Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

***Después de aquella noche en el camerino*** por ChaniChan

[Reviews - 13]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Me encanta la pareja Yuki e Hiro, y no se ven muchas historias de ellos dos, así que he escrito este one shot que me ha salido de la nada.

Notas del capitulo:

El lemon es más bien suave, dajando entrever que algo pasó pero sin especificar demasiado, son los POV de Yuki e Hiro, así que los demás aparecen de pasada, pero los he puesto en personajes.

<!-- /* Font Definitions */ @font-face {font-family:"Cambria Math"; panose-1:2 4 5 3 5 4 6 3 2 4; mso-font-charset:0; mso-generic-font-family:roman; mso-font-pitch:variable; mso-font-signature:-1610611985 1107304683 0 0 415 0;} @font-face {font-family:Calibri; panose-1:2 15 5 2 2 2 4 3 2 4; mso-font-charset:0; mso-generic-font-family:swiss; mso-font-pitch:variable; mso-font-signature:-520092929 1073786111 9 0 415 0;} /* Style Definitions */ p.MsoNormal, li.MsoNormal, div.MsoNormal {mso-style-unhide:no; mso-style-qformat:yes; mso-style-parent:""; margin-top:0cm; margin-right:0cm; margin-bottom:10.0pt; margin-left:0cm; line-height:115%; mso-pagination:widow-orphan; font-size:11.0pt; font-family:"Calibri","sans-serif"; mso-ascii-font-family:Calibri; mso-ascii-theme-font:minor-latin; mso-fareast-font-family:Calibri; mso-fareast-theme-font:minor-latin; mso-hansi-font-family:Calibri; mso-hansi-theme-font:minor-latin; mso-bidi-font-family:"Times New Roman"; mso-bidi-theme-font:minor-bidi; mso-fareast-language:EN-US;} span.shorttext {mso-style-name:short_text; mso-style-unhide:no;} .MsoChpDefault {mso-style-type:export-only; mso-default-props:yes; mso-ascii-font-family:Calibri; mso-ascii-theme-font:minor-latin; mso-fareast-font-family:Calibri; mso-fareast-theme-font:minor-latin; mso-hansi-font-family:Calibri; mso-hansi-theme-font:minor-latin; mso-bidi-font-family:"Times New Roman"; mso-bidi-theme-font:minor-bidi; mso-fareast-language:EN-US;} .MsoPapDefault {mso-style-type:export-only; margin-bottom:10.0pt; line-height:115%;} @page WordSection1 {size:595.3pt 841.9pt; margin:70.85pt 3.0cm 70.85pt 3.0cm; mso-header-margin:35.4pt; mso-footer-margin:35.4pt; mso-paper-source:0;} div.WordSection1 {page:WordSection1;} -->

-POV HIRO-

“Nunca debí cometer tal estupidez”-pensé para mí mismo cuando ya era demasiado tarde, pero, mentiría si dijese que quise evitarlo, que me negué de alguna forma, no lo hice, esa es la única verdad, ni siquiera puse resistencia cuando me miró a los ojos y supe que iba a besarme.

Y me besó, vaya si lo hizo, como jamás lo había hecho nadie, con amor, con ternura, con pasión, incluso con tintes de desesperación en sus cálidos labios, esa boca que recorrí por entero con mi lengua, degustando el leve sabor a tabaco que aún mantenía en ella mientras un mutuo gemido escapaba de ambos.

Joder lo reconozco, mi cuerpo entero vibró cuando sentí sus finas manos rodear mi cintura y apegarme a su cuerpo, y que cuerpo, bien formado desde luego, delgado pero musculoso, y desprendiendo un calor que me abrasaba entero, mientras con pericia yo rodeaba su cuello esbelto y comenzaba a acariciar sus suaves cabellos.

Y ya me dio todo igual, todo, me dio igual el hecho de que estábamos en mi camerino después de que acabase el concierto que habíamos dado, me dio igual el simple hecho de saber a ciencia cierta que él debería estar en otro camerino y con otro hombre, más concretamente mi mejor amigo y amante suyo, me dio igual que entrase en donde yo descansaba solamente por equivocación creyendo que allí dentro estaba su pareja, me dio igual que nos quedásemos mirando fijamente el uno al otro y simplemente supiésemos en un segundo como íbamos a acabar aquella noche.

Me dio exactamente lo mismo que en ese momento el mismísimo Yuki Eiri entrase con calma en el interior de mi camerino y sin apartar ni un segundo la vista de mis ojos cerrase la puerta con seguro para que nadie nos molestase.

Y ahora estábamos los dos presos de una pasión incontenible, no nos engañemos, yo siempre le había deseado en lo más interno de mi mismo, en muchas ocasiones desee ocupar el lugar de Shuichi, fantaseé en incontables ocasiones con ese hombre de pelo rubio y ojos dorados haciéndome el amor, yo le amaba desde el primer momento en que le vi.

Por eso cuando le hacía daño a Shuichi, aunque yo me enfadase y deseara sacarle las tripas por ser tan estúpido no me costaba nada agarrar mi moto e ir hasta su apartamento, no me costaba nada hablarle a ese tipo tan frio como la nieve, simplemente porque yo quería estar cerca de él aunque fuesen unos escasos minutos, oírle hablarme aunque fuese con insultos, o mirarme con desprecio en sus dorados ojos.

-¿sabes cuantos años llevo deseando esto?-me preguntó sacándome de mis cavilaciones internas.

-espero que los mismos que yo-le contesté mientras él comenzaba a desabrocharme uno a uno los botones de la camisa azul que llevaba, mordisqueándome el cuello por el camino, provocando que mi cuerpo se tensase y gimiese descontrolado mientras que yo, como buenamente podía, comenzaba también a desabrocharle los botones de su cara y fina camisa blanca.

Dioses aún lo recuerdo, que magnífico espectáculo ofrecíamos en ese reducido camerino, el calor que nos invadía a ambos, el deseo irracional que nos consumía, nos olvidamos de todo excepto de nuestros cuerpos, de saborearnos, tocarnos y explorarnos el uno al otro, olvidamos incluso que a dos habitaciones de donde nos encontrábamos se encontraba el camerino de Shuichi, mi mejor amigo y su pareja de hacía ya cuatro años.

Cuando comenzó a lamer con gula mi cuello, al tiempo que por encima de la tela del pantalón vaquero acariciaba mi miembro, no pude evitar gemir su nombre con toda la pasión del mundo, me estaba volviendo loco de placer con sus manos.

Lo único que sé a ciencia cierta, es que nos pudo la pasión a los dos, que queríamos amarnos en ese momento, sin esperar a nada o a nadie, una señal venida del cielo de que lo que hacíamos era un error, pero todo llegó demasiado tarde, cuando los dos caímos al suelo después de literalmente arrancarnos la ropa a tirones y encontrar nuestros cuerpos desnudos y expuestos.

Cuando él comenzó a acariciar cada centímetro de mi piel expuesta con su lengua o sus manos mientras yo con mi derecha le masturbaba salvajemente consiguiendo de su parte gemidos y jadeos del placer más absoluto. Dioses, no saben cómo me sentí cuando llevados por el calor del momento, me penetró sin preparación alguna y a mí, contrario a dolerme me encantó, y le pedí más durante segundos que se transformaron en minutos, y minutos que se transformaron en horas.

-te…ah…te…quiero…Yuki-no paraba de decirle mientras me agarraba con fuerza a su suave y pálida espalda, mientras hacía más fuerza con mis piernas enredadas en su cadera para que me penetrase más rápido y más profundo.

-yo…mmm…ah…también te quiero Hiroshi-me soltó dejándome perplejo por su declaración, dioses, mi mejor amigo, Shuichi, llevaba años y años intentando que el escritor le dijese a él esas mismas palabras, sin conseguirlo ni una sola vez, yo lo había conseguido en unos pocos minutos de la más pura entrega de mi cuerpo, pero es que yo lo deseaba, ese momento, nunca imaginé que fuese de esa manera, en un camerino, donde podía oírnos cualquier persona y después de un concierto, pero siempre deseé que ese escritor me hiciera suyo. Y ahora, lo tenía dentro de mí, haciéndome el amor de una manera que jamás lo olvidaré, siendo yo, más consciente que nunca, de que él me amaba a mí, tanto como yo le amaba a él.

No sé cuantas embestidas más me dio, cuanto placer nos proporcionamos el uno al otro mientras él estaba dentro de mi cuerpo, perdí la cuenta de besos y abrazos dados, de caricias, de mordiscos, de mi propio cuerpo y el suyo pidiéndonos más placer, más contacto, perdí la cuenta de cuantas horas estuvimos haciendo el amor, de cuantas veces llegamos al orgasmo, pues en el momento en el que alcanzábamos el clímax, comenzábamos a conseguir una nueva excitación para juntar nuevamente nuestros cuerpos.

En ocasiones él se corría en mi interior y yo con una velocidad increíble comenzaba a lamer y succionar su miembro aún goteante para provocarle una nueva erección mientras él me masturbaba, lo hicimos de la manera tierna, de la apasionada, de la  dulce, de la salvaje, diciéndonos desde vocabulario romántico y pegajoso, hasta las barbaridades más perversas, desde un “te amo no pares”, “hasta un “dios follame más rápido y más fuerte”.

Inevitablemente acabamos los dos exhaustos en el suelo, con el cuerpo enrojecido y sudados, llenos de marcas de dientes y arañazos, de su semen y el mío esparcidos por nuestros cuerpos, mirándonos fijamente mientras intentábamos recuperar el ritmo de nuestras respiraciones.

No sé si fueron cinco o cincuenta los minutos que pasaron hasta que alargamos nuestros brazos hacía el otro y nos cogimos de la mano, no soy consciente de si fue un segundo o una hora lo que tardamos en juntar nuestros cuerpos solamente para abrazarnos como nunca jamás lo habíamos hecho con otras personas, con amor, con dulzura, con ternura, mirándonos a los ojos sabiendo el uno y el otro, que lo que acababa de pasar no podía simplemente quedar apartado en el olvido, que nos amábamos el uno al otro y queríamos estar juntos.

-te quiero-me dijiste mientras me acariciabas mi larga melena pelirroja y me dabas pequeños besos en la frente.

-¿y él?-te pregunté refiriéndome a Shuichi.

-Hiro, mírame-me pidió consiguiendo que yo me perdiese en esos ojos dorados que me devoraron en un instante-siempre has sido tú, siempre has estado ahí, en mi corazón, solo que no podía admitirlo, primero porque jamás nos hemos llevado bien, y luego, porque de alguna manera, hace tiempo, yo quise a Shuichi, pero hace tiempo que ya no lo hago Hiroshi, hace demasiados años que me di cuanta de que a quien amo, es a ti-me contestó.

Lo único que sé, es que de repente la puerta del camerino se abrió con un fuerte estruendo, y nosotros aún desnudos y abrazados en el suelo, vimos a K apuntarnos con su magnum, mientras sus ojos se inyectaban en la rabia más absoluta. En aquel momento, ese americano loco era mi pareja, yo no le quería, supe desde el inicio de nuestra relación que esta se basaba en el calentón del primer momento, y que cuando se acabase, a mi no me quedaría ningún sentimiento hacía ese rubio de ojos azules.

Sin embargo me sentí culpable por haberle traicionado, él siempre fue bueno y considerado conmigo, tratándome mejor que al resto del grupo, dándome cualquier capricho que se me antojaba, y colmándome de ese extraño cariño suyo que una vez te alegraba el día, y en otras ocasiones te hacía temblar de miedo.

Sin embargo, la cara de odio del manager de nuestro grupo no era lo peor, ni tan siquiera esa arma en su mano derecha, sino el hecho de que absolutamente todos los que conocíamos estaban en esa habitación, aquel camerino que nos vio consumar nuestro amor, y que por supuesto, no tenía las paredes lo suficientemente gruesas para que los del exterior, no supiesen que había ocurrido allí dentro.

Thoma Seguchi, el rico, millonario, exitoso y talentoso presidente de NG Records miraba a Yuki, su cuñado, con un tinte de decepción y rabia absoluta en su rostro, Tatshua, el hermano menor de Yuki, comenzó a llamarle bastardo en voz baja, mientras le miraba con el más absoluto y profundo de los odios.

Sakano, como siempre, acabó tirado en el suelo, desmayado de la impresión, Noriko, la teclista de Nittle Grasper contenía como buenamente podía a un Ryuichi Sakuma histérico y en su faceta adulta que amenazaba con matarnos por “hacerle daño a Shuichi”, “ser unos bastardos y unos degenerados”, Suguru, como siempre, permanecía en silencio, pero evitando mirarnos, pues nosotros, aún estábamos desnudos delante de todos ellos.

¿Y Shuichi?, él fue el que más nos sorprendió a todos, no lloraba, no gritaba, no montaba ni escándalos ni escenas, permanecía en silencio, mirándonos a mí y al escritor que era su pareja y acababa de cometer una infidelidad con su mejor amigo.

Supongo que en el fondo, mi mejor amigo siempre supo que su relación no duraría mucho, e incluso hoy en día, a veces me pregunto si Shuichi era consciente de alguna manera de que su pareja me amaba.

Sin embargo, debo admitir que la tranquilidad con la que se lo tomó todo, me sorprendió incluso a mí, no había odio en su mirada, ni asco, ni vergüenza, ni dolor, ni rabia, solo una mueca de indiferencia, supongo que de tanto ocultarnos a todos lo que sentía durante años, al final, esa mascara fría se le quedó grabada en la memoria.

Se acercó despacio a nosotros, en silencio, me ofreció mi camisa en primer lugar, para que por lo menos, o eso supongo, me tapase mis partes nobles en su presencia, luego, sin apenas mirarle, tuvo el mismo gesto con el escritor que ahora era mi amante.

-¿os amáis?-nos preguntó tranquila y serenamente, mostrando una faceta adulta y madura que ninguno conocíamos en nuestro cantante.

-si-contestó Yuki sin dudarlo un segundo-le amo, desde hace mucho más tiempo del que puedas llegar a imaginar, y muchísimo más de lo que una vez pude o podré quererte a ti.

-¿Hiro?-me preguntó sin contestarle a su aún entonces pareja, mirándome fijamente.

-si Shuichi…yo…le amo más que a nada en el mundo-le contesté bajando la cabeza, apenado, intentando ocultar mis mejillas coloradas por la vergüenza que me causó reconocer ante todos que amaba a Yuki.

-entonces sed felices-nos dijo con una tierna sonrisa iluminando sus labios, una sonrisa que emitía calidez y ternura, sin un ápice de reproche o ira en su interior, sin un matiz de dolor demostrado en sus ojos, simplemente, dándonos vía libre para estar juntos.

 

_POV YUKI_

Shu…Shuichi vino cinco días después de aquello al apartamento a recoger sus cosas, en un silencio mudo y autoimpuesto en el que se dio cuenta de que Hiro, Mi Hiro, ya vivía conmigo. Prácticamente me llevé al guitarrista de Bad Luck al día siguiente de lo que hice a vivir conmigo, y le pedí formalmente que fuese mi pareja, aceptándolo él inmediatamente.

Le amaba, de eso no tengo duda alguna, le he amado desde el primer momento, solo que fui demasiado cobarde u orgulloso para admitirlo, o demasiado débil para una vez más, hacerle daño a Shuichi, nunca fue fácil mi relación con el cantante de pelo rosa. Si, es cierto y debo admitir que Shuichi me ayudó en muchísimos momentos, cuando las crisis por lo de Kitazawa me atacaban y dejaban en un estado patético, que él en cierta manera, me hizo cambiar para bien, ser un ser menos egoísta y frio, un poco más comunicativo y menos orgulloso y cínico, pero Shuichi, siempre fue demasiado para mí.

Demasiado hiperactivo, demasiado infantil, demasiado ruidoso, demasiado…todo y aún a pesar de mi cambio interno, nunca llegué a amarle por completo, no le dije nunca su tan esperado te amo porque realmente no lo sentía, y soy consciente de que en más de una ocasión le hice daño con mi carácter esquivo, sé que le debo mucho a ese niño gracioso que coge berrinches por cualquier cosa.

Pero…no puedo quedarme a su lado cuando en esta ocasión se trata de estar al lado de la persona a la que realmente amo, no puedo mantener una relación con Shuichi simplemente por lastima o agradecimiento, y yo, sinceramente, llevó amando a Hiroshi en silencio durante demasiado tiempo.

Le entregué una carta a Shuichi, él sabe mejor que nadie lo que me cuesta expresarme con palabras, pero en mi fuero más interno, supe que le debía una disculpa a ese muchacho, le había traicionado y no con cualquiera, sino con su único y mejor amigo, con aquel que le ayudaba cada vez que yo le hacía daño, con su compañero de banda, que en más de una ocasión, vino a mi apartamento a cantarme las cuarenta por hacer llorar al cantante.

Y así comenzó mi nueva vida al lado de Hiro, al que solamente le pedí que me llamase Eiri como favor personal, y el soplo de aire fresco que le dio a mi vida, me hizo ser más consiente de cuanto le amaba, él me daba la tranquilidad y el silencio necesario cuando yo escribía mis novelas, le aportaba un toque maduro y adulto a nuestras larguísimas conversaciones, incluso como amante me colmaba como no lo había hecho Shuichi, y éramos felices amándonos como nos amábamos.

Siempre supimos que habíamos hecho daño a mucha gente, a Thoma Seguchi, mi cuñado, que siempre estuvo enamorado de mí, esperando pacientemente a que yo terminase con Shuichi y me refugiase entre sus brazos, pero inevitablemente, incluso el teclista de Nittle Grasper y presidente de NG Records, terminó por culparme de todo lo que había sucedido, acusándome prácticamente de ser un egoísta sin sentimientos que por una noche de sexo había arrastrado a su cantante a un estado lamentable, y también a él mismo, que jamás imaginó ni remotamente que yo acabaría entre los brazos del guitarrista de uno de los dos grupos musicales de mayor éxito de la productora. Poco a poco, mi cuñado, fue alargando las veces que llamaba, provocando conscientemente una separación entre él y yo, llamándome solamente para lo justo y necesario, y cruzando palabras seria y especificas conmigo que siempre me sonaron crueles.

Le hice daño a mi hermano pequeño, Tatshua, que a pesar de estar enamorado del loco cantante del conejo rosa, le tenía un gran cariño y aprecio a su “cuñadin Shuichi”, no fue capaz de perdonarnos ni a mí ni a Hiro el hecho de hacerle daño al cantante, de por lo menos, no haber sido tan obvios y poco discretos en como elegimos dar a conocer nuestros sentimientos o como lo habíamos hecho, nos llamo basura, y después, nos retiró la palabra, cambiando incluso su número de teléfono móvil para que yo, no le localizase.

Le hicimos daño a K, el loco americano amante de las armas y que estaba enamorado de Hiro, que simplemente, con ese carácter suyo, comenzó a exigirle al guitarrista más concentración y dedicación que al resto del grupo, forzando su cuerpo hasta que caía agotado, tratándole de forma un tanto cruel y despectiva, y no dándole ni siquiera un mínimo voto de confianza, simplemente, odiándole por lo que le había hecho mientras sobreprotegía a un Shuichi que tras la máscara de indiferencia que había adoptado, se hundía en la más profunda desesperación.

Indirectamente, también dañamos a Ryuichi Sakuma, que siempre había estado enamorado de Shuichi, y que hacía años, viendo que el cantante no le correspondería, unió su vida a la de mi hermano pequeño, ahora, ese cantante bipolar, se encontraba en el dilema de que el amor de su vida estaba sufriendo, y él tenía una pareja a la que quería y respetaba, pero que no le llenaba lo suficiente. Por iniciativa propia, se convirtió en el paño de lágrimas de Shuichi, cuidándole hasta los extremos y comenzando a dañar a un Tatshua, que siempre fue consciente de que ocupaba y siempre ocuparía un segundo lugar en el corazón del cantante de Nittle Grasper.

 

 

-POV HIRO Y YUKI-

Los segundos, se transformaron en minutos.

Los minutos, se transformaron en horas.

Las horas, se transformaron en días.

Luego vinieron las semanas, los meses y…finalmente, los años.

El primer cambio, fue cuando K decidió que ya no aguantaba más la presencia de Hiroshi en su vida, le dio su renuncia irrevocable a Thoma Seguchi y se marchó hacía Estados Unidos a comenzar de nuevo con las mejores recomendaciones, poco después de aquello, le mandó una carta a Shuichi, diciéndole que ahora tenía su propia productora discográfica, y que tenía a un grupo de jovencitos que avanzaban despacio en este que es el misterioso mudo de la fama y la música.

Nosotros seguíamos amándonos cada día más, formábamos un todo absoluto en una relación perfecta y envidiable, incluso, nos habíamos prometido en matrimonio.

La segunda decisión importante, fue cuando Thoma Seguchi, decidió fusionar Nittle Grasper y Bad Luck en un solo grupo, él renunció a tocar los teclados dejando a Suguru como principal tecladista y a Noriko como tecladista de acompañamiento, añadiéndole ahora la guitarra de Hiro y el hecho de que Ryuichi y Shuichi compondrían y cantarían a dúo todos y cada uno de los temas.

Ryuichi, no pudo aguantar la presión y el celo con el que le vigilaba Tatshua, y al final, dio por finalizada su relación en un precioso y muy recordado despliegue de toda su faceta adulta, ahora, el hermano pequeño de Yuki, a pasos muy lentos y con el debido cuidado, comenzaba una relación bastante seria con Suguru, que siempre se mantuvo neutral en las decisiones y había ayudado a su manera a aquellos que permanecían dolidos por nuestra causa.

Shuichi, el más afectado por todo esto, nunca le cerró las puertas a su amistad con Hiroshi, pero se notó demasiado el cambio de actitud del cantante hacía el guitarrista, que ya no le confiaba tantas cosas y actuaba siempre a la defensiva con él. Aunque poco a poco se fue recuperando de la tremenda paliza que para él supuso nuestra relación, ahora, muy pocas veces se ofrecía a componer o cantar temas románticos, dedicándose casi por entero a las melodías marchosas y alegres a las que le dedicaba su mayor esfuerzo. Supimos que jamás leyó la carta de disculpa que le escribió Eiri el día que vino a recoger sus cosas, la rompió en mil pedazos justo cuando salió del apartamento que ahora compartíamos nosotros dos.

Contrariamente a Hiro, a Yuki solo le hablaba cuando era estrictamente necesario, y siempre con monosilábicos o frases cortas, en un tono serio y con los ojos cargados del odio más profundo, solo en una ocasión en la que el cantante estaba borracho, le recriminó al escritor por robarle a su mejor amigo y hacerle un desgraciado que jamás entendería por qué no tuvo el valor de decirle a la cara que ya no le amaba en lugar de hacerle daño durante tanto tiempo.

Ryuichi, en una faceta madura que le quitó totalmente la tontería, intentó por todos los medios que expulsaran a Hiro del grupo, que ahora se llamaba “Masters of Destiny” (n/a: dueños del destino), pero gracias a la intervención del mismo Shuichi, al final, el dueño de Kumagoro terminó cediendo, aunque vigilando muy de cerca al guitarrista, mientras protegía y cuidaba de un Shuichi del que no se apartaba ni un segundo, y que al final, terminó por corresponder sus sentimientos y hacerse su pareja.

Aunque suene cruel, nos miramos el uno al otro y no nos arrepentimos de lo que hicimos, aunque nos llevásemos mucha gente por delante, era ya demasiado el tiempo que llevábamos amándonos en silencio, es cierto que no escogimos la mejor de las maneras para darlo a conocer, pero los dos sabemos a ciencia cierta que si aquella noche en el camerino no hubiésemos cedido a nuestros deseos, posiblemente ahora no estaríamos juntos.

 

-POV HIRO-

Lo único que sé es que le tengo encima de mí esta noche, los dos completamente desnudos, piel con piel, sudor con sudor, gemidos que corresponden a los jadeos, caricias que suplen a los besos, pasión desenfrenada llevada al extremo, ternura y deseo, cariño y respeto, amor llevado al máximo sin culpa alguna.

Que me llena por completo mientras me ama salvajemente, desesperado por probar una vez más los limites de mi cuerpo, que me susurra al oído palabras que hacen que arquee mi cuerpo contra el suyo pidiéndole más.

Que me muevo, que se mueve.

Que me besa, que le beso.

Que me está haciendo el amor con todo lo que tiene.

Que yo se lo hago a él con todo lo que tengo.

Que explotamos los dos gritando nuestros nombres a todo pulmón.

 

-POV YUKI-

Y que a pesar del cansancio hemos seguido en la cama, provocándonos el uno al otro una vez más, para volver a juntar nuestros cuerpos de nuevo, en un acto que ni queremos contener ni contenernos.

Que hemos disfrutado hasta romper los límites de lo humanamente posible, y hemos caído el uno en los brazos del otro sin querer separar ni un segundo nuestros cuerpos.

Nos hemos besado con tranquilidad, con todo el tiempo del mundo, sabiendo que nada ni nadie va a separarnos, que ahora estamos completos, seguros de que la elección que tomamos fue la correcta.

-te amo Hiro-le he dicho seguro de mis palabras.

-te amo Eiri-me ha contestado.

Como siempre, nos hemos acomodado, él ha ido a coger el tabaco y yo las cervezas, y aún desnudos nos hemos sentado de cualquier manera en la cama, MI Hiro, se ha recogido su larga melena pelirroja en una coleta alta, odia que el pelo se le pegue a la espalda a causa del calor.

Y hemos comenzado a hablar de cosas mientras fumábamos y bebíamos, de su música, de mi libro, de la boda, del viaje de novios, de sus miedos, de los míos, besándonos cada dos por tres, riéndonos de la pinta que tenemos los dos, ahí, tirados de cualquier manera en una cama medio desecha, con los restos visibles del amor que nos profesamos.

Y solo sé que mientras le miró pegar la última calada a un cigarro prácticamente consumido, he conseguido imaginarlo a mi lado, él vestido con un traje blanco y yo con uno negro, él con una rosa roja en el ojal de su chaqueta y yo con una blanca, él con un chaleco gris al igual que la corbata, los míos, de color azul claro, él con el pelo suelto y un rubor en las mejillas, y yo, poniendo en su dedo, la alianza de oro que le compré hace unos días.

La que dentro de poco, le convertirá en mi esposo.

Y a mí, en su marido.

-FIN-

Notas finales:

Algun comentario pleaseeeeeee


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).