“…tú, que puedes despertarme con un beso, una caricia, un susurro, no lo has hecho, me dejas dormir, ¿a que se debe?, acaso no saientes lo que yo siento”.
Había amanecido y el despertador de Nicolás comenzó a sonar; él con los ojos entreabiertos tomo con una mano el aparato y al darse cuenta de la hora que era se levanto apresuradamente, cayendo al suelo debido a que las sabanas estaban enredadas en su cuerpo, no lo pensó y de inmediato se levanto, tan solo faltaban diez minutos para las ocho de la mañana, hora en la que iniciaba su primera clase, antes que nada Nico se dirigió corriendo hacia el cuarto de Cristóbal, abrió la puerta y lo único que encontró fue a Káiser sobre la cama quien al verlo comenzó a ladrarle, ante esta situación Nico no lo pensó más corrió rápidamente hacia el baño sin darse cuenta antes de que no había cerrado bien la puerta de la habitación de Cristóbal, de inmediato se dio una ducha demasiado veloz, y se lavo los dientes, posteriormente se dirigió a su recamara para cambiarse, tomo su morral y después de guardar sus libros al igual que la imagen de Cristóbal y un croquis más actualizado del campus los cuales había impreso la noche anterior y que debido al sueño que tenia había dejado en el escritorio por error aquella noche, poco después se dirigió a toda prisa hacia la puerta, tomo las llaves y salio de inmediato hacia el laboratorio de química,
- “estupido Cristóbal, ni siquiera hizo el intento por despertarme”, pensaba Nicolás algo enojado mientras corría a toda prisa por los jardines del campus.
Mientras tanto en el dormitorio Káiser comenzó a tener hambre, bajo de la cama de Cristóbal y comenzó a caminar por el suelo de la habitación, ante la necesidad de comer algo el can se dirigió hacia la puerta y al darse cuenta que estaba entreabierta logro salir de la recamara dirigiéndose hacia el cuarto de Nicolás y al escuchar los maullidos de Shakespeare comenzó a ladrar y como si alguien le hubiera enseñado logro girar con el hocico la perilla de la puerta y posteriormente con sus patas delanteras empujo la puerta, adentrándose en la habitación, el perro logro notar que en efecto en la ventana estaba el gato, al verlo Káiser comenzó a ladrar y ante esto el Shakespeare se hecho a correr por toda la casa siendo perseguido por el perro. Afuera lo único que se oía era como los cristales se rompían y las cosas se caían al suelo.
Pasaron unos minutos y Nicolás ya había llegado al laboratorio, abrió la puerta un poco agitado y después de respirar profundamente pidió permiso al profesor para poder entrar.
El profesor era un señor de aproximadamente unos 58 años de edad, de piel morena, ojos pequeños y de color café oscuro, cabello canoso que solo cubría parte de su cabeza pues se notaba una calva en ella, su estatura era de 1.60 aproximadamente y estaba vestido con una enorme bata para la clase, en su escritorio había varios matraces y tubos de ensaye en los cuales había algunos químicos.
Antes de que el profesor accediera a la petición de Nico pregunto el por que de su retardo, a lo cual Nicolás después de observar hacia el pupitre de Cristóbal y ver que estaba sentado sin prestarle atención y escribiendo algo en su cuaderno contesto: – Lo que pasa es que me perdí en el campus, el lugar es enorme sabe, soy nuevo y como no conozco a nadie es fácil perderse, por fa profe le prometo que no se repetirá-, después de esta explicación todos en el salón voltearon a observar lo que decía el profesor con excepción de Cristóbal quien al contrario miro a Nicolás sin que nadie se diera cuenta con una seriedad en su rostro pero al mismo tiempo una decepción notable en sus gestos y mirada. Así pues el profesor accedió a la petición, advirtiendo que seria la única vez en que le permitiría entrar después de que pasara la hora de entrada a su clase, Nicolás alegre y muy agradecido con el profesor que al parecer impartía la cátedra de química se sentó rápidamente en el primer pupitre que encontró vacío, saco un cuaderno y comenzó a anotar lo que explicaba el profesor, además de las anotaciones que hacia en el pizarrón.