Sometimes I feel I've got to,
Run away,
I've got to,
Get away from the pain
you drive in the heart of me of me,
The love we share,
Seems to go nowhere,
And I've lost my light
1
Abrió la puerta de la habitación con sigilo, y la cerró tras él, observando al Uchiha recostado en su cama, con uno de los libros que tanto adoraba entre las manos.
Itachi levantó la mirada de su lectura en cuanto percibió el chakra que se desprendía del recién llegado, y lo miró con cierto interés y desconcierto, que escondió muy bien tras sus insondables pupilas negras.
El recién llegado tomó nota de la habitación. Nunca había estado allí antes, y sentía curiosidad por el estilo de vida que llevaba el honorable Uchiha Itachi; como esperaba, todo estaba en perfecto orden: los libros alineados en unas pequeñas repisas, la capa negra con nubes rojas de su uniforme estaba doblada sobre una silla, y la cama estaba impecablemente tendida y arreglada cada una de las almohadas.
Luego de algunos segundos al terminar su minuciosa inspección, al fin decidió acercarse, y con una mano vacilante, rozó con la yema de sus dedos el torneado contorno de la mejilla de Itachi.
—Líder…— Sonrío. Había causado sincero desconcierto en su compañero. Jamás había visto esa expresión en su rostro, y seguro que había muchas más por descubrir, pensó, tocando con más confianza la tersa piel del Uchiha, delineando con sus dedos los finos y pálidos labios.
Decidió forzar un poco más su suerte, y llevar las cosas más lejos.
Tomando a Itachi por la nuca, le acercó hasta que estuvieron separados a escasos milímetros de distancia.
Los labios de Itachi eran demasiado sugerentes, parecían demasiado suaves, demasiado irresistibles, pensó con su febril menté. Pensó que debía probarlos, y así lo hizo. Fue un beso lento, ingenuo, y sincero. Se sorprendió del hecho de que juntar los labios con una persona ocasionara que su corazón latiera desembocado, como si estuviera luchando cuerpo a cuerpo en una batalla contra el ninja más poderoso.
Se apartó luego de unos momentos. Abrió los párpados y estudió el rostro de Itachi, que seguía impasible, sin expresar el menor rastro de molestia o sorpresa. Solo estaba allí, parado frente a él, con la respiración ligeramente entrecortada, y sus ojos refulgiendo con el rojo más intenso que jamás hubiera visto.
Sin pensarlo mucho, volvió a juntar los labios con los de su contrario, devorándolos de manera apasionada, iniciando una batalla entre sus lenguas; una batalla que Itachi al parecer no estaba dispuesto a perder en cuanto empezó a regresar el beso.
Ese era el momento perfecto para abusar de la autoridad que se le había otorgado. Nunca nadie se había atrevido a rechazar o incumplir una orden dada por él, y eso era perfecto: en esas circunstancias, no estaba dispuesto a aceptar una negativa por parte del moreno.
Pronto sus manos se colaron bajo la camiseta de Itachi, sintiendo bajo su roce los abdominales bien definidos, la suavidad de su piel de porcelana.
Se separaron por falta de aire luego de unos momentos, respirando con dificultad, y sin alejarse aun el uno del otro.
Pain tomó la oportunidad, para hacer caer de nuevo al Uchiha sobre la cama, y se posicionó sobre él sin mayor dificultad. Itachi no rechazaba ninguno de sus movimientos.
Subió la camiseta de Itachi, y contempló el cuerpo debajo de sí. Era sublime. Todo en Uchiha Itachi irradiaba sensualidad, sus labios ligeramente hinchados que buscaban el aire con ansias, su cabello negro cayendo como una cascada sobre la almohada ahora que estaba suelto, y su intensa mirada que en ningún momento se había apartado de la suya, manteniendo el Sharingan en sus ojos, atento a cada uno de los movimientos que hacía.
Empezó a besar el bajo abdomen del pelinegro, disfrutando cada una de sus reacciones. Jugueteó con sus pezones rosas y deliciosos; mordió y besó la sensible piel del cuello, sacando sensuales gemidos del más joven de los dos.
Itachi se dejaba hacer como él quería, y eso le encantaba. El Uchiha no oponía resistencia a sus caricias ni a sus besos, ni a sus atrevidas menos que se habían metido dentro de su pantalón, y habían empezado a atender su excitación.
Le encantaba tenerlo sometido, jadeando suavemente, con los párpados cerrados por el placer.
Se deshizo por completo del pantalón, y de la ropa interior, y tomo la hombría de Itachi con las dos manos, masturbándolo lentamente, torturándole con una media sonrisa.
Itachi se retorcía sobre las cobijas, mientras intentaba no gritar de placer a medida que las caricias aumentaban de ritmo e intensidad, hasta que con un último y ronco gemido se vino en sus manos.
No perdió oportunidad, y sin previo aviso metió uno de sus dedos en la entrada de Itachi, recibiendo una mirada asesina como respuesta. Intentaba ser lo más amable posible, pero las ansias de poseer ese cuerpo de Adonis eran más fuertes que su propio raciocinio.
Antes de que pudiera darse cuenta, ya estaba penetrando al Uchiha.
Todo era demasiado extraño, demasiado nuevo. Sus sentidos se sentían descontrolados. Era como ver el mundo por primera vez.
Le hizo el amor de la manera más apasionada que pudo encontrar en el corazón que no creyó que existiera hasta ese momento. Se aferró a Itachi como si no hubiera nada más en el mundo, como si el tiempo se detuviera cuando sus cuerpos se fundían en uno y sus corazones latían al unísono.
2
—¿Qué diría un humano en circunstancias como estas, Itachi?— preguntó cuando hubieron recuperado el aliento, y cuando el silencio parecía demasiado devastador como para soportarlo.
Pain acarició el cabello negro del Uchiha, y lo miró directo a los ojos, esperando por una respuesta.
—¿Por qué me preguntas eso?— inquirió—Hablas como si no fueras uno— respondió simplemente, mirándole con sus indiferentes ojos negros.
—De cierta manera no lo soy— dijo suspirando, evitando la mirada del otro, analizado profundamente cada una de las palabras que iba a decir. —Soy solo una más de las marionetas de la verdadera voluntad, yo no debería estar aquí en este momento… de alguna manera he logrado actuar por mí mismo, pero estoy seguro que no durará.
Itachi le miraba atentamente mientras hablaba. El dolor que se reflejaba en su rostro era demasiado para ser verdad, jamás creyó que el líder fuera capaz de mostrar una expresión que no fuera la cuidosamente calculada que mostraba en las reuniones cuando se paraba junto a Konan.
Itachi sonrío y se río levemente.
—Desde el principio sospeché que algo no iba bien— dijo— el verdadero Líder jamás haría algo como besar los miembros de Akatsuki.
—No te confundas— replicó con su profunda y masculina voz— aunque mi voluntad se haya apartado brevemente de la verdadera, yo no dejó de ser él. —Terminó de vestirse y se levantó de la cama— te agradezco lo que me hiciste experimentar hoy. —Dijo, adoptando de nuevo la actitud del líder de Akatsuki, subiendo la cremallera de la capa hasta arriba— me gustas, Itachi— agregó, antes de salir de la habitación con el mismo sigilo con el que entró.
3
—Nagato, ¿por qué le permites hacer eso?— preguntó Konan casi gritando— ha revelado más de lo necesario.
Un relámpago se reflejó en las nubes grises, entrando por la ventana, mientras el pelirojo se retorcía de dolor, tosiendo sangre una vez más, alarmando a su compañera que no dejaba de mirarlo con reproche.
—Pensé que los tenías controlados, que no podían actuar por su cuenta— dijo luego de unos segundos, al no recibir respuesta, mirando el demacrado cuerpo, sin siquiera intentar ocultar su preocupación que solo iba en aumento.
—Yo también pensé que estaba bajo control— respondió luego de un rato— Parece que le he dado más autoridad de la que debía. Ahora vete, quiero estar a solas.— Konan obedeció, desapareciendo ante sus ojos como un montón de diminutas hojas de papel volando por el aire.
Nagato miró por la ventana, escuchando el golpear de las gotas contra el cristal, disfrutando del sonido de la tormenta, maravillándose con los rayos que el mismo estaba provocando.
Se sentía consternado y fascinado al mismo tiempo ante las acciones individuales de Pain, que lo había dejado todo por una pasión que había podido separar su alma de la suya por unos pocos momentos, para poder complacer sus fantasías.
No le preocupaba el hecho de que hubiera perdido control sobre uno de sus cuerpos, eso era imposible, y jamás volvería a suceder a menos que él mismo decidiera permitírselo...
…lo que en realidad le preocupaba, era el hecho de que ese cuerpo fuera su misma alma, que había expresado por medio de sus acciones sus propios deseos frustrados quizás por su estado, quizás por su mente que se negaba a amar a nadie.
Quizás, en el fondo, a él también le gustaba Itachi.