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Day Dreaming por Mary-chan6277

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Notas del fanfic:

Dedicatoria: 

Sis, maybe I'm not the best writer, and this is not the best story, but I relly hope you'll like it ^^ (then when I have more inspiration I'll write something better for you, I promise!! :] )

I'm very glad I've had met a person like you, you're a very important person for me, and I loooooove you!! ♥

(ya fui lo suficientemente cursi, así q... hahah espero t gust, en serio, me dices honestament q tal t pareció , ok??)

Notas del capitulo:

Como hoy no fui al colegio, decidí ponerme a hacer algo productivo... ¿y qué puede ser más productivo que el yaoi? xD hahahahaha

Espero les guste :)

 

==> sin más preámbulos, el fic :D

1

—Está será nuestra última noche juntos.

—¡Sebastian!— grité sollozando— Prometiste que nunca me dejarías, no te vayas.

—Shhh— acalló mis quejas con sus dulces besos, mientras sus manos se deshacía de mi ropa lentamente. —Por favor, no haga esto más difícil— susurró contra mi cuello, haciendo que todo mi cuerpo se estremeciera de placer

—¡Sebastian!

—No habrá más sufrimiento después de este encuentro, se lo prometo. Le ruego que se olvide de mí, y de mis caricias. Olvídese de todo…

 

Abrí mis ojos en el momento oportuno antes de que las imágenes se volvieran insoportables. Me había quedado dormido mientras disfrutaba del agua caliente de la bañera, era impresionante, ya no sabía si lo que tenía era cansancio, o si es que me obligaba a dormir para poder ver y sentir las sensaciones de ese único sueño que me aquejaba noche tras noche, minuto a minuto.

 

Suspiré. ¿Por qué no podía recordar nada? De un momento a otro pareció que la vida hubiera cambiado de repente, pero todos actuaban como si siempre hubiera estado como ahora. En algún momento en el camino terminé viviendo en la mansión de Elizabeth en el centro de la ciudad de Londres, y me había comprometido con ella oficialmente en una gran fiesta a la que rostros conocidos acudieron a aplaudirnos y felicitarnos.

 

Todo se sentía correcto, todas las piezas estaban en su puesto, pero, ¿por qué no podía evitar la sensación de que me había perdido de algo?, ¿por qué sentía que había olvidado algo, algo importante?

 

Cerré los ojos nuevamente y me sumergí en el agua, intentando recuperar las imágenes y las palabras del sueño, pero mi mente se negaba, había una bruma que me impedía recordar; mi mente divagaba demasiado, pero nunca llegaba a lo que realmente buscaba. Siempre era lo mismo, había terminado por resignarme.

 

Tomé el jabón aromático de una de las bandejas que estaban dispuestas para mí, y deslicé mis manos suavemente sobre mi cuerpo desnudo intentando limpiarlo por completo.

 

Solté un pequeño e involuntario gemido en cuanto mis manos tocaron mis pezones. Desde que ese extraño sueño había aparecido, no podía evitarlo, ese era un punto que se estimulaba sin querer, que me recordaba esas imágenes que acudían a mí en la noche, que me ofrecían desconsuelo y alivio al mismo tiempo.

 

Olvidé el jabón, y decidí concentrarme en acariciar ese punto en especial de mi anatomía mientras mi boca jadeaba levemente. Cerré los ojos intentando recrear a la persona del sueño, sus manos expertas, suaves, delicadas, y tan apasionadas.

 

Apreté los párpados más fuerte, imaginando los besos suaves de esa persona maravillosa que se aparecía en mis sueños, atormentándome con su amor perfecto.

 

Mi otra mano se deslizó sobre mis muslos, hasta llegar hasta mi miembro que requería urgentemente atención, luego de haber reaccionado a las insinuaciones de mi imaginación.

 

Imaginé que no era mi pequeña mano la que se hacía cargo del problema, sino era una de dedos largos y deliciosos, que acariciaban esa pequeña porción de carne de arriba abajo, tocando tentativamente la punta, hasta llevarme hasta el punto máximo del placer.

Llegué con un último gemido que ahogué en mi garganta, no quería que nadie se diera cuenta de mi acto de auto-complacencia, porque un noble nunca caería tan bajo.

 

Salí de la tina rápidamente, y me envolví la cintura con una toalla blanca y esponjosa. Me sentía cansado y aturdido luego de haber tenido un orgasmo tan intenso. De verdad había entrenado bastante bien mi imaginación en estos últimos meses, casi parecía tangible todo lo que veía en mi mente, y eso me hacía sentir patético; no podía creer que yo, el Conde Phantomhive, tuviera que recurrir a las fantasías para escapar de una realidad que odiaba.

 

Yo ya no era un niño, no podía hacer eso.

 

2

Llegué al salón de baile luciendo el atuendo que Elizabeth había escogido especialmente para mí: un traje de un color rojo oscuro muy elegante, acompañado de un sombrero de copa que seguía las indicaciones de la moda de la época, y mi bastón hecho a la medida.

 

No me complacía tener que bailar en lo absoluto, pero solo por esa noche, debía complacer a mi prometida, y demostrarle al menos un poco de amor para sacarle una sonrisa y tenerla feliz por el resto de la velada; después de todo, era su cumpleaños.

 

Bajé las escaleras y me interné en la fiesta. Crucé el salón entre las parejas que bailaban felices, susurrándose palabras de amor, y damas riéndose y sonrojándose ante alguna propuesta indecente de sus parejas.

 

Buscaba entre todos los rostros uno que se pareciera al que siempre veía en mis sueños. La intuición me decía que había conocido a esa persona en algún momento de mi vida, que la había amado con todo el corazón, y que luego había sido arrebatada de mi lado sin dejar rastro.

 

—¿Desea saber su fortuna?— me sobresalté y di un paso adelante en cuanto una voz habló a mis espaldas. Me di la vuelta y observé a la dama que se me presentaba, con el cabello rojizo callándole en bucles perfectos, con rubor en las mejillas, y unos hermosos ojos de color gris que me observaban curiosos por mi respuesta.

—No creo en esas cosas, gracias— respondí restándole importancia, queriendo alejarme de esa hermosa muchacha lo antes posible. Su presencia me ponía nervioso.

 —¿Seguro?— preguntó deteniéndome— Tal vez yo pueda ayudarte. Esos ojos tuyos, hermosos y azules como el océano, se refleja una tristeza y un anhelo inmenso.— agregó, acariciándome el rostro son sus manos pálidas; y sus uñas largas.

—¡Yo no necesito de su ayuda, estoy perfectamente bien!— odiaba que me hiciera ver como alguien que está desesperado; que me hiciera sentir débil.

—Cuando se trata de cosas que están fuera de su alcance y entendimiento, ¿aun cree valérselas solo?— preguntó sarcástica— me encanta su fortaleza, joven Ciel Phantomhive. Déjeme invitarle una copa de vino, y leerle las cartas. —insistió ella, con sus ojos brillantes hipnotizándome.

—¿Me vas a decir quién es la persona de mi sueño?— pregunte cediendo, bajando la mirada, olvidando mi orgullo por la curiosidad y el deseo.

—Eso, y todo lo que usted desee saber— dijo acariciando mi cuello.

 

Seguí a la señorita que me hizo sentar en una silla del jardín, apartada del ruido de la música y el murmullo de las parejas, entregándome una copa de vino blanco que olía delicioso, y me hacía sentir embriagado incluso antes de probarlo.

 

Comprobé que la joven llevaba una ropa demasiado ajustada, que su busto medio cubierto por el vestido no me causaba mayor emoción, y que estar con ella me suscitaba una sensación excitante y deliciosa, como si ella pudiera revelarme todos los secretos prohibidos que se callaban las estrellas del universo.

 

—¿Y bien?— le presioné, bebiendo un poco del contenido de la copa, solo un pequeño sorbo, no quería embriagarme, no todavía.

—Ni siquiera necesito mis cartas para saber qué está enamorado— dijo bebiendo su propio vino— Pero no es de esa hermosa chiquilla rubia que alardea ser su prometida, no, es alguien… es algo, que está más allá de su alcance. —sentenció con un tono severo que me hizo estremecer por la intensa sensación que me hacía sentir el alcohol y sus palabras apasionadas.

—Dime quién es— le dije, casi le rogué— llevó meses buscando una respuesta. — ella sonrió mostrándome sus dientes blancos perfectamente alineados, sacando una pequeña esfera de cristal de su voluminoso pecho.

—¡Yo soy Pandora, e invoco tu poder!— dijo cerrando los ojos sosteniendo la bola de cristal en sus dos manos con las palmas extendidas, haciendo que empezara a brillar con un hipnotizante color rosado. No podía apartar los ojos de la bola cristal, pero aun así, no veía nada sobre su superficie, solo su hermoso color. Ese color rosa, purpúreo y brillante, ¿dónde lo había visto antes?— Concédele a este chico todo lo que desea, déjale probar tu sustento, muéstrale el valor del amor e invoca al demonio del que desgraciadamente ha caído presa. —sus palabras no tenían sentido en mis oídos, solo escuchaba frases inconclusas. Escuchaba que su voz se hacía cada vez más y más lejana, mientras mis sentidos se iban desvaneciendo.

 

—Pero que voluntad más poderosa. No deja de sorprenderme, bocchan— la bola de cristal había estallado en un millón de partículas rosas que parecían una lluvia de estrellas mientras caían. La señorita, Pandora, profirió un grito desgarrador, mientras una figura masculina se hacía paso entre la bruma que se había formado a nuestro alrededor. —Y tú, Pandora, me sorprende que hayas llegado tan bajo, utilizando tus poderes para ayudar a los mortales. —agregó con tono severo mientras mis ojos se abrían de par en par observando a ese hombre.

—S-Sebastian— el nombre que había intentado recordar con tanto ahínco rodó de mis labios como si fuera la cosa más natural y obvia del planeta. Estudié a ese ser con la mirada, su cabello negro agitándose sensual con el viento, sus ojos gatunos brillando con el mismo color purpureo de la bola de cristal. Iba vestido de manera muy ligera para esa noche, con una ropa totalmente atemporal a la época, con unos pantalones ajustados, y una camiseta sin mangas de color oscuro.

—Aun recuerda mi nombre, me siento alagado— dijo, desplegando sus alas, alardeando de su belleza ante mí que no paraba de mirarle con ojos de amante. —Ahora, Pandora, si nos disculpas, Bocchan y yo debemos recuperar el tiempo perdido— anunció sonriendo, mostrando sus colmillos afilados y brillantes.

 

¿A dónde me llevas?— pregunté aferrándome a su cuello y cerrando los párpados en cuanto las edificaciones de la tierra se veían cada vez más pequeños, y las estrellas más cercanas.

—A un lugar más privado. Espero que a Elizabeth-sama no le moleste que le tome prestado por un momento— dijo con su voz masculina que hacía que mi corazón latiera fuerte en mi pecho.

 

3

Sebastian me deposito sobre el lecho en cuanto hubimos llegado a nuestro destino. Era la cama de un hotel, grande, con almohadones esponjosos, y una botella de champaña dispuesta para un par de amantes furtivos.

 

—Sebastian…— me arrodillé sobre la cama, y le rodeé el cuello con los brazos, posando mis labios sobre los suyos en un beso que, por primera vez, no era producto de mi imaginación.

 

Sus labios se sentía tal y como los había imaginado. Eran suaves como la seda, carnosos, deseables, y perfectamente perfilados.

 

Abrí la boca en busca de un contacto más hambriento y desesperado. Sebastian masajeó mi lengua con la suya, y no pude evitar que un gemido de júbilo se escapara de mi garganta.

 

—Hazme recordar nuestra última noche, te lo ordeno, Sebastian— dije firme, haciendo nueva posesión de sus jugosos labios, pálidos y deliciosos.

—Veo que ha crecido en muchos aspectos desde que me fui— dijo tocando mis partes bajas sobre la ropa— ya no es un niño, eso es seguro— agregó, haciéndome recostar sobre el colchón, quedando él sobre mí.

 

Se deshizo del corbatín ágilmente a pesar de sus uñas negras y largas, y luego prosiguió con la camisa que abrió sin importarle que los botones salieran saltando, arruinando la prenda sin remedio.

 

—Veamos si recuerdo— dijo, depositando suaves besos sobre mi cuello, bajando por él hasta llegar a mi pecho expuesto ante sí— su punto débil es aquí— dijo sonriendo y pellizcó uno de mis pezones, haciendo que un nuevo gemido escapara de mis labios. —Sigue siendo igual de sensible que la última vez, me encanta— dijo lamiendo ese pequeño botón rosa que se levantaba erguido sobre mi pecho, mientras estimulaba el resto de mi piel con la mano que quedaba libre.

 

Sus labios volvieron a mi boca, y yo busqué desesperadamente desnudarle también. Al separarnos le quité la camiseta negra que llevaba, y deslicé mis manos por su pecho bien formado; su piel se sentía suave y aterciopelada bajo mis dedos que lo tocaban ansiosamente.

 

Mis manos bajaron y abrieron la bragueta de su pantalón ajustado. Me complació ver que no llevaba nada más debajo, por lo que su gran erección se liberó de esa tela que la tenía oprimida.

 

Lleve mis manos ahora a su miembro, no me resistí a tocarlo. También tenía un tacto suave, y en cuanto puse mis labios sobre la punta de este, saboreando el pre-semen que ya se escurría, descubrí que también sabía delicioso, y que Sebastian profería unos hermosos y sensuales gemidos en cuanto mi piel entraba en contacto con la suya.

 

Quise tener el dominio, al menos por un momento.

 

Empecé lamer lascivamente su hombría, estimulándole suavemente con los dientes, y rodeando lo más que podía ese enorme miembro.

 

Sebastian gemía deliciosamente, mientras enredaba sus dedos en mi cabello, e imponía el ritmo que quería.

 

—Ya es suficiente— dijo deteniéndome, besando mis labios hinchados, y deshaciéndose del resto de mi ropa. —Ahora viene lo mejor— susurró a mi oído, mordiendo mi lóbulo, haciendo que gimiera suavemente.

 

Sebastian levanto mis caderas y acarició mis glúteos, separándolos, antes de frotar uno de sus dedos contra mi entrada.

 

—¿Listo?— susurró en mi oído. Yo asentí con la cabeza, y cerré los ojos sabiendo que lo que vendría dolería.

 

Sebastian introdujo el primer dedo, y empezó a moverlo en círculos dentro de mí. Luego se unió a este un segundo dedo, y empezó a moverlos de adentro a afuera simulando una penetración. Eso fue demasiado para mí, y empecé a mover mis caderas para  tener más contacto.

 

Eso fue suficiente señal para Sebastian, que retiró sus dedos, recibiendo un quejido de mi parte, reemplazándolos penetrándome de una sola estocada con su enorme miembro.

 

Una danza desenfrenada empezó en ese momento. Ya no sabía si reír de felicidad, gritar de placer, o llorar de júbilo. Hasta mis sentimientos se habían vuelto confusos ante las arrolladoras sensaciones que el demonio me estaba haciendo sentir.

 

Me aferré más fuerte a su espalda. Sebastian me hacía el amor de una manera salvaje, casi animal. Había olvidado todas las consideraciones, y me embestía sin compasión, entrando cada vez más profundo dentro de mi ser, tocando cierto punto que me hacía estremecer de placer.

 

Quería que la noche se hiciera eterna, que no terminara nunca para que pudiéramos estar juntos por siempre. Me sentía tan lleno en ese momento, que incluso mi mansión, mis joyas y todos mis lujos parecían absolutamente nada al lado de todo lo que me ofrecía ese demonio salido del inframundo.

 

—¡Sebastian!— y el sueño al fin había traspasado las fronteras de la irrealidad y era ahora un hecho.

 

Todo terminó con una última penetración, en la que ambos llegamos al clímax.

 

Lo abrace fuertemente. Quería gritarle que lo amaba, que no se le ocurriera dejarme una vez más, pero me existía exhausto, y mis ojos se cerraron casi de inmediato, antes de sentir que sus brazos me rodeaban, y me atraían  hacia su cálido pecho. El único lugar en dónde me sentía seguro y completo.

 

Lo último que recuerdo antes de quedarme dormido, fue haber hecho todas las oraciones que me sabía, pidiendo al cielo, o al infierno, que por favor no hubiera sido otro sueño. 

Notas finales:

Espero les haya gustado :S 

Sigo teniendo mi bloqueo del escritor, así q por favor, lo siento si es horrible... en todo caso, háganme saber que piensan, sea bueno o malo, comentarios de todo tipo son bien recibidos :)

Gracias x leer!! :D

 


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