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Petición y silencio por LaDy YuRi YaOi

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Notas del fanfic:

Un fic, sacado sólo para esta ocasión especial.

Notas del capitulo:

 

1.- Fic en honor a mi cumpleaños, que es hoy, primero de mayo :3

2.- El título se lo robé a una amiga que conocí acá en amor-yaoi, sólo que el fic fue borrado a los dos días de haber visto la luz.

3.- Por favor, si les gustó, dejen comentarios. Se que no los pido, pero este es un trabajo especial.

Disfruten la lectura.

 

Petición y silencio.
Capítulo único.



Extendió la mano por el brazo desnudo de su acompañante. Sentía su piel erizarse en cada caricia, los suspiros pausados salían una y otra vez de aquella boca, y pareciera que sólo eso le bastaba para sentir una excitación latiente.


Supieras como me gusta el roce de tus labios. Aquella sensación exquisita que se extiende desde mis pies hasta la última hebra de mi cabello. ¿Entiendes aquella sensación?

Me matan tus latidos fuertes y rápidos, los leves y pausados, aquellos que en ocasiones como esta, se quedan grabados indicándome todo lo que te ocurre a ti. Son como unos ojos ciegos que me permiten saber que sientes, lo que te acompleja.

Si te enteraras de lo mucho que pienso en ti cuando no estás cerca. El momento aquél en que tú ocupas todo mi ser. Si te enteraras de aquello, de lo mucho que te quiero, ¿me amarías aún más ahora?



—Kanon –le escuchó decir en medio de la ensoñación—. Tócame más. –Esas palabras bastaron para que sus manos cobraran vida propia. Se paseaban delicadamente por aquella piel blanca y desnuda, sus oídos se concentraban en tomar atención a cada palabra o respiración que salía de esa boca que tanto lo mataba.

—Takuya… –Dejó que de sus labios se escapara el nombre del guitarrista mientras se aferraba más a su cuerpo y sus manos se atrevían a viajar por su pecho.


No tienes idea, no sabes lo que es para mí tenerte a mi lado. Un sin fin de sentimientos, el más hermoso de todos los pecados, el mar complejo de mis pensamientos y el vaho tibio de tu aliento.


—¿Qué ocurre? –Su cuerpo se posicionó arriba del otro, la cama rechinó y las sábanas se alejaron de sus cuerpos, dejándolos descubiertos. Evidenciando lo que ahí ocurría.

—No te vayas –alcanzó a articular minutos antes de besar los labios del guitarrista con infinita pasión, procurando morder y beber de aquel néctar que tanto le gustaba.


Te deseo como no imaginas y te llamo por mis pensamientos, me miras. ¿Todo puede ser tan perfecto? Por algún momento tuve miedo. Simplemente la sensación vaga de que te irás se tatúa como una espina venenosa en mi alma.


—No iré a ningún lado –mencionó cuando los labios del bajista dejaron los suyos para ir bajando por su cuello y parte de los hombros—. No lo dudes, ni pienses que eso será posible –detuvo su hablar un momento mientras recibía esa profunda mirada de parte de Kanon—. Primero deben arrancarte de mi corazón.


Mis ojos arden, mi respiración se agita, mi alma se estremece. El cantar de aquellos días se va como último suspiro, no hay vuelta atrás. Incluso si me dejases ahora, si me abandonases, te seguiría amando con aquella intensidad.


—Necesito que terminemos –Levantó la vista hacia un pilar, pudo encontrar la figura de Miku apoyada y escondida—. Kanon-san yo…

—Tranquilo –rememoró las palabras que alguna vez se había escuchado. Su corazón dolió más que nunca; sin embargo, su rostro no reflejaba tristeza ni dolor—, no es necesario que me des explicaciones. De todas formas nunca tuvimos algo formal.


Aquella que es capaz de romper los matices de colores, de separar el bien el mal, de encontrar el punto donde tus sentimientos terminan, el punto donde mis emociones infinitas comienzan. Si tan sólo pudiera exteriorizar el llanto interno de mi alma, el resonar de los latidos, el inmaculado acto de tocar tu cuerpo. ¿Por qué me quitas aquella posibilidad?

—Hasta luego, Kanon-san –Fue lo último que escucho después de salir del estudio y fe de parte de Teruki. Sin devolver el saludo, se encaminó hacia los estacionamientos, directo a su auto.

Abrió la puerta, se sentó y sus brazos se cruzaron en torno al volante y su cabeza se pegó a ellos. Un suspiro llegó cuando cerró sus ojos, cuando hacia el intento por controlar todo lo que interiormente le atacaba.

—Pensé que entendías que no puedo vivir sin ti, pensé que nuestras miradas lo decían todo y no fue así –Suspiró por segunda vez y levantando se cabeza puso en marcha el automóvil—. Todo se acabó.


Enfermo cuando no estás, enfermo cuando estás y no te das cuenta, mi presencia se dibuja al lado de la tuya y de forma invisible va haciendo los trazos mientras delineo mi mano sobre la tuya. A la par puedo ver aquel lazo fuerte que nos ata, el que jamás se ha ido, y sigue intacto como flor eterna en estaciones cambiantes.



Ya hace media hora que estaba en casa, con la guitarra que el mismo Takuya le había regalado en su cumpleaños pasado. Sus dedos, los mismos que hace un poco tiempo atrás, tocaran la tibia piel de él ahora pasaban con delicadeza por sobre los acordes.

Quizás rememorando algo remoto, algún detalle que le indique el motivo, la causa, por la cual fue abandonado.

Más su expresión no llega, su rostro tiene un vacío, su cuerpo se hace pesado y de un momento a otro el sillón lo atrapó dejándolo en la oscuridad.

—¿Hay diferencia entre expresar algo y decirlo en voz alta, Kanon-san? –Aquella voz suave llegaba a atormentarlo cuando su mente se intentaba alejar.


Y podría seguir la eternidad y el infierno, tocar con mis manos los confines desconocidos, contemplar las cosas más maravillosas… Pero todo aquello simplemente no tiene sentido, si no estas conmigo. Los colores se vuelven más intensos, el dolor más agudo, la tristeza más sentida y las risas más frecuentes. ¿Cómo puedes?


Su móvil sonó repetidas veces, estirando una mano, fuera de la cama ancha que tenía, hasta que esta chocó y su vista se dirigió a la pantalla. Otro día había comenzado, otras cosas se hacían presentes.

—¿Diga? –Articuló sin una pizca de sueño.

—Kanon-san, respecto a la sesión de fotos para el juego…

—Ah, de verdad. ¿Me necesitas enseguida? –Interrumpió un poco inseguro.

—Claro, siento si molesto pero es mejor que sea antes que el ensayo –Siguió hablando la voz de su manager.

—No te preocupes, enseguida estaré en el estudio. –Colgó sin esperar respuesta y se levanto un poco somnoliento. Camino al baño, sus ojos se toparon con el montón de ropa y cambios de cama.

Sin meditarlo tomó todo eso y lo llevó hacia el cuarto de lavado. Luego de eso salió de nuevo hacia el baño; sin embargo, su vista volvió a toparse con un paisaje que estaba a tono con su estado de ánimo.

—Lluvia –susurró poco emocionado apenas cerró la puerta del baño.


Aquellas mañanas de lluvia, solías siempre estar revisando las cosas en el computador, solía escapar de aquella reunión, entonces me sentaba aún lado tuyo. En aquellos tiempos donde mi corazón daba cada latido doloroso sólo para que tú lo escucharas, en esos tiempos donde mi razón se esfumaba y la necesidad de tenerte más cerca era ya insoportable.

Recargaba mis brazos en la mesa, cansado quitabas la vista de la pantalla, acariciabas mi cabello y dulcemente me preguntabas que pasaba. “¿Te gustan los días de lluvia?” preguntaba escondiendo mi rostro de tus rasgos finos y sensibles, por un momento las caricias cesaron y cuando quise buscarte estabas viendo por la ventana.


“En días como esto son en los que recuerdo que estoy vivo.” Sonreíste amargado y yo sólo atiné a levantarme para dejarte en paz. Contemplaba con cierto recelo las gotas de agua caer a lo lejos, el sonido hacia eco en mis tímpanos y la melancolía llegaba con la brisa del viento, que levemente mecía los árboles.

“Odio la lluvia.” Me quedé de espaldas a ti, por el sonido pude suponer que te dabas vuelta y me mirabas algo sorprendido más no quise escuchar nada más y salí de aquel lugar. ¿Es tan efímera la situación de compartir algo en común?



—Kanon-san –se mordió el labio inferior un poco molesto mientras la chica que estaba frente a él sonreía ampliamente—, ¿no tienes nada que hacer esta noche? –Se terminó de poner uno de sus zapatos y luego la chaqueta.

—No. –Respondió secamente mientras la miraba de los pies a la cabeza.

—Ahm, ¿quieres salir a tomar o algo? –Preguntó de nuevo y sus manos se juntaron en torno a su vientre, la mirada castaña de la chica tomó más brillo y sus mejillas estaban de un color que simplemente le pareció provocativo.

—No estaría mal –habló sacando el móvil de su pantalón para mirar la hora—. Apenas termine el ensayo pasaré por ti. –La chica sonrió ampliamente para después hacer una reverencia y salir de la sala.


Los recuerdos, lo recuerdo y francamente me da miedo. A veces olvido la situación, olvido rostros, lugares y nombres. Para mi todo el factor común comenzaba y terminaba en ti. Pudieras ver el miedo que se refleja cuando amas las cosas que tanto detesto y es que sólo por amarte es que dejo que me lleves hasta ese mundo que poco quiero conocer. Otros días, el rechazo es insoportable y sin decir nada, tomo mis cosas para huir de ti.


Llegó al estudio y abrió la puerta distrito encontrándose con una imagen que congeló sus pensamientos en aquella fracción de segundos.

Takuya estaba sentado, sus manos reposaban en sus piernas, sus ojos estaban húmedos y en la mitad de su mejilla una lágrima se había detenido. Lo más extraño era que su rostro estaba inclinado hacia arriba y sujetándolo estaba la mano de Miku, que estaba inclinado y muy cerca del rostro del guitarrista.


Es que no sabes lo mucho que me haces sufrir. ¿Podrías comprender un poco más?


Sin decir nada tomaba su bajo y avanzaba en silencio hacia los salones individuales.

Lo último que pudo ver, fue a Takuya abrazando fuertemente el cuerpo de Miku mientras su cara se hundía en su vientre. El otro acariciaba su cabello suavemente y depositaba un pequeño beso ahí.


Primero te alejaste de mí, luego vino el receso y después pretendiste seguir una vida normal. Si esa no era una señal clara de que todo había terminado, entonces, ¿qué era? Tomé mis pertenencias y simplemente desaparecí.


El día del receso fue la última vez que lo vio, de cabello castaño y rostro melancólico, aquél día en despedida había tomado su brazo de forma brusca. Lo había llevado a un rincón y por medio de besos y caricias lo hizo suyo.

Luego de eso se había vestido y aún observando el rostro sonrojado y lleno de tristeza de él, no se conmovió para ir a estrecharlo o decirle algo, sólo lo dejó.

Su suave piel seguía teniendo ese sabor y olor, sus besos tenían aquel elixir que le daba parte de su vida, sus gemidos eran la única música que le gustaba escuchar y su toque. Aquél toque lleno de vitalidad que lo hace sentir tan cercano y a la vez tan lejano.


Podía ser cobarde y hasta cierto punto desconcertante. Y aún en las tardes frías, desde mi ventana podía observar tu figura, dibujada por los copos de nieve e iluminadas por las luces nocturnas de la ciudad. Aún en esos días de lluvia eterna, aún entre esos días donde la nieve y el frío se hacen sentir… ¿Pensarías en mi?


Se vistió casual, en lo que disponía su tiempo con tanto trabajo que tenía por el juego que había sido un éxito.

Teruki lo había llamado el día anterior para preguntarle si no quería ir a beber con él y Takuya. Por un momento tuvo un ataque de colegiala enamorada y de sólo escuchar su nombre se sonrojó violentamente.


Y siento que pude tener un pedazo de cielo con cada paso cruel que mi alma dio cuando se alejaba de tus susurros y el contacto frío de mis pensamientos. Aquél calor que emanabas se fue con el resonar de tus zapatos, el silencio completo de tus palabras.


¿Era capaz de sentir todo eso? Aún sólo estando con Teruki al lado, no podía describir el hecho del cual, ahora, se acordaba.

Lo vio llegar, su cabello un poco más largo y hacia el lado se movía con su caminar y sus ojos buscaban algo de forma incesante.

—¡Takuya! –Teruki levantó su mano agitándola mientras tomaba su atención, él sólo sonrió mientras se acercaba a pasos rápidos y seguros.

—Disculpen la tardanza –Habló una vez que se sentó después de cada saludo correspondiente—, había demasiado tráfico.

—O quizás era Miku el que no te dejaba salir. –dijo el baterista mientras codeaba un costado de su cuerpo.

—¡No digas esos, Teruki-san! –Rió mientras observaba su vaso de sake. De reojo el bajista podía observarlo mientras su reciente sonrisa se borraba— Miku-san no tuvo la culpa.

—Ah, ¿por eso tan pensativo? Sólo dile que al menos te suelte de la cama –El guitarrista lo miró de forma sorprendido.

—¡Teruki-san! –Exclamó sonrojado.

—Sólo bromeaba, no quiero ser partícipe de la vida privada que tienen tú y Miku-kun –Terminó diciendo antes de posar una mano sobre el cabello del menor y revolverlo.


De alguna forma, me había acostumbrado a lo expresivo que eras, especialmente en los días en que solíamos compartir la misma cama. En ese momento, aquel recuerdo que creía borrado en mi memoria apareció, cómo olvidar tus palabras pidiéndome que me adentrara aún más en ti. El calor de tu cuerpo, el tibio rozar de manos. ¿Dónde fue que quedó todo eso? Parece que el fondo de tu memoria vaga.


Se quedaron solos al momento en que Teruki se despidió de ellos. Ambos complementaron el silencio que llegaba de golpe, cuestionándose su huir o quedarse ahí, era el momento de acodar los últimos momentos juntos.

Cuando con los pantalones a medio poner y sus piernas enrolladas a la cadera del bajista, le pedía más. Cuando con sus manos recorría su pecho mientras le susurraba cosas pervertidas al oído, mientras le daba más.


Puedo pedir que estés a mi lado, puedo pedir que estés al lado del otro. La esperanza efímera huyó con tus palabras, mi corazón se quedó pegado al tuyo, mis manos se resisten a probar otras pieles y mi boca no aguanta un néctar diferente.


—Yo… ¿Qué es de tu vida? –Se atrevió a preguntar luego de unos segundos.

—Está todo bien. –Escuchó su voz suave hablar mientras sus ojos chocaban.

—¿Ya estás con Miku? –Sonrió amargamente luego de ver el asentimiento silencioso del guitarrista.— ¿Eres feliz? –Conforme terminó de hablar vio la negación.

—Me hace falta Kanon-san…


Y quisiera llegar a tu corazón, quiero tatuarme en sus paredes, quiero que te duela así como a mi me duele, cada latido que pierdo desde el momento que estoy sin ti. Es tan incomprensible, es tan imposible y tan inconciente que prefiero seguir en este agujero.


—Esto es parte de lo incompresible –habló en voz baja mientras lamía los labios del menor— ¿Cuántas veces terminaste conmigo sólo por él?

—Incontables veces, Kanon-san –se encaramó encima de su cuerpo y se movió por el sensualmente—. Ámame como sólo tú sabes hacerlo. –Ambos cuerpos estaban arriba de la cama del bajista y esos cuerpos comenzaron a moverse, conociéndose mutuamente.


Puedo pedirte que te alejes de él, que estés conmigo, que vivas para mí. Aquella petición me hace cambiarla por un intenso silencio. No somos capaces de estar juntos, estás no son mis líneas y tampoco son tus palabras.


—¿Puedes dejarlo? –Susurró bajito mientras acariciaba como la primera vez el hombro desnudo del guitarrista que dormía— ¿Haces lo mismo con él? –Cerró sus ojos triste más abrazó el cuerpo hacia el de él mientras se llenaba el alma con su aroma— Al fin y al cabo, cada vez que pelees con el puedes volver a mi.

—Mmm… Kanon-san –Sintió el agarre fuerte en su cuerpo.

—Sólo no me abandones de nuevo, Takuya.

No concibo tener una vida sin ti. El sabor exquisito de pecar contigo, el aroma a engaño y los besos perdidos, hacen de nosotros lo que somos.

Y es que el puede ser el primero, pero y soy el que sabe tus secretos, tus oscuros deseos. Tu amante, la viva voz de lo que quieres, esa es mi imagen. ¿Acaso puedes entender? Cada palabra, cada acorde, cada cosa, Takuya.

Notas finales:

Gracias por leer.

Besos.


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