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You are my Distress, I am your Coma por Lovely Paranoid

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Notas del capitulo:

Es el primer fic que hago yaoi y aquí en esta página, espero les guste.

 

Capítulo I

 

 

Ebrio para ti.

 

 

 

Con los ojos cerrados y la boca abierta a la perfección para que así las moscas entraran en su boca, el moreno cargó a su amigo y compañero de universidad, arrastrando sus pies y los de él para andar los pocos metros que quedaban desde el piso a la puerta de su apartamento.

No era novedad verle en aquel estado de…coma etílico como le dijo una vez.

¿Cuándo iría a cambiar? Vaya uno a saber…

-Takashima Kouyo-Le llamó por su nombre de pila para ver si algo podía hacer para hacerle reaccionar-violaré tu espacio personal y te registraré para ver donde mierda guardas las llaves.

Y así, el pelinegro, libró una de sus manos para así poder registrar entre los ajustados jeans gastados que llevaba su amigo.

Entre los bolsillos no encontró más que papeles de boletas de licor y cigarrillos, pero…se recordó que la pequeña llave siempre la había guardado en el bolsillo trasero, porque, según él, allí nunca se le perdería.

Fantástico, pensó el moreno mientras alargaba su mano hasta su bien formado trasero para buscar la diminuta llave plateada para así abrirle el maldito apartamento y dejarlo sano y salvo en su lugar.

-Algo me toquetea el trasero-Balbuceó el castaño al borde de la inconciencia.

-No soy algo-Recalcó su amigo quitando las manos con la pequeña llave entre sus dedos.

-Bueno, alguien me toca el trasero.

Frunciendo el entrecejo al verlo reír, Yuu le dedicó una mirada taciturna a su ebrio amigo…Desde hace un par de meses, desde que su antigua novia lo dejó, había comenzado a beber más de lo necesario.

Había intentado animarlo de todas las formas habidas y por haber, pero ninguna había cobrado tanta efectividad como lo sucedido ente el alcohol y él…

-Abre la maldita puerta-Exigió el castaño alargando una mano para tomar su delgada muñeca entre sus dedos, quizás, en un pobre intento para zamarrearle, pero con lo alcoholizado que estaba, muy poca cosa podía resultar frente a su acompañante quien lucía completamente lucido.

El tacto frío de las manos de Shima le resultó escalofriante. Jamás estuvo muy acostumbrado al excesivo contacto físico entre los hombres…

-Ya voy…-Murmuró mientras encajaba la llave en la cerradura y la daba vuelta para luego empujar la puerta con el codo para así poder arrastrar el cuerpo delgado de su amigo.

Al entrar al limpio y desocupado espacio residencial de Uruha-nombre dado desde que ambos compartían puesto en su periodo escolar-, el moreno lo acarreó rápidamente hasta el sofá y allí lo tiró, literalmente, para luego echarse a su lado, en el suelo, a descansar sus adoloridos músculos, puesto que, ¡No es nada fácil cargar a una persona por…muchas calles seguidas! Si tan sólo no hubiese sido tan testarudo en negarse dejar llevar por su novia, Chizuru, en su auto…

Chizuru, la novia de Yuu desde hace un par de meses relativamente, era una chica castaña, bajita y de una amplia sonrisa radiante. La había conocido, gracias a la ex novia de Shima y desde ese entonces, él no logró despegarse de Chizu.

-Tengo sed-Suspiró Uru desde el sofá, con el cuerpo enredado y los brazos colgando a la altura de la nariz de Aoi-nombre dado por su castaño amigo en la misma época en la que él consiguió el suyo al verlo ir a clases de azul tres días seguidos-¿Podrías traerme algo de beber? Creo que hay cerveza en…

-¡OLVIDALO!-Gritó el pelinegro antes de poder darse cuenta de ello-ya estás por reventar tu hígado… ¿Acaso soy el único que piensa en ti?

Los labios de Takashima se curvaron, por lo que, fastidiado Yuu, se dirigió a la cocina por un vaso decente de agua.

El castaño conocía a Aoi desde que podía recordarlo, ¡Con su mal carácter y todo! Recordaba perfectamente cuando se peleaba con medio mundo, con quienes acosaban a Shima en los primeros años, con los demás compañeros de salón, con los maestros, con los agentes de limpieza…El pelinegro peleaba hasta con el espejo del baño…Pero era divertido verlo enojado, porque sólo él sabía la forma de calmarlo cuando comenzaba a gritar o alterarse, él era quien corría a su lado, a reírse tranquilamente, para tomar sus engrifados puños y bajarlos, para susurrarle al oído que no hacía falta pelear, que respirara hondo y se calmara, para así, caminar lejos del conflicto y terminar en paz.

Sonrió, de la misma forma, con sus perfectos labios curvados en las esquinas para luego enseñar los dientes al reírse.

-¿Qué te trae tan risueño?-Interrogó el moreno al llegar con un vaso de agua para él.

Lo miró directo a los ojos cuando tomó el vaso de agua y consiguió tocar su mano con las suyas.

-Nada; Cosas de ebrios.

Yuu rodó los ojos y lo movió para así poder sentarse a su lado en el sofá.

-¿Puedo quedarme aquí esta noche?-Preguntó sin más, como si fuese algo común.

Evidentemente ya no tenía ganas de ir a la casa de Chizuru, seguramente sus padres-ya que ella un vivía con ellos-lo mirarían de una manera espantosa al verlo llegar a las cuatro de la mañana por ella. Y su propio departamento no era una opción.

-Sabes que si-Respondió a su lado Uruha, hundiéndose de hombros luego de beber un sorbo de agua de grifo.

-Yo voy a buscar las frazadas, tú con suerte te mueves-Dijo regalándole una encantadora sonrisa torcida-además, me sé el camino.

Como resultado, Shima rió y se levantó con el vaso en la mano, aun algo mareado, para dirigirse a su amada cama. Seguro tendría una horrenda resaca por la mañana, pero eran los gajes del oficio.

Uruha vio como Aoi se encaminaba rumbo al cuarto del closet donde guardaba las sábanas y las toallas para quedarse con la mirada clavada en su espalda.

Siempre era así, sólo podía limitarse a observar, a ahogar sus penas en alcohol y ver como la inocente Chizuru se lo comía a besos…

Si tan sólo hubiese evitado que ellos dos se conocieran…Si tan sólo no hubiese sido lo suficientemente estúpido como para negar su amor e intentar ser normal y amar a una mujer como cualquier hombre….¿Qué de malo tiene sentir afecto por otro hombre? Si lo suyo es genuino y de verdad ¿Qué de malo tiene? ¿Por qué se siente tan mal verlo a él abrazarla a ella como a él le gustaría que lo abrazasen?

Uruha continuó caminando, mareado y con síntomas de desmayo, quizás por el exceso de alcohol.

-¡Uruha! No tienes ninguna sábana limpia-gritó él desde el cuarto.

-¿No? Creí…oh…espera…Creo que no saqué la ropa del canasto, pensé haber lavado…

-“Pensé”-Repitió tras un suspiro-No podré quedarme, no quiero dormir completamente descubierto en el sofá.

¿Se iría?

La sola idea le trajo un sentimiento de opresión al pecho, como si le estuviesen arrebatando alguna parte de su cuerpo.

-No…Te puedo pasar alguna de las mías, duermo como con cuatro.

El moreno sopesó la idea y luego de cerrar los ojos y reírse comentó:

-¿No quieres dormir sólo hoy?

Su sonrisa, limpia y bella… ¡Eran tan diferentes a su personalidad desastrosa! Rió, sólo alguien como él podía enamorarse de alguien como Aoi…bueno, sin contar a su novia, y a su ex novia…y a la que venía antes de esa…

Ahora que lo piensa, nunca le afectaron sus otras novias como lo ha hecho ahora Chizuru; será quizás porque jamás lo ha visto tan prendado de una chica como lo está ahora con ella…

-¿Sucede algo?

De pronto, mientras él se sujetaba del borde del quicio que daba para entrar a la cocina, Aoi se acercó para mirarle detalladamente.

Uruha se quedó suspendido en su oscura mirada, tan negra como el cielo nocturno, y tan profunda como el océano…

Quiso robarse aquellos ojos y aquella mueca de preocupación y guardarla egoístamente sólo para él.

Pero le sería imposible.

Más que imposible.

-Ven, vamos a tu cama.

Aoi pasó el brazo de su compañero por su espalda y lo sujetó con la otra mano, para así acarrearlo a su cama.

Podía ver que aún se sonreía como colegiala enamorada, lo que desató un mar de risas estridentes las cuales llegaron a inundarse y atropellarse en el oído del castaño.

Por una parte, era divertido verlo ebrio, porque nunca dejaba de sorprenderse de las cosas que le decía cuando lo estaba.

-Aoi…-Suspiró Uru mientras deslizaba una de sus manos, la que estaba por el costado derecho, hasta tocar el brazo descubierto de su amigo-quédate conmigo.

-Me quedaré-Replicó.

-Gracias…

Si tan sólo supiera el significado verdadero de esas acongojadas palabras…

Yuu entró junto a él al cuarto y lo recostó amablemente para luego registrar entre sus cosas para así sacar su pijama.

Se carcajeó de una manera irresistible-no podía evitarlo cada vez que lo veía-cuando vio su pijama amarillo con patitos doblado en la cajonera.

-Ten-Le dijo entregándole la pieza de ropa doblada-, no te preocupes, ahí veo como me duermo por ahí. Quizás vea algo de tele…tu sólo desalcoholizate y descansa.

Él le vio intentando abandonar la habitación.

La sola idea le resultó horrenda…

Nuevamente él se iba dejándole allí, solo, con las manos llenas de todos los sentimientos palpables que no había conseguido dejar escapar de su pecho…

-¡Espera!

-¿Qué quieres ahora?

Su sonrisa torcida y sus ojos brillantes y expectantes…

-Acércate.

Él, rodando los ojos, se adelantó e hizo caso a la ebria petición de su amigo. Se sentó a su lado, con las manos sobre sus rodillas dobladas sobre la cama, y lo miró esperando.

No esperaría nunca más…

Y…como si el alcohol en su sangre lo hubiese impulsado, se adelantó torpemente; avanzó con su cuerpo hasta poder sentir la respiración tibia de su amigo, para luego, hacer chocar sus labios, gruesos y jugosos.

Fue un beso leve, corto y fugaz.

No hubo tiempo para más que eso, puesto que, como acto reflejo, Yuu con las palmas abiertas le empujó para dejarlo aplastado contra el respaldo de su cama.

Sabía…él lo sabía, sabía que sería así.

No por nada gritaba a los cuatro vientos ser un orgulloso homofóbico.

Ahora vendría lo peor, se levantaría, lo golpearía y le gritaría de mil formas lo asqueroso que había hecho, y le repetiría una y otra vez que él, así como debería de ser, era un hombre normal con gustos normales.

Pero no dijo nada.

Simplemente se levantó tras dirigirle una enfurecida mirada oscura, la cual, opaca ahora, le recordó a las miradas que daba cuando se peleaba en los bares cuando estaba ebrio.

Aoi se largó de la habitación y Uruha pudo escuchar el ruido que dio la puerta de salida al ser impactada con fuerza cuando el amor de toda su vida se fue para dejarlo allí tirado y abandonado en su cama.

Una solitaria lágrima se derramó por uno de sus ojos, y allí, se mordió el labio para evitar surgir un lamento.

 

 

 

Notas finales:

¿Lento? ¿Aburrido? Haganmelo saber en un review.


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