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Novia a la fuerza por Gothic Kitty

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Notas del fanfic:

Pasaron tres años desde que subí "Blancos sentimientos", siempre me sentí muy contenta con la aceptación que tuvo ese fic aquí y este año tocaba cerrarlo con la continuación, un tanto más light, de esa historia.

La idea surgió a partir de esta imágen:

Que pueden ver en la galería de: Dakkar-H en DA. Tiene muy buenos dibujos, así que por favor pasen =).

Notas del capitulo:

Creo que no me queda nada más por decir =), ¡feliz año nuevo para todos! Muchas gracias por siempre recibirme con los brazos abiertos por aquí, jaja.

¡A leer!

 

Novia a la Fuerza

 

Un aroma a flores fue el culpable de su buen humor al despertarse aquella mañana. Llegaba desde la ventana abierta, hasta la cama en la que todavía remoloneaba. Por suerte, ese día no tenía que salir en ninguna misión, cosa que agradecía hasta cierto punto. Mientras lo pensaba, le extrañó que la tirana de su sensei[1] no la hubiera mandado a hacer algún extraño recado solo por molestarla. Sakura frunció el ceño cuando otra idea respondió a su pregunta: Tsunade sabía muy bien, que quedarse libre en su cumpleaños era, tal vez, lo que más la iba a torturar.

 

El Hanami[2] de ese año caía en un día diferente —también tuvo que agradecer por eso—. Habían vuelto a pasar los meses y su cumpleaños al fin había llegado, pero, como ocurría desde hacía ya varias oportunidades, la idea no la alegró demasiado.

No es que a Sakura le molestara cumplir años; no era del tipo de chicas que se enoja cuando le preguntan la edad o esas cosas demasiado femeninas que a veces le daban dolor de cabeza. La única excepción a esto, era cuando Naruto se atrevía a hablar de... bueno. Lo que se puede decir al respecto, es que el joven shinobi no solía salir muy bien parado después de eso.

A Sakura no le molestaba que su edad aumentara, y tampoco es que le faltara compañía con quién pasar el día. Era ésa seguramente, la razón de que mirara el reloj tan insistentemente, en ese momento, mientras se cepillaba los dientes.

 

«¿A qué hora vendrán?» se preguntó mientras escupía la espuma blanca y mentolada que se había formado en su boca y se llevaba un poco de agua para enjuagarse. El año pasado la habían sorprendido a las siete de la mañana, gritándole —sólo uno— un «¡Feliz cumpleaños, Sakura-chyaan!» que a parte de hacerla saltar de entre las sábanas, casi la deja sorda de por vida. Así le había ido a Naruto, también, ese día. Y eso fue el año pasado, pero cada año, desde ese día en que ella se enteró de que Sasuke y él estaban saliendo juntos, los dos —por no decir que era el Uzumaki el que arrastraba a su novio— se habían propuesto festejar su cumpleaños con ella, como si fueran sus novios. LOS DOS. Había veces, cuando decidían que la sorpresa debía ser a la noche, que hasta venían engalanados con sendos trajes oscuros y de etiqueta —que no sabía de dónde sacaban porque sólo eran visibles en las revistas de moda que había en la peluquería— y la llevaban a comer a fuera. Sino fuera porque ella formaba parte del extraño cuadro, no sabría si reír o llorar. Aunque, de verdad, no sabía si reír y llorar. El gesto de sus amigos, le encantaba, pero había momentos en los que...

Tiró la toalla en el cesto de la ropa sucia y salió del baño.

 

Una de esas veces, en la que salieron de noche —con los trajes y todo, para su peor pesadilla—, la llevaron a comer a un lugar por demás caro. La cena había empezado con unas flores que le había entregado Sasuke —coartado seguramente por su novio, la joven estaba segura de eso— y la estaba pasando muy bien hasta que el dobe[3] de su amigo, no acostumbrado a usar corbata, la había metido hasta el fondo de su plato de consomé pasando la pequeña tela naranja a un marrón de dudoso color. Ahí mismo, y olvidándose de los comensales, había gritado un «¡¡Kuso!![4]» que al parecer de ella, se debió escuchar hasta las puertas de Konoha. Y no contento con eso, se había levantado de un salto con la mala suerte de que una mujer tuvo la misma idea y lo empujó de vuelta a su mesa, cayendo de lleno sobre la infusión caliente de su plato. Obviamente que los terminaron por echar del restaurante. Y prohibida la entrada para toda la vida. Y para cualquier descendiente.

 

Sakura puso a calentar el agua para el té y se sentó en la mesada viendo hacia el pequeño jardín que tenía delante de su casa. Las flores se encontraban ya en todo su esplendor, como si el invierno nunca hubiera azotado contra sus tallos no mucho tiempo atrás. El azul de unos pétalos que se mezclaban con el blanco de unas orquídeas le recordó muchísimo a esa noche. Los tres habían terminando caminando por el medio de la desierta calle. Estaba un poco fresco, y ella sólo tenía su vestido y el ramo de flores que le habían regalado. Sasuke no hablaba, pero se notaba lo enojado que estaba con Naruto, y éste también estaba callado, mezcla de la vergüenza y su tozudez que le impedía siquiera disculparse. La piel comenzó a erizársele cuando algo cálido fue colocado contra sus hombros. Sakura había alzado la vista y contraluz, bajo el hermoso cielo azul de esa noche, había visto la pequeña sonrisa torcida de Sasuke. Y entonces, como si todo hubiera estado siempre bien, Naruto se había disculpado con ella, el Uchiha lo había regañado y los tres habían reído, como si volvieran a ser aquél equipo siete de antaño. Habían hablado, gritado, saltado, en la euforia que da la alegría, casi amodorrados. Y en un momento, Sakura se había percatado de algo que se le había escapado de la vista. Sus amigos, andaban tomados de la mano, sin dejarla de lado, pero a la vez como si estuvieran a millones de kilómetros de distancia. Ella estaba sola.

 

Ella entendía que ellos no lo hacían con mala intención, y que a veces el amor que sentían escapaba al tiempo y al entendimiento y era demostrado con pequeños gestos que otros ojos tal vez no notaran. Pero Sakura lo sabía, y a veces dolía. Una pequeña puntada, minúscula en comparación al dolor que sintió la primera vez que los vio besarse, pero que seguía allí. Otra cosa de la que estaba segura, era que la angustia que sentía, no eran celos. Sasuke y Naruto la querían muchísimo y se lo demostraban cada vez que podían —a veces con demasiado entusiasmo, como quedaba a descubierto el empeño con el que la obligaban a pasar el día de su cumpleaños con ellos—. Y ella también había superado el enamoramiento que había sufrido, quedando en reminiscencia un cariño por demás puro que la acompañaba día a día y que la alegraba siempre que estaba con ellos. Pero sí, estaba sola. Nunca había conocido a alguien que fuera capaz de superar esas expectativas que tanto Sasuke y Naruto habían creado en su corazón y que crecían, con cada nuevo pedacito de esa vida amorosa y secreta de la que sólo sus ojos eran testigos. Los pequeños besos; las risas demasiado cercanas al oído, la forma en la que se apoyaban el uno en el otro mientras caminaban. Las sonrisas de Sasuke, que ahora eran muchas y casi nunca se desvanecían de su rostro. Las caricias, los toques entre los dedos que parecían infinitas. Cosas ínfimas que a Sakura le parecían tan hermosas como inalcanzables. A veces —pensó alguna vez— le gustaría haberse podido poner en la piel de alguno de ellos, para poder vivirlo y sentirlo como propio y no sólo como un espectador.

 

¡¡Sakura-chyaaan, ya estamos aquí!!

 

La voz de su amigo casi le hace soltar la taza que sostenía entre sus manos. Aprovechando que estaba sola, maldijo todo lo que quiso la manera siempre tan explosiva y sorpresiva que tenía Naruto de hacer todo. Al final, pensó Sakura, había hecho bien en levantarse temprano esa mañana. Dadas las circunstancias, era lo mejor que podía hacer.

 

Se ajustó un poco más la camisa que llevaba puesta y se bajó de la mesada yendo hacia donde los gritos de su amigo, parecían capaces de despertar a todo el vecindario. Tenía que reconocer que la prenda era bastante cómoda a pesar de lo demasiado formal que parecía cuando se encontraba rodeada de velas y utensilios que estaba segura que nunca sabría usar. Sin embargo, también podía ser una prenda muy sexy. Las mejillas se le encendieron.

 

¡Uruseeh![5] —rumió Sakura mientras habría la puerta. Sasuke y Naruto, se sorprendieron al verla portando solamente esa camisa blanca de hombre que le quedaba visiblemente grande y le llegaba hasta la mitad de los muslos.

 

—¿Sakura… chan? —preguntó extrañado Naruto— ¿qué haces vestida así?

 

El rostro de Sakura volvió a encenderse aún más ante la pregunta, por demás lanzada, que le había hecho Naruto. Pero cuidó de reponerse antes de ser arrastrada por la personalidad hiperactiva de su amigo.

 

—No sabía cuándo vendrían así que me puse… lo primero que encontré.

 

Había dudado, pero por la sonrisa que dio Sasuke, él había sido el único en darse cuenta de lo que realmente pasaba ahí.

 

—Nee, Sakura-chyan, si sabías que vendríamos tendrías que haberte preparado, ¡el día está estupendo y para hoy…!

 

Sakura lo cortó.

 

—Hoy me quedo aquí en mi casa. A menos que los planes cambien —dijo repensándolo. Naruto todavía seguía con la boca abierta, siendo por una vez el sorprendido más que el que sorprende.

 

—¿Eh? Pero…

 

—Pero nada. Hoy lo lamento chicos, pero tengo otros planes.

 

—¿Y te vas a quedar sola aquí? —Naruto a pesar de la edad, no escatimó recursos cuando realizó un puchero, al cual sabía que Sakura era débil. Habría surtido efecto, si unas manos no se hubieran colocado en su cintura con una familiaridad que ella sólo había visto en los gestos cariñosos que tenían sus amigos entre ellos.

 

—No se quedará sola, Naruto-kun —le escuchó decir Sakura, a la persona que ahora la tomaba desde atrás. El suave aliento a dulces de dango, se le empastaba en la nariz, mezclado con el aroma a flores que venía de su jardín—, hoy Sakura es mía.

 

—¡S-sai! —gritó Naruto, señalándolo con su mano extendida como sin creérselo—. ¿¡Cómo te atreviste!?

 

Los alaridos de su amigo no la tomaron por sorpresa en absoluto, y todavía se felicitaba por haberse levantado temprano, porque no sabía qué podría haber ocurrido si Naruto entraba a su recámara y la encontraba dormitando en los brazos de Sai. Su novio debía estar pensando lo mismo, y casi podía verle la sonrisa de zorro a pesar de estar dándole la espalda.

 

Cómo explicarle a Naruto que había encontrado en Sai lo que él en Sasuke. Cómo explicarle que ahora podía sentir todo aquello que él debía sentir también, con solo rozar un dedo de su novio. Era imposible. Y Sasuke lo sabía.

 

—Vamos, dobe, deja de comportarte como un padre celoso —le dijo, empujándolo hacia fuera.

 

—¡Pero es que lo soy! ¡acaban de robarme a mi hija! —Sakura tuvo que reconocer que era muy gracioso ver a Sasuke arrastrando a Naruto mientras éste se contorsionaba exageradamente, con su voz rota.

 

—Vamos, vamos —Sasuke rodó los ojos, sin prestarle atención a todo lo que decía su novio—. Disfruten el día —Sakura le sonrió agradecida, pero fue como cantar victoria demasiado temprano—, el de mañana es nuestro.

 

Con los ojos como platos, Sakura pensó que Sasuke también era como un padre celoso. ¡Tarde es que se había dado cuenta! Ahora a vivir con las consecuencias.

 

Pero por lo menos, todo volvía a estar en su lugar. Y ya no era más, la novia a la fuerza.

 


[1] Maestra

[2] ‘Contemplación del Cerezo en flor’, generalmente se da a finales de Marzo o principios de Abril.

[3] Tonto, torpe, etc.

[4] ¡Mierda!

[5] ¡Ruidoso! También se puede interpretar como un ¡Cállate!

Notas finales:

Espero les haya gustado este pequeño regalito =). Pasenla hermoso el viernes y nos veremos el año que viene XD.


¡Saludos!


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