Let it go.
By RsMoony
Yo... quiero ser. Quiero sentir lo que sé que nunca fue real. Quiero dejar atrás todo el dolor que he sentido por tanto tiempo. Borrarlo hasta que desaparezca. Quiero sentir que estoy cerca de algo real. Quiero sentir aquello por lo que he esperado tanto. Quiero saber cual es el lugar al que pertenezco...
“No me culpes”
Miró a su alrededor y sonrió tristemente.
“No me conoces....No sabes como soy...”
-No debiste hacerlo- terminó en un susurro.
Oh, como odiaba ser así. Rodeado de multitudes. Completamente solo. Su sonrisa era cada vez más difícil de ver y su risa cada vez se volvía más vacía. Pero seguía siendo el. Todavía muchos chicos querían estar con el. Y la razón era... ¿Su belleza? ¿Su forma de ser? O... ¿Su apellido? Probablemente era eso. Todos sabían que la fortuna de su familia era inmensa. Cualquiera con el apellido Black era inmensamente rico. Tanto, que bien podría mantener a un país pequeño sin problemas.
“Yo te quiero... pero... ¿Sabes? Me es difícil decírtelo si solo se que te haré mas daño... Dicen que me amas. Me lo haz demostrado...y... yo también te quiero... pero... no puedo...”
No lo haría. No arrastraría a un ángel con el. No lo haría vivir su condena. El era demasiado inocente como para saber cada pensamiento que cruzaba su mente. No debía saber que cada vez era más difícil superar la depresión. Superar las ansias de tomar un cuchillo y matarse ahí mismo. No importaba ser dramático. A veces no es fácil vivir en una completa obscuridad, sin más consuelo que el pensamiento de que no podrías estar peor y que ya nada se puede perder. Dolía. Dolía saber que estaría siempre solo. Que nunca podría estar realmente con el. No de la forma en la que el quería.
“Y que tu también quieres...”
Le era difícil superar esto. Cada mañana veía la mirada triste que le dirigía, esperando recibir algo mas que una sonrisa vacía.
Una mirada distante.
Una simple caricia.
“Dices que mis palabras están vacías. Dices que no tengo corazón... Que no me importa.”
Apoyó sus codos en la mesa, tomando su cabeza entre sus manos. Oh, era un imbecil.
“Nunca quise hacerte llorar”
Recordó aquella vez. Cuando el le había dicho lo que sentía por el. Amor. Había dicho que le amaba. Lo recordaba.
-¿Me amas? ¿A mi, o a mi fortuna?- había contestado, deseoso de que todo terminara pronto. Debía parecer frío pero por dentro, se sentía destrozado. Completamente estúpido. Estaba alejando aquello que más quería. Pero no quería envenenar su mente. Solo le habría hecho llorar.
“Lo hice de cualquier forma”
Y lo vio derrumbarse frente a el. Sus ojos se humedecieron y lo miró. Esos ojos inundados de lágrimas quedaron grabados por siempre en su memoria. Serían un vivo recuerdo de lo que nunca pudo tener. De lo que perdió ese día.
Pero después de todo, eso fue lo mejor. El no debería estar con el. No debería contaminarlo. El era putrefacto. Inmundo. Despreciable.
“Jamás condenaría a un ángel”
Le perdonó. A pesar de toda la tortura que le causo, le perdonó. Dijo que no importaba, el estaría ahí. Pero ahora una sombra nublaba sus ojos. Ya no brillaban como antes. Y sonreía...
“Te fallé de nuevo. Te hice pensar que todo estaba bien.”
-Nada lo está- murmuró para si.- Nunca nada va a estar bien.
Miró hacia la ventana, hipnotizado por la noche. No había dormido en más de una semana.
“Mi cama se ha vuelto un ataúd... llevo muerto más de tres meses.”
¿Y sabes que? Ya no importaba. No quería estar en un mundo en el que para el era imposible amar. Le era difícil, es verdad. Y lo peor era saberlo. Podía estar sin darse cuenta, viviendo una mentira, pero... un día lo supo y algo dentro de el estalló en mil pedazos.
“Odio no poder amarte, por más que lo intento. Odio no poder demostrarte todo lo que llevo dentro. Odio saber que nunca podré decirte todo lo que pienso. Todo lo que soy. ¿Sabes qué es lo que detesto más? Odio que me ames”
No podía. Por más que trataba, no podía. ¿Alguna vez has tratado de amar sin siquiera creer en el amor? ¿De sonreír cuando quieres llorar? De callar cuando quieres gritar...
Odio que me veas cada día, sonriendo a pesar de todo. Odio que me mires...
No puedo demostrarte lo que siento, siempre lo he ocultado. Nunca he podido ser real con los demás. Tengo miedo de que cuando sepan como soy, se alejen. Pero bueno, digamos que mis manías suicidas y obsesión por la obscuridad no es muy normal.
Aún con la cabeza sostenida por sus manos, suspiró. Y trató de retener las lágrimas que se acumulaban en sus ojos. Trató de no llorar.
“A veces quisiera dejar de sentir... a veces... quisiera que... no estuviera”
Gritó. Un alarido de angustia escapó por su boca, liberando algo del inmenso terror que sentía. Liberando algo del dolor... de la frustración. De la impotencia... Lágrimas que caían libremente humedecían la fina mesa de caoba frente a el. Las lágrimas le eran ahora tan familiares...
“¿¡Por qué nadie puede ver las heridas?! Quiero que ahora me escuches. Quiero que sepas, que cuando todo comenzó, no tenía nada que decir. Pero ahora... quiero dejar de ser... Quiero dejar de existir... ”
Ya nada vale la pena. Ahora es mejor dejar de luchar. Además.... No sé por lo que estoy luchando. ¿Por algo que nunca tendré? Yo lucho por algo que sé que nunca fue real. Lucho porque quiero ser alguien...
Odio que me ames, James Potter.
Pero sobre todo...
Me odio a mi mismo.
X-XXIX-MMIV