Hace tiempo escuche una historia de aquel reino que se nos esta prohibido, ya que aquel sitio es llamado el reino de lo prohibido. Al principio escuchaba de varias perversidades que habían ahí como matar, robar, violar, el juego… pero el mas criticado ante todos los reinos era el de amar a una persona de tu mismo sexo.
-Padre – en aquel entonces tenia yo mis doce inviernos de vida y estaba lleno de dudas sobre aquel reino - ¿Es malo amar a otro hombre? – en aquel entonces recibí una bofetada de parte de mi progenitor.
-Dentro de tres años mas hijo vas a comenzar tu entrenamiento de futuro rey – su mirada irradiaba odio puro- No puedo pensar que educación te esta dando tu institutriz al preguntar tan estupida pregunta.- con aquella respuesta deje mis dudas guardadas, atormentando mi corazón día con día.
Al cumplir catorce inviernos me llevaron al reino aliado para que buscara a una chica linda y al fin hacerme hombre pero de un momento a otro me perdí, llegue hasta donde están las embarcaciones y vi algo que hizo que mis antiguas dudas que pensaba que ya estaban enterradas resurgieran.
XXX
-Albert ya déjame que nos están viendo – la mirada de aquel muchacho de complexión delgada que estaba contra la pared y justo encima de el, había otro hombre besando el cuello y parte del pecho.
-Erie deja que nos mire ese pequeño gusano – lo único que no les gustaba a Albert Montqursu era que lo estuvieran interrumpiendo en sus faenas, casi nadie lo molestaba por su apariencia de perfecto chico malo guapo, de aquellos muchachos de una complexión perfecta pero de una actitud que fascinaba a cualquier y no por sus buenos modales ni su refinamiento, si no que era mas bien todo lo contrario.
-¡Erie! – unas voces se acercaban llamando al muchacho de cabellos rubios y cara de niña, cosa que desconcertó a los dos amantes que rápidamente se dejaron.
-Adiós mi ángel- dijo el rubio mientras le lanzaba un beso al aire y se alejaba de manera trágica, pero justo cuando se dejo de ver al rubio, el pelinegro volteo con una mala cara y se acerco como si tuviera marcado en sus ojos las palabras “quiero golpear algo”, cosa que asustaba al pequeño príncipe mas y mas pero en un descuido un resbalón ocasiono que perdiera el equilibrio pero unos fuertes brazos lo rodearon.
-Grac…- la palabra fue interrumpida ya que sus labios fueron sellados por los labios del mayor, en un beso sensual que lo hacia estremecer completamente, aquel beso duro unos minutos y cuando se separaron un hilito de saliva quedo colgando en la boca del príncipe.
-Me llamo Albert Montqursu y vengo del reino Prohibido –río con una sonrisa sexy al mencionar el estupido nombrecito que le habían puesto a su reino pero que le venia como anillo al dedo.
-Yo soy James Ducwer, príncipe del reino Amatista y futuro rey – no lo podía negar, aun que aquel beso fuera aun mas extraño, había sentido como algo en su interior flotaba y que aquellos labios debían de ser los mas dulces del mundo
-Otro príncipe- dijo con cierto sarcasmo en su voz.
-Pero yo voy a ser futu….- otro beso fue arrebatados de sus labios mientras que sentia que sus dudas iban siendo contestadas por el dulce sabor de aquellos labios tan suculentos que jamás en su vida había probado y que si algún día se le dada la oportunidad, iría a ver aquel reino.