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Navidades Blancas por Dark Elf

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Notas del fanfic:

Este breve fanfic está directamente inspirado en el talento gráfico de Psique, de modo que antes de nada, os conmino a echar un vistazo a sus fanarts. Seguro que no os arrepentiréis.

http://community.livejournal.com/parallel_thgts/684.html#cutid1

Navidades Blancas

Amane Misa y Yagami Light paseaban perezosa y silenciosamente, sin aparente rumbo fijo, rodeando la orilla de uno de los muchos cristalinos lagos que poblaban el afamado y cosmopolita parque conocido como Shinjuku Gyoen. El jardín lucía esplendoroso, si bien con una cualidad remotamente fantasmal en aquel preciso instante; los últimos rayos del atardecer acariciaban los rostros de la solitaria pareja y la gélida, liviana presencia de la nieve transfiguraba los conocidos contornos del paisaje en algo completamente nuevo.

La joven muchacha, no obstante, parecía más embebida en la reverencial contemplación del gallardo perfil de su novio, el cual permanecía sumido a su vez en sus propios pensamientos. Ella había aprendido a constatar este hecho gracias a la mera observación de sus ojos almendrados y duros, sin necesidad de reparar anteriormente en su obstinado silencio o en su taciturna actitud.

Y es que los expresivos ojos de Yagami se opacaban subrepticiamente en todas y cada una de esas ocasiones: como si se encontrasen anclados en alguna imagen o recuerdo del pasado remoto al que tan sólo se pudiera acceder mediante una absoluta introspección.

- ¿Light? ¿cariño?- la encantadora idol llamó suavemente por su nombre al joven, pero sin insistencia. Al no obtener respuesta alguna, se cercioró de que su caballero de brillante armadura se hallaba muy lejos de ella y de la mismísima tierra que pisaban sus pies, al menos por aquel momento. Misa suspiró con resignación y se limitó a estrecharse más apretadamente aún contra él, resuelta a esperar.

Porque los pensamientos del dios Kira estaban centrados, efectivamente, en la distante remembranza de una piel tan blanca como la nieve y tan fría al tacto como ésta, tal vez... pero que se derretía con idéntica, pasmosa facilidad bajo la inmisericorde calidez de las yemas de sus dedos.

Yagami invocó por un efímero momento aquella conocida presencia, tan familiar como detestable. Recordó aquel cuerpo deliberadamente ofrecido, flexible y dúctil, engañosamente poderoso si así deseaba mostrarse. Recordó la leve curva de sus muslos abiertos, el agitado compás de su respiración. El hermoso contraste entre la albura de su piel y la sangre derramada. La indescifrable sonrisa que acompañaba al insondable vacío de su mirada, como si encarnase una irrisoria parodia de la maldita Mona Lisa, y la cadena que pendía como un cordón umbilical entre ambos. Estrangulándoles. Condenándoles a un matrimonio ilícito cuya única salida viable era la muerte.

"Light-k..."

- Light, cielo, escúchame. Misa no quiere molestarte pero... hace frío y ya es hora de volver a casa. ¿No te apetece tomar algo caliente? A Misa sí, desde luego. No te puedes imaginar lo helada que se siente ahora mismo.

El aludido volvió a la realidad rápidamente gracias al infantil lamento y a las persistentes manos de la mujer jalándole con ternura, devolviéndole al presente. Y es que, después de todo, eso era lo que único que importaba, ¿no es cierto?

El hecho de que ellos, a diferencia de ese alguien, todavía pudieran contar con el presente... y si todo seguía según los designios planeados, con un glorioso futuro.

- Tienes razón, perdona mi descuido. ¿Te apetece tomar algo, entonces? Quizás podríamos salir a cenar fuera, ya que hacía tiempo que no íbamos a ninguna parte.

La hermosa muchacha respondió a la propuesta con un feroz y apasionado abrazo, rodeando el cuello del hombre entre sus delgados brazos y alzando las piernas en el aire, al tiempo que besaba con candor irresistible su mejilla. Kira pensó renuentemente que a veces, sólo en contadas y excepcionales ocasiones, la compañía de su cómplice y amante podía resultar francamente agradable.

El dios del Nuevo Mundo se inclinó hacia su actual consorte y buscó sus sedosos labios, devolviéndole el beso mientras la abrazaba también, sujetándola contra su cuerpo. Más tarde, ambos jóvenes se encaminaron de regreso al centro neurálgico  de la atestada capital nipona.

Yagami Light tuvo buen cuidado de no volver la vista hacia la inmaculada, límpida nieve ni una sola vez durante el resto de la velada.


Fin


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