ILUSIONES OPTICAS
Todo era diferente, últimamente ya nada le molestaba, ni siquiera el inepto de Gunter cuando aparecía de improviso a interrumpirles.
Esos días parecían de en sueño en el castillo Pacto de Sangre, se podía sentir la alegría fluir por el ambiente, risas y luz a su entorno, con decir que hasta su propio hermano mayor no le regañaba en lo absoluto, siendo que un tiempo atrás se vería envuelto en discursos sin fin, por lo mas mínimo que hiciera.
Actuaban extraños, demasiado para su gusto, a veces podía sentir sus miradas, le seguían a cada paso que daba, se estaba volviendo irritante, peor por algún motivo no podía gritarles como solía hacerlo. Hasta sus hombres le veían con sonrisas amplias, evitando a toda costa blandirse en combate con él, ¡por Shinoun!, si solo se trataban de practicas, no entendía nada. Lo peor fue la postura que tomo con cierto castaño que por mas que quisiera, no podía evitar llamarlo coni-chan, poniéndolo muy contento, en exceso cuando este le sonreía de oreja a oreja, al escucharlo. Ni hablar de su madre que no paraba de abrazarlo, sin que el hiciera el mas mínimo intento de alejarla, pero eso si, cuando apareció con un sin fin de vestidos, ciertamente no se negó, pero por un extraño motivo lloro sin freno, hasta que sus hermanos se encargaron de hacer desaparecer todos esos trapos de su presencia. Solo al recordar aquel vergonzoso episodio deseaba ser tragado vivo por un oso de arena.
Después estaba su adorable hija, que siempre le llevaba ricas galletas horneadas por ella misma, preguntándole como se sentía, bueno eso si le agradaba mucho.
También estaba el enclenque que cada vez que le veía corría a su lado dándole un beso fugaz que lo ruborizaba por completo y a continuación con algo de timidez posaba su mano en él, mirándolo de reojo con una gran sonrisa.
¡Malditos idiotas!, deseaba gritarles con todas sus fuerzas, mas no podía, que frustrante era eso.
Cada vez que pasaba frente a los ventanales o peor aun, un espejo, podía notar como su cuerpo había cambiado notoriamente, sobre todo en cierta parte, para colmo la ropa apenas y le quedaba, como pudo descuidarse de esa forma, él, un soldado, un Bielfield, eso era algo imperdonable, de seguro en alguna aparecería un decreto en contra de su deplorable estado, le ponía nervios pensar en aquello, ya que siempre se imaginaba como de la nada aparecían una tropa de soldados que le tomaban y le echaban sin consideraciones fuera de palacio.
-Escuchen con atención-
Esa voz familiar tras una puerta cualquiera llamo su atención, no le agradaba espiar pero hacia días, no, mejor dicho semanas, las personas que habitaban en el castillo actuaban muy diferente a lo usual, sin salvarse si quiera uno.
-Ya se los dije la ultima vez- decía una voz femenina algo molesta.
-Pero esto es demasiado- esa voz la reconoció, Aniki, se dijo.
-Yo no veo que hay de malo con su actitud- decía en tono alegre su otro hermano.
-Realmente Conrad, tu y Gisela son tal para cual- ese definitivamente era Yuri, quien tenia mucha razón en sus conclusiones, según el rubio
-Heika, permite decirle que en palacio jamás se vivieron momentos de tanta armonía- ese sin lugar a dudas era el idiota de Gunter.
-A mi también me preocupa un poco- porque su hija estaba asustada.
-Realmente no entiendo como se puede olvidar algo como eso, quieren ver lo que traje, es tan lindo- ¿madre?, ¡no!, espero que no sean mas vestidos.
-No veo de que se preocupan, su excelencia tarde o temprano no le quedaba mas que aceptarlo-
-¿Porque estas aquí Yozak?- le preguntaba Gwendal.
-El me acompañaba cuando Shibuya nos llamo- dijo el Gran Sabio.
-Pero yo te llame a ti Murata- alegaba el otro.
-Hee, Shibuya en serio, que hiciste aquella noche que el pobre de Sir Bielfield prefirió olvidarlo- dijo en tono pícaro, mientras un joven apoyado en la puerta apretaba el puño, ¡de que diablos hablan!
-¡Es cierto, que le chiste!- grito Gwendal en forma amenazante.
-¡Nada, no hice nada lo juro!- gritaba a la defensiva el rey.
-Pues nada no fue, por algo estamos reunidos- dijo con su característico sarcasmo el espía.
-Por favor entiendan, el primer trimestre no hay que llevarle la contra- les pedía la medico.
-Es cierto, gracias a eso ya no me grita, je jeje- decía entre risas el Maou.
-Son las hormonas…¿es eso, no?-
-No lo creo Greta, tuve tres hijos y nunca olvide el momento que los concebí, menos al tenerlos-
Ahí estaba otra vez aquel dichoso tema, como les gustaba burlarse de su estado físico actual.
-Lady Anisina, usted estaba aquí- dijo el Gran Sabio como asegurando algo.
-Cierto Anisina, no has dicho una sola palabra- dijo Conrad un tanto extrañado.
-Lo cual es un milagro- agrego Gwendal al ver a la inventora sentada, quieta en el sillón de la esquina, sin darles la cara. Entonces una idea se le paso por la cabeza.
-¡Tu!, ¡que fue lo que hiciste!-
-Gwendal puedo explicarte, cálmate- dijo la inventora nerviosa.
-¡Anisina!- gritaron los presentes igual de molestos que el general.
-¡Hazlo rápido!- gritaba furioso el maou, para sorpresa de todos que ya estaban preparados para escuchar a otro preguntar lo mismo.
La mujer trago nerviosa, con aquellas miradas sobre ella, los nervios se transformaron en miedo, uno que solo sintió cuando su padre le prohibió entrar al cuarto que dispuso para realizar sus inventos cuando niña.
-Verán… primero, yo no lo obligue-
Obviamente nadie creyó eso, mas no la interrumpieron.
-Paso hace un par de meses, vi. que Wolfram buscaba a Gisela, cuando le pregunte el porque, no me contesto, solo cuando estuvo en la maquina del verdad-kun se le salio y yo solo quise ayudarlo- dijo la mujer tomando aire.
-¡En que!- gritaba el General.
-Bueno, ya saben, a cuidarse, ¡todo es tu culpa!- le gritaba apuntándole, para sorpresa de todos y gracia de un joven de gafas.
-¡Y eso porque!-
-¡Porque!, no quería verte ejecutado por intentar asesinar al Heika- decía la mujer cruzando sus brazos.
-¡Acaso hice algo como eso!-
Todos se quedaron en silencio, ya que si el rubio lo negaba su hermano no tenia porque poner en duda su palabra, pero mas tarde tuvo que aceptar la realidad y la preocupación por la salud de su hermano fue mas fuerte que sus ansias de matar al mocoso violador que tenia por rey.
-Srta. Anisina, no culpe de sus actos a otros y por favor prosiga- pidió el Gran Sabio.
-Bueno, le di mí mas reciente pócima, evita bebe-kun, tuvo el honor de ser el primero en beberlo, saben-
-¡Que cosa!- se escucho a una alarmada peli verde gritar.
-Anisina, como pudiste obligar a su excelencia a tomar eso-
Realmente estaba molesta, es que no era la primera vez que la inventora sacaba pócimas raras dándoselas a beber al primero que encontrase, para colmo no importaba cuanto se los advirtiera, ellos seguían haciendo caso omiso a sus advertencias.
-Lo amenazaste con decírselo, verdad- dijo una picara rubia señalando enseguida al mayor de sus hijos.
-¡Anisina!- gritaba nuevamente el mazoku de tierra, que ya se le hacia raro tanta consideración por parte de su amiga de infancia.
-Un momento, entonces fue por eso- dijo esta vez Conrad.
-Ahora entiendo porque papá insistió en darme las mismas lecciones e ignoraba por completo cuando yo le advertía haberlas tomado ya- dijo en forma pensativa la joven princesa.
-Con razón Wolfram actuaba indiferente conmigo- dijo el rey más calmado.
-Es un alivio, no Shibuya- le decía su amigo perspicazmente.
-Debió pensar que estuvo pésimo- agrego Yozak.
-Si yo, ¡no, no es eso!, ¡Greta tápate las orejas!- le ordeno alarmado el moreno, a lo cual su hija solo giro sus ojos, pensando hasta cuando la vería como una niñita.
-Esto no afectara su embarazo- pregunto preocupado Conrad.
¿Embarazo?, poción, inventos, Yuri, él y Yuri, ¡un momento!, ¡ellos lo hicieron!, ¿Cómo, cuando, porque no lo recordaba? Se trataría de una broma.
-¡Cierto!, Gisela que pasara con el bebe- preguntaba angustiado el futuro padre, mientras la peli verde miraba con frustración a la colorida, quien de alguna forma se vería librada, nuevamente, de lo que había provocado.
-No lo se, al menos sabemos que no sirve para lo que fue creado-
-Que novedad-
-No tienen porque temer, las otras voluntarias están bien, inclusive uno dio a luz un lindo bebe en perfectas condiciones- dijo la inventora ante los preocupadas miradas, que solo hacían memoria, acaso no les dijo que el rubio fue el primero, quienes serian las otras victimas.
Antes de que cierto mazoku de tierra unido con un molesto Heika la mataran, aclaro que la madre era una yegua, lo cual no les hizo mucha gracia, pero con eso Gisela quedo tranquila, por lo cual los demás también.
-Muy bien, ahora solo deben recordar una cosa-
-Ya sabemos Gisela, no hacerlo enojar- dijo una castaña cansada de escuchar una y otra vez lo mismo.
-Hump- bufo Chery-sama que tenia el fetichismo de hacerle enojar, porque según ella, esto acrecentaba su belleza, haciéndolo ver mas mono de lo normal.
-Pobre Wolf, cuando lo recordara- se preguntaba el Heika con tristeza.
-No sabría decírselo, lo siento- contesto la medica.
-Deje de preocuparse Heika, le aseguro que Lord Mocoso recordara todo cuando llegue la hora- dijo ceremonioso su consejero.
-Si, cuando se parta de dolor y quiera matarte- agrego Murata con gracia.
-¿A que te refieres?- dijo asustado el moreno.
-Al parto Shibuya, a que más- le agrego.
Mientras tanto tras la puerta un joven mazoku sentía como la cólera iba en aumento con cada palabra que esa manada de idiotas decía, como se atrevían a insinuar tales cosas, para colmo en frente de su hija.
De todas formas, si lo hubieran hecho jamás lo habría olvidado, con o sin experimentos de por medio.
-¡Auch!-
Nuevamente sentía una leve molestia estomacal, sentía como algo se removía en sus entrañas, maldición estaba siendo sugestionado por esa parva de buenos para nada.
-Me pregunto como será el bebe-
Eso fue lo último que dijeron, porque entonces la puerta se abrió de par en par, con suma violencia, dejando ver a un demonio furioso que ya echaba fuego.
-Wolfram no puedes entrar así- le increpo Gunter que dio un gran salto de donde estaba al ver venir una bola de fuego.
-¡Que yo no estoy embarazado!- grito el demonio enrabiado, ante las nerviosas miradas de los presentes, sobre todo de una peli roja que se ocultaba sigilosamente tras un mazoku de tierra que le hacia el quite.
-Se termino la paz- decía en tono cansino un castaño que veía como su ahijado iba con su aun prometido a intentar de tranquilizarlo.
-Y comienza la diversión- decía un peli naranja, siendo secundado por un pícaro muchacho de cabellos azabaches que pensaba aprovechar los meses que venían por delante.
FIN
