Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Against the rules por Altair

[Reviews - 22]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Bueno, primer fic. nwn

Espero que sea de vuestro agrado, y si véis alguna falta de ortografía, lo siento. xD

El fic se centra un poco en la relación shinigami-demonio entre Sebas-chan y Grell y el odio que hay entre una especie y otra.

En un principio tendrá cuatro o cinco capis, pero el final no lo tengo muy claro. Y cuidado, posibles spoilers del anime según avance la historia. >w<

Notas del capitulo:

Okz, primer capi! Éste va más que nada de las reflexiones de Grell sobre su "relación" con Sebastian y algunas cosas random. :P Pero hacia el final pasa algo interesante.

Una cabellera pelirroja se movía entre altas estanterías de madera. Destacaba la gran pesadez con la que colocaba algunos libros que cargaba en sus manos en los huecos libres. Ese hombre notó que su superior no le quitaba ojo de encima, y se giró hacia él quejándose.

-¡Will! ¡¿Por qué tengo que ordenar yo todo esto?! -gritó Grell de manera graciosa moviendo todo el cuerpo-.

-Es tu culpa. Y la próxima vez que te saltes una norma el castigo será mucho peor.

-¿Y qué será? ¿Sacar brillo a todas las guadañas?

Will simplemente sonrió de forma macabra. Colocó bien sus gafas y se dio la vuelta para ir a su escritorio. El shinigami pelirrojo se asustó ligeramente, maldiciendo el mal carácter de su jefe, y siguió con su trabajo. Ordenar los registros de la biblioteca era aburrido. ¡Si pudiera escaparse tan solo un par de horas e ir a ver a Sebastian...! Pero pensó que eso conllevaría otro castigo. Suspiró, triste, y continuó con lo suyo.

Tras algunas horas de aquí para allá, un libro en ese hueco y otro en aquel, Grell terminó al fin su trabajo. Se tumbó exhausto en un cómodo sofá granate al lado del escritorio de Will.

-Y a ver si te entra en la cabeza que no puedes ayudar de esa manera a un demonio -dijo Will-.

-Pero... ¿por qué? -cuestionó sentándose con expresión preocupada-. Sebastian no es como los otros demonios; no va por ahí comiendo almas, así que no nos da problemas -a medida que hablaba, su voz se hacía cada vez más inaudible-. Él solo quiere una...

En efecto, en esos momentos a Sebastian solo le interesaba una única cosa: el alma de Ciel. No atendería a nada más, aunque le ofreciesen en bandeja las almas de todo Londres. Y a veces, esa relación hacía que Grell sintiera celos del joven conde.

-Pero cuando la consiga, volverá a lo de siempre. Es un demonio; es lo único que saben hacer -dijo con desprecio-.

-Will... -susurró triste; le dolía que hablase así de él-. Si Sebastian no comiera más almas... ¿dejarías de odiarlo?

-... No -negó firmemente-.

-¡Pues entonces no quiero seguir siendo un shinigami! -gritó Grell de repente. Si no fuera un shinigami, Will lo dejaría en paz y podría ir a por Sebastian de verdad-.

-¡Idiota! -bramó Will-. Tú eres lo que eres y punto. Y eso no puedes cambiarlo; ni tú, ni Sebastian, ni nadie.

Grell reflexionó ante esas palabras. Comprendía que existía para judgar a las almas, y esa existencia no podía ser cambiada, pero... no le gustaba. Así, su relación jamás estaría bien vista. Dios... ¿Por qué tenía que enamorarse precisamente de un demonio, aquel ser tan odiado por los dioses de la muerte?

-Es... una relación antinatural -sentenció-.

Grell tenía ganas de dejarlo todo, de gritar, de llorar, de huír... lejos.

-Antinatural... -repitió el pelirrojo en voz baja-.

Necesitaba tomar un poco el aire; dar una vuelta, poner sus pensamientos en orden y relajarse. Así que dio media vuelta y se fue sin decir nada. Will lo dejó ir; esperaba que se le aclarase la mente y que comprendiera que no podía estar con ese maldito demonio.

Al poco rato, el shinigami ya estaba deambulando por las calles de Londres sin rumbo fijo, con la mirada perdida y las manos en los bolsillos. Cansado de caminar, subió a un edificio y se sentó en el techo, viendo pasar a todos aquellos humanos apresurados con problemas de importancia menor.

-Je... Quién fuera humano... -susurró mientras abrazaba sus piernas-.

-Créame, eso no es bueno -se escuchó de repente una suave voz-.

Grell se giró sorprendido buscando de donde venía tan conocida voz. Se encontró con un mayordomo pelinegro bien vestido que sonreía maliciosamente.

-¡Sebas-chan! -al principio, su cara era de sorpresa, pero al recordar todo lo que había dicho Will, su expresión pronto cambió a una más triste-. ¿Qué haces aquí?

-El joven amo tiene unos asuntos que atender aquí, y me ha pedido que espere fuera -Sebastian se sentó al lado de Grell-. ¿Y usted no tiene trabajo hoy? -interrogó curioso-.

-No... -contestó sin mirarle-.

-Hey... ¿está bien? -preguntó el mayordomo preocupado; no era normal verle tan poco eufórico al estar con él-.

"¿Cómo no enamorarse de alguien tan atento, aunque sea un demonio?" pensó Grell angustiado por la amabilidad de su amor imposible.

-¡No! ¡Sebas-chan, abrázame y se me pasará!

Mientras gritaba, Grell se abalanzó sobre el mayordomo, intentando abrazarlo. Pero éste, acostumbrado a esos repentinos ataques del shinigami, se apartó hábilmente, haciendo que el pelirrojo abrazase el suelo. Un suspiro ahogado fue lo único que salió de los labios del shinigami tras el impacto. Después, solo se produjo un silencio algo incómodo. Grell permaneció tumbado en el suelo, quieto, pensando que quizás Will tuviera razón; que aquello que pretencía era tan antinatural que incluso Sebastian se negara a acercarse a él más de lo necesario.

El mayordomo estaba a punto de tenderle una mano para ayudarle a levantarse, pero de repente sus ojos brillaron con un color carmesí intenso y se detuvo. Miró a Grell fijamente y sonrió.

-Lo siento, el joven amo me llama. Debo irme ahora.

Grell no dijo nada. Asintió con resignación y se levantó, solo para ver como el demonio saltaba a la calle y desaparecía al momento. Se quedó un rato allá arriba observando, como si fuera a aparecer de nuevo de un momento a otro. "Que estupidez", pensó. Seguramente ahora estaría muy ocupado con el conde.

Estaba a punto de marcharse de allí cuando un personaje conocido apareció frente a él mirándole fijamente a través de los cristales de sus gafas.

-Grell, tienes trabajo -hizo saber un shinigami de pelo negro-.

Will pasaría por alto su encuentro con el demonio y se centraría en su deber. No quería otra charla desagradable sobre relaciones entre dioses y demonios. Así que se limitó a entregarle al pelirrojo un libro. Un registro, más bien. En él estaba escrito el destino de los humanos. Grell tenía uno propio, pero tras romper una de las normas más sagradas de los shinigamis -acercarse a un demonio- se lo retiraron indefinidamente. Aunque volver a poseerlo no le hacía especialmente feliz. Grell abrió el libro y comenzó a leer el nombre del desafortunado humano al que le tocaba ser judgado. A primeras, podría parecer hasta cruel que se decidiera si alguien debía vivir o morir, o en este caso, si debía ir al cielo o al infierno. Pero ese era su trabajo.

Marie Steward; 27 años. Será apuñalada por un asaltante en unos quince minutos, en un solitario callejón cercano. Grell guardó el registro y se encaminó al lugar sin dirigirle una sola palabra a Will.

Llegó allí enseguida, y permaneció oculto entre las sombras observando a la mujer, que ya había entrado en el callejón. Un hombre la siguió en silencio y, cuando estuvo lo suficientemente cerca, la agarró por el cuello y le tapó la boca, empujándola contra una pared. La amenazó con una navaja y le dijo que le diera todas sus pertenencias de valor. La mujer intentó apartarlo, pero antes de conseguir nada, el hombre ya le había clavado la navaja en el estómago. Grell observaba todo en el más absoluto silencio, reflexionando sobre los humanos y sus conductas. "Quizás Sebastian tenga razón... ser un humano no es bueno después de todo", pensó. Y era cierto. A fin comprendió que no le gustaba la idea de ser como ellos son en realidad: mezquinos, violentos... Algunos son capaces de hacer cosas inimaginables a los que se crucen en su camino. No; el no quería ser así. No otra vez. Un tiempo después de haber matado a Lady Red, y mientras duraba su castigo, fue obligado a judgar las almas de los asesinatos más violentos de Londres. Ahí se dio cuenta de todo. No quería volver a sentirse... como un sucio humano.

La mujer derramaba lágrimas y sollozaba mientras el hombre le clavaba la navaja más adentro. La retiró de un movimiento bruso y la mujer cayó al suelo, comenzando a desangrarse. El ladrón cogió lo que pudo y se largó de allí a toda prisa antes de que alguien viera lo que había pasado.

-No te preocupes, que pronto te tocará a ti -susurró Grell para sus adentros mirando al asesino que escapaba, tras ojear el registro y comprobar que él era el siguiente en la lista-.

Guardó el libro y se acercó a la mujer moribunda. Ésta temblaba, y su cara denotaba un gran terror al ver al shinigami aproximándose. Grell realmente sintió lástima por ella, ya que estaba claro que debía morir. Se agachó y le habó en tono dulce y pausado.

-Tranquila, no te voy a hacer daño. Soy un shinigami -la mujer abrió sus ojos de par en par-. He venido porque tengo que judgar tu alma. No te preocupes; solo será un momento y pronto te encontrarás en un lugar mejor.

La mujer cerró lentamente los ojos, momento en el que miles de imágenes comenzaron a salir de su cuerpo. Cinematic Record. Eso ayudaría a Grell a decidir. Tras un rato viendo escenas de la vida de la mujer, determinó que era una buena persona y que merecía ir al cielo.

-Goodnight, lady -le dijo, aunque ella ya no podía oírlo-.

Se marchó del lugar con un horroroso sentimiento en su pecho: el tener que ser testigo de otra injusticia humana. Después de refrescar su memoria con eso, decidió que definitivamente no deseaba ser humano, aunque eso supusiera poder librarse del elemento que le impedía acercarse a su Sebastian.

Iba a volver a la biblioteca para archivar la muerte, pero algo llamó su atención. Sebastian se acercaba corriendo a gran velocidad.

-¡Sebas-chan! -gritó emocionado-.

Y se abalanzó sobre el otra vez, consiguiendo abrazarlo ahora.

-¡Señor Grell! ¿Qué está haciendo? ¡Suélteme!

-¡Sebastian, ¿a qué esperas?! ¡Ve a por...! -una voz infantil aunque firme entró en escena, pero la frase quedó interrumpida cuando el niño vio al shinigami tan cerca de su mayordomo-. ¡Tú! -gritó señalándolo-.

-Oh, conde Phantomhive. Eh... buenas tardes -saludó-.

-Sebastian, líbrate de él y persigue al criminal.

-Como ordene -y sonrió-.

Ciel Phantomhive, el conde a cargo de la compañía Funtom, iba bien vestido como de costumbre, y con su típico parche en el ojo derecho. Había ido hasta allí para atrapar a un supuesto asesino en serie que mataba a jóvenes para robar. "Vaya casualidad", pensó el pelirrojo.

Sebastian, siguiendo las órdenes de su amo, agarró a Grell y lo lanzó hacia atrás. Tras eso, salió corriendo en busca de aquel hombre. El shinigami, desde el suelo, veía como se alejaba. Ciel miró para él con furia; se había metido en su camino al intentar atrapar a un criminal. Además, desde la muerte de su tía no le agradaba demasiado tenerlo delante. Grell decidió marcharse antes de que el conde decidiera devolvérsela.

Vagó un rato por Londres sin hacer nada en especial hasta que anocheció, momento en el que decidió volver a la biblioteca, esta vez de verdad. Una vez allí, cogió un libro de una de las estanterías y lo abrió con cuidado sobre el escritorio. Buscó el nombre de la mujer y apuntó algunas cosas en la misma página. Luego cerró el libro y lo dejó otra vez en la estantería. Se tumbó en el sofá como lo había hecho varias horas antes. A esas horas, la biblioteca estaba vacía; los demás shinigamis ya se habían marchado. Grell aprovechó esa soledad y habló para sí en voz baja.

-¿Por qué un shinigami y un demonio no pueden estar juntos? No es para tanto, solo hacen cosas distintas. ¿Por qué los demás piensan que es tan... horrible?

Se quitó las gafas, cerró los ojos y pasó una mano sobre ellos. Casi al instante, una lágrima bajó por su mejilla. Ahí fuera, a la vista de los demás, parecía una persona fuerte y optimista, pero cuando se quedaba solo, no hacía más que darle vueltas a todos los pensamientos negativos que le agobiaban, y no podía evitar sentirse así de mal. Los siguientes minutos los pasó en silencio, mientras más lágrimas se deslizaban lentamente por su cara. Y así, se quedó dormido.

 

 

Un ruido hizo que se despertara de golpe. ¿Qué ha sido eso? ¿Qué hora era? Se sentía desorientado. Ya había salido la luna, que se encontraba alta en el cielo nocturno. Tras limpiar los rastros de lágrimas y ponerse las gafas, se levantó a investigar.

Caminó hacia la entrada, asomó la cabeza por fuera y miró hacia los dos lados del pasillo. Vacío.

-¿Will...?

No obtuvo respuesta.

Volvió a meterse en la biblioteca dispuesto a seguir durmiendo. Bostezó enérgicamente y estiró el cuello, haciendo que sus cervicales estallasen. Pero fue entonces cuando vio una silueta iluminada únicamente por la luz de la luna, que entraba por los ventanales como un resplandor mágico. 

Allí estaba él, con semblante serio, un impecable traje negro y una idea muy concreta en su cabeza.

-¡Sebas-chan! ¡¿Se puede saber cómo has entrado?! -gritó Grell con su mayor sorpresa-.

-No pregunte; cosas de demonios -y sonrió como siempre hace-.

-¿Qué haces aquí?

-Quería hablar con usted, señor Grell.

-¡Yaaaay! ¿Y de qué quieres hablar, Sebas-chan? -interrogó insinuándose, agarrando una de sus manos y acercándose lentamente. Aunque eso estuviera mal, él no dejaría de intentarlo-.

-Precisamente de esto... -susurró con voz sensual-.

Grell se detuvo. "¿Qué? ¿De verdad...?"

No le dio tiempo a pensar nada más; enseguida notó la calidez de unos labios apasionados que buscaban jugar con los suyos. Se quedó rígido, sorprendido, sin saber o poder reaccionar. Sebastian luchaba porque el shinigami colaborase, pero él todavía estaba en estado de shock. Llevó sus manos hacia la nuca del pelirrojo, haciendo una ligera presión. Entonces, Grell bajó de las nubes y empezó a moverse torpemente. Llevaba muchos siglos en este mundo, pero la verdad es que nunca había besado a nadie. Y ese primer beso le estaba pareciendo delicioso. Estaba feliz, no podía negarlo. Después de tanto tiempo, al fin consiguió lo que anhelaba. Se echó un poco hacia delante y abrazó a Sebastian.

-No seas tan impaciente, Grell -le susurró el demonio al oído tras cortar el beso-. Tenemos toda la noche para nosotros...

El shinigami solo se estremeció, mientras su cara se volvía del mismo color que su pelo.

 

Continuará...

Notas finales:

Bueno, hasta aquí por hoy! Espero que os haya gustado. 

Me imagino que ya sabréis qué pasará en el capítulo siguiente. xDD En fin, todavía no está listo, pero prometo no tardar demasiado en terminarlo. x'3

Hasta la próxima! Y dejad algún review porfa. owo


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).