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Segundo Año por darkmind

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Notas del fanfic:

Historia basada en Slam Dunk de Takehiko Inoue al cual pertenecen los derechos de autor y los personajes.

Notas del capitulo:

Notas:

Cuando veaís el asperisco (*) se refiere al día narrado en  'La Rehabilitación' ( http://amor-yaoi.com/fanfic/viewstory.php?sid=52081 )

Tan solo faltaban dos semanas para empezar las clases otra vez y Hanamichi estaba nervioso, ¿qué porqué? Bueno, después de haberse pasados todo el verano en rehabilitación, temía haber perdido toda la practica de jugar al baloncesto, ¿y si ya no se le daba tan bien como antes? Estaba aterrorizado, aunque es algo que jamás admitiría. También temía por su nueva ‘amistad’ con el zorro. Después del aquel día*, Rukawa fue cada día a su cuarto para darle el masaje: primero la crema, luego… el resto.

 

¿Cómo sería de ahora en adelante? Todos aquellos días… cada vez que lo pensaba, no podía evitar excitarse.¿Y el zorro? ¿Cómo le encararía? Porque no eran novios, y él nunca le tocó, solo se dejó tocar. Aunque, a decir verdad, él sí tenía ganas de tocarle, cada vez que le veía, ya fuera entrando a la habitación, corriendo o entrenando con el equipo juvenil de Japón, le entraban unas ganas de comérselo que a penas podía disimular. Si alguien del equipo lo notara, no podría volver a jugar de la vergüenza.

 

 

 

Estaba sentado en la cama de la residencia. Hoy era el día de despedirse. Después de que llegaran sus amigos y recogieran sus cosas le dijeron a Hanamichi que ya era hora de irse. Él alegó que tenía que despedirse del personal médico antes de poder marcharse, aunque en realidad esperaba a Rukawa. Pero después de despedirse de todos, Rukawa no apareció, y como sus amigos ya estaban impacientes y se le habían acabado las excusas, tuvo que marcharse sin más.

 

 

 

- Adios Hanamichi-kun – gritaban las enfermeras mientras, él se subía al coche y, con una falsa sonrisa en la cara, les despedía por última vez.

 

 

 

Se sentía feliz, por fin podía volver a casa. Hogar dulce hogar. Pero, él no había ido, ese día ni siquiera se presentó, ni le envió un mero mensaje. Ahora que lo pensaba, dijo mirando su buzón de sms’s tenía más de 100 mensajes del zorro que se los habían ido enviando conforme Hana se recuperaba. O los borraba o le ponía al buzón una contraseña, porque como sus amigos le cogiesen el móvil… ¿Qué iban a pensar?

 

 

 

Lo más probable era que en algún momento del viaje se hubiera quedado dormido, porque en cuanto quiso darse cuenta, ya estaban en su casa. Salieron del coche.

 

- Hanamichi ven, creo que he visto algo – dijo Yohei arrastrándolo por el brazo hasta la esquina de la casa.

 

- ¡Nosotros vamos guardando todo esto!- gritaron los chicos sacando el equipaje de Hanamichi. Y entraron en la casa.

 

- ¿Qué pasa Yohei?- preguntó curioso Hana.

 

- Nada, me pareció ver algo- dijo Yohei. - ¿Hace un bonito día, no?

 

- Fiiiiiiuuu- se oyó un silbido provinente del interior de la casa.

 

- Anda entremos – le apresuró Yohei a Hana para entrar en la casa.

 

 

 

- ¡SORPRESA! – gritaron todos.

 

¡Una fiesta sorpresa! Había un cartel enorme que ponía: “ Felicidades Por La Recuperación Sakuragi!”.En la fiesta estaban todos: su gudam, Mitsui, Ayaco, Miyagi,.. incluso Kogure y Akagi y, como no…¡Haruko! Hana se lanzó a abrazar a  todos, especialmente a Haruko que le dio un fuerte abrazo. Estuvieron un buen rato de juerga hasta que, ya entrada la noche tuvieron que irse. Todos lamentaron su lesión pero agradecieron lo que izo por el partido (sobretodo Akagi y Kogure) y le animaron a seguir adelante.

 

 

 

Cuando se acostó estaba exhausto, pero feliz. Repasó mentalmente todo lo ocurrido y hablado en la fiesta. Recordó cuando vio a Haruko y lo guapa que iba hoy y cuando se le tiró encima para abrazarle y felicitarle… Pero, ahora que lo volvía a pensar, la alegría que sintió cuando le abrazó y la vio ahí… estuvo bastante condicionada por el factor ‘sorpresa’. Es decir, que pensándolo bien, la había alegrado más la fiesta en sí, que la presencia de Haruko. Le abrazó como acto reflejo, estaba acostumbrado a, cada vez que la veía, sonreírle y sentir una inmensa alegría; pero tan solo costumbre. Como en el último partido, cuando se lesionó. No fue Haruko quién le dio las fuerzas que necesitaba para seguir y darlo todo, no fue por Haruko por quién jugó hasta con la columna fracturada. Fue por él. En ese partido, él formó pareja con Rukawa, y gracias a ello ganaron. A decir verdad, cada vez que estaba o había hecho un buen partido, Haruko solo le consolaba y le daba unos pocos ánimos pero que (aunque al principio sí que hicieran efecto) al final no les hacía caso. Lo único que le impulsaba a seguir jugando era él, quería ser mejor que él. ¿Pero para demostrarle a Haruko que él era mejor que Rukawa o para demostrarle a Rukawa que él era un buen jugador? Rukawa no había ido a la fiesta, pensó en cuanto le gustaría que hubiese ido… y se quedó dormido.

 

 

 

Al día siguiente, aún seguía con miedo por, cómo volver a jugar como antes. Quería volver a jugar como antes, no, quería jugar incluso mejor. Aunque, aún tenía la espalda algo delicada, así que tendría que, de momento, conformarse con jugar ‘bien’. Vio que sus amigos le había dejado un balón de baloncesto en casa, así que lo cogió y salió a la calle a buscar alguna cancha dónde jugar.

 

 

 

Después de caminar un buen rato encontró una que  estaba rodeada de árboles y setos, eso le permitiría jugar sólo sin que nadie le molestase. Estuvo practicando tiros un buen rato aunque prácticamente solo 10 u 11 le entraron. Algo le molestaba en el bolsillo. Era el móvil. Sentía unos deseos incontenibles de enviar un mensaje o llamar a Rukawa, pero debía contenerse. Al fin y al cabo, ellos no tenían una relación. Eso le dolió, pero era la verdad. Y si Rukawa le izo todo lo que le izo sin ir a más fue tan sólo por el bien de su recuperación. Aunque a veces más que relajarle le estresaba, le estresaba quedarse en los preliminares, conformarse tan sólo con que Rukawa se lo comiera y le hiciera acabar en un máximo placer. Él quería más, quería ver como Rukawa acababa también, quería ver a Rukawa, excitado como él le veía a él, sin ropa. Rukawa jamás se quito ni la camiseta. Ni tampoco le besó. Quería un beso suyo. Tan sólo un beso. Ya no pedía ni acabar lo que tantas veces Rukawa había empezado, sólo un beso. Un beso.

 

 

 

Con ese pensamiento se quedó estático en medio de la cancha. Maldiciéndose por haberse enamorado de Rukawa. Maldiciendo a Rukawa por haberle hecho aquello tantas veces, sin ni siquiera, darle un beso, si ni siquiera, rozarle los labios con la mano. Aquello significaba que el pelinegro realmente no deseaba nada con él. Tan sólo lo izo por el equipo. Ojala no lo hubiese hecho…

 

 

 

**

 

 

 

Pasó una semana. Hanamichi volvió a la cancha dónde siempre entrenaba. Miyagi le había prohibido totalmente entrenar con ellos, durante los entrenamientos de verano, para asegurarse de que tenía bien la espalda. Aunque él iba, se quedaba con Ayaco mirando. Miyagi no sabía que él se dedicaba a entrenar por su cuenta.

 

 

 

Seguía practicando tiros. Poco a poco, volvía a ser el de antes. Iba mejorando. Hasta que izo un mal gesto, y sintió un pequeño tirón en la espalada.

 

 

 

-          Idiota… - escuchó entrar a Rukawa en la pista. Se quedó fijo mirándole. Ahora que lo miraba bien, Rukawa era realmente hermoso. Se ruborizó al recordar que Rukawa en cierta ocasión le dijo que él ‘era hermoso’ se lo dijo la primera vez que le bajó los pantalones.

 

-          ¿Qué haces aquí? – le respondió Hana molesto.

 

-          He venido a practicar. – dijo frío como siempre. Hana le miró con indiferencia y se dirigió a recoger el balón que no había encestado. – Idiota… - dijo Rukawa recogiéndole el balón y quedándose ambos muy cerca.- Idiota… - le susurró acercándose aún más.

 

-          ¿Q-Qué haces?- dijo Hana apartándose. Pero Rukawa le ignoró y volvió a acercarse más, a lo que Hana le contestó apartándolo más bruscamente. Rukawa le miró con una mirada que Hana no supo identificar, pero, como mínimo, no era la mirada fría a la que le tenía acostumbrado. Se parecía más a cuando le miraba antes de…’darle el masaje’.- No te despediste…- susurró- ¿A caso no vas a volver con el equipo?

 

-          Claro…

 

-          ¿Entonces porque no has ido a ningún entrenamiento?

 

-          ¿Y tú as ido? – Hana le miro sin entender- Aún no tienes la espalda bien del todo, deberías descansar.

 

-          Yo sólo voy a mirar cómo entrenan. Y tú no has ido ningún día.

 

-          Acabo de volver. Ayer, por la noche, llegué a Kanagawa.

 

-          … - Hana se quedó en silencio mirándole, y volvió a susurrar:- No te despediste…- Rukawa le miró sin comprender- en el hospital. No viniste a despedirte.

 

-          ¿Y porque debía hacerlo?- ‘exacto’ pensó Hana. Él no tenía ningún tipo de compromiso con él. Al ver la cara de decepción de Hana, Rukawa añadió:- ¿A caso no iba a volver a verte ahora?- volvió a acercarse a Hana lentamente. Y con sumo cuidado acarició los labios del pelirrojo con los suyos.- Si no te fui a ver – susurró- fue porque, sabiendo que ahora estas mejor, no sabía si podría controlarme. – Acercó mas su cuerpo al de Hana para poder estrujarle entre sus brazos mientras le daba un beso más profundo pero justo cuando fue a besarle.

 

-          ¡¡HOOOOOOLAAAAAAAAAAAA!! – gritó alguien, haciendo que Hana, del susto, empujase a Rukawa tirándolo al suelo.

Notas finales:

¿Os gustó? =)


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