A Warm Gun.
- Necesito una dosis, me muero, suplicas.
Has acariciado el trasero de la felicidad con la yema de los dedos, le has poseído, una y otra vez, pero es demasiado poco para ti, ¿no? ¿Para quién no?
Él te hace feliz, cuando lo abrazas, cuando lo besas, la felicidad te baña, te inunda, acostumbrándote tanto a la tibieza, a la suavidad de ésta, para que después, de un día a otro, de una dosis al éxtasis, ella se extinga junto con tu vida.
Pero aquí estás. ¡Oh, aquí estás! ¿Por qué sigues aquí muerto en vida, sin él?
Aahh, te acostumbraste demasiado a ser feliz. La felicidad te mata… Eres tan desafortunado. La tenías entre las manos y se esfumó por las venas.
Y ahora, sólo mírate tirado en tu cama, con los cabellos revueltos, los ojos rojos e irritados de tanto llorar su partida y limpiar sus recuerdos… Pero pronto tus pupilas se harán más pequeñas que un alfiler y tú sonreirás como un tonto, bailando con el aire, besando la almohada y abrazándote a ti mismo… Lamentable…
Ot-tra dosis, por favor, susurras…
Tus venas besan la aguja que rompe con descuido y frivolidad tus tejidos, como si te reclamara suyo. No puede ser que lo hayas cambiado por esto. ¿En esto se ha convertido tu amado, en aire, en una jeringuilla, en una sobredosis?
La sonrisa aparece en tus labios secos y tus pupilas desaparecen, dejándote ciego a la realidad y tus brazos tratan de rodear a la nada, donde encuentras todo lo que necesitas.
Piensas en él mientras abres tus labios, mueves tus piernas al compás de una inexistente melodía, jalas algo que no se resiste y te sientes la persona más afortunada del mundo.
Te sabes atractivo y vacío. La diversión de la morfina en tus venas secas ya no te llena, ni el amor del arma a tu sien. ¿Por qué no tiras de él y te dejas de hacer daño?
Gritas a la nada, llorando… ¿Me dices que le estás culpando de morir? ¿Crees que te odia y por eso se fue?
No… no es así, tu punto de vista es deprimente.
Él, esté donde esté, te ama aún; trata, como tú, de encontrarte, porque cuando se fue, tú moriste para él.
¿Por qué este día es peor que los demás? Porque es San Valentín, el primero sin él. El aroma a felicidad te marea y no soportas que cualquier caricia a tus sentidos te sumerja en sus recuerdos; las sábanas rozando tu piel es igual que sus piernas desnudas enredadas en las tuyas, y el gatillo tocando tu sien es igual que un beso suyo, te sientes feliz, extasiado, de irte en ello.
Sonríes y jalas el gatillo, entrando en éxtasis.
Estarás siempre a su lado, como desde el día en que nació.
Fin.