo demás, mientras la sensación de tristeza-malestar crecía. Finalmente levantó la mano para callar a Yuu y Kai.

 

-Cancela las reuniones- indicó a Yuu- no me pasen llamadas. Discúlpame con el Gobernador, pero no podré asistir a la cena. No me discutan- añadió al ver que Kai iba a replicar.

 

-Si, señor- dijeron ellos a dúo.

 

Ren se encerró en su oficina. Lejos de las miradas indiscretas, cerró los ojos, y al abrirlos el azul zafiro brillaba de tal manera que parecía que despedían luz. Empezó a ver cosas, lugares y personas, imágenes que se sucedían una tras otra, hasta llegar a una sala abovedada y oscura, probablemente subterránea. Una serie de hombres, de los cuales solo se veían sus perfiles en las sombras, notó de repente que alguien los vigilaba. Uno a uno se inclinaron ante sus asientos para saludarlo.

 

-Solo quiero que sepan- dijo Ren- que ya he solicitado la ayuda del Protector. De a partir de mañana, él se encargará del asunto que ya saben.

 

-Si, Maestro Ayase.

 

-No establezcan contacto conmigo hasta que yo lo diga, ¿entendido? Es crucial para el plan que nadie intervenga entre ese chico y yo. No quiero errores.

 

-Si, Maestro Ayase.

 

Ren volvió a su oficina algo agotado: la telepatía visual seguía costándole, pero se había propuesto aclarar eso antes de seguir con el plan. No quería interrupciones.

 

-Ren… ¿tan temprano y ya descansando?

 

El apuesto moreno se sobresaltó al oír esa cruel voz. Era ella, desde luego: la Despiadada Zorra. A la chica no le gustó que la llamara con ese apelativo e hizo una mueca.

 

-Mi nombre es Mikia, y es un precioso nombre por cierto.

 

-¿Qué quieres?- preguntó Ren con grosería. Mikia lo miró.

 

-Me habían llegado rumores de algo así y no lo quería creer… ¿el poderoso Ren Ayase pidiéndole ayuda a un mocoso que apenas es mayor de edad?

 

-En primer lugar, cuida tu lenguaje- puntualizó Ren enojado- y en segundo lugar, ¿nadie te dijo que es feo espiar los asuntos privados de los demás?

 

-Ja, privado… hay cosas que no se pueden ocultar por mucho tiempo, como el hecho que hayas pedido la ayuda del Lord Protector.- Mikia esbozó un gesto maléfico.- ¿Acaso los Nijiitsu te están acorralando? ¿La situación te supera?

 

Ren perdió la poca paciencia que le quedaba.- Lárgate de mi oficina, Mikia. Y si me haces el favor de no regresar jamás te lo agradecería muchísimo.

 

Mikia lo miró con sorna y desenvainó rápidamente su espada, haciéndole un tajo al aire por el cual se metió y desapareció. Ren se quedó profundamente molesto.

 

-Supongo que no es momento para arrepentirse- se dijo en voz baja- además, Kiyosumi no me agradecerá que cancele la misión. Es por su bien… y el de todos.

 

(…)

 

Saeki notó la rara disposición de su hermano para ordenar el papeleo y se preguntó que lo habría puesto de buen humor. Generalmente, era una lucha cada vez que quería hacerlo trabajar con cosas que no involucraban golpear a alguien, por lo que tuvo la sospecha de que algo le había pasado y no quería decírselo.

 

-Eh, Kiyosumi, ¿Por qué estás tan feliz?

 

-No se, porque es un día muy bonito- le respondió el menor desde el techo, donde flotaba y se movía como una pluma a la deriva. Saeki se permitió una sonrisa irónica.

 

-Si, claro. El día. Bueno, ya que estas ahí, ordena los libros que…

 

-Lo siento, nichan, pero mi función laboral terminó por hoy. ¡Sayounara!

 

-¡Eh, un momento! Si quieres salir primero me dices… ¡ey, no me dejes con la palabra en la boca! ¡Kiyosumi!- gritó cuando el pelinegro volvió a arrojarse por la ventana (¿para que hay puertas?)

 

Ya estaba oscureciendo, y Kimi aterrizó con suavidad en la rama más grande de un gigantesco árbol del parque principal. Tenia un aire muy soñador: no veía la hora de que llegara el día siguiente para empezar a trabajar con Ren, no solo para oponer frente a los Clanes, sino por supuesto para tenerlo mas cerca y averiguar cosas de el que no había podido preguntarle por no tener nada que ver con la misión, como por ejemplo, si era soltero…

 

-Esa escoria- murmuró para si- como se atreven a amenazarlo…

 

Perdido en sus fantasías se quedó medio dormido; lo despertaron unos extraños sonidos que al principio no pudo identificar. Se irguió un poco sobre la rama y vio un destello que pasó a unos centímetros suyo, cegándolo por unos segundos. El destello se transformó en fuego. Entonces si, oyó un grito muy claro en la ahora total oscuridad.

 

-¡Da la cara, maldito cobarde! ¡Pelea como hombre!

 

Kiyosumi se levantó de golpe como impulsado por un resorte y voló en la dirección de donde había oído el grito, y no necesitó buscar mucho para ver a Ren, tendido en el suelo tras una mata de gruesos arbustos con una manga ardiendo. El agresor no estaba a la vista, pero podía sentirlo. Viró su vuelo a la mitad y bajó a toda prisa, agitado.

 

-¡Ren! ¡Estás herido!

 

-No, no, estoy bien, tranquilo.- Ren cerró los ojos, puso una expresión de extrema concentración y su camisa de seda chamuscada se transformó en un elegante suéter negro, que combinaba muy bien con su pantalón de vestir del mismo color. A pesar de la seriedad de la situación en que se hallaban, Kiyosumi no pudo evitar morderse el labio para no suspirar al ver lo elegante y atractivo que lucia Ren Ayase.

 

-¿Qué sucedió?- preguntó no bien pudo resistir la hermosura del mayor.

 

-No lo sé… realmente no lo sé. Ese fuego extraño…

 

-¿Será de algún agente de los Nijiitsu?- sugirió el Protector.

 

-No, no creo…- lo que de verdad pensaba no podía decírselo para no preocuparlo, pero sospechaba quien estaba detrás de aquel absurdo ataque. Le parecía recordar que el jefe del Clan Sunekaei tenía esa clase de poderes de fuego, pero no era la clase de tipo que actuaba por actuar… y si era así, significaba que había alguien más que deseaba poner precio a su cabeza, alguien que no pertenecía a los Nijiitsu.

 

-Bueno, quien haya sido no se atreverá a volver a atacar mientras yo esté aquí.

 

-Es cierto. Muchas gracias, Kiyosumi- dijo, dándole un ligero beso en la mejilla, muy cerca de la comisura de los labios. En cuanto se apartó Kimi sintió como le ardía allí donde lo había besado, y tuvo la horrible y vergonzosa sensación que el rojo se le había extendido por toda la cara.- ¿Cómo puedo agradecerte?

 

(“No te contengas y bésame de nuevo”, gritó una voz en su cabeza)- Oh… pues… es mi trabajo, pero si quieres hacer algo por mi…

 

-¿Si?

 

-Pensé que tal vez… si no tienes planes ya, podrías cenar conmigo… ¡perdón, conmigo y con Saeki, en casa! Así de paso quedamos a mano por lo del almuerzo.

 

Ren parpadeó un poco, sorprendido de la forma mas grata por la invitación. Enseguida sonrió, observando con mucho agrado al joven de ojos verdes.- Acepto con mucho gusto, Kimi. Solo lamento que mi auto quedara…- fue interrumpido por una risa tintineante de su compañero.- ¿Qué es tan gracioso?

 

-¡Yo prefiero volar! Es más divertido. Y creo que podré llevarte conmigo, si te dejas.

 

Sonaba tentador. Dejarse llevar por ese muchachito tierno y tal vez poder robarle otro beso era algo que en verdad quería hacer, pero seguía siendo Ren Ayase. Su dignidad no lo resistiría.

 

-Muchas gracias, querido Kimi, pero yo también se salir de una emergencia como esta. No lo he hecho en años, pero trataré.

 

Concentrándose, Ren logró flotar hasta quedar a la altura de Kiyosumi, que lo miraba estupefacto.

 

-Realmente no se volar- admitió- pero llevo el poder genético de la magia conmigo. Algunos brujos antiguos podían usar la fuerza psíquica para desplazarse de forma ingrávida…

 

-¡Maravilloso! ¡Yo te ayudo, Ren!

 

Kiyosumi lo tomó de la mano; esta vez fue Ren el que enrojeció.

 

-¿Qué haces?

 

-Te ayudo. ¡Vamos!- y con esa exclamación Kimi tiró de su mano y lo llevó por los aires, guiándolo como un maestro a su alumno novato. Ren estaba totalmente desconcertado y no paraba de mirar a Kiyosumi. Pensaba que era increíble que el Protector, el enemigo mortal de los Cuatro Clanes, la única amenaza que frenaba a los mafiosos, fuera ese amable y simpático adolescente que lo llevaba de la mano para ayudarlo a mantener su vuelo.

 

De repente, sin previo aviso, soltó la mano al menor y se le adelantó lo suficiente como para poder abrazarlo; pasó un brazo por su frágil cintura y lo atrajo hacia si con suavidad, mientras que la otra mano la colocó sobre su cabeza y enredó los dedos en sus sedosos cabellos negros, aspirando su aroma natural a dulce. Al tenerlo tan cerca oyó con perfecta claridad su respiración agitada y sus latidos fuera de control, y supo que era el causante.

 

-Ren, ¿Por qué…?

 

-Shh- susurró- no digas nada. Abrázame. Por favor.

 

Ni en diez mil años se le hubiera ocurrido a Kiyosumi negarse, así que lo enlazó por el cuello y apoyó la cabecita sobre su pecho, avergonzado pero a la ver muy feliz. Pudo sentir que Ren lo estrechaba con fuerza, y eso le estaba causando un montón de sensaciones placenteras que no sabia como clasificar… solo sabia que estar entre sus brazos le gustaba, y mucho. Ren tenia una buena musculatura, y era algo alucinante estar allí pegadito a el.

 

-Perdóname- murmuró Ren un rato después- por ser tan atrevido contigo.

 

-Está bien, no te preocupes, Ayase. Si te ayuda a calmar tus nervios, continúa.

 

Ren notó la burda excusa de Kiyosumi para que siguiera abrazándolo apelando a su heroico sentido del deber, pero aun así se dejó atrapar en ella, dándole el último beso del día en la mejilla y dejando que esta vez sus labios lo rozaran unos cuantos segundos más antes de volver a estrecharlo. Con una piel tan sedosa como la de Kimi, podría estarse toda la noche y todo el día dándole besos si se le presentara la oportunidad de hacerlo.

 

                                     Continuará...

 

Notas finales:

Muy bien, espero sugerencias y comentarios, no me hagan sentir sola y opinen. Les prometo que se pone bueno.

Ah, por cierto, lo del incesto abarca solo sucesos del capitulo cuatro. Por las dudas.


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