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Apurate por Aome1565

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Apurate

 

Con el reloj marcando perezosamente las diez de la mañana, el cielo gris totalmente nublado, y el piso tan helado como las ventanas, Mello se despertó confundido y con frío. El mugroso departamento rechinaba con el viento, y la cama estaba más vacía y fría que de costumbre. Sin atreverse siquiera a voltearse entre las frazadas sólo para no perder el calor de su sueño, el rubio trató de hacer memoria, de acordarse del momento en que Matt se levantó y se fue; pero cayó en la cuenta de que, en realidad, él se había dormido esperando a que Matt regresara y se acostara con él.

Extrañado, Mello se incorporó en la cama con la idea de que no veía al pelirrojo hacía un día entero, de que no le hablaba hace una semana, y de que ya ni se acordaba del por qué. Con un escalofrío al tocar el suelo, se encogió de hombros y salió en busca de su teléfono móvil. Después de varias llamadas perdidas, la calma del despertar se esfumó, y dejó un brote de furia entre los labios del rubio.

-¡¿Dónde mierda te metiste?! -gritó Mello de frente al micrófono del teléfono celular cuando Matt atendió la décima llamada-. Apurate -espetó, volviendo a colocar el aparato contra su oreja mientras lo sostenía con el hombro para así tener libres ambas manos. Iba a seguir gritando, ordenando, gruñendo, pero se le fueron las ganas.

-Estoy en camino... -contestó Matt con parsimonia, mientras terminaba de largar el humo de la última pitada. Bostezó y sacó las llaves de uno de los bolsillos delanteros de los pantalones-. ¿Tanto te urge?

Mello evitó responderle, bufó, e ignoró el tono interesado que le crispó los vellos de la nuca.

-Si, yo se que vos querés que me apure. -Sonrió con fuerza y se mordió la lengua para no reír. -Te morís de ganas -susurró al final, exhalando lentamente.

Y Mello siguió sin responder, pero igualmente se sonrojó, se sacudió de un escalofrío que nada tenía que ver con la temperatura de la habitación.

-Callate -le ordenó con fuerza, sacudiendo la cabeza, apretando la mandíbula. Se rascó la cabeza, se enredó los cabellos, y se desabotonó los pantalones-. Apurate -masculló, e iba a cortar la llamada, pero Matt, desde el otro lado de la línea, se lo impidió.

-Ey, ey, ey -llamó-, ¿eso que escuché son tus pantalones en el suelo, enredados en tus tobillos? -preguntó, travieso, dejando volar su imaginación, donde vio la habitación fría y aburrida, los pantalones en el suelo de madera polvorienta, los pies descalzos, las piernas delgadas y pálidas.

-Puede ser... -lo interrumpió Mello, decidido a seguirle un poco el juego. Porque, sin que él lo supiera y menos quisiera darse cuenta, el frío que había empezado a calar hasta los huesos lo ablandaba, y la voz de Matt, que cuando fumaba se volvía más ronca, lo ponía, le subía la temperatura, y no podía evitarlo.

-Entonces, seguro que tenés las piernas al aire, y te debés estar muriendo de frío, pero te calienta que te hable así. -Subido en la motocicleta, con el casco a medio poner y las llaves colgando del contacto, Matt se ocupaba de dejar correr su imaginación, mientras sus exhalaciones se aceleraban medio apropósito y chocaban contra el micrófono del teléfono, generando ese crujido inconfundible del otro lado, que le arrancó a su oyente un escalofrío que se le escapó de entre los labios. -De tan apretados que los usás, seguro tenés marcados a fuego los elásticos de los calzones negros que vi que estás usando desde ayer.

Mello se sonrojó, se mordió los labios, se inquietó, y terminó por atreverse a acariciar el muslo derecho, desde la rodilla hasta el glúteo frío, metió un dedo bajo uno de los elásticos, tiró de él con fuerza y lo soltó. La mueca de dolor y el escozor que le quedó no pudieron compararse con lo audible del sonido que llegó a los oídos de Matt.

-Tendrías que fijarte. -Sugerente, seductor, con la voz temblorosa, Mello se atrevió a manosearse una nalga en nombre del pelirrojo al otro lado del teléfono, e inconscientemente soltó un ronroneo que al instante calló, mordiéndose un dedo.

-¿Eso quiere decir que en casa no hace frío? -preguntó Matt, sintiendo la motocicleta temblar bajo su cuerpo después de haberla encendido. Casi asombrado, oyó al rubio murmurar un sí entre dientes-. Entonces, seguro estás queriendo sacarte esa camiseta ajustada que se va humedeciendo de a poco...

-Podrías intentar sacármela -tentó Mello, y no se resistió a colar ambas manos por debajo de la camiseta para empezar a arrastrar los dedos fríos por la piel tibia-. Tenés las manos heladas, y yo la piel de gallina. Me dan escalofríos, te dan ganas de pellizcar y... -Soltó un jadeo sólo para enfatizar sus palabras y subirle un grado a la temperatura en ascenso de su cuerpo.

Matt, que conducía a toda velocidad, se removía, inquieto, con la respiración agitada y la excitación empezando a palpitar entre sus piernas.

-¿Y qué más? -preguntó, fingiendo seria curiosidad, cuando frenó de golpe en un semáforo. Disimuladamente, apretó las piernas con fuerza y se mordió un labio, tratando de contener esa fuerza, ese instinto que le rugía que llevase a sus pantalones una de esas manos engarrotadas al manubrio. Sentía esa molesta comezón, ese temblequeo incontenible, y dentro de su cabeza había una fiesta de explosiones de jadeos e imágenes que no paraban de girar.

-Quiero que te apures -gimió Mello, mientras tímidamente tironeaba de su ropa interior, sin atreverse a inmiscuir sus manos para callar sus ganas. Apretó las rodillas, rechinó los dientes, y temblando volvió a gemir, oyendo por el móvil el rugido de la motocicleta, que se salteó el semáforo, impaciente, y desapareció entre las calles frías, grises y vacías.

-Mientras llego, tocate ahí donde sé que no te estás animando... -ordenó el pelirrojo, tragando con dificultad, aspirando con agitación el aire frío que sólo le quemaba la nariz y no le refrescaba para nada las ideas-. E imaginate que soy yo el que entra de a poquito por detrás y te hace temblar las piernas, y es inevitable que jadees y me dejes escuchar...

Turbado, abrumado, pasando por alto la obviedad de quién era el que ahora mandaba, con la mente nublada en calor, Mello dejó caer la ropa interior y, con los ojos cerrados, las mejillas a explotar en vergüenza y agitación, y los labios rojos y húmedos, ansiosos, se llevó una mano a la espalda, repasó las últimas vértebras de su columna, y dejó escurrir sus dedos por entre las nalgas, buscando aquel botoncito arrugado que apenas se atrevió a acariciar. Figurándose al pelirrojo clavándole las manos en las caderas, adentrándose en su cuerpo con tortuosa lentitud, dejó a su garganta contraerse en gemidos y ronroneos para nada disimulados, a la vez que acariciaba su sexo ya sin pudor.

Entretenido, ocupado como estaba, en esa pose con una mano en la espalda y la otra entre las piernas,  un hombro sosteniendo el móvil, y los pantalones en los tobillos temblorosos, de repente se encontró con un recién llegado Matt de mejillas arreboladas, cabello despeinado y punzante erección en los pantalones que soltó un pequeño jadeo ante lo que se exponía ante sus ojos, y sin esperar empezó a acercarse, pero en ese momento la visión de Mello empezó a licuarse, a deshacerse, y terminó en oscuridad.

Confundido y excitado, el rubio sintió que la cama entera tembló cuando sus ojos se abrieron a la luz de la fría mañana, y tardó un minuto entero en comprender que aquello había sido un sueño que siquiera le había dejado terminar, por lo que ahora entre sus piernas se alzaba una carpa, mientras a su lado Matt dormía dificultosamente contra la pared.

Con las imágenes que tan reales parecían grabadas a fuego en su cabeza, Mello se afanó en despertar a Matt con un golpe en la nariz y un beso invasivo, mientras trepaba sobre sus caderas y lo acariciaba con malicia y las manos frías bajo la ropa.

-Matt -susurró casi jadeante, enredando sus dedos largos en los cabellos pelirrojos-, apurate...

 

 

 

Notas finales:

Para distraerme de clases que no me interesaban, arranqué un par de hojas y, en el colegio, entre tomar apuntes y dejar que las profesoras hablaran de lo que quisieran, me puse a escribir. Me tentaba la idea de escribir algo sucio frente a todos esos ojos inocentes, ajajaja~ :D


Y no era lo que quería escribir sobre estos dos, de los que me cuesta despegarme, pero quería sacarme las ganas :3


Está un poco escueto, pero si les gustó, ya saben a quién decirle (?) (;


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