DESPUÉS
Riki jadeaba.
Era...
Era demasiado...
Todo su pelo negro estaba revuelto, pegado de sudor.
Entrecerró los ojos, cansado...no, realmente, agotado, con su cuerpo moreno dolorido y brillante de sudor sobre la cama.
La...cara de Mimea...
Lo siento... .
Lo siento... .
No...había querido...que se enterara así...
No había...Él había querido explicárselo...
Pero...
Apretó los dientes, con la garganta cansada de gemir, de gritar, de sollozar ese maldito nombre.
Iason.
Ahora...no podía ni moverse... .
Habían pasado dos días y no podía ni moverse...
Cerró el puño, con furia... .
¡Mierda!
¡MIERDA!
¡Maldito fuera ese puto blondie!
¡Si no lo hubiera conocido...!
Quedó parado entonces... .
Escuchaba pasos, tras él... .
Y entonces notó una toalla caer sobre su cuerpo desnudo.
Vio entonces a Iason, el blondie que lo miraba con lejanía desde arriba, con una mirada sin expresión en sus fríos ojos azules.
– Vamos. Apestas.
Eso le hizo apretar los dientes con rabia.
– ¿Y quién me ha hecho apestar...eh...?
Iason sonrió, cogiéndole de la barbilla mientras lo escuchaba jadear por efecto del Pet- ring.
Siempre, siempre, tenía que provocarlo.
Pero...
Lo cierto era que no quería verlo así... .
Riki jadeó, retorciéndose cuando Iason lo alzó, cogiéndolo prácticamente en vilo por el pescuezo.
– ¡Sé andar! ¡Suélt...! – gritó el Mestizo, pero enmudeció cuando Iason, apoyándolo contra una pared, lo besó, sujetándolo y rodeándole con sus brazos.
El blondie suspiró al notar que se estaba quieto, un momento, un momento que sabía que apenas durarí pero que quería aprovechar...
Un momento que no se pareciera en nada a esos dos días desde que había descubierto la torpeza de Riki... .
Ya no estaba enojado, pero aún quería...quería demostrar algo...
Y quería que Riki se lo demostrara...
Pero éste enseguida intentó zafarse.
– ¡¿NO HAS TENIDO BASTANTE, PEDAZO DE MIERDA?! – gritó, desesperado, ocultando sus emociones con una patada que Iason frenó...
...y que le hizo caer al suelo, jadeando cuando notó que el blondie volvía a cogerlo de la misma manera.
– Y yo que quería hacer las paces...
– ¿¡Las paces!? – murmuró Riki, de hito en hito...
...y suspiró cuando Iason lo bajó al baño.
El agua...estaba caliente...
Normalmente, no se bañaba, solía ducharse, así que quedó parado cuando la cálida agua jabonosa lo rodeó de pies a cabeza, relajando todo su cuerpo.
Entonces vio que Iason se daba la vuelta.
Se mordió el labio.
Va...va listo si piensa que voy a darle las gracias, pensó, furioso, para sí...
Pero una parte de él pensó que esa bañera era demasiado grande para los dos.
Iason suspiró al oír que se bañaba, en silencio, antes de volver.
La reunión se estaba retrasando... .
Maldita sea, estoy dejando que interfiera demasiado... pensó, malhumorado de nuevo... .
Lo de Mimea casi le había costado la amistad con Raúl...
Le había costado su privacidad...
Pero...
Lo peor era ese dolor que notaba en el pecho...
Meneó la cabeza antes de vestirse.
Riki había sido instruido.
Punto.
Ya...no podía hacer más.
¿Verdad?