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Cry por RsMoony

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Cry

Por RsMoony

El mundo parecía haber dejado de girar a su alrededor desde hace varias horas. Simplemente estaban él y su mente caótica dentro de la reducida y sucia habitación.

Simplemente él y el silencio.

…l y su pensamiento.

…l y su corazón roto.

Todo parecía haber sido un plan tramado con una meticulosa crueldad. ¿Para qué? Para verlo derrumbarse... Para ver el dolor detrás de esos magnéticos ojos plateados.

Para hacerlos sufrir a ambos, sabiendo que no habría otra salida y uno de los dos habría de partir.

La oscuridad tendía de nuevo su piadoso manto sobre él, tiñendo su suave piel del color de la derrota y dándole el consuelo que sólo la soledad puede dar: El sentimiento de que al menos ya no tienes nada que perder.

La ventana rota daba paso al frío viento de invierno, que, al mezclarse con su agonía, paralizaban el esbelto cuerpo haciéndole sentir unos repugnantes escalofríos y añorando con más ahínco el calor natural de esa amada criatura.

Los negros cabellos se pegaban a su frente, derramando un líquido semejante al que salía sin parar de las orbes grises, entristeciendo la estancia al punto de querer huir de aquel lugar tan lleno de recuerdos.

Recuerdos ahora sin importancia, ya que todo lo que siempre había vivido, soñado y anhelado estaba tirado en un rincón de su vida.

Sin nadie más que si mismo y una mente llena de desgracia.

¿Por qué?

¿Por qué el hecho de ser un Black traía consigo una gama de tontas y absurdas reglas?

¿Por qué tenía que usar esa máscara siempre ante el mundo?

¿Por qué esas despreciables barreras en torno suyo tendrían que estar siempre a su alrededor?

…¿Por qué?...

El oscuro sillón de cuero negro se hundió cuando el descansó todo su peso en ese mueble de tres plazas; para tratar de borrar esas memorias agrias y olvidar todo su pasado.

Todo se vio de repente nublado con una tosca manta de seda negra, oscureciendo todo y quitándole su brillo a la vida y su tan apreciada razón para vivir.

Su luz en la oscuridad.

Y todo por las reglas de la maldita sociedad.

-Tengo que verle… al menos para decir adiós. –Murmuró sin mucho ánimo, sentándose en el cómodo sillón y apoyando su rostro entre sus manos, dejando salir las últimas lágrimas que derramaría por ese día.

Todavía quedaban muchas noches en las que tendría toda la libertad para liberar las lágrimas amargas que pugnan por salir y saciar su inevitable deseo de expresar lo que en ese momento sentía: El dolor más puro que pudiese existir.

Luego, lentamente, con ese cansancio que caracteriza cuando haz llorado hasta no poder más, se levantó del sillón y abandonó la raquítica habitación, dejándola tal y como estaba cuando él había entrado.
Cry

Por RsMoony

El mundo parecía haber dejado de girar a su alrededor desde hace varias horas. Simplemente estaban él y su mente caótica dentro de la reducida y sucia habitación.

Simplemente él y el silencio.

…l y su pensamiento.

…l y su corazón roto.

Todo parecía haber sido un plan tramado con una meticulosa crueldad. ¿Para qué? Para verlo derrumbarse... Para ver el dolor detrás de esos magnéticos ojos plateados.

Para hacerlos sufrir a ambos, sabiendo que no habría otra salida y uno de los dos habría de partir.

La oscuridad tendía de nuevo su piadoso manto sobre él, tiñendo su suave piel del color de la derrota y dándole el consuelo que sólo la soledad puede dar: El sentimiento de que al menos ya no tienes nada que perder.

La ventana rota daba paso al frío viento de invierno, que, al mezclarse con su agonía, paralizaban el esbelto cuerpo haciéndole sentir unos repugnantes escalofríos y añorando con más ahínco el calor natural de esa amada criatura.

Los negros cabellos se pegaban a su frente, derramando un líquido semejante al que salía sin parar de las orbes grises, entristeciendo la estancia al punto de querer huir de aquel lugar tan lleno de recuerdos.

Recuerdos ahora sin importancia, ya que todo lo que siempre había vivido, soñado y anhelado estaba tirado en un rincón de su vida.

Sin nadie más que si mismo y una mente llena de desgracia.

¿Por qué?

¿Por qué el hecho de ser un Black traía consigo una gama de tontas y absurdas reglas?

¿Por qué tenía que usar esa máscara siempre ante el mundo?

¿Por qué esas despreciables barreras en torno suyo tendrían que estar siempre a su alrededor?

…¿Por qué?...

El oscuro sillón de cuero negro se hundió cuando el descansó todo su peso en ese mueble de tres plazas; para tratar de borrar esas memorias agrias y olvidar todo su pasado.

Todo se vio de repente nublado con una tosca manta de seda negra, oscureciendo todo y quitándole su brillo a la vida y su tan apreciada razón para vivir.

Su luz en la oscuridad.

Y todo por las reglas de la maldita sociedad.

-Tengo que verle… al menos para decir adiós. –Murmuró sin mucho ánimo, sentándose en el cómodo sillón y apoyando su rostro entre sus manos, dejando salir las últimas lágrimas que derramaría por ese día.

Todavía quedaban muchas noches en las que tendría toda la libertad para liberar las lágrimas amargas que pugnan por salir y saciar su inevitable deseo de expresar lo que en ese momento sentía: El dolor más puro que pudiese existir.

Luego, lentamente, con ese cansancio que caracteriza cuando haz llorado hasta no poder más, se levantó del sillón y abandonó la raquítica habitación, dejándola tal y como estaba cuando él había entrado.

Vacía.

-

Caminó despacio, sin prisa alguna, deseando en lo más profundo de su ser no llegar nunca a su destino. No tener que afrontar esos amados ojos, en los que con una total seguridad encontraría el mismo dolor que atormentaba su alma.

Las calles vacías por las altas horas no hacían más que agregar pesar a ese corazón abrumado, derrotado… confundido.

Tristemente elevó la mirada al imponente edificio que se alzaba frente a él.

Recordándole su pequeñez.

Y su dolor.

Número siente de Godric’s Valley.

Hogar de los Potter.

De su amante.

De su amor perdido.


Sin más, tocó el aldabón de plata, que simulaba ser un águila preparándose para el vuelo, prendado a la puerta de roble, con la finura acostumbrada de la acaudalada familia.

Tocó y una sonora campanada resonó en el interior del recinto, para después la puerta abrirse con suavidad revelando la figura del menor de los Potter.

Y luego, quedando bajo el encanto de esos amados ojos, un susurro mudo brotó de sus labios, diciendo todo lo que había pasado esa tarde, revelando lo que dominaba en su mente. El nombre de su amante.

-…James…

El chico lo miró durante largo tiempo, tratando de suavizar la abundante agonía y tensión que bailaba en torno a ellos, hasta que se lanzó en brazos de Black, sollozando sin control al saber que no quedaba más que una salida para todo. Sirius… él simplemente rodeó la pequeña figura entre sus brazos, tratando desesperadamente de que no se desvaneciera jamás. De que no lo apartaran de su lado.

-… No sabes cuando desearía… que todo esto no estuviera pasando, James… -murmuró con voz ronca entre los cabellos azabache de su amante, aspirando por última vez esa amada fragancia que desprendía el chico. Dulce… y suave, tal como él.

-Yo no quiero, Sirius… -Levantó la mirada, clavando sus ojos en los plateados del otro, dándole con este gesto veracidad a sus palabras y permitiéndole admirar ese brillo opaco que inundaba los ojos del chico frente a él, brillo que nacía en un dolor infinito-…no quiero.

-Lo sé.

-No quiero que te vayas.

-Lo sé, James.

¡Maldita sea¿No puedes decir otra cosa‚?No te duele! …-calló.-… Hace tiempo que me duele pensar todo esto…

Sirius sonrió débilmente.

-Me duele, si, y desearía con todas mis fuerzas que esto no estuviese pasando, James. Pero… ¿Qué puedo hacer yo? Tus padres lo dijeron: No debía ser así.

-Pero ellos no entienden… -susurró Potter enterrando el rostro en el cálido pecho de Sirius, mojando la camisa de este con sus lágrimas. Sirius abrazó aún más el cuerpo contra sí, dándole toda la seguridad que en ese momento podía brindar.

-No entienden. –suavizó la voz a tal extremo que se convirtió en susurro- …pero yo entiendo, James. Sé que esto es lo mejor para ti, ya verás. Con el tiempo vas a recordar esto como… como un recuerdo más, sin importancia. No importa cuanto tiempo pase, James, no importa. Yo te esperaré por siempre. Shht, tranquilo… -dijo tranquilamente al chico que lloraba con tal desesperación en su pecho que resultaba francamente angustiosa-… siempre voy a estar ahí. No llores, cariño, no valgo la pena.

Hundió el rostro en los suaves cabellos del moreno y unas lágrimas rebeldes se escaparon de sus ojos, diciendo lo que trataba de ocultar.

Su alma estaba llorando junto con él.

-Vamos, sé fuerte. ¿No querrás que Lily te vea así, cierto? … -los sollozos continuaron- … no, claro que no. No llores, James… –susurró, levantándole el rostro para poder perderse en los ojos marrones por una última vez- ... Me duele verte así.

¡No quiero casarme, maldita sea! –Gritó en un alarido lleno de la angustia y desesperación¡No quiero casarme con ella!

Sirius sonrió tristemente.

-Yo tampoco quiero que te cases, lo sabes bien. Pero¿Qué podemos hacer?

Vacilante, con el labio inferior temblándole violentamente, James balbuceó. –Tal vez podamos irnos, Sirius. No me importaría perderlo todo si te puedo tener a ti… o quizás… quizás…

¿Lo ves- interrumpió- no hay modo.

-Pero yo…

¡No insistas¡No digas nada! –Rugió Black¡No lo hagas más difícil, con un demonio!

James tembló, encogiéndose. Bajó la vista al suelo, derramando unas cuantas lágrimas. En ese momento odió el temperamento explosivo de Sirius. Y este, al ver lo que había causado, se acercó a él y lo besó dulcemente, dejando que las lágrimas fluyeran sin más.

-Perdóname. –dijo, sin despegar sus labios de los color escarlata de James. Mirando con amor los ojos café de Potter.

Silencio. Los rayos solares comenzaban a asomarse por en horizonte, dando a entender que pronto habría que partir.

Después, susurró con tristeza -Te quiero, Sirius.

Y el otro, al escuchar estas palabras que sabía por última vez estarían dirigidas a él, sintió su corazón vibrar y besó con desesperación los carnosos labios.

¡James! –exclamó con voz débil y temblorosa. –Te quiero tanto… no quiero que te cases. –Sin vergüenza alguna dejó correr las lágrimas como nunca en su vida, llorando por él y por su destino.

Por James.

Tomó ambas manos de este y las mantuvo entre las suyas, grabando para siempre el tacto con estas y el calor de esa piel.

Y, besándolo por última vez, partió de allí, para no volver en algún tiempo.

Para esperar que las heridas cicatrizasen.

Para curar su corazón roto.

Y cuando su figura comenzaba a perderse entre luces doradas y escarlatas, un alarido de dolor brotó de la garganta, seguidos de incontables sollozos que no pararían de surgir durante días.

En una escala de memorias, una expresión herida necesita mucho amor para curar. Un corazón como este es muy pequeño, pero sabes que habría dado todo por estar contigo.

…Todavía sigo pensando en ti cada vez que las estaciones pasan...

Sigo soñando que un día volveremos a estar unidos. Sueño y vuelo más alto que cualquiera, cerca del cielo. Junto a ti.

Dicen que las mentes jóvenes ven la rivalidad en el corazón humano.

¡De modo que yo no quiero ver nada!

¡Nada!


-

Para el Día del Amor y la Amistad.

Lyrics: Niji.

XIII-II-MMV

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